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Capítulo XI


Lunes 7:00 A.M. — Malasaña, Universidad, Madrid, España.

Santiago esperaba en su carro deportivo afuera de aquel edificio de arquitectura antigua, pero modernizado con decoraciones de arte callejero, dándole un aire estilizado.

Deslizó sus dedos por su cabello y colocó su gorra hacia atrás, en el acto, dejó afuera uno que otro cabello ondulado, rebelde. La mañana había amanecido soleada, por lo que no perdió la oportunidad de usar aquellos distinguidos Ray Ban que tanto le gustaban.

Esperaba a Victoria, quien no salía aún del edificio para ir a la universidad. La música del reproductor del carro se escuchaba de forma moderada, esa mañana había optado por reproducir su playlist de Dance.

Por otro lado, Victoria, como todos los días, iba con sus audífonos, totalmente distraída de sus alrededores. Iba caminando fuera del edificio para la parada del autobús, pero por inercia levantó su mirada y se encontró con la mirada de Santiago.

Sorprendida frunció su ceño, se mostró confundida y se fue acercando el carro para hablar con Santiago.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a traerte bonita, hoy seré tu chofer asignado.

—No gracias. —dijo de forma cortante, volviendo a ponerse sus audífonos y se dispuso a caminar.

Santiago salió del carro rápido y caminó rápido para detenerla. 

—Vamos, no te hagas del rogar, además, ¿qué chica no muere por subirse a mi carro?

Victoria hizo una mueca.

—Yo.

Santiago rodó los ojos y negó.

—Vamos.

Victoria suspiró.

—Vale, pero que no se haga costumbre. 

Santiago sonrió asintiendo y la jaló para subirla al carro. 

Subió al carro de nuevo y manejó a la universidad, la cual estaba a unos 15 minutos del edificio de Victoria. Esos 15 minutos los utilizaron para conocerse un poco, Santiago se enteró de que Victoria quería dedicarse al diseño de modas, mientras que Victoria se enteró de que Santiago estaba adentro del negocio del body art

Al llegar a la universidad, se estacionó y bajaron juntos para dirigirse a sus respectivas clases. 

Una vez puestos sus pies fuera del estacionamiento, algunas personas los veían con sorpresa. No tardarían los rumores a correr, pensaba Victoria, porque Santiago estaba en su mundo viendo su celular. 

—Nos miramos luego Tory, voy al edificio F. —dijo Santiago un poco distraído, pero levantó su mirada, sonrió cálidamente y pasó su mano por su mejilla en señal de despedida cariñosa. 

—Claro. —dijo Victoria arqueando su ceja al sentir el tacto y negó levemente con cierto disgusto. 

Algunas chicas taparon su boca y se secretearon ante el acto. 

¡Georgy! Tú eres amiga de Santiago Andrade, ¿no?

Sí, ¿por qué?

¿Sabías que está saliendo con Tory Luna?

¿Con quién?

Victoria Luna, aquella peli negra guapa misteriosa. ¿Sabes quién?

Sí, pero, ¿por qué dices?

Los vieron besándose en el estacionamiento, dicen que ella estaba subida en su deportivo.

Georgy solo frunció su ceño y dejó en visto a aquella persona. Volteó a ver a Nico, quien iba caminando a su lado. 

—¿Has hablado con Santi?

Nico la volteó a ver confundido. 

—Sí, el sábado.

—¿Te comentó que estaba saliendo con alguien?

Nico pensativo negó.

—No, ¿por qué?

Georgina iba a abrir su boca para decirle el chisme que le contaron, pero frente a ellos apareció el rey de Roma.

—¿Qué tal, amores? —dijo de forma carismática.

Les dio dos besos en las mejillas a cada uno y esperó una respuesta similar de sus compañeros.

—Pues ya veo que tú, ¡de maravilla! —dijo Georgy de forma sarcástica e irritada, yéndose sin esperar que Santiago reaccionara. 

Santiago se sorprendió y volteó a ver a Nico en espera de una respuesta lógica, pero Nico estaba igual de sorprendido que él, así que solo levantó sus hombros. 

—Joder, si no supiera que le van las mujeres, diría que me está haciendo una escena de celos. ¿Qué le pasa a la tía esta?

—Estaba bien hace unos segundos...

—Luego le pregunto. 

Nico y Santiago sonrieron y se fueron a su clase. La gente seguía murmurando alrededor de Santiago, Nico lo notó, pero supuso que era normal por el hecho de ser Santiago. 

Entraron al aula de clases y se sentaron juntos mientras hablaban de pequeñeces. 

"Dicen que está con ella porque le lanzó un embrujo"

"Yo escuché que están juntos, porque es un reto de él"

El maestro llegó y empezó a dar la clase, por lo que todo el mundo empezó a poner atención a la lección y los chismes pararon por un rato.

El tiempo transcurrió, llegó el receso y los 4 compañeros se reunieron en la cafetería. 

Nico conversaba con Victoria y Georgy solamente miraba su celular mientras Santiago intentaba hablarle. 

—Georgina. 

—¿Hola?

—Vamos...

—¿Qué?

—¿Por qué no me hablas? 

—Por qué no tengo nada de que hablar contigo.

—Pero, ¿qué te hice tía?

Georgina lo jaló y murmuró enojada. 

—¿Por qué no me dijiste que tenías «esas» intenciones con Victoria?

Santiago la vio incrédulo.

—¿Qué hablas?

—Todo el mundo está hablando de eso.

—Y, ¿tú le crees a todo el mundo?

Georgina rodó los ojos en respuesta y Santiago solo hizo una mueca de fastidio. 

—Victoria, ¿estamos saliendo? —dijo Santiago irritado.

—¿Qué?, ¡no! —dijo Victoria rápido y horrorizada.

—¿Qué? —dijo Nico. 

—Nada. —dijo Santiago— ¿Ves? —dijo viendo a Georgy.

Georgy solo los vio avergonzada, se levantó con sus cosas y se fue rápido.

—¿Qué pasó? —dijo Nico. 

—¿Vosotros, estáis saliendo? —dijo Victoria incrédula. 

Nico volteó extrañado a ver a Victoria y rio, pues Victoria era la única que no sabía que Georgina era lesbiana.

—¿Qué? —dijo Santiago viendo disgustado a Victoria— no, nada de eso. Esa tía está en sus días. —dijo finalmente fastidiado y lanzó un suspiro.

Victoria vio a Santiago con reacción seria ante el comentario y negó mientras Nico solo veía en silencio a Santiago. 

El resto del día pasó sin novedad, todos los universitarios se fueron dispersando. En la salida, Santiago ofreció llevar a Victoria a su casa, quien se negó rotundamente, pero con poder de convencimiento, Nico logró que aceptara, pero con la condición puesta por Victoria, que Nico también se fuera con ellos. 

Nico, para ese entonces, ya se había soltado un poco con Santiago, por lo que no le dio mayor molestia.

Santiago encantado, subió a sus compañeros al carro y salió del campus universitario. Llegó al edificio de apartamentos y dejó a Victoria, quien se despidió de ambos de forma amigable. Ahora en el carro solo estaban Santiago y Nicolás. 

—¿Quieres ir por un café? —dijo Nico— yo invito. —dijo rápido sonriendo. 

Santiago lo vio brevemente sorprendido y sonrió sin dejar de manejar. 

—¿Nicolás Lorca me está invitando a un café?, ¡claro que sí!

Nico solo sonrió sonrojado y desvió su mirada para ver la ventana mientras Santiago manejaba a una cafetería. 

Pasaron unos minutos y llegaron a una cafetería linda con buen ambiente. Se sentaron y ordenaron mientras se quedaron hablando.

—¿Qué sucedió con tu familia luego de que colgáramos la llamada? —dijo Nico viéndolo con atención.

—Ah... Nada, lo normal. Cena lujosa, "familia feliz" reunida, y siempre el comentario de mi padre como postre. "Deja las artes y ponte a trabajar en serio." En pocas palabras.

Nico hizo una mueca ante la confesión y lo vio apenado.

—¿Estás bien?

Santiago rio suavemente y asintió.

—No te preocupes. 

Nico sonrió levemente y suspiró.

Los cafés llegaron y se pusieron a hablar de cosas triviales y menos tristes, más que todo para pasar un buen momento, lo cual era el objetivo real de Nico al invitar a Santiago a tomar un café. 

Pasaron el rato, aproximadamente una hora, una hora de conversación sin parar, una hora de risas y sonrisas, una hora más, para fortalecer el vínculo. El vínculo que ninguno de los dos sabía que se había creado. 

Nico pagó la cuenta y Santiago lo llevó a su casa.

¿Qué sentía Santiago? 

Pensaba Nico mientras iban entrando a su zona residencial. 

¿Qué siento yo?

Insistía en su cabeza, pero su corazón sabía bien lo que estaba floreciendo en ese momento. 

—¿Nico? —dijo Santiago llamando la atención de Nico.

—¿Sí? —dijo Nico desconcentrado.

—Llegamos... sé que no te quieres bajar..., pero no me puedo quedar más tiempo estacionado aquí enfrente de tu casa, claro, a menos que me quieras dar un beso. —dijo Santiago burlón.

Nico lo empujó sonrojado y se despidió.

—Adiós. 

Nico se bajó y le regaló por última vez una sonrisa para luego caminar y entrar a su casa. Al estar adentro, vio desde su ventana como Santiago se iba y sonrió callando todos los pensamientos que tenía en ese momento y corrió a su habitación para llamar a Georgy. 

Hola nene —dijo ella de forma alegre— ¿dónde andabas?

Acabo de regresar, de tomar un café con Santi...

Wow... ¿Y eso?

No sé... quise invitarlo...

Georgy rio y dijo de forma tierna.

Nico... ¿Qué sucede?, te escucho extraño. 

Bien... ¡Ay, no sé!... no lo tomes tan en serio...

¿Qué cosa? 

Es que... no le digas a nadie, pero..., creo que me estoy enamorando de Santiago Andrade...


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