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Capítulo 25: "Frank y Alice Longbottom"

—Este lugar es maravilloso, Juliette

—Lo es, ¿verdad? Con Neville creímos que este lugar nos ayudaría para poder practicar y pasar desapercibidos. La sala de los menesteres guarda muchos secretos, profesora, le sorprendería saber la cantidad de pasadizos que tiene ésta sala, es como un laberinto

—Seguramente—Lara miró el lugar con detenimiento, notando como en cada esquina de la sala había un par de muñecos movibles con máscaras y los ojos enrojecidos, simulando, supuso ella, a los seguidores de Lord Voldemort. En el centro estaba una pequeña mesa de té que contenía un listado de todos los hechizos útiles que Lara debía enseñar. Juliette Larson sonrió ampliamente—Sólo espero que esto no genere algún tipo de problema. Escuché que la profesora Umbridge disolvió todas las organizaciones estudiantiles. Adiós al equipo de Quidditch

—Sí, creo que los chicos del equipo quedaron devastados—Juliette encogió los hombros sin darle demasiada importancia al asunto—En fin, no es como si hubiesen ganado una copa recientemente, mucho menos teniendo a Malfoy en el equipo. Es un pedante.

—Un malcriado, diría yo—Lara se paseó por la sala, advirtiendo un par de espejos enormes detrás de un armario ennegrecido—Pero hábil al fin de cuentas. No le diría que no si quisiera ser parte del ejército de Dumbledore, ¿sabes?

—Si, como si eso fuera a pasar—Juliette rodó los ojos. A pesar de ser de la misma casa, Lara intuía que la relación entre esos dos era meramente de cortesía. Ambos podían verse en los pasillos, en la sala común o en la biblioteca y saludarse, pero siempre dedicándose muecas el uno al otro. Ella no los culpaba, cualquiera pensaría que Juliette pertenecía a cualquier casa menos a Slytherin—Podría apostar todo lo que tengo a que ese chico tratará de encontrar la oportunidad para delatarnos. Eso si se la dejamos fácil. Los chicos y yo hemos estado pensando en una manera de no ser descubiertos, por lo que llegamos a la conclusión de que nuestras llegadas deben ser aleatorias, casi desapercibidas y sin llegar en grupos, ¿Cree que eso bastará, profesora?

—Supongo que sí, o al menos eso espero

—Bueno, los demás chicos no tardarán en llegar, mientras tanto... ¿Podría mostrarme su anillo? Es muy bonito

—Oh—Por un momento Lara olvidó que su mano izquierda era adornada por un enorme y reluciente anillo de plata que era golpeado por la luz de las lámparas que volaban por encima de sus cabezas. Juliette tomó la mano de Lara acercándola a su rostro

—Uhh, plata y rodio, excelente combinación. Me gusta la pequeña esmeralda en el centro, profesora, su esposo sin duda tiene un buen gusto

—Oh, no, no estoy casada

— ¿Comprometida?

—No, es un anillo Claddagh

— ¡Ah!—Los ojos de la chica brillaron—Un anillo de promesa ¡qué romántico! Mi madre también tenía uno de esos, a ella le encantaba a pesar de que muchas personas decían que era de mala suerte

El ceño de Lara se frunció

— ¿Mala suerte?

—Sólo es una estúpida leyenda alrededor de ese tipo de anillos, profesora, no es algo enteramente verdadero, aunque mamá piensa que parte de la historia puede ser cierta. Eso no le quita el romanticismo, como quiera que sea

—No, supongo que no—respondió Lara observando el anillo que descansaba en su mano—Bill no me habló de eso

— ¿Bill?—Preguntó Juliette, maravillada— ¿Cómo el Bill Weasley hermano de los gemelos y Ron?

—Si, ¿porque?

— ¡Vaya! No creí que estuvieran juntos, profesora

— ¿Qué quieres decir con eso?

—Bueno, la denominación de un anillo de plata y rodio es muy alta, ¿sabe? y los Weasley no son lo que se dice muy aptos para pagarlo. Mi padre dice que ellos son unos traidores de la sangre

— ¿Y tú le crees a tu padre?

—La verdad no—Juliette encogió los hombros, mirando cómo uno tras otro todos los chicos del ejército entran por puertas diferentes—Papá siempre se ha dejado llevar por las apariencias o en aquello en lo que puedas pagar, motivo suficiente para que él y mamá se separaran. Los Weasley son siempre tema de conversación entre las fiestas de clase, ¿puede creerlo? porque no saben cómo es que una familia de sangre pura no puedan despreciar a los squibs o muggles como ellos lo hacen. Simplemente horrendo, si se me permite decir

—Entiendo. El anillo era de la madre de Bill, por lo que creo que debe llevar demasiadas generaciones en la familia

—Ya, ¡eso lo hace aún más romántico!—Lara rodó los ojos, divertida por el entusiasmo de la chica

—Claro

Mientras se acercaba a la mesa de centro, Lara logró escuchar la emoción de los alumnos que hablaban de los posibles hechizos que la profesora Lexington les enseñaría. Harry entró cinco minutos después siendo el último en llegar junto a Ron, Hermione y Cho Chang, ésta última con una foto de Cedric Diggory entre las manos que colocó en uno de los espejos del lugar.

—No creí que los entrenamientos comenzarían tan pronto

—No podemos perder más tiempo, Harry—contestó Lara, observando los hechizos escritos en el pergamino—Yo... creo que es momento de mostrarles a estos chicos como defenderse, a ser útiles en una pelea. Llámame loca, pero tuve un sueño... un sueño que me dejó muy inquieta, Harry

—Lo sé, lo entiendo, a mi tambien me pasa

—Y desperté con el deseo de terminar con esto lo antes posible. Si el castillo no es un lugar seguro... si los profesores no pueden ayudar a los alumnos... entonces los alumnos deberán protegerse a sí mismos. Ese es nuestro propósito, ¿verdad? ¿Crear un ejército de jóvenes en nombre del mago más poderoso de todos los tiempos?

Harry asintió con una pequeña sonrisa

—Lo es

—Bien, entonces hagámoslo, ¿Cual hechizo enseñaremos primero?

El pergamino se quedó en blanco y luego apareció una serie de letras al azar como si hubiesen soplado sobre el papel, haciendo que las palabras quedaran hechas montañas de letras sin sentido alguno. Las pequeñas letras comenzaron a reordenarse entre sí, formulando la palabra 'Expelliarmus' en letras de oro. Harry le echó una mirada discreta a Lara, sonriéndole antes de alejarse hacia la multitud de chicos.

—Claro, el encantamiento desarmador primero

Harry Potter sabía cómo ser un buen maestro, Lara le dio la oportunidad de adelantarse a la clase y ser él quien explicara el primer encantamiento que deberían aprender; no tendría que ser tan dificil, despues de todo es algo que se enseñaba en los primeros grados, por lo que sería cuestión de pulir los movimientos y que el encantamiento saliera a la perfección. Tal vez era un hechizo muy simple, pero eso no le hacía perder la importancia que tenía. Harry ayudó a los chicos a hacer los movimientos correctos deteniéndose un poco más de tiempo al lado de Cho Chang, gesto que no pasó desapercibido por Lara pues Ron, quien estaba al lado de ellos, parecía un tanto incómodo mientras Hermione contenía la risa que quería escapar de sus labios; Lara se dedicó a ayudarle a Neville Longbottom en la pronunciación e incluso ella misma se vio obligada a participar como su oponente en un par de veces. Lara terminó golpeada contra los colchones del piso la mayor parte del tiempo

—Soy un desastre—le dijo Neville al final de la sesión cuando ya todos estaban recogiendo sus cosas para irse. Lara se sentó en el suelo invitando al chico a hacer lo mismo. Neville se dejó caer sobre la colchoneta, viéndose derrotado—Si no puedo hacer algo tan sencillo, ¿como espero vengarme algún día de lo que les hicieron a mis padres?

La espalda de Lara se tensó, teniendo que abrazar sus piernas para no caer de cara sobre el piso. Sus ojos escanearon el rostro afligido de Neville antes de pasar un brazo por sus hombros

— ¿Qué les pasó a tus padres?

— ¿No lo sabe? Han sido noticia los últimos doce meses—Lara soltó una risita

—Recuerda que pasé casi toda mi vida en Francia, Nev

—Oh, es cierto. Bueno, mis padres... Alice y Frank Longbottom... fueron unos grandes aurores. Ambos participaron en la primera guerra mágica y ayudaron a crear la primera Orden del Fénix. Mi abuela siempre dice que ellos hicieron lo correcto, que pelearon por lo que era justo hasta que cuatro de los mortífagos del-que-no-debe-ser-nombrado los torturaron con el maleficio cruciatus hasta la locura—El cuerpo de Neville dio una sacudida—Han estado recluidos en San Mungo desde entonces. No se sabía nada de mis padres hasta hace un año, cuando sucedió lo de Cedric Diggory y el supuesto regreso del Señor Tenebroso

—Oh, Nev, lo siento tanto

—Estoy muy orgulloso de ser su hijo, profesora, pero me molesta no ser capaz de aprender estos hechizos... de dejar de ser un estrobo

Las palabras de Lara se atoraron en su garganta intentando asfixiarla, el agarre de su mano se volvió más fuerte sobre los hombros de Neville acercandolo más a su cuerpo. Pobre, el chico estaba poniendo todo de sí en el entrenamiento con el único objetivo de poder enfrentarse algún día a los mortífagos que lastimaron a sus padres. Lara sintió unas ganas terribles de llorar, conteniendose solamente por la presencia de Harry en la puerta del recinto.

—No eres un estorbo, Neville. Tus motivos son muy nobles, ¿entiendes eso? el querer honrar a tus padres es algo maravilloso y algo que sin duda podrás hacer algún día. Todo es cuestión de práctica, no todos aprendemos a la misma velocidad ni de la misma manera

—Lo sé, pero es tan irritante

— ¿Porqué no le pides ayuda a Juliette?—Las mejillas de Neville se volvieron rojas—Ella aprendió el encantamiento a la primera y apuesto a que le encantará ayudarte

—No lo sé, profesora, no quisiera importunarla

— ¡Tonterías!—Lara sonrió—Ella estará feliz de enseñarte, Juliette es maravillosa

—Si, pero... ¿no tendría que ir a mi sala común para eso?

—Bueno, será mejor que le permitan estar en la sala común de los leones porque de lo contrario me pondré furiosa—Neville asintió—Estarás bien, Longbottom, sé que tus padres están orgullosos con el simple hecho de saber que lo estás intentando

—Gracias, profesora Lexington

—De nada. Ahora sal de aquí y descansa, lo necesitarás para el entrenamiento de mañana

—Seguro

Neville corrió fuera de la sala pareciendo más animado que antes, dejando a Lara y a Harry solos en un silencio que parecía pacífico en aquel enorme lugar. Ninguno se atrevió a hablar, sino que Lara se dedicó a observar la fotografía movible de Cedric en el espejo frente a ella.

Su muerte fue un suceso terrible, la cara del hufflepuff parecía esculpida sobre porcelana mientras que su maravillosa personalidad parecía salir de la fotografía y proyectarse en el centro del salón. Sus manos se movían a ambos lados de su cuerpo y su cabello aparentaba moverse ligeramente con el viento; era un chico con todo un futuro por delante, futuro que se vio arrancado de tajo por haber estado en el momento y lugar equivocado.

Un enorme peso se alojó en los hombros de Lara, demostrandole que la responsabilidad que tenía sobre sus manos era más grande de lo que creía. El control de sus poderes ya no era un asunto que le competía sólo a ella, ni a la Orden, ni a Albus Dumbledore, era algo de lo que toda la comunidad mágica dependía.

Acariciando el anillo en su dedo, creyó que no podría lograr su propósito de liberar al inferius de una muerte tan espantosa. Dumbledore habló sobre algo llamado "la piedra de la resurrección", cosa de la que Lara nunca escuchó hablar antes. Tenía que confiar en él, si Dumbledore creía que Lara podía liberar al inferius de la magia oscura que lo poseía, entonces no debía darse por vencida. Esa misma noche lo haría, volvería al bosque e intentaría todo lo que estuviera a su alcance.

Miró la fotografía de Cedric un momento más hasta que sintió la presencia de Harry tumbarse a su lado.

—Ya todos se han ido, Lara

—No todos, tú sigues aquí, Potter

—Creí que sería bueno tener un momento a solas, hablar de lo que estamos haciendo

— ¿Estás arrepintiendote acaso?

—No, pero no puedo evitar pensar que los chicos están tomándose esto en serio—Harry sacudió la cabeza, incrédulo—Quiero decir, ellos están firmemente convencidos de que pueden lograr aprender a pelear y salir de este castillo hacia la guerra de ser necesario; ellos están aprendiendo por mi, pelearán por algo que yo causé

—Este asunto es de todos, Harry—Lara dijo, sin despegar los ojos de la imagen sonriente de Cedric—Ellos no vienen aquí para protegerte o para dar su vida por ti cuando Voldemort te busque, sino de ser capaces de defender a sus familias de los ataques de los seguidores del señor tenebroso. No confundas las cosas, Harry. Esto es por ti, sí, mi presencia en este lugar es para protegerte, pero la intención de los demás es protegerse a sí mismos de algo que se nos salió de las manos; Voldemort te usó para comenzar este movimiento, sin embargo no eres su único recurso. Él está buscando algo más

—La muerte de Cedric fue por mi culpa

—Cada uno de nosotros carga con culpas que no nos pertenecen—dice Lara, tomándole la mano al chico del rayo— Pero no debemos dejar que eso nos defina para toda la vida. Cedric fue el detonante de nuestra rebelión: su muerte no será en vano

— ¿En verdad lo crees?

—Me aseguraré de que así sea





Era una noche fría cuando Lara abandonó el castillo con rumbo hacia el lago de cristal de los centauros donde seguramente Albus Dumbledore y Severus Snape ya esperaban por ella. Abrazándose a sí misma, Lara avanzó por el bosque prohibido intentando no perder la poca calma que le quedaba. No había logrado descansar bien a pesar de haber tenido el día libre; el hecho de enseñarles defensa a los chicos era una tarea agotadora, eso sumado al hecho de que el usar sus poderes más de la cuenta le dejaban agotadísima.

Sus piernas se hundían en el follaje a cada paso que daba, su varita permanecía resguardada en el bolsillo de su pantalón mientras que sus manos enguantadas no dejaban paso a la luz de sus palmas; Lara estaba temblando de frío a pesar de haber estado supuestamente acostumbrada a los salvajes climas de Francia.

Rodeó el árbol de hojas pardas y se detuvo antes de llegar a la colonia de los centauros. Contuvo la respiración conforme corría lejos de ahí, deteniéndose a unos cuantos pasos del lago de cristal que resplandecía por la luz de la luna. Albus Dumbledore esperaba por ella con las manos entrelazadas frente a él mientras Severus Snape controlaba al inferius que se arrastraba fuera del lago brillante. Lara tragó saliva, reuniendo el valor que le faltaba para acercarse por fin.

—Hoy tendrás que aprender a liberar al inferius en la primera etapa—dijo Dumbledore tomando a Lara por los hombros—Su cuerpo está poseído por las tres maldiciones imperdonables, Lara, tienes que despojarlo de ellas antes de siquiera intentar revivirlo, por lo que primero deberás despojarlo de la maldición cruciatus que mantiene a su cuerpo en una especie de furia constante

—Mencionó algo sobre la piedra de la resurrección—Albus sacudió la cabeza

—Eso será después. Ahora, concéntrate en quitarle la maldición cruciatus

—Profesor...

—Hazlo—le pidió, haciéndole una seña a Snape para que él y el inferius se acercaran. Lara se tensó al momento en que Dumbledore le quitó los guantes de las manos—Hazlo, Lara. Sólo así sabremos si estamos haciendo lo correcto

El bosque se quedó en un silencio que fue roto a causa de los constantes quejidos del inferius que se arrastraba por el piso intentando atrapar a Lara con sus dedos alargados. Había algo en él que le recordaba a sus pesadillas, al momento en que un ser maligno en forma de serpiente se deslizaba hacia ella, asfixiandola con su cuerpo y quitándole los ojos con sus dedos puntiagudos. Lara se estremeció, prohibiendose el salir corriendo luego de notar la cercanía del inferius con su cuerpo

—No tienes nada que temer, Lara. Acércate, Severus no dejará que te lastime

Lara dudó de sus palabras, porque no sabía si el jefe de los slytherin era más peligroso que el mismo inferius, no era un secreto para nadie que Lara no confiaba en Snape, de hecho casi nadie en el castillo lo hacía a excepción de la confianza ciega que Dumbledore tenía en él. No era fácil fiarse de Severus Snape y menos cuando algo en él provocaba que los poderes de Lara se vieran afectados. Él siempre mantenía una distancia prudente entre ambos, manejando al inferius desde el otro lado del lago donde Lara no pudiera sentirse enferma a causa de su presencia.

Dio un par de pasos hacia delante cuando Albus le pidió a Lara que tocara la frente del inferius. Era una sensación extraña, casi repugnante pues la piel del inferius estaba viscosa y despedía un olor a muerte tan terrible que Lara creyó que se desmayaría. Sus dedos rodearon su frente gelatinosa, causando que las yemas se enterraran en su piel pegajosa.

—No puedo hacer esto—dijo, palpando un sentimiento de angustia en su propio pecho. El inferius estiraba los brazos queriendo alcanzar a Lara quien lo mantenía alejado con su mano extendida. Lara cerró los ojos, permitiendo que una lágrima bajara por su mejilla—Su dolor... la desesperación... puedo sentirla

—Debes ser fuerte, Lara—Dumbledore se acercó, dándole ánimos y desenvainando su varita esperando que el inferius atacara—Deja salir tus poderes, este es el momento ¡hazlo!

Hubo una explosión y nadie se dio cuenta cuando un domo de luz brillante encerró al bosque prohibido por completo. Las luces llegaron hasta golpear las ventanas del castillo e incluso traspasaron las paredes de la choza de Hagrid. Un rugido temible salió de la garganta del inferius luego de que la luz de Lara entrara por su frente y su cuerpo completo se llenara de una espesa y naranja masa flotante.

Estaba increíblemente débil, sus dedos se sentían engarrotados para ese momento entretanto la luz seguía expandiéndose por los terrenos más allá del pueblo de Hogsmeade.

Dumbledore se cubrió los ojos al mismo tiempo en que notó que los poderes de Lara salían descontrolados de las palmas de sus manos; Severus Snape dejó de controlar al inferius haciéndolo golpear el suelo donde Lara se acercó, sin despegar sus manos de la frente de la criatura.

— ¡Continúa, Lara, no dejes que el cansancio gane la batalla, lo estás logrando!

Apretando los dientes, Lara Lexington aferró su agarre con su otra mano, provocando que la piel grisácea del inferius comenzara a tornarse roja y a ponerse muy caliente. Dentro, Lara podía ver como la luz recorría cada parte de su cuerpo haciendo que una niebla oscura y espesa saliera disparada de la boca de la criatura.

Era fascinante, pensó Albus, ver como la luz de Lara reanimaba los órganos del inferius, devolviendole el corazón, los pulmones, la sangre que se veía correr por sus venas recién nacidas... el inferius iba recuperando su humanidad conforme Lara perdía su fuerza.

La incandescencia comenzó a expandirse y a expandirse y a expandirse, los ojos de todos estaban irritados y los cascos de los centauros comenzaron a escucharse desde lejos, inquietos por el gran domo luminoso que había encerrado al bosque en su totalidad. Lara comenzó a sudar cuando la piel del inferius adoptó un color amarillento y su cara recuperó las facciones de quien era en vida. Ella no aguantaba más.

—Lara, ¡Lara!

Albus Dumbledore quedó sorprendido por la magnitud de su poder, aquel poder que tenía la capacidad de iluminar casi a un pueblo entero, un poder que estaba trayendo de la muerte a una persona que había fallecido hace meses. Nadie podía creerlo, ni siquiera Severus Snape.

De repente todo se apagó.

Una pequeña luz permaneció sobre sus cabezas el tiempo suficiente para que los tres pudieran notar la neblina grisácea y maloliente que despedía el cuerpo del inferius. El domo de luz desapareció y Lara despegó sus manos del cuerpo del hombre que yacía en completa calma sobre el follaje del bosque.

La maldición cruciatus se propagó como una masa repugnante por el aire haciendo vomitar a Lara; su estómago devolvió cada cosa que había ingerido en el día junto a la bilis que le quemó el esofago. Sus piernas se doblaron hasta dejarla acostada en el suelo, respirando con dificultad

—No te acerques, Severus—Le impidió Dumbledore al ver como el maestro de pociones tenía intención de aproximarse. Albus se arrodilló a su lado, colocando la cabeza de Lara sobre su regazo—Llama a Firenze, traelo antes de que los demás centauros lleguen

—De inmediato

—Lo lograste Lara, ¿sabes lo que significa eso?—le dijo, luego de que Snape saliera corriendo de ahí— ¿Lo sabes? Por Merlín, sabía que no me equivocaba al hacer esto, que tú en verdad podrías traer a alguien de la muerte, lo has salvado Lara, ¡le has devuelto su naturaleza! ¡haz vencido una maldición imperdonable!

—Frank y Alice Longbottom...—susurró Lara con las pocas fuerzas que le quedaban—Neville me habló de ellos. Fueron torturados... por mortífagos

—Esto va más allá de lo pensado, Lara, ¿entiendes la magnitud de lo que ha pasado?—Lara niega, agotada— ¡Tú podrías sanar a los Longbottom!

Lara dio un último suspiro antes de desmayarse

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