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OO5 | stalker

Capítulo V. Compañía.

Martes 5 marzo, 2019.

❛ kiara's pov

—Hijo de re mil puta —solté al ver el "game over" en la pantalla.

—Mamá, Kie está hablando sola otra vez —dijo Lucas quien me observaba desde la cama.

—Cerrá el orto vos —me acomodé los audífonos y tomé la otra papa de la bolsa.

"SpreenDMC" no sé quién sos, pero te odio.

Frustrada, cerré el juego y comencé a dar vueltas por YouTube buscando algún video entretenido para ver. No había mucha variedad hoy en día, así que opté por la vieja confiable.

—Re picado —habló Lucas quien ahora estaba a mi lado mientras el video de Mr Beast se reproducía—. De grande quiero ser Youtuber, como Mr Beast.

—De grande quiero tener la plata de Mr Beast —esta vez hablé yo.

Continuamos viendo el video, comentando una que otra vez. Cuando nos dimos cuenta ya habíamos visto el canal entero del chabón.

—Voy a jugar a la play —avisó mi hermano saliendo de mi habitación.

Asentí sin prestar mucha atención, estaba demasiado entretenida viendo como el señor bestia bombardeaba un yate solo porque sí.

—¿Pero cómo se le ocurre cubrirlo con colchones? Es un boludo —comenté en voz alta y seguí viendo el video—. Ah, si funcionó.

A pesar de la lluvia de balas que recibió, el yate seguía como nuevo, solo un par habían atravesado la cubierta.

Una notificación llegó a mi teléfono desviando mi atención del video.

Era un mensaje de Julián, mi primo. En donde me preguntaba si podía llamarme, yo acepté gustosa ya que no tenía nada más entretenido que hacer.

Luego de hablar como por dos horas, me despedí, dejé todo a un lado y decidí irme a dormir.

Aunque por más que lo intentara, no podía. Tenía insomnio, otra vez.

Salí al balcón para tomar un poco de aire, odiaba el no poder dormir bien.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté viendo a mi vecino, quien estaba en mi patio, a un lado de la pileta.

—¿Qué crees? —respondió con sarcásmo intentando agarrar a Coco, estaba escondido debajo de las reposeras.

Apoyé mis codos sobre el barandal y mi cabeza sobre mis manos, mirando cómo luchaba por atrapar al perrito.

—Es muy travieso.

—Es un hijo de puta —me corrigió—. ¿De casualidad no lo querés? —reí negando con la cabeza.

Finalmente cedió y pudo atraparlo.

—¿Por qué se llama Coco? —hablé antes de que pudiera irse, con la esperanza de que no me ignorara, como siempre—. ¿Hay alguna anécdota divertida detrás de ese nombre tan peculiar? —frunció el ceño.

—No, se llama Coco porque a mi vieja le pintó ponerle así.

—A.

Ahora estaba un poco decepcionada

—¿Cómo te llamas? —consulté.

—¿Qué te importa?

—Bue, pará —rodó los ojos—. Solo estoy intentando ser tu amiga.

—¿Tengo cara de que quiero ser tu amigo?

—Obvio, ¿quién no querría ser mi amigo? —se señaló a sí mismo—. ¿Sabes? Ahora que lo pienso, soy demasiado increíble para alguien como vos.

—Mira vos, che, me chupa un huevo —finalizó emprendiendo el camino a su casa.

—Me caes mal, tan mal como SpreenDMC —susurré lo último, pero al parecer me escuchó ya que detuvo su paso y se giró a verme—. ¿Qué?

—¿Qué dijiste?

—Que me caes tan mal como SpreenDMC —repetí, pero antes de intentar explicar a lo que me refería me interrumpió.

—¿Jugas al minecraft? —asentí, él fingió pensar por unos segundos—. ¿Tenés una skin de un pato, no? —volví a asentir sorprendida—. ¿Por qué te caigo mal?

¿Así que este es el pibe al que había estado puteando las dos últimas semanas?

—Porque siempre me ganas —musité sintiéndome un poco avergonzada.

—¿Cuál es tu user? —indagó con una sonrisa divertida. 

—"Rompeortos99" —respondí—. No soy muy creativa que digamos —me excusé.

—Creo que ese nombre me queda mejor a mí, ¿no crees? —se burló.

Lo miré con cara de culo.

—Cállate, Slenderman —fruncí el ceño.

—Bueno, nos vemos —se despidió antes de saltar la cerca—. Cuando quieras te rompo el orto de nuevo.

Le saqué el dedo de en medio y él me brindó una sonrisa ladina antes de desaparecer de mi vista.

𓆝 𓆟 𓆞 𓆝

Al día siguiente.

—¡Voy! —grité levantándome de la cama y dirigiéndome al baño.

Hoy era mi primer día de clases en una escuela nueva, y a decir verdad, tenía un toque de miedo.

Miedo a los nuevos profesores, miedo a los nuevos compañeros, básicamente miedo a ser la nueva.

—La puta madre, voy a llegar tarde —hablé en voz alta al ver la hora.

A la velocidad de la luz terminé de secar mi cabello y de ponerme el uniforme. Guardé una libreta y algunas lapiceras en la mochila y bajé a la cocina.

—Buen día —saludó mamá dejando el plato con mi desayuno en frente de mí.

—Gracias —tomé una avocado toast y la llevé a mi boca, sintiéndome agradecida con mi mamá al probarla.

Una vez terminé de desayunar cepillé mis dientes y salí de mi casa rumbo a la escuela.

No era un camino bastante largo, pero me daba alta paja tener que caminar.

Guardé mi teléfono cuando salí del condominio y miré a ambos lados antes de cruzar la calle.

Una figura muy familiar estaba del otro lado de esta, aceleré un poco el paso hasta que llegué a su lado.

—¡Hola, Slenderman! —saludé.

—No me digas así —pidió quitándose uno de los audífonos inalámbricos pero sin molestarse en mirarme.

—No dejaré de hacerlo hasta que me digas tu nombre... Slenderman —sonreí con burla.

Él detuvo el paso y me dedicó una mala mirada.

—Ivan —respondió finalmente antes de volver a avanzar, dejándome atrás.

Es increíble, luego de más de una semana finalmente sé su nombre.

—Muy bien, Ivan —reí caminando detrás de él.

El resto del camino fue un poco —bastante— silencioso. Aunque ya sabía que a Ivan no le gustaba hablar mucho yo esperaba a que al menos me dijera algo más.

Cuando llegamos descubrí que casualmente estábamos en la misma clase, cosa que agradecí ya que tendría compañía mientras lograba adaptarme.

Y sí, ya sé que mi compañero no me da ni la hora, pero estaba feliz.

—¿Qué haces? —preguntó.

—Me siento —respondí con obviedad.

—¿Conmigo? —frunció el ceño.

—Si querés me voy —negó con la cabeza.

El profesor llegó interrumpiendo las conversaciones de todos, se presentó a sí mismo y luego comenzó la clase.

Cuatro horas más tarde finalmente tuvimos nuestro receso.

Este lugar era enorme, y estaba segura de que iba a perderme así que decidí seguir a Ivan.

—¿A dónde vas? —consulté, pero extrañamente, no contestó.

Nótese el sarcasmo.

Continué yendo detrás de él hasta que llegamos a lo que supuse era la cafetería.

Me dirigí a la no tan larga fila y esperé a que esta avanzara para comprar.

—Uh, discúlpame —dije al chocar con una chica y derramar su chocolatada en el suelo.

—¿Sos tarada? —escupió con bronca.

—Perdón, no quise... déjame comprarte otra —pedí intentando arreglar mi error.

—Dejá nomás —rodó los ojos y se fue.

—La puta madre —murmuré para mí misma.

Compré alfajores y la chocolatada que la había derramado a la piba, tal vez no me la acepte pero quiero hacer el intento.

—Toma —le tiré el alfajor a Ivan una vez lo encontré y me senté a su lado.

Abrió el paquete y lo llevó a su boca, disfrutándolo en silencio.

—¿La de decir gracias te la sabes? —llevó su dedo índice a sus labios, indicándome que me callara.

Le di la espalda sintiéndome ofendida y me concentré en comer mi alfajor mientras veía TikToks en mi teléfono.

Lo único que aparecía en mí para ti eran memes, videos de gatitos tiernos, y recetas de comida que, aunque las guardara estaba segura de que nunca en mi vida las haría. Primero se me quema la cocina.

—Uh, que rico —le di like al video en donde una chica había hecho unas milanesas de pollo, y tenían muy buena pinta.

Cada cierto tiempo volteaba para observar que Ivan siguiera acompañándome, pero lastimosamente ahora que volví a hacerlo él ya se había ido.

¿Lo peor de eso? No recuerdo en dónde estaba nuestro salón.

Me quejé dándole un sorbo a la chocolatada, no sé en qué momento la abrí pero no me importaba. Mi pierna derecha se movía de arriba a abajo rápidamente, estaba nerviosa.

Tal vez se apiade de mí y regrese a buscarme.

Mhm... no, eso no pasará.

Rendida salí de la cafetería y comencé a dar vueltas por los pasillos intentando encontrar mi salón antes de que el receso terminara.

Tampoco me acuerdo muy bien de la cara de mis compañeros como para pedir ayuda, el único rostro que quedó grabado en mi mente fue el de la chica a la que le derramé su chocolatada y estoy segura de que no quiere verme.

Cuando salí del laberinto de pasillos y aulas me encontré con uno de los maestros y él amablemente me ayudó.

Lo bueno es, que como recorrí toda la escuela, ahora me puedo ubicar más fácil.

—Gracias —le brindé una sonrisa y llegué al salón justo a tiempo.

𓆝 𓆟 𓆞 𓆝

Tomé un dorito del paquete mientras caminaba de regreso a mi casa.

Otra vez, con Ivan.

Giró su cabeza y miró la bolsa en mis manos, la tomó sin permiso alguno y comenzó a comerse mis doritos.

—Ey, cómprate los tuyos, hijo de puta.

Ignoró mis quejas e insultos y comió otro, y otro más y así hasta acabarse el paquete.

Me tragué las ganas de cagarlo a piñas, es justo ahora que lo pienso, tuvo que soportarme casi todo el día.

En realidad me ignoró todo el día, sé que él ya dijo que no quería ser mi amigo, así que no está en la obligación de hablarme.

Pero me molesta mucho.

Demasiado.

—Si me hablaras en vez de quedarte mirándome como un acosador me darías menos miedo —solté sintiendo su intensa mirada sobre mí.

—¿Ahora soy yo el acosador? Te recuerdo que sos vos la que me sigue a todos lados.

—No es cierto —mentí, sintiendo mis mejillas enrojecerse.

Era cierto, lo había estado persiguiendo todo el día solo porque es la única persona que conozco.

Y tal vez sí parecía una acosadora.

Pero no iba a admitirlo en voz alta.

Cuando observé mi casa decidí adelantarme para dejarlo solo.

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