Capítulo 1. (editado)
Miro mi repisa de libros tocándome el mentón con un dedo. Con dos movimientos ya se encuentran todos en el suelo.
Me pregunto cómo los ordenaré hoy mientras doy vueltas en círculos alrededor del montículo que se había formado sobre mi alfombra rosa.
—Será por color —digo recogiendo dos libros de portadas amarillas. Cuando termino de colocar mis 102 libros (los cuales he leído tres veces, al menos) asiento con aprobación y luego de ajustarme la coleta, bajo.
Lo primero que huelo son los panqueques de Riley. Arrugo la nariz mientras entro a la cocina.
— ¿Papá? —pregunto.
—No lo sé y no me importa —dice mi hermana metiéndose un pedazo de panqueque con miel a la boca.
Observo como mastica lentamente.
— ¿Es que no sabes que lo que estás comiendo ahora mismo es una bomba de calorías? —digo rodando los ojos mientras me cuelgo la mochila al hombro.
—Cuando me interese lo que digas sobre mi alimentación, te lo haré saber —dice metiéndose otro pedazo en la boca.
Suspiro y recojo una pera de la encimera, saliendo de casa. Respiro el aire mañanal y comienzo a caminar en dirección a la universidad, dando un mordisco a mi pera.
— ¡Hola, señora Johnson! —saludo a la vecina, quien me responde con una sonrisa mientras su gato se sube a su regazo.
Reviso mi reloj en cuanto diviso el gran edificio a lo lejos. Sonrío al ver que había llegado temprano.
— ¡Hola Greg! —saludo al conserje cuando cruzo las puertas.
—Ah, señorita Parks. Temprano, como siempre.
Le sonrío y boto la pera al terminarla. Entro al salón, escojo un pupitre de la primera fila y comienzo a ordenar mis pertenencias. Saco un libro de Biología y comienzo a leer. Unos minutos después mis compañeros comienzan a entrar, terminando con el silencio que reinaba.
La clase de Cálculo pasa lentamente. Mientras yo tomo apuntes, algunos chicos bostezan y otros habían llegado al punto extremo de dormirse. El profesor comenta algo de un examen del que ya estaba enterada y da por terminada la clase. Cuando recojo mis cosas siento como el mundo se balancea.
Luego todo es negro.
***
Antes de que abra los ojos, el característico olor a hospital penetra mis fosas nasales. Pestañeo repentinamente y al fondo de la habitación encuentro a un doctor leyendo mi ficha medica.
— ¿Jessie Parks? —dice sin levantar la vista del papel.
—Este... sí.
—Soy el doctor Brown, un gusto —dice estirando la mano. La estrecho—. Encontramos algo en tu sangre, así que investigaremos un poco. Los resultados oficiales los podrás venir a retirar en una semana.
— ¿Qué... encontraron, exactamente?
El doctor teclea algo en el computador y me dirige la mirada unos segundos antes de seguir tecleando.
—Oh, no es nada seguro aún, pero creemos que se podría tratar de un caso de Leucemia.
— ¿Dijo... Leucemia? —digo sintiendo como se me escapa el aire de los pulmones.
—No se asuste todavía, no es más que una posibilidad.
—Va-vale —digo sintiendo como las lágrimas se acumulan en mis ojos. Aparto la vista e intento taparme la cara con el cabello.
—Te daré de alta para que puedas ir a tu casa. Puedes venir a recoger los resultados dentro de una semana. Hasta luego —dice saliendo de la habitación.
Aprieto los ojos y siento como una lágrima cae. Y empiezo a llorar en silencio.
***
Nunca le había temido a la muerte. Siempre lo he visto como algo muy alejado.
Digo, tengo dieciocho años. Tengo toda una vida por delante. O al menos la tenía.
Me subo al auto de Riley intentando alejar esos pensamientos. Ella arranca e intento regularizar mi respiración.
Mi hermana suelta un suspiro entrecortado mientras tamborilea los dedos sobre el volante.
—Ha sido una semana larga, ¿eh? —dice intentando aligerar el ambiente.
Suelto una risa forzada. Oh, «larga» sería quedarse corto. Ya casi había perdido la uña del dedo índice por culpa del estrés.
Se estaciona frente al hospital y se baja del auto. Me muerdo el labio y Riley le da unos golpes a la ventana apresurándome. Salgo del auto y comienzo a seguirla.
Nos sentamos en la sala de espera. Comienzo a temblar mientras mi hermana se acerca al mostrador a hablar con el chico encargado.
Cuando vuelve, se sienta a mi lado y me da una sonrisa que intenta ser alentadora. Me comienzo a morder la uña del pulgar.
—Jessie Parks —dicen por los altavoces.
De pronto me dan ganas de llorar. Me levanto de un salto y casi corro al consultorio. Al entrar me siento en una silla frente al doctor.
—Hablando sin rodeos, aquí están los resultados —dice entregándome un sobre amarillo. Saco su contenido con tanta fuerza que el sobre casi se rompe. Desparramo todo sobre el escritorio, buscando los resultados.
Leucemia mieloide aguda (LMA)
Salió positivo. Salió. Positivo.
Siento como todo mi mundo se desmorona, y ni me doy cuenta de que estoy llorando. Mi labio inferior comienza a temblar incontrolablemente y un sabor salado inunda rápidamente mi boca. Riley me observa con los ojos abiertos y el doctor mira a la ventana, sin expresión.
Mi hermana se levanta de su silla de un salto y me envuelve en un abrazo. Llevo una mano a mi boca y comienzo a llorar sobre ella, mojándole el vestido.
—Tendrá que reservar hora para quimioterapia —comienza a decir el doctor. Riley se pone a hablar con él y aprovecho para sacar un pañuelo y sonarme.
—Caminaré —informo, saliendo de la habitación. Intento reprimir mis lágrimas, por la única razón de que nunca me gustó llorar en público. ¿Por qué esto me pasó a mí? Podría haberle pasado a cualquiera... Pero no. Tuve que ser yo.
Es como si el universo fuera un juego de lotería ¿no? Cuando alguien nace con algún problema o algo, no hay nada que pueda cambiarlo.
Somos las fichas y el universo juega con nosotros. Eso no es justo.
La probabilidad de que nazcamos es de uno en 400 billones. Si es un número tan grande, y hay tan pocas posibilidades de que nazcamos... ¿Por qué nací yo? ¿Fue otro juego de lotería que jugó el universo con nosotros o por alguna razón en específica?
Dudo que sea por una razón en concreto, ya que si no ahora mismo no me estaría muriendo.
Meto las manos en los bolsillos de mis pantalones y llego a casa.
***
La alarma suena y la apago de un manotazo. Me siento en la cama frotándome los ojos. Me levanto y abro la cortina.
El Sol me da en los ojos. Me aparto, cojo ropa y entro al baño. Cuando estoy duchada, me arreglo, visto y salgo rápidamente. Riley me espera en el sofá.
—Vamos, Jess —dice haciendo un gesto con la cabeza. La sigo hacia el auto y en cuestión de minutos llegamos al hospital.
Después de un rato entro a una sala, donde estaba lleno de doctores y enfermeras con mascarillas.
—Antes que nada —empieza un doctor— te explicare un poco de que se trata. Pues, esta quimioterapia consta de dos partes: terapia de inducción y terapia de posremisión. El objetivo de la terapia de inducción es hacer una reducción del número de células leucémicas hasta niveles indetectables y el objetivo de...
—Ya sé de que rata —lo corto—. Estoy estudiando medicina.
Me lanza una mirada de irritación ya que seguramente estaba muy entusiasmado en mostrarme sus dotes de doctor e intenta ocultarlo con una sonrisa.
—Genial, tendremos otra doctora más aquí —no si es que no sobrevivo, digo para mis adentros—. Miranda, dile lo que debe hacer, por favor. Es su primera vez aquí.
Una chica bastante joven —de mi edad o un poco más, supongo— asiente y se acerca a mí.
—Quítese todas sus pertenencias y colóquese esta bata —dice entregándome una bata blanca—. Ahí hay un baño, por lo que puede cambiarse ahí.
Asiento, entro al baño, le pongo seguro y me empiezo a desvestir. Mi cara automáticamente se pone roja al ver que es abierta por detrás.
Alejo ese pensamiento de mi mente, doblo mi ropa, la dejo junto a mis demás pertenencias y salgo del baño.
Intento cubrir con mis manos mi espalda para que al menos mi ropa interior no se vea, pero una enfermera dice:
—No tengas vergüenza. ¿Crees que nunca hemos visto ropa interior?
Me saco las manos de mi espalda con la cara ardiendo con el doble de fuerza que antes y me acuesto en la camilla.
—Tranquila —dice Miranda acariciando mi pelo—, todo estará bien. Solo cierra los ojos.
Eso me calma un poco, debo admitirlo. Cierro los ojos y escucho manos veloces teclear en computadoras. Una luz se encendió.
«Todo estará bien.»
***
Me informan que han terminado y doy las gracias. Antes de que puedan decir nada entro al baño y me pongo mi ropa.
Cuando salgo un doctor me entrega una hoja.
—Aquí hay unos antieméticos que puedes usar en caso que tengas mareos o vómitos, los puedes encontrar en cualquier farmacia con esta receta.
Asiento, le paso la bata a Miranda y antes de que pudiera salir un doctor carraspea y una enfermera me mira apenada.
—Creemos que necesitarás un trasplante de médula ósea, claro, si encontramos a alguien compatible en estos... Próximos tres meses. Tu tipo de sangre es poco común así que en caso de que no encontremos a alguien... Seré franco, no te daré falsas ilusiones. Si no encontramos a nadie compatible, siento decirte que por más que tratemos, la posibilidad de que vivas es casi nula.
Se me aprieta el corazón y la visión se torna borrosa. Se me hace difícil respirar.
—Vale —digo tomando mi cartera y alejándome corriendo. Cuando salgo de la sala mi hermana levanta la vista de su móvil.
— ¿Cómo te ha ido? —pregunta levantando las cejas.
Sin responder, suelto un sollozo y salgo corriendo del hospital. Cuando pienso que ya estoy suficientemente lejos, me siento en la banca de un parque y suelto las lágrimas que estaba conteniendo. Subo las piernas a la altura de mi pecho y entierro la cabeza ahí mientras mis hombros tiemblan violentamente a causa del llanto.
Tres meses. Tan solo tres meses en este mundo.
¿Qué habría después de la muerte? Esta era la primera vez que me lo cuestionaba enserio ya que siempre había sido atea.
Los musulmanes, budistas, cristianos, judíos... Todas las religiones creen en la vida después de la muerte, cada uno con distintas teorías. Algunos creen en la reencarnación, otros en el Cielo y el Infierno... pero todas se basan en la misma creencia: algún ser todopoderoso y una vida después de la muerte.
¿Realmente habrá una "vida después de la muerte"? ¿O será tan solo un oscuro vacío y cada religión inventó algo distinto por miedo a lo que vendrá después?
Con la manga de mi suéter me seco la cara e intento regularizar mi respiración. Cuando ya estoy tranquila, me levanto y me dirijo a mi casa.
Cuando entro, saco dos frutillas y le doy un mordisco a una mientras subo a mi habitación.
— ¿Jess? ¿Quieres ir al parque?
—No. Debo terminar de estudiar para un examen —digo subiendo los últimos escalones.
—Bah, siempre estudias. Ven, será divertido. Vamos, no dejes a tu viejo padre solo.
—He dicho que no, ¿vale? —digo poniendo los ojos en blanco. Se escuchan pasos en la cocina.
— ¿Sucede algo?
Sonrío con ironía, a pesar de que no me está viendo. Mi barbilla tiembla.
— ¿Que si sucede algo? Oh, yo te diré qué sucede. Sucede que en tres meses me iré de este mundo, pero tu estás tan interesado en tu secretaria que no tienes ni ideas. En tan solo tres malditos meses me perderás al igual que perdiste a mamá, y ¿sabes qué? No hay nada que tú ni nadie pueda hacer para cambiarlo.
— ¿Quieres... hablar sobre ello? —dice papá subiendo las escaleras hasta llegar a mi lado.
—Que no —digo golpeándolo con el hombro al pasar por su costado. Llego a la primera planta, cojo las llaves del coche y salgo. Me subo al auto, arranco y comienzo a manejar sin rumbo fijo. Tardo unos minutos en darme cuenta de que en realidad estaba yendo en dirección a la casa de Abby, mi mejor y única amiga.
Aparco a una cuadra y mientras me voy acercando a su casa pienso en como se lo diré. Me comienzo a morder la uña del pulgar mientras toco el timbre y una despeinada Abby abre la puerta antes de que me pueda arrepentir.
—Pasa —dice haciéndose a un lado.
Oh, mierda. ¿Cómo haría esto?
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¡Hola!
Esta bella ha vuelto.
Antes que nada, quiero aclararles que no voy a actualizar seguido, quizás una vez cada dos semanas (perdón, pero es todo lo que puedo hacer).
Y... sé que no es de las mejores historias de este mundo naranja, pero tengan paciencia. Y si van a criticar esta historia, a mí y o a mi forma de escribir, les recuerdo que ahí arriba hay una flechita por donde pueden volver a lo que estaban haciendo.
Acabo de borrar 'Hello I'm Rose', pero fue porque en serio ya no podia más. Era la mierda misma reencarnada en un libro.
De hecho, tenía planeado empezar a subir capitulos aquí en varios meses... Pero no me aguanté, jé
So... Eso.
¡Besos♥!
PD: Acá esta el nuevo Trailer, lo hice yo y es el primero que hago asi que esta como la mierda... ¡Pero igual! Esto es mejor que nada... ¿verdad?
Capítulo editado.
Actualización: reescribí este capítulo. El original está en la siguiente parte.
Charlotte xx.
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