Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La cafetería

Jamás se había quedado totalmente paralizada enfrente del teclado. Le incomodaba mucho ese momento, puesto que sabía que era algo que necesariamente tenía que atravesar, pero no se sentía con la capacidad suficiente para lograrlo.

"¿Qué ha sido de ti? Estuve mirando las fotos de la escuela y te recordé. Éramos buenas amigas".

El bochorno llenó su cuerpo al tiempo que notaba el mensaje "escribiendo" en su pantalla.

—Tal vez no debí decir lo de las amigas —le dijo a Javier contrariada—. Probablemente debí omitir eso, porque se nota que recuerdo que éramos amigas.

"Estoy bien. ¿Qué tal tú? Sí, éramos buenas amigas".

No estaba segura si Sara estaba siendo irónica o no, tenía sobre sí todo el peso de algo llamado "las consecuencias de sus actos". Probablemente eso no la dejaba procesar correctamente lo que estaba sucediendo.

"He estado bien... sería genial que pudiéramos ir a algún lugar a platicar, ¿qué opinas?"

Nuevamente ese letrero, deberían eliminarlo para suplantarlo con respuestas inmediatas, si es que aquello era posible. Verónica se movió un poco la playera de la pijama a manera de abanico y le dirigió a Javier otra mirada cómplice.

—Espero estarlo haciendo bien.

Inmediatamente otro mensaje apareció en la pantalla.

"Estoy libre el viernes, por si quieres, podemos ir al parque que está cerca de la primaria".

.·。.·゜✭·.·✫·゜·。.

—¿La verás el viernes? —preguntó Malany en la escuela—. Oye, te felicito, tomaste acción muy rápido.

—No fue para tanto —expresó Verónica orgullosa de sí misma—. Estoy segura de que tú fuiste mucho más rápida cuando te tocó hacerlo.

La sonrisa de Malany desapareció por un breve instante y después volvió a subir para continuar la charla.

—¿Ya planeaste qué le vas a decir?

—Por supuesto que no... estaba muy nerviosa al escribirle por mensaje, pero creo que es porque lo estaba sobrepensando —expresó Verónica aliviada—. Dejaré que las cosas fluyan, pienso que es mucho mejor así.

Malany asintió comiendo más de su torta. Verónica no había pasado por desapercibida la breve caída de su sonrisa. Ahora estaba segura de que algo le estaba ocultando Malany, probablemente algo verdaderamente importante, porque esa chica era reservada.

Desafortunadamente, Verónica tenía demasiadas cosas en qué pensar como para concentrarse en los secretos de Malany. Si bien no quería sobrepensar las cosas para poder ver a Sara con una mente limpia, era muy fácil empezar a crear escenarios imaginarios sobre lo que podría decirle y cómo respondería.

En especial en las noches, cuando la mente está mucho más despejada que en todo el día, la imaginación de Verónica tendía a abordarla con terribles escenarios. En unos de ellos, Sara se levantaba en el primer instante, le tiraba un vaso de limonada y salía del lugar como si nada hubiera sucedido. Ella perdía su rastro para siempre. En otros, la chica empezaba a gritarle con toda la rabia posible. Todas las personas alrededor quedaban sorprendidas con la escena que presenciaban e, incluso, cuando dejaba que la escena llegara demasiado lejos, la policía tenía que intervenir para que el caos no se apoderara de los involucrados.

Cuando ya no pudo más, se levantó de un brinco y fue por un vaso de agua a la cocina. Javier se había quedado dormido en la habitación, así que simplemente se limitó a sentarse en el comedor para beber el agua completa. Algo empezó a brillar a lo lejos.

Probablemente estaba reflejando la luz de la luna, así que la chica se limitó a seguir bebiendo su agua. Sin embargo, el reflejo continuó siendo tan molesto que no le quedó otro remedio que voltear para ver el origen.

Cerca del pequeño librero familiar, uno que usaban muy poco, si es que había que confesarlo, se encontraba el creador del brillo. El estómago de Verónica dio un vuelco cuando descubrió qué era.

—Eres tú —susurró abrazándolo con fuerza.

La pequeña abeja que de sus épocas infantiles estaba ahí, un broche diminuto a manera de botón que llevaba al frente, era aquel que estaba reflejando la luz de la calle.

No era muy creyente de señales, pero si alguien le preguntara, podría contestar en un solo instante que esa era la señal más bonita que había recibido en toda su vida.

Durmió esa noche con su viejo amigo abrazado y con su nuevo amigo (Javier) acurrucado en sus pies. Llevaba años, años enteros, en los que no podía percibir con tanta claridad una paz como la que estaba viviendo en ese momento. Estaba feliz de estar trabajando en su vecindario.

.·。.·゜✭·.·✫·゜·。.

La mañana del viernes llegó, los nervios estaban creando una montaña rusa. Si bien los escenarios ficticios habían parado en cuanto Verónica encontró a su abeja, era imposible no sentir la duda de lo que pasaría.

Miraba el reloj del salón con miedo. Malany la notó muy distraída, pero sabía que no podía intervenir en su proceso, tan solo le regaló unas papas adobadas antes de la salida de clases. Tenía toda la intención de mejorar el ánimo de su amiga, pero con todos los nervios que cargaba sobre los hombros, Verónica se limitó a guardar las papas y agradecer con una sonrisa.

.·。.·゜✭·.·✫·゜·。.

Las calles lucían como una cárcel especial para la chica. No tenía ni la menor idea de cómo se vería Sara fuera de las imágenes mentales que se había construido a partir de su visita en el vecindario. 

El ambiente era francamente lúgubre y eso le incomodaba bastante. Miraba una y otra vez la dirección que ella misma se había anotado en el papel.

En esos momentos extrañó mucho su celular, sería un gran apoyo en encontrar la cita con el destino, pero quizá las cosas estaban marcadas así, porque ir encontrando la calle pareció, inclusive, parte de la enseñanza. Con toda la serenidad forzada, Verónica ponía atención en las calles, en las vueltas. Leía con cautela los nombres de las mismas y se detenía más de lo que le hubiera gustado a preguntarle a las personas por instrucciones para llegar a la cita concertada.

Hacía demasiado tiempo que no iba a los alrededores de su primaria. A pesar de que había terminado bien, en realidad la primaria había sido una etapa que dejó atrás de inmediato. Estaba concentrada en lo que le traería el futuro, aunque, en muchas ocasiones, aquel también resultó un poco decepcionante.

Bajo sus intenciones empezó a anidarse la esperanza. Tenía muchas ganas de que todo saliera bien. Si era así, Sara sería la primera inquilina en su vecindario que podría disfrutar de todas las mejoras. En realidad, no había tenido demasiado tiempo de pensarlo, pero el vecindario que había estado construyendo en verdad era muy diferente al vecindario que le había mostrado Malany.

Si lo reflexionaba de esta manera, juraba que adoraba el suyo. Su vecindario empezaba a lucir tan único, tan personal, como si, precisamente, hubiera emergido de su alma o de su imaginación.

Le ganó una pequeña risa casi romántica al recordar que no veía un futuro para ese vecindario. Ver cómo se iba construyendo era notar en presencia que su identidad era real. Que "Verónica" en verdad existía y lo hacía con algún propósito.

La mente estaba dando espirales sobre esa idea maravillosa hasta que por fin encontró el nombre de la avenida que buscaba. De ahí en adelante, el camino no fue tan difícil. Recorrer esos centímetros le provocó un poco de nostalgia por sus años de niñez. Tenía tan claro cómo es que había sido todo, las caminatas en solitario bajo eso árboles frondosos.

Quizá la reflexión pudo haber seguido y derivado en algo mucho más interesante, pero al fin, la chica cedió ante la imagen imponente del pequeño café que le habían mencionado. 

Ahí, en una mesa solitaria, estaba Sara. No había duda de ello.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro