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CAPÍTULO 7:
LUZ Y SOMBRA
Nabi se devolvió a la casa de Jeon con un nudo en la garganta, donde la fiesta parecía estar más viva que nunca. ¿Por qué Yuna le había dicho algo como eso? Había sido demasiado hiriente siendo que ella no tenía nada que ver con lo que le había ocurrido con Jungkook.
¿Acaso era tan malo pensar en que Nabi podría ser la persona especial de Yuna?
Más que algo malo, era algo que jamás podría ser. Dos chicas no podían tener una relación como a la que Nabi le hubiese gustado tener y la realidad le cayó como un balde de agua fría con las palabras de Yuna.
Lo suyo jamás podría ser.
Atravesó la sala donde hacía escasos minutos se había divertido tanto y llegó hasta el ventanal que delimitaba el patio trasero. Desde allí pudo ver a Jeon Jungkook, sentado en uno de los sillones de la terraza sosteniendo la cintura de una chica que se encontraba parada a su lado y que le acariciaba la mejilla casi devotamente. Entrecerró los ojos, quería ir a darle su merecido por ser tan imbécil, pero sólo logró dar un paso hacia afuera y quedarse camuflada con el resto de las personas que disfrutaban tranquilamente.
Después de todo, no era tan valiente. No pudo ir a encarar a Jeon por ser un cerdo con su amiga, no pudo hacer nada más que escabullirse hacia el oscuro pasillo que conectaba el patio trasero con el antejardín, el único lugar donde encontró la soledad que tanto necesitaba para dar rienda suelta a sus lágrimas.
—¿Nabi? —Se sobresaltó cuando al cabo de unos minutos sintió aquella voz tan familiar— ¿Eres tú?
—Hoseok —murmuró con la voz ronca.
Él ingresó al pasillo oscuro, mirando hacia atrás para revisar si nadie más estaba mirando, y se acercó a la chica. Incluso en la oscuridad que los envolvía pudo ver las lágrimas cayendo por sus mejillas y su corazón se estrujó. Quiso llorar junto a ella, pero sintió que debía ser fuerte para contenerla, así que se limitó a limpiarle las lágrimas con cuidado.
—¿Qué ocurrió?
La chica negó con la cabeza y se abalanzó hacia él para envolverlo en un abrazo que inicialmente lo dejó descolocado. Sus brazos terminaron por rodearla con cariño y apoyó su mejilla sobre la cabeza de Nabi.
Era la primera vez que se abrazaban en semanas, pues la última vez había sido durante los últimos días de clases. Hoseok se había aferrado a ella después de una sesión de besos porque no tenía certeza de cuándo podría volver a hacerlo ni tampoco de si su relación siguiese adelante.
—Entiendo que no quieres hablar, pero aquí estoy para escucharte cuando lo necesites —susurró.
Nabi se alejó un poco para verlo a la cara. Los ojos de Hoseok la observaban brillantes y llenos de ese amor que tanto le faltaba y que él no dudaba en darle. Su estómago cosquilleó y nuevas lágrimas brotaron, pero ya no eran de tristeza.
—Hoseok, eres tan... —su voz se apagó al no encontrar una palabra que pudiese describirlo—. Nunca dudas en entregarme lo mejor de ti y yo... Lo agradezco tanto y quisiera poder entregarte lo mismo...
Él sonrió de aquella manera en la que a Nabi le encantaba y la sostuvo por las mejillas.
—Quiero darte todo de mí, Nabi, incluso si eso significa que debo cambiarme a mí mismo para ser mejor.
La chica abrió la boca para soltar un suspiro. Nadie nunca había sido de esa manera con ella, ni siquiera su padre había sido la mitad de atento como lo era Hoseok. El cosquilleo en su estómago se intensificó, dando la clara señal de que ya no podía seguir aguantándose, por lo que se puso de puntillas y atrapó sus labios con fiereza.
Moría por besarlo de esa manera desde que lo había visto aparecer en la fiesta y al fin podía hacerlo. Puso una de sus manos sobre la nuca del chico, para acercarlo más a su cuerpo y sentirlo. Sus pechos chocaron y sus abdómenes se juntaron, y Nabi pudo sentir cómo Hoseok comenzaba a reaccionar rápidamente al beso.
—¿Chicos, están aquí?
Aquella voz los hizo separarse inmediatamente para fijarse en la figura delgada que estaba de pie al inicio del pasillo. Yoongi los observaba con curiosidad luego de haberse dado cuenta de lo que estaba sucediendo allí y eso fue como un déjà vu, el claro recuerdo de lo que había sucedido en el cine durante la semana anterior.
—Yoongi —susurró Nabi sorprendida—, yo... Lo siento, no se suponía que vieras eso.
El chico dio un par de pasos hacia ellos, pero todavía manteniendo la distancia. Su piel pálida brillaba bajo la luz de la luna y su silueta era enmarcada por tenue luz amarilla que provenía del patio trasero en donde la gente seguía disfrutando, sin enterarse de lo que sucedía a un par de metros.
—¡No es nada! —resolvió con voz calmada—. Por favor, continúen.
El rostro de Nabi se mostró notoriamente impresionado y su vista se encontró con la de Hoseok, casi sin poder creer lo que acababa de escuchar, pero el chico simplemente la tomó del cuello y volvió a besarla. Ella abrió los ojos más de lo normal y se tardó un momento en seguir el beso que Hoseok le daba. Su respiración se volvió pesada al sentir la mirada de Yoongi sobre ellos, aunque no supo descifrar qué era lo que estaba sintiendo.
¿Era incomodidad?
No lo creía, pues después de un momento fue capaz de relajarse y continuar como si nada. Se volvió a colgar del cuello de Hoseok para darle mayor intensidad al beso. Sus labios abriéndose para darle acceso al interior de su boca, sus lenguas se enredaron y se recorrieron, sus dientes mordieron los labios del otro y finalmente sus manos quisieron recorrer más allá de la ropa.
Pero Hoseok la frenó y Nabi no pudo entender qué era lo que sucedía, incluso por un momento pensó que le diría a Yoongi que se marchara, pero se sorprendió de verlo extendiéndole la mano en una clara invitación a unirse.
El pálido lo observó por un momento sin ningún tipo de expresión. Lo cierto era que no se lo podía creer. Lentamente levantó la mano, juntándola con la de Hoseok, y su cuerpo fue jalado hacia los muchachos que todavía permanecían pegados. De pronto, Yoongi se encontraba a escasos centímetros del rostro de Nabi con la respiración entrecortada. Su cabeza se giró ligeramente y se encontró con Hoseok que lo observaba atento, como si estuviera esperando su próximo movimiento.
¿Qué debía hacer?
Se sobresaltó cuando la mano de Nabi le acarició la mejilla. Sus ojos lo miraban con intensidad a través de la oscuridad, dándole una explícita declaración de lo que estaba a punto de suceder y Yoongi no se sintió capaz de detenerla.
No quería detenerla.
Los labios suaves de la chica impactaron contra los suyos, sin intención de besarle con cuidado. La lengua caliente le separó los labios para recorrerle el interior de la boca, provocándole un estremecimiento que le escaló por la columna. Soltó un jadeo y se sujetó del cuerpo de Hoseok, cuyas manos comenzaban a recorrerle la espalda, terminando de lograr que su cuerpo ardiera.
Se escuchó un estruendo que los hizo separar por un momento, sus cuerpos comenzaron a mojarse rápidamente cuando la lluvia comenzó a caer de manera repentina gracias a una inesperada tormenta de verano. Las personas que pasaban el rato en el patio soltaron gritos y carcajadas a la vez que corrían para refugiarse, pero ellos se quedaron allí, mirándose los unos a los otros por un instante.
El sonido de los truenos y de la lluvia impactando en el suelo, el cabello completamente mojado en menos de un minuto y las respiraciones aceleradas, eso fue lo que sentía Nabi en ese momento. Los tres lo sabían, irse de allí finalizaría todo lo que estaba ocurriendo y ninguno estaba dispuesto a que eso pasara.
¿Y qué era precisamente eso que estaba ocurriendo? Pues era algo muy difícil de explicar con simples palabras.
Yoongi giró su rostro hacia Hoseok, contempló sus ojos y luego sus labios, dándose cuenta de que había tenido muchas ganas de probarlos. Debía hacerlo. Acortó la distancia, temiendo ser rechazado, pero sintiendo que la motivación era todavía más grande, y le besó de la misma manera en la que Nabi le había besado a él. Hoseok abrió los ojos, impresionado, y los desvió para mirar a la chica.
Quizás lo que veía no le agradaba en lo absoluto.
Pero era todo lo contrario. Ella tenía los labios entreabiertos en un claro signo de sorpresa, pero también de curiosidad y emoción.
Y eso lo motivó a relajarse, a dejarse llevar por los expertos labios de Yoongi, que lo manejaban a su antojo. Dejó que le abriera la boca y enredara su lengua con la suya, que le mordiera los labios y que se los succionara. Su cuerpo quería más, más de los tres y de una manera en la que le costaba imaginar.
La lluvia seguía cayendo ferozmente sobre ellos, los truenos provocaban un estruendo en todo Seondong, pero lo único que Hoseok podía escuchar era los chasquidos de sus labios con los de Yoongi.
—¡La fiesta acabó! —Escucharon a lo lejos.
Hoseok se alejó inmediatamente, temiendo que alguien los hubiese visto. Sin embargo, aquellos gritos que había dado el dueño de casa provenían del interior de esta. Ya nadie estaba en el patio, nadie hubiese querido empaparse de esa manera.
Salvo ellos.
Los tres compartieron una mirada, un pensamiento que no necesitó externalizarse para que todos lo entendieran. Debían marcharse de allí antes de que la situación se volviera sospechosa o antes de que alguien los encontrara. Nabi tomó las manos de ambos y caminó por el pasillo en el que se encontraban en dirección hacia el antejardín. Conocía esa casa tanto como la suya, sabía los pasadizos y los escondites, pues había pasado gran parte de su infancia visitando a los Jeon. Abrió la puerta con suavidad, cerciorándose de que todavía nadie salía de la casa.
Probablemente todavía estaban preparándose para protegerse de la lluvia y luego marcharse.
Esa era su oportunidad.
Corrió, arrastrando a los chicos consigo hacia la esquina para inmediatamente rodear la manzana y perder de vista la casa de Jeon. La calle estaba bien iluminada por los faroles, pero la fuerte lluvia dificultaba que se distinguieran las tres siluetas que caminaban calmadamente por el medio del camino. Probablemente era cerca de la medianoche, por lo que todavía quedaban algunas luces prendidas en las casas que los rodeaban, así que los pocos que miraran por la ventana, apenas podrían reconocerlos.
—Te llevaremos a casa —le dijo Hoseok a Nabi.
Ella detuvo su caminar y se giró hacia ellos con una pequeña sonrisa en los labios.
—No volveré a casa esta noche.
Hoseok levantó las cejas y desvió la mirada hacia Yoongi, quien había permanecido en absoluto silencio.
—Tu padre se preocupará —apuntó el más alto.
Nabi negó con la cabeza y les explicó que en aquel momento debería encontrarse en casa de Yuna, aunque se ahorró el detalle de la pelea que habían tenido y las cosas feas que su amiga le había dicho. No quería tener que dar muchas explicaciones, a pesar de que, por lo que acababa de suceder entre ellos, Yoongi y Hoseok eran los menos indicados para criticarla.
—Entonces —digo Yoongi rompiendo su silencio y con la voz sonándole rasposa— vamos a mi casa.
Nabi: *se pelea con Yuna*
Los chicos en corto:
Este ya es el último capítulo de la maratón. Qué opinamos de lo que pasó? Qué pasará en casa de Yoongi? Nos veremos pronto!
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