Capitulo 6.
Miré el papelito que tenia en mis manos poco convencida.
Mi discurso era un asco.
Empecé a jugar con él. Fruncí el entrecejo y lo rompí en varios pedacitos.
A la mierda, tendría que improvisar.
Me metí los pedacitos en mi bolsillo y Taylor me pegó un codazo.
—Ve.
Me levanté y me dirigí al podio.
Busqué entre la multitud a los padres de África y les dediqué una sonrisa triste. Deben estar sufriendo mucho.
—Existen dos tipos de personas —miré a Taylor y ella sonrió—, los que ven al mundo de dos colores: blanco y negro. Luego están los que ven las escalas de grises, todos los tipos de grises que se encuentran entre el blanco y el negro. África pertenecía a esta última categoría. Ella me enseñó que, a pesar de los dolores, las pérdidas y las enfermedades la esperanza es lo último que se pierde. De no ser por ella... Ya me habría rendido. Ella fue una gran amiga, y aunque no tuve la oportunidad de conocerla mejor... La extraño, y mas de lo que creen. Ella era una gran chica, siempre con una sonrisa que regalarle al mundo. Gracias, África, por todo —intenté no llorar, pero fue en vano. Me sequé una lágrima y volví a mi asiento al lado de Taylor.
Se mordió un labio.
—Fue muy bonito.
—Gracias —dije con una sonrisa ladeada.
La verdad es que esperaba que me saliera de la boca cualquier cosa menos eso. Era como si esas palabras no hubieran salido de mi boca. No fue tan malo como para haber sido improvisado, que digamos...
Después de unas cuantas palabras de sus padres, amigos y familiares nos fuimos.
Me subí a mi auto y fui a la casa de Abby (ella no fue al funeral, tampoco era tan cercana a África, que digamos).
Ding, dong.
Después de 48 segundos —y si, los conté— Abby me abrió la puerta.
— ¡Hola! —me abrazó.
—¡Hola! —dije correspondiéndole el abrazo—. ¿Te vienes a mi casa?
—Claro —dijo asintiendo reiteradas veces.
Era muy estúpido que yo fuera a su casa para decirle que fuéramos a la mía, pero la iglesia estaba mas cerca de su casa que la mía, y así era mas fácil.
Nos subimos a mi auto y —otra vez— Abby manejó.
Llegamos a mi casa y me bajé de un salto. Estaba completamente vacía, ya que Riley había ido a un paseo "padre e hija" con papá —pobre Riley.
Entramos y pensé que lo mejor sería ir a mi habitación, pero al pasar por las escaleras me sorprendió ver que la puerta del ático estaba abierta... Algo extraño, ya que desde que mamá murió, papá no la ha abierto nunca.
¿La habrá dejado abierta a propósito? ¿Para que yo conozca mas a mamá, o algo así? Realmente no lo sé.
Le pegué un codazo a Abby en las costillas y con un gesto, le señalé la puerta del ático con la cabeza.
Abrió los ojos y sonrió.
Ahí, mamá había guardado las cosas con mas valor sentimental semanas antes de morir.
Me mordí el labio inferior y avancé con Abby siguiéndome de cerca.
Saqué un álbum de fotos y abrí la tapa. La primera foto era una en la que salíamos yo y Abby.
— ¡Oh por dios! ¡Eramos unas ternuritas! —dijo Abby muriéndose de amor.
Yo seguía en shock. No podía articular palabra.
Seguimos recorriendo la pequeña habitación de paredes rosas y Abby seguía chillando de ternura con cada foto y cosa que veía.
— ¿Que es esto? —preguntó Abby en un susurro.
Me di media vuelta y seguí su dedo para ver que rayos estaba apuntando.
Era algo que estaba tapado por una sábana que seguramente alguna vez fue blanca.
—No tengo idea —dije. Esas eran las primeras palabras que decía desde hace varios minutos.
Me puse de cuclillas y soplé en la parte superior para quitar algo de polvo. Tosí.
Habían unas palabras escritas en azul. Un nombre: Elena. El nombre de mi madre.
Me paré y retiré de un solo movimiento la sábana amarillenta. Volví a toser por el polvo.
Era una especie de baúl de madera con flores pequeñas en los bordes. Con la mano le saqué el polvo y lo contemplé. ¿Que rayos habría ahí adentro?
Abby se puso de cuclillas y bufó.
—Tiene un candado.
Me senté a su lado y vi que, efectivamente, había un gran candado viejo.
—Un momento —dijo acercándose a mi. Tomó la cadena que tenía en mi cuello—. ¿Recuerdas de que era esta llave?
Fruncí el entrecejo.
—Lo único que recuerdo... Es que mamá me la dio... Pero nunca me dijo que abría. ¿Probemos?
— ¡Pues claro!
Tomé la llave con ambas manos y la introducí en la cerradura. Di vuelta la llave y el candado se abrió sin ninguna dificultad.
Miré a Abby sonriendo. Ahí habian fotos y cosas de yo y Abby de pequeñas.
Iba a cerrarlo, pero entonces noté el cuaderno violeta que estaba en el fondo.
Lo saqué y lo abrí en una página cualquiera.
—"Querido diario—leí—: No sé que pasa, mamá sale mucho y solo vuelve por unos cuantos minutos a casa. Riley me dice que no me preocupe, así que no lo hago. Solo quiero que todo vuelva a ser como antes." —miré a Abby, ya me esperaba su reacción.
— ¡Ay, que ternura! ¡Tu diario de cuando eras pequeña!
Rodé los ojos asintiendo, lo hojeé y una foto que estaba suelta cayó al suelo. La recogí con curiosidad y no pude evitar notar como mis ojos se escocían —ya que probablemente en cuestión de segundos ya estaría llorando— al ver que era una foto en la que salía mamá cargándome en sus brazos. Parecía tan feliz...
La metí en mi bolso y seguí hojeándolo, hasta que una página llena de colores me llamó la atención. La abrí y leí en voz alta.
My Bucket List
1. Hacer una "guerra de pintura"
2. Tirarme en paracaídas
3. Saltar en bungee
4. Acampar en el bosque
5. Hacer un graffiti en una pared
6. Ver en un día el amanecer y el atardecer
7. Aprender a tocar la guitarra
8. Tener un baile romántico bajo la lluvia.
9. Aprender a surfear
10. Que me den un beso bajo el muérdago
11. Dormir en un iglú hecho por mi misma
12. Entrar junto a mi mejor amiga a un laberinto y hacer una carrera de quien sale primero de él
Miré la parte superior de la hojeé: 7/4/2008. En esa época yo tenía once años.
Despegué la vista de la hoja y Abby me miró con una sonrisa traviesa.
—Abby, me estás asustando.
—Oh si, nena, yo inspiro miedo —dijo intentando poner una voz grave y sexy.
Estallamos en risas.
—Ya, esto es en serio. Podemos hacer cada uno de los puntos de tu "Bucket List".
La miré sonriente.
—Claro... ¿Por qué no?
Hizo un baile de la victoria.
—Sabía que aceptarías.
Rodé los ojos.
Abby miró hacia una estantería con el entrecejo fruncido y yo también la miré para ver porqué rayos tenía el entrecejo fruncido.
— ¿Esa es la playa que está cerca de la casa de Mike...?
Achiqué los ojos para ver mejor la foto.
—Creo... —dije pensativa.
—Y... ¿Que tal si vamos? —propuso con una sonrisa de oreja a oreja—. Para recordar los viejos tiempos —añadió encogiéndose de hombros.
—Vale.
Nos subimos a mi auto y Abby manejó casi una hora, pero valió la pena, porque al llegar sentimos la oleada de calor que, sin saber como, siempre estaba presente en Easter Beach.
Estábamos en invierno, pero el calor de esa misteriosa playa nos hizo sacarnos nuestros polerones e ir a comprar bikinis para meternos al mar.
—Por dios... No ha cambiado nada —dije mirándola. Era como si estuviera reviviendo el momento en el que vine por primera vez con mis padres y Riley... Todo parecía estar cobrando vida de nuevo.
— ¡Jess! ¡Jess!
— ¿Qué?
— ¡Cuidado!
— ¿Con qu...?
No alcancé a terminar porque Abby ya me había empujado, haciendo que cayera de cara al mar.
—Serás... —susurré apretando los dientes— ¡ven aquí! —chillé y empecé a correr detrás de ella. Cuando la alcancé me subí a su espalda— ¡te atrapé! ¡Arre, caballito!
Imitó un ruido de caballo y empezó a correr en dirección al mar. Siguió corriendo y cuando ya estaba bastante hondo se hundió conmigo encima y me soltó.
Reímos y empezamos a hacer guerra de agua.
—Pareciera que ayer fue el día en que llegamos aquí por primera vez... —dijo Abby sonriendo.
Asentí lentamente y salimos del agua. Nos tendimos en unas toallas y empezamos a charlar sobre cualquier cosa.
—Oh. Por. Dios —dijo Abby.
— ¿Qué pasa?
—Mira. A. Ese. Sexy. Tipo.
—No hables así —pedí.
—Míralo. Y. Me. Entenderás.
Seguí su mirada rodando los ojos.
Entonces lo vi. Santo cielo.
Era el chico mas guapo y sexy que había visto. Estaba de guardavidas, con un traje de baño y presumiéndole sus músculos a unas chicas.
—Tienes. Razón —miré a Abby con los ojos abiertos—. Es. Sexy.
—Te lo dije —rió.
— ¿Qué hago para que se fije en mi?
—Vaya, tu si que estás desesperada —rió con fuerzas—. Has como si te ahogaras.
Abrí los ojos.
— ¿Qué?
—Duh, él es el guardavidas. Si tu "te ahogas", él tendrá que rescatarte. ¡Puf! Eres hermosa, se enamorará enseguida de ti.
— ¿Yo? ¿Hermosa? —reí con ganas.
—Ay vamos. No puedes decir que no lo eres.
—Abby, aquí todos sabemos que entre las dos tu eres mucho mas linda que yo.
Rodó los ojos.
—Solo ve y has lo que dije.
Me levanté lentamente. Diablos, yo no soy una buena actriz, ¿y si no me cree?
Sacudí mi cabeza de un lado a otro y empecé a nadar hasta que mis pies no tocaran la arena del fondo.
Empecé a dar aletazos en el agua y a dar bocanadas de aire.
— ¡A... Aux... Auxilio! —empecé con mi actuación de "ahogarme" pero mientras gritaba me entró agua a la boca y me empecé a ahogar de verdad.
***
Sentí una mano tapándome la nariz y una boca chocando con la mía. Después, cómo hacían presión en mi pecho. Escupí agua.
Abrí los ojos de golpe. Era el chico. Me estaba haciendo respiración boca a boca. Santo dios.
— ¿Estás bien?
—Eso creo... —dije pero mi voz salió débil— Eso creo... —dije algo mas fuerte.
—Menos mal —sonrió. Dios, su sonrisa...—. ¿Cómo te llamas?
—Jess —dije con una sonrisa tímida.
—Yo soy Josh, un gusto.
Sonreí.
Empezamos a charlar un rato y de repente Abby me dedicaba miradas de "te lo dije". Yo solo rodaba los ojos.
—Este... Casi lo olvido. ¿Me das tu teléfono? Para hablar... Digo, s-solo si quieres, claro... No quiero parecer acosador o algo...
—No, para nada. ¿Me pasas tu teléfono para guardar...? —me lo pasó asintiendo.
Marqué mi número en su teléfono y llamé. Guardé mi contacto en su teléfono y el suyo en el mío y se lo devolví.
—Hm... hasta pronto—dijo rascándose la nuca.
Josh era mas tímido de lo que creía, aunque eso no le quitaba su encanto.
Llegué donde Abby sonriendo como tonta.
—Te dije que funcionaría.
—En serio, te admiro. ¿Desde cuando sabes tanto de este tema?
—Es de nacimiento.
—Como lo diva que eres, ¿no? —me lanzó una mirada asesina—. Pero es cierto, te pasas la vida diciendo que "ser diva no se hace, se nace".
Me mordí el labio.
— ¿Crees que debería decirle que tengo... cáncer?
—Si —dijo sin siquiera pensarlo—. Sería mucho peor si se da cuenta mas adelante él solo.
Asentí.
—Gracias, eso es lo que haré.
***
—Hola Josh —dije saludando con un pequeño movimiento de mano.
—Hey, hola.
—Em... Lo que pasa es que...—diablos ¿cómo se lo diría? Aunque no esperaba que se quedara. Digo, no es que no quisiera que se quedara, pero seguramente saldría pitando después de que le de la noticia— Lo que pasa es que yo...
—Tienes novio—dijo sonriendo tristemente—. Lo sabía, todas las chicas guapas tienen novio.
—No es eso... Espera, ¿me dijiste guapa?
—Si. ¿Algún problema?
—No —me sonrojé—. Lo que pasa es que... Yo... Tengo cáncer—miré a mis pies y en un solo movimiento me quité la peluca. Miré a sus pies. ¿Por qué sigue ahí? ¿Por qué no se ha ido aún? —, y...—moriré en tres meses. La última parte se quedó en mi mente. No tenía el valor para decírselo. Metí mi mano en mi bolsillo y me topé con un papel arrugado. Era mi Bucket List. Claro, el me podría ayudar a completar las cosas. Pensé en algún punto al azar— Me estaba preguntando... ¿Sabes surfear?
—Si. ¿Y tu?
—Nop.
— ¿Quieres que te enseñe?
—Claro ¿por que no? —me encogí de hombros haciendo como si no me interesara, pero en realidad estaba gritando y dando saltitos en mi interior.
Me dió la mano y la tomé con gusto mietras caminábamos hacia su auto para llegar a la playa.
En unos minutos podría tachar "aprender a surfear" de mi lista.
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