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Capítulo XII

Los últimos meses la amistad del grupo había crecido como nunca antes. Compartían desde las risas y conversaciones más tontas hasta las charlas más profundas y serias. Pero, por alguna razón, Santiago había empezado a distanciarse.

Salidas canceladas, mensajes sin responder y largas noches fuera del radar despertaron sospechas en sus amigos.

Para Nico, la ansiedad se había vuelto incontrolable.

¿Había sido demasiado evidente su enamoramiento?

Cada mirada o comentario suyo pasaba por el filtro de la autocrítica, y en su mente, ya se había imaginado a un Santiago huyendo abrumado por el crush infantil de él.

—Georgy, necesito saber si hice algo mal. Hice algo mal, ¿verdad? —Nico soltó su confesión una tarde en la cafetería.

Georgy, siempre dos pasos por delante de todos, negó con firmeza, aunque una chispa traviesa iluminó su rostro.

—Relájate, bebé. Lo que está sucediendo estoy segura que nada tiene que ver contigo...¿qué tal si lo averiguamos?, mejor que estar suponiendo.

—Voy a morir de una crisis nerviosa —suspiró Nico poniendo su frente sobre la mesa.

—Si no ha mencionado nada o sugerido algo, ¿no deberían dejarlo solamente en paz? digo, no creo a sea para tanto, talvez solo está en sus cosas.

Georgy negó y Nico solo puso su frente derrotado en la mesa y agarró su cabello con desesperación.

Victoria, siendo la más escéptica al principio, terminó cediendo. Esa noche, los tres emprendieron una improvisada "misión de espionaje".

Viernes, 11:45 P.M. - Almacén abandonado, Madrid, España.

Siguieron a Santiago de manera torpe pero determinada, hasta que lo vieron detenerse en una antigua fábrica, abandonada y alejada de la gente.

Georgy apagó el motor del auto a una distancia prudente y se giró hacia sus amigos.

—Bueno, chicos, creo que es hora de descubrir qué está escondiendo nuestro querido Santiago. ¿Están listos?

Entre los nervios de Nico, la curiosidad de Victoria y la emoción de Georgy, los tres descendieron del auto y se adentraron a aquél lugar desolado.

Al cruzar las puertas, un mundo completamente nuevo los envolvió.

El bajo retumbaba con fuerza ahora, haciendo vibrar las paredes desgastadas del antiguo almacén. La atmósfera se iluminaba con destellos de luces neón, mientras cuerpos se movían al ritmo frenético del techno. Santiago estaba ahí, en el corazón del rave, con una botella de "agua" y una sonrisa despreocupada que combinaba con pasos al ritmo del techno.

La percepción del tiempo estaba totalmente alterada, pues la música, aglomeración, oscuridad y luces contribuían a esa desorientación.

Santiago estaba en un viaje, el agua había hecho más que su efecto en su torrente sanguíneo. Su consciencia estaba más allá que acá.

Había llegado con un grupo de conocidos, pero ahora se encontraba solo, perdido entre la multitud, dejándose llevar por la música y las vibraciones.

El sudor resbalaba por su frente, dejando ver la silueta de su rostro brillante cuando las luces neón pegaban de vez en cuando cerca de él.

Mientras bailaba sin parar ajustaba su gorra hacia atrás, observando el caos ordenado de aquel lugar.

Entre el humo y las luces, algo captó su atención. Una figura familiar se movía algo inquieta y perdida en la pista de baile, irradiando una energía familiar que lo dejó inmóvil por un segundo.

Era... ¿Victoria?

O al menos eso parecía. Santiago entrecerró los ojos, intentando confirmar si su mente le estaba jugando una mala pasada o estaba en lo correcto.

Antes de que pudiera acercarse, alguien que no reconoció lo tocó en el hombro.

—Andrade, ¿tienes idea de lo que acaba de pasar? —dijo el chico con un tono urgente.

—¿Ah? —dijo confundido intentando enfocar su mirada.

—Nicolás Lorca está apunto de entrar a una pelea con un tío.

Inmediatamente sus sentidos se agudizaron y tuvo una claridad mental momentánea.

—¿Qué, que?

Su amigo lo jaló del brazo rápido y lo atrajo a la escena de la pelea.

Nico se veía un poco molesto pero algo temeroso. Tenía tomada a Georgina del brazo atrás de él y gritaba cosas.

Santiago miraba espectante la escena, quería entender antes de lanzar puños.

El chico insultó a Nico, ya que este defendió a Georgina de ese pesado. El chico estaba insistente en llevársela y Nico se mantenía firme en no quitarse de enmedio.

El chico iba a tirarse a golpes cuando Santiago se metió enmedio sonriendo y abrazó al chico alejándolo de la tensión.

—Vengaaa... estás en un rave tío, que son esas malas vibras. Deja a la tía en paz, apuesto que hay muchas otras. —sonrió convincente y le ofreció su botella.

El chico fastidiado a punto de pelear con Santiago también, vio que este le doblaba el tamaño por lo que solo optó por separarse del abrazo de mala gana y se alejó con su grupo.

Los amigos de Santiago chocaron los puños con el por la jugada y se fueron para continuar bailando y disfrutando el espacio.

Santiago se volteó con la mirada fulminante hacia Nico y Georgina, quién se escondió en la espalda de Nico.

—¿Dónde está la tercera de ustedes? —dijo Santiago de forma cortante.

—¿Dónde está Tory? —dijo Georgy temerosa.

—Aqui estoy, ¿lo encontraron? —dijo tranquila y volteó a ver a Santiago extrañada— ¿qué pasó?

—¿Qué hacen aquí? —dijo Santiago fastidiado— casi reventan a ostias a Nico, osea...dos mujeres...,Nico no las puede cuidar a ambas en un lugar así. —dijo Santiago molesto frotando sus sienes.

—Oye, nadie te pidió ayuda. —dijo Nico enojado— tú solo quisiste meterte.

—Entonces, ¿debería de haber dejado que te golpearan?

—Yo me puedo defender solo.

—Basta, basta —dijo Georgy poniéndose enfrente de ambos— Santiago, ¿qué haces aquí?, ¿dónde has estado?

—¿A qué te refieres?, ¿no ves que estoy haciendo? —dijo molesto Santiago.

La música estaba muy estruendosa, prácticamente no se podía hablar, por lo que Santiago los tomó a los tres del brazo y los empujó a la puerta, todos se quejaron y al estar afuera se separaron de forma molesta.

—La próxima vez que me vuelvas a tocar verás como te quedas sin mano —dijo Victoria arreglando su chaqueta de cuero.

Santiago rodó sus ojos y se cruzo de brazos.

—Estoy esperando una respuesta congruente, ¿cómo me encontraron?

—Te seguimos —dijo rápido Georgy.

—¡Georgina! —dijeron en unisón Nico y Tory en tono molesto.

—¿Qué?, tarde o temprano se hubiera enterado —replicó Georgy.

Santiago vio directamente a Nico, este se dió cuenta y se sonrojó para luego desviar la mirada.

Se quedaron callados todos, sin decir una sola palabra.

Victoria bufó y rodó los ojos.

—Estabamos preocupados por ti, no hemos sabido algo de ti —dijo Victoria de mala gana.

Santiago arqueó la ceja y suspiro.

—Nada sucede, solo he estado ocupado y teniendo tiempo a solas, nada del otro mundo.

Nico se le quedó viendo directamente con tristeza y bajó la mirada.

Santiago notó la reacción de Nico y lo abrazó por un costado sonriendo.

—¿No me vas a decir que me extrañaste y que durante este tiempo te diste cuenta que siempre estuviste enamorado de mi?

Nico inmediatamente se sonrojó sorprendido y lo empujó rápido.

—Eres un idiota —murmuró Nico.

Santiago solo rió recostandose en la pared y arregló su cabello para volver a poner su gorra hacia atrás.

—Ugh, bueno. Ya lo vieron, ahora vámonos —dijo Victoria disponiéndose a caminar hacia el carro.

—¿Vienes? —dijo Georgy— una hamburguesa —dijo en un tono casi suplicante.

Santiago se quedó pensativo y vio alrededor. Los demás se quedaron espectantes.

—Vale, igual ya me bajo el sentimiento, que flojera regresar —dijo jalando a Nico y lo abrazó— vente conmigo en el carro, que Georgy y Vicky se vayan juntas.

Victoria lo vió fulminante.

—Santiago.

Ella odiaba que le dijera así.

Este rio ante la reacción de Victoria y camino con Nico a su carro, mientras lo rodeaba por los hombros, y Nico solo caminaba tieso por la cercanía, Georgy le tiró una mirada cómplice y este asintió desimulado.

Cada pareja entró a sus respectivos vehículos y se dirigieron a la cafetería más cercana, la cual quedaba como a 15 minutos.

—Nico, ¿sucede algo? —dijo Santiago sin despegar su mirada del camino.

—No sucede nada, solo estábamos preocupados...Georgy solo propuso en voz alta y ejecutó sin pensarlo mucho.

Santiago rio y siguió manejando.

Mientras tanto, en el otro vehículo, Georgy tarareaba una canción de la radio.

Victoria solo la veía de vez en cuando.

A pesar de estar en una amistad, aún se sentía un poco fuera de lugar estando solo con ella, no porque le desagradara, solo por qué si.

Se sentía rara con ella.

—-Victoria, ¿alguna vez has estado con alguna chica? digo, si no te molesta contarme —dijo Georgy de repente.

—No —dijo rápido Victoria— osea, no puedo negar que han habido chicas que intentan ligarme pero, a mí me gustan los chicos, no, no me gustan las chicas para nada.

—¿Si? —dijo en un tono sorprendido Georgy— mira tu, estaba segura que te iban las tías.

—¿Tengo cara?, no...—dijo Victoria viendo la ventana quedándose callada por un momento— ¿tú tienes novio? —dijo de repente.

—¿Qué? —dijo Georgy sorprendida— La última vez que intenté besar a un chico fue a los 15 años y fue pésimo. Terrible experiencia, pero no, la verdad es que a mí me van las niñas. Específicamente, las niñas lindas —dijo lo final sonriendo.

Victoria se sorprendió y la vió sonrojada.

—¿Cómo?, ¿eres lesbiana?

—Si, ¿por qué la sorpresa? —dijo Georgy riendo— ¿no lo sabías?, todo el mundo lo sabe.

—No sabía —dijo Victoria un poco sorprendida— juraba que tenías novio o que por lo menos tenías un crush en Santiago.

Georgy la vio con disgusto —Que asco.

Victoria solo se rió.

Ambos vehículos se estacionaron y bajaron para entrar a comer.

Eran las dos de la mañana y no había una sola alma en la cafetería, solo los cocineros y las meseras.

Una mesera en especial, una chica joven, de unos 19 años atendió la mesa.

Tomó las órdenes del grupo, sin embargo nunca quitó su mirada de Santiago.

Siempre que pudo le lanzaba una sonrisa entre coqueta y tímida. Santiago al darse cuenta le siguió el juego.

Le gustaba divertirse.

La chica finalmente se fue a dejar la orden, las chicas lo vieron fulminantes.

—Deja de coquetear con la mesera —dijo Georgy—.

—Ni al caso Santiago, es una niña —dijo Victoria con disgusto.

—Con que sea mayor de edad me es suficiente —dijo Santiago sonriendo burlón recostandose en el sillón con una pose de orgullo.

—Asco —dijo Victoria de forma cortante pero disgustada.

—Ay Vicky por Dios, eres la menos indicada para hablar porque he visto con la calidad de tíos que ligas —dijo Santiago burlándose.

—¿Qué?, yo no me ligo a nadie. —dijo rápido Victoria— no me digas Vicky, última advertencia... —sentenció con molestia.

—Ya, ya, no peleen, ¿por qué siempre pelean? —dijo un poco de mal humor Nico.

—Es tensión sexual —molestó Georgy.

Santiago la fulminó.

Te estás clavando la estaca sola, estúpida. —Pensó Santiago.

Georgy solo se rió burlona.

—Qué sucia —musitó Victoria.

Nico solo hizo una cara de disgusto.

—¿Por qué la cara larga? —dijo Santiago empujando a Nico— No digas que es el hambre —dijo en tono burlón.

Nico lo vio de mala forma.

—No, es el sueño —mintió.

Estaba celoso, claro que era obvio, miraba a esa chica como que fuera una super modelo.

Ni siquiera era tan espectacular —pensó con envidia.

Se asustó con sus pensamientos, eliminó ese pensamiento rápido de su cabeza y suspiró rendido.

Santiago solo rio por la reacción de Nico.

El grupo continuó hablando y poniéndose al día. La comida finalmente llegó y comieron de forma amena.

Santiago pagó la cuenta, lo que desató la reacción conmovida del grupo bromeando con él, causando irritación momentánea en él.

Cuando ya iban de salida, la chica paró a Santiago. Los otros tres se quedaron afuera esperándolo mientras miraban la escena.

A través del vidrio se podía ver claramente el lenguaje corporal de la chica coqueteando con Santiago, mientras que él solo se recostaba confiado en la barra con una escucha activa.

La chica pasaba por detrás de su oreja su cabello y sonreía moviéndose sutilmente de un lado a otro apasiguando su nerviosismo.

—¿Qué le pasa?, ¿tiene ganas de ir al baño? —dijo irritado Nico.

Ambas chicas se rieron.

—Alguien está celoso —cantó Victoria en tono burlón.

—Te lo roban Nico —rio Georgy— no creas que es algo serio, Santiago es el casanova de excelencia. Si ligar fuera deporte, tuviera medalla de oro.

Eso no tranquilizó ni un poco a Nico, sin embargo solo suspiró y camino rendido al carro y entró de mala gana.

Las chicas lo siguieron con miradas cómplices y entraron a su vehículo.

Luego de un minuto Santiago salió finalmente de la cafetería.

Primero fue a despedirse de las chicas a su carro y luego entró al carro al encuentro de Nico y empezó a alardear.

—Tengo su número y una cita —guiñó el ojo.

—Felicidades —dijo Nico con sarcasmo.

—Uh...que amargado.

—Solo tengo sueño —murmuró mintiendo de nuevo recostando de mal humor su cabeza en la ventana.

Santiago sonrió y manejó a casa de Nico, no hablaron en todo el camino. Solo música de fondo y carreteras solitarias a excepción de uno que otro vehículo.

El sol comenzó a asomarse, ya era Sábado en la madrugada.

Nico suspiró y sus ojos se cerraron, por lo que no notó el momento en el que ya habían llegado finalmente a casa.

Santiago se estacionó, lo volteó a ver y para su sorpresa estaba dormido, por lo que decidió dejarlo dormir un poco.

Pasaron aproximadamente 10 minutos, dónde Santiago solo estaba cuidando su sueño mientras escuchaba la música, sin embargo, aprovecho a estudiar cada rasgo de su rostro notando que Nicolás tenía un rostro muy dulce y delicado.

Su cabello castaño en rizos caía por su rostro, sus pestañas largas y onduladas le daban un aire angelical.

Es una lastima que no se vea a primera vista toda esa belleza —pensó de forma fortuita.

Nico se levantó exaltado, vio sus alrededores y dijo en un tono alarmado.

—¿Por qué no me despertaste?, ¿qué hora es?

—Relajate niño, solo pasaron 10 minutos. —dijo suavemente recostado en su sillón sin sorprenderse de la reacción de Nico.

Nico lo vio asustado.

—Oye...—dijo Santiago suavemente tomando la mano de Nico y empezó a jugar con sus dedos— ¿vas a entrar?, ¿no crees que es mejor decir que te quedaste a dormir en mi casa?, son las tres de la mañana, casi cuatro.

Nico se quedó pensativo, el tacto de Santiago no le molestaba en ese momento.

—Ya estamos acá —titubeó.

—Igual tengo que ir a mi casa, lo que no quiero es que te regañen por llegar a estas horas. Aunque es importante  recalcar que culpa mía no es, en cualquier caso, podrías sacrificar a Georgina.

Nico lo vio detenidamente.

—¿Por qué me miras tanto? —murmuró Nico de forma ansiosa.

—Estoy esperando nada más tu respuesta y...que me des un beso, claro—dijo jalando repentinamente a Nico para quedar muy cerca y sonrió divertidamente.

Nico se asustó y lo empujó separándose.

—¡Santiago!, mejor voy a bajar, prefiero un castigo a una violación.

Santiago se rió sorprendido.

—¿Desde cuando soy un violador?, la última persona con quién estuve fue totalmente consensuado, es más, sigue llamando.

Arrancó el carro y manejó a su casa dando por hecho que Nico había accedido, mientras Nico se volvió a colocar en el asiento confirmando la acción.

—¿Por qué te sientes tan cómodo en exponer tu vida íntima? descarado.

Santiago lo vio incrédulo.

—Tú eres el mal pensado, nunca dije estar en qué sentido, ni nombre, edad, ni mucho menos género.

Nico se sonrojó y se cruzó de brazos.

—Sucio.

Santiago solo sonrió y siguió manejando unos minutos más.

Al llegar a su casa entraron tranquilamente.

Nico insistió en dormir en el sillón, cosa que no dejó muy conforme a Santiago, pero no tuvo opción.

Dejó sábanas, almohadas y cosas para que se acomodara, lo que Nico  agradeció.

Con ello, cada uno se fue a dormir a sus respectivos espacios.

Por el lado de Santiago, no podía evitar recordar la escena del carro, ver a Nico durmiendo tan plácidamente, incluso tenerlo tan cerca y no haber aprovechado el beso.

¿Quería besarlo?

No lo sabía realmente, son cosas que él siente en el momento y se deja llevar, los besos no se piensan, solo se sienten.

Nico era buen amigo, sabía perfectamente que no lo podía tratar como a otros, pues esas decisiones no solo arruinarían la amistad si no que, lo lastimarian.

Santiago sabía también que Nicolás a pesar de no ser sentimental públicamente, era una persona muy emocional y sensible. No podía tratarlo como un cualquiera.

Después de esa reflexión pre sueño, sus ojos se cerraron, introduciendolo finalmente a un sueño profundo.

Por otro lado, en la sala había un Nico con los ojos cerrados, pero la cabeza hecha caos.

¿Santiago lo iba a besar?

¿Qué hace durmiendo en su casa?

¿Qué sentía al respecto?

¿Por qué Santiago había logrado perturbar sus sentimientos?

¿En realidad había sentido celos de una chica?

La cita...

¿En serio tendrá una cita con ella?

¿La traerá a su casa?

¿Se acostará con ella?

¿Cuántas personas más conocerán su casa?

Suspiró molesto y abrió sus ojos estirando la sábana que lo cubría.

Vió el techo y negó.

No puedo seguir pensando en eso — se dijo a sí mismo.

Tendría que preocuparse por el presente, el futuro es incierto, por lo que su única preocupación era el hoy, el momento y segundo.

Y eso era que el estaba allí, con él, y si el hubiera querido, hubiera dormido en la habitación con él.

Eso se derivaba en una última pregunta de la noche.

¿Misión cumplida exitosamente?

Nadie sabe, pero lo que sí tenía seguro Nico es que su corazón se sentía cálido y el causante de eso era Santiago Andrade.

Luego de ese último pensamiento finalmente cayó dormido con una pequeña sonrisa.

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