—Podrías hacer salto en bungee y tirarte en paracaídas conmigo, me muero de ganas de hacerlo. Aprender a tocar guitarra... Yo te puedo enseñar, a menos de que quieras que sea mas romántico y que te enseñe Josh y bailar en la lluvia... Tendremos que esperar a que llu...

—Nieve —le interrumpí.

— ¿Qué?

—Mira, esta nevando. Puede sonar como una estupidez, pero podría bailar con Josh bajo la nieve.

—Realmente estas loca. Pero te apoyo, anda, hazlo.

Sonreí y salí corriendo hacia la cocina, con Taylor detrás.

— ¡Hey, chicos! —gritó— ¡Está nevando! ¡Vamos a hacer un muñeco de nieve!

Todos (chicos y chicas) corrieron hacia afuera, dejando olvidados sus chocolates calientes y mantas.

—Gracias —susurré.

En respuesta me guiñó un ojo.

Salí de la casa y busqué a Josh con la mirada. Al encontrarlo corrí hacia el.

— ¿No tienes... Ganas de bailar?

Me miró como si estuviera realmente loca.

—Mi sueño siempre ha sido bailar bajo la lluvia, así que ¿por que no bajo la nieve? —seguí.

Se encogió de hombros.

—Claro, ¿por qué no?

Me tomó las manos y me guío en un torpe intento de baile, ya que ninguno de los dos bailaba precisamente bien, así que nuestro baile fue un extraño movimiento de manos y pies por parte de los dos.

De a poco los demás se nos fueron uniendo. Cualquiera que haya pasado por ahí debe haber pensado que estábamos locos como para estar bailando en la nieve y sin siquiera música pero, ¿qué más da?

Después empezamos a apilar nieve para hacer el muñeco de nieve y Chloe dijo:

—Será una chica.

Acto seguido le puso un bolso al lado de la cabeza.

—Claro que no, es un chico —dijo Evan agarrando un puñado de palitos y poniéndolos entre la nariz de zanahoria y la boca extraña a modo de bigote.

—Es una chica —dijo Abby defendiendo a Chloe mientras le ponía piedras alrededor del cuello a modo de collar.

— ¡Que no! Es un chico —Eric le puso mas palitos, esta vez como barba.

—Una. Chica —Taylor se sacó sus aretes y se los puso al muñeco.

—Un. Condenado. Chico —Chad había ido a buscar una corbata y se la puso al muñeco.

Josh y yo cruzamos miradas y nos encogimos de hombros.

—Chicos, dejen al pobre muñeco gay en paz —dije levantando las manos, antes de que siguieran poniendo cosas.

Hubo un silencio, luego todos estallaron en carcajadas.

Cuando abrí la boca para decir que era cierto una bola de nieve me impactó en medio de la cara.

Miré a todos en busca del culpable y encontré a Josh con cara de inocente.

Y así, comenzó la guerra, la cual no fue corta.

Al terminar todos estábamos muriéndonos de frío, así que al llegar nos cambiamos de ropa a una mas calentita y nos tumbamos cerca del fuego.

Ese mismo día Josh me enseñó a tocar la guitarra. Lo encontré componiendo una canción en su cuarto, y no pude evitar pedirle que me enseñara.

Fue un proceso largo y aburrido, al parecer tocar la guitarra era mas difícil de lo que pensaba.

Pero al final logré aprender algunos acordes y el principio de algunas canciones (con ayuda de Josh, claro).

Después de eso noté que me quedaban solo dos puntos.

Solo dos puntos.

Abby me sonrió desde su cama, y noté que el cuerpo se me hacia pesado, que cada articulación dolía, que cada hueso se sentía como fuego quemándome.

Cerré los ojos y lo último que sentí fue el impacto de mi cuerpo con el duro y frío suelo.

***

El primer sonido que escuché al despertar fueron unos pitidos, giré mi cabeza y sentí un terrible dolor perforando mi cuello, y ahogué un grito de dolor.

Mi mente conectó todo; me hallaba en un hospital y aquellos sonidos eran los constantes latidos de mi corazón.

Entonces recordé todo lo que había sucedido: me había desmayado en la casa de Chad y seguramente me habían llevado a un hospital.

Me incorporé lentamente y con cuidado y noté que a los pies de la camilla habían unos globos y unos ramos de flores.

—Despertaste —dijo una voz femenina medio ronca.

Giré mi cabeza y me encontré a Abby con ojeras y una sonrisa perezosa.

—Vaya susto que me diste —terminó de decir con un bostezo.

— ¿Pasó algo malo? Además de que me desmayé, claro.

—Al parecer tiene que ver con tu enfermedad, así que te tendrás que quedar unos días aquí.

Bufé.

—Esto es una mierda. A propósito... ¿Quién me trajo esas cosas? —señalé los globos y las flores.

—Los trajimos entre todos pero el mas grande —señaló uno notablemente mas grande y bonito que los demás— te lo trajo Josh. Ustedes harían una bonita pareja. Hablando de eso... ¡Desde cuando que no eres virgen! ¡Y no me lo contaste! ¿Con quién fue? ¿Fue...? —se tapó la boca con ambas manos— ¡¿Fue con Josh?!

— ¿Qué? ¡No! Fue en una fiesta afuera de la ciudad... Estaba media borracha, fue con un amigo... No lo recuerdo todo con claridad.

—Ah. Eres una idiota, deberías habérmelo dicho antes.

Nos quedamos en silencio y observé bien las flores.

— ¿Sabes que, Abby? Las personas son mas amables contigo cuando te estas muriendo. De repente te conviertes en una celebridad y todos están tratando de complacerte. Una persona recibe más flores en su funeral que en el resto de su vida, será que unos cuantos se sienten culpables o arrepentidas o simplemente por un gesto de cordialidad que nunca tuvieron. ¿Por qué esperan hasta el ultimo momento? —miré a Abby con tristeza— ¿por qué el mundo está tan mal?

—Realmente no lo sé. Todo esto es una jodida mierda.

—Lo sé, una jodida mierda a la que llamamos vida.

Abby se incorporó de un salto.

—Casi lo olvido, Josh me pidió que le avisara cuando despertaras, así que vendrá en un segundo, al igual que el doctor.

Se despidió con un gesto y desapareció por la puerta.

Me recosté en la camilla y cerré los ojos.

Un golpe me hizo abrirlos lentamente.

—Hola Josh —dije volviendo a cerrar los ojos.

—Hola —se sentó en la silla donde segundos antes estaba Abby—. Realmente no sabes el susto que nos diste a todos...

No sabía que decir, digo, ¿qué se supone que uno tiene que decir en un caso como este?

Realmente no lo sé.

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