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Un corazón rompido, eso es lo que tengo ahora mismo. La tristeza me invadía cada vez más, y admito que odio verme así.
Hace unos días una chica se había integrado a mi salón de clases, andaba con una sonrisa radiante, me hacía tenerle envidia pero sabía que no soy esa clase de persona.
Y para mi desgracia, me mandaron hacer un trabajo de historia con ella.
—¿Tu nombre es Brand, no? —habia preguntado la ojos grises—
—Así es, Mikaela.
—Aprendiste muy rápido mi nombre.
—Soy bueno recordando nombres —asintió—
Cómo toque final del proyecto, decidí ponerle un poco de escarcha al proyecto.
—Vaya, si que eres muy colorido.
—En las instrucciones no dice: "NO ESCARCHA"
—Definitivamente te gusta los colores.
Y no miente, amo los colores claros, pero aún así me visto con colores oscuros. Raro, ¿no?
Llevo poco tiempo conociendo a Mikaela, pero con lo poco que sé, puedo asegurar que ama la vida y que ama ser feliz.
—Hace unos días estabas un poco mal, ¿quieres hablar de eso?
—¿Que te hace pensar que yo quisiera hablar de eso?
—No lo sé, tus ojos demostraban angustia. Parecias triste de todo.
—Contestare tu respuesta —dejé la escarcha junto con la pega a un lado de la mesa, la miré fijamente a los ojos—. Mal de amores.
—¿Mal de amores? —asentí—. Nunca había escuchado algo parecido.
—¿Que nunca escuchaste algo parecido a mal de amores? —cínicamente pregunté—. Es raro escuchar eso.
—Es que... Nunca estuve rodeada de personas de mi edad.
—¿No estudiabas en escuela?
—No. Mi mamá, cómo es maestra, me daba clases. Pero decidí entrar a una escuela para saber cuál es la experiencia. Hasta ahora me gusta.
—Estas loca, la escuela es lo peor que haya existido.
—No lo veo así.
«Me enseñaste a quererme y amarme, tal y como tú lo hacías con tu vida»
—¿Que quieres decir?
—Estoy enferma.
Esa palabra rondaba en mi mente como un lago que venía y se iba, para volver una y otra vez.
—¿Que enfermedad tienes?
—No se sabe con exactitud.
Mikaela y yo nos llevamos conociendo por unos tres años, y me niego a pensar que ella esté enferma. Su tez luce normal, en su rostro no noto nada que diera pista sobre su enfermedad...
—Es decir que...
—Me queda poco tiempo... Tres meses, para ser exacta.
¿Porqué? ¿Porqué las personas que más amo en este mundo se esfuman como burbujas?
—Mika...
—Esta bien si quieres que me alejé de tí...
—No es eso
—¿Entonces que es?
—¿Porque las personas que más amo se van de mi lado?
—¿Cómo cojo esa declaración? ¿Amistosa o amorosa?
—Cojela como quieras.
—Bien... —un silencio incómodo se hizo en el salón, esperaba su respuesta ante mi pregunta—. Eso no te sabrá decir con claridad porque no soy tú. Pero sé cómo se siente que todos se alejen de tí por x razón. Sé cómo se siente cuando todo se te viene abajo por malas noticias.
—¿Cómo puedes...?
—¿Cómo puedo sonreír a la vida cuando me estoy muriendo lentamente? La felicidad sería lo único que me llevaría de este mundo. No puedo estar con una cara amargada porque sé que mi conciencia no dormiría tranquila. Deberías de hacer lo mismo, aunque mueras más tarde que yo.
—¿No hay cura?
—Por desgracia no...
«Ella quería vivir, ella quería disfrutar cada momento de su vida al máximo. En cambio yo... Sólo desaprovecho lo hermoso que es la vida»
—¿Verde o amarillo?
—Mika, no insistas.
—¡Quiero ver a un Brand feliz! —sonrió—
Su sonrisa es tan contagiosa, que acabé sonriendo igual.
—Verde.
—¡Pues verde será!
Mikaela había escogido un verde chillón, casi me dejaba ciego por lo chillón que era.
—Esto es exagerar...
—Amargado. Yo también me compraré uno, andaremos a la par.
¿Ella es mi razón de seguir? Creo que sí, estaba por cometer una locura ayer, pero pensé en ella.
Mi vida ya es un asco desde que Grey me dejó, desde que mis padres se separaron, y desde que decidí vivir solo. No es fácil cuando dices: "Mamá, voy a vivir solo apartir de ahora". Ya que mi madre realmente dijo que hiciera lo que me diera la gana porque es mi vida, no le importó.
Salimos de la tienda ya con nuestras camisas puestas. Mikaela quería subirse a todas las atracciones del parque. ¿Encerio tiene diez y nueve? Parece de quince.
—¡Te vas a caer, Mika!
—¿Que dijiste? ¡Estoy muy lejos!
—¡Que te bajes de ahí, niña!
Podría jurar que mi corazón estaba en un puño, el aire me faltaba y sentía un gran peso en mi corazón. Creo que ya empiezo a tener miedo antes de tiempo.
Al final Mikaela decidió bajar del poste que en sí se podía trepar.
—¿Tenías miedo? —preguntó la chica como si nada—
—¡No me vuelvas a asustar así, por poco me daba algo cuando solo estabas sujeta de una mano!
—No era para tanto... —bajo su cabeza—
—Solo... Me preocupo por tí.
—¿Soy especial para tí?
—Creo que sí.
«Habia caído bajo, sabía que al final me dolería perderla, sabía que esto no debería de ser así. Sabía que nunca debí enamorarme de ella»
—¿Hospitales? Eso tuvo que ser difícil
—Sí. Mi papá es médico, siempre trata de buscar una cura para mi enfermedad inusual.
—¿No será un virus?
—Oh por Dios, ¡no soy un zombie! —reimos—. Pero no está mala la idea.
—¿Ves? Soy un genio.
—En tus sueños lo serás.
—Te amo.
Y después de tanto tiempo, me atreví a decirle cuánto la quería, cuanto la amaba y cuánto quería que estuviera siempre a mi lado...
—Después te dolerá dejarme.
—Eso lo sé, sólo... Solo déjame disfrutar estos momentos contigo.
Mi vulnerabilidad había vuelto, y eso sería un problema muy grande para un futuro...
«Me había recuperado, había sanado ese gran hueco de mi corazón que tenía hace años. Ella me enseñó el placer que el mundo me brinda. Me enseñó que los colores siempre estaban en mi alrededor y que siempre estaban para mí. Me enseñó que no debía de tenerle miedo a la vida, ya que al final, yo decido como vivirla. ¿Cómo quiero vivirla? Con felicidad y alegría. ¿Esa felicidad y alegría duraría para siempre? Me temo que no, porqué llegó la hora de decirle adiós»
—Mika...
—Es hora Brand... Es hora de decirle adiós a esta vida —su voz era suave, inaudible y débil. Odiaba verla así—. ¿Me extrañarás?
—Si te digo que no, te mentiría —sonrió—
—Te amo.
—Eres lo mejor que me haya pasado en esta vida...
—¿Serás feliz?
—No lo sé...
—Prometeme que serás feliz —levanto su meñique—
Dudaba en hacer esa promesa porque sabía que después de ella, no habría nada mejor.
Acabé prometiendo. Una punzada enorme se hizo en mi pecho al ver como sonreía y se desvanecía en mis brazos.
Lloraba, no quería dejarla ir. Gritaba, quería verla sonreír. Estaba devastado, quería que se quedará más tiempo conmigo. Pero lo sabía, sabía que ella tenía esa enfermedad y que pronto se iría.
¿Porqué a ella? Sí ella era feliz e inocente. Ella era tan feliz que dudaba si realmente le podía caber tanta felicidad en su corazón.
«Me fué difícil dejarla ir. Quería irme con ella, pero se lo prometí. ¿Alguna vez has amado tanto a esa persona y que después se vaya? Porque si es así, debes de entender mi posición. Esta era la consecuencia que tendria, salí lastimado y no la culpó a ella, me culpo a mí por quererla como nunca lo hice con alguien, incluso la amé más que a mi propia vida»
—¿Me protegeras desde el cielo?
Era ridículo preguntarle al cielo cuado sé que ella no me responderá. Una leve brisa despeinó mi cabello, podía sentir sus suaves manos tocar mi mejilla. Lágrimas resbalaban por mis mejillas sin control alguno. La tristeza se apoderó de mí nuevamente, y justo pensaba que volvería a caer en depresión por quinta vez, pero no fué así.
—¿Hasta pronto?
Me la había imaginado decir un sí con una sonrisa en sus labios. Con su cara de alegría y saltando como un saltamonte por todo el valle.
—Pues será un hasta pronto, amor —sonrei. Sabía que ella me quería ver feliz—
Fin♥
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