Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Sopita de munición

La puerta del camión quedó frente a ella. No tenía ganas de regresar a la escuela, así que tomaría la misma ruta hacia su casa.

Pagó el pasaje y se sentó en la fila que le gustaba. Ahora sí, podría poner puntos sobre las íes acerca de todo lo que estaba sucediendo. Probablemente había juzgado demasiado rápido todo lo que estaba pasando a su alrededor. Quizá las personas no eran tan malas como ella había pensado.

—¡Carteras y celulares! ¡Carteras y celulares!

Aquella voz agresiva despertó el corazón de Verónica. Sintió un río frío recorriéndole la espalda. Todo el cuerpo empezó a temblarle, al tiempo que levantaba la vista para encontrarse con el mismo señor que vendía dulces en su camino matutino.

—¿Qué me ves? ¡Ve hacia abajo! —gritó el hombre que tenía un arma en la mano.

La operación fue rápida, en poco tiempo el hombre estaba bajando del camión para subirse a una motocicleta con otra persona. El camión quedó en silencio.

La humanidad no era buena.

Apenas podía recuperar su respiración, tenía las piernas temblándole. Le habían quitado su teléfono y todo el dinero que traía para la semana.

Aún mantenía la mirada gacha, porque no quería que nadie notara que estaba llorando. El alma la sentía vacía porque ya había perdido ese gramito de esperanza en la humanidad que le ayudaba a mantenerse en pie.

—Dios santo —dijo por fin alguien en el camión—. ¿Todos están bien?

—Ay, nada más el susto, pero bien dado —respondió una señora que estaba limpiándose el sudor de la frente con un pañuelo.

La mirada de Verónica se levantó finalmente. Estaba totalmente pálida, pero pudo notar en los rostros de los demás que estaban pasando exactamente por lo mismo.

—Nombre, yo traía lo de la comida de hoy —comentó otra señora que se encontraba al fondo—. Ora, ¿qué voy a cocinar?

—Yo traía lo de la renta —compartió un hombre que estaba de brazos cruzados suspirando—. Pero, ¿de dónde uno saca lo que había juntado?

—Y como que venía coludido con el de la moto, ¿verdad? —cuestionó un muchacho que abrazaba su mochila.

—Yo los vi que nos andaban siguiendo desde la otra cuadra —afirmó la primera señora levantándose para asomarse por el vidrio posterior del camión—. Nah, ya ni se ven. Se han de haber ido por la avenida de allá.

—Mira, mira, la patrulla. ¡Poli! —gritó el muchacho asomándose por una de las ventanas—. ¡Nos acaban de asaltar!

Verónica no alcanzaba a escuchar lo que respondía la patrulla, solo veía las luces reflejándose por todo el lugar mientras la respiración finalmente se le iba calmando.

Al estar más tranquila, hizo contacto visual con la primera señora, que le sonrió con amabilidad.

—¿Tú estás bien, muchacha?

—Sí —respondió rápidamente Verónica. No sabía cómo explicarlo, pero aquella pregunta se sintió como un manto que la abrazaba después de una noche fría.

—Que dicen que van a ir a dar una vuelta —dijo el muchacho regresando a su lugar al tiempo que el camión y la patrulla seguían avanzando.

—Ay sí, cómo no —comentó la segunda señora soltando una carcajada—. Mire, doñita. Yo tengo una sopita de municiones extra, se la doy pa' que no llegue sin comida.

La mujer sacó de su bolsa del mandado una bolsa de sopa de pasta para preparar. La otra, la recibió con una sonrisa gigante sobre el rostro.

—Ay, Dios la bendiga, no sabe lo mucho que me ayuda.

El resto del camino no se sintió solo. Parecía incluso extraño pensar que estuvieron alguna vez sin conocerse. Que todo el camino alguna vez estaba armado por un montón de desconocidos, y ahora compartían unas risas nerviosas y sinceras, unos breves consejos, y la ira del evento vivido.

Cuando llegó a su casa, Verónica se quedó bien dormida con Javier a un lado, que todo ese tiempo, desde que el hombre se había subido al camión, temblaba sin detenerse. Esperaba que el siguiente día tuviera menos emociones.

.·。.·゜✭·.·✫·゜·。.

—¿Un asalto? —preguntó Malany al receso siguiente, mientras Verónica le contaba lo sucedido—. ¿Estás bien?

—Yo bien, pero ya no tengo celular. No sé hasta cuándo podré volver a tener.

Verónica se sentó en una pequeña banca del patio y suspiró mientras acariciaba de nuevo a Javier.

—Muchas cosas pasaron ayer, no sé cómo sentirme con respecto a la misión —confesó ella suspirando una vez más.

—Pienso que has tenido una gran oportunidad para ver las cosas desde perspectivas diferentes.

Malany le ofreció un pedazo de su torta.

—Gracias —señaló sobándose el estómago—. Me quedé sin dinero para la semana también, apenas me quedaron unas monedas para los camiones en el bolsillo de mi falda.

La joven asintió y después le dio un pequeño trozo de pan a Javier.

—Con ayuda de todo lo que viviste, empieza a sacar tus conclusiones sobre cómo te llevas con el entorno.

Estaba notando que odiaba las misiones en las que no pudiera recibir ayuda, aquellas en las que era necesario que ella misma sacara sus conclusiones para poder seguir avanzando. No tenía la menor duda de que todo lo que había estado experimentando necesitaba un profundo análisis que no estaba segura de cómo hacer.

.·。.·゜✭·.·✫·゜·。.

¿Por qué las situaciones de la vida había que sufrirlas y después analizarlas? Eso implicaba repetirlas una y otra vez, hasta que uno se sintiera cansado de tantas repeticiones mentales. No podía con tanta presión.

—¿Tú no puedes ayudarme? —cuestionó la chica colocando su cabeza sobre la de Javier

El lobo tan solo se acurrucó en ella. Cada día que pasaba los volvía más cercanos, era más fácil para la chica comprender qué era lo que él quería y viceversa. Ojalá fuera tan sencillo con el resto de la gente, porque para ese punto, Verónica dudaba que las cosas fueran a ser tan sencillas como imaginó al principio.

—Bueno, primero me encontré con la ancianita... Es... raro, porque me contó algo terrible. Que sus hijos no la visitaban, que nadie la atendía, pero al final terminó con unas palabras muy bonitas acerca de ella creyendo en la humanidad. —Verónica se dio la vuelta sobre su cama, sería un gran momento para tener su celular a la mano, así podría evitar todo lo que tenía en la cabeza—. Después lo del camión. ¿Cómo es que puedo aprender de algo tan horrible como eso?

La mirada se quedó fija sobre el techo. Bueno, era verdad que la experiencia en sí había sido traumática, pero al final de cuentas, el hecho de haber estado todos juntos apoyándose, era una anécdota que seguramente recordaría por mucho tiempo.

Se giró hacia Javier, quien empezaba a quedarse dormido, como ella. Apenas y podía hilar unas cuantas ideas en su cabeza. Procesaba sentimientos pesados para su corazón.

—Siempre pareciera que no hay nada... tan ¿malo? Suena cruel decirlo —expresó Verónica bostezando—. Suena cruel decir que las cosas terribles tienen una eterna contraparte de cosas buenas. 

Javier se estiró y empezó a dormitar. Verónica lo acarició y cerró los ojos.

—Nada... nada es lo que parece.

Y cayó finalmente dormida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro