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Lust tejía, sospechosamente, sabía hacer eso. Ink le miraba intrigado, y con cierto desespero; le recordaba a Error cuando éste se aburría y comenzaba a elaborar sus muñecos.
Un sonido de ya varios minutos escuchándose finalmente hizo al de chaleco morado detener su labor, suspirar y girar su cráneo para ver al causante de aquello. Ink golpeteaba sus falanges sobre la mesita de madera que se encontraba a un lado del sofá; sin que siquiera él hubiera notado que realizaba tal acción sino hasta el leve carraspeo ajeno.
— ¿Sucede algo, lindura? —Ink se tensó y detuvo sus acciones, sentándose recto con ambas manos esta vez sobre sus piernas, mientras negaba. La risita de Lust le pareció tan preciosa, tan perfecta; un ligero rubor de múltiples colores apareció en sus pómulos y tuvo que agachar la cabeza.
— Lo siento, no quise distraerte...
— ... no, yo lo lamento. Eres mi invitado, debería prestarte más atención, además creo que la tarta de manzana ya debe estar lista así que nada me cuesta revisar —sonrió dulcemente, dejando el avance de un suéter a un lado suyo para ponerse de pie y estirarse —, iré a preparar té para aminorar el dulzor de la tarta, ¿alguna petición en particular?
— Oh, no, no es necesario... —un falange de Lust se posó sobre su boca impidiéndole decir más. Luego le sonrió y se alejó rumbo a la cocina para hacer la infusión mencionada.
Ink se mantuvo en absoluto silencio, mirando alrededor. Aunque no fuera la primera ocasión en que estaba ahí, siempre le gustaba ver la decoración de esa casa; Lust era muy bueno escogiéndolos con su perfecto sentido de estilos únicos y encantadores. Su hogar siempre le pareció tan clásico y le daba un aire hogareño, sobre todo cuando el ambiente se impregnaba de un aroma delicioso de postres recién sacados del horno.
Y en efecto, ese día era como cualquier otro; un dulce aroma, esa decoración adorable de fotografías de Papyrus y... notó algo nuevo. Quiso levantarse y ver qué foto había en ese pequeño marco en la pared, pero la voz de Lust llamándolo desde la cocina le hizo desviar su atención y dejar eso para ir con su amado.
Confiaba en él. Seguro era otra foto de Papyrus; bien, de él no podía estar celoso siendo su hermano, lo dejaría pasar y disfrutaría del té y la tarta recién hecha.
Si hubiera revisado aunque fuera un poco...
Habría notado la foto de aquel esqueleto pequeño...
Nadie sabe quién soy en realidad
Tal vez simplemente no les importa un bledo
Pero si alguna vez necesito que alguien venga
Sé que me seguían, y me mantienen fuerte
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