OO2 | ladrón
Capítulo II. Ser la hermana mayor.
Lunes 25 febrero, 2019.
❛ kiara's pov ❜
Cerré los ojos complacida y dejé que mi cuerpo flotara a la deriva.
El agua estaba a una temperatura ideal, y a pesar de que el cielo se encontraba despejado el sol era agradable. Algo bastante extraño a decir verdad.
Porque claro, esto es Argentina. Un día puede hacer tanto calor que te suda hasta el culo y al otro puede que te esté por dar hipotermia.
Por suerte para mí, no hacia ni mucho frío ni mucho calor. Era perfecto.
La paz que sentí durante esos minutos desapareció cuando a Lucas se le ocurrió tirarse a la pileta.
—¡La puta madre, Lucas! —me quejé pasando las manos por mi cara—. Avisa.
—Perdón —sonrió inocente mientras se sumergía en el agua.
Al parecer la paz era algo de lo que nunca iba a poder disfrutar.
—Kiara —mi hermana me llamó—. ¿Está muy fría el agua? —preguntó sentándose en el borde.
—Al principio sí, pero después ya no —respondí. Ella me miró confusa—. Solo ven —sonreí y volví a cerrar los ojos. Un poco después Cassie también se lanzó al agua.
Estuvimos nadando y boludeando hasta que nos dió hambre y tuvimos que ir a almorzar.
Envolví mi cuerpo empapado con una toalla que había dejado en una de las reposeras de madera.
Solté un suspiro viendo como nubes grises comenzaron a formarse de la nada, definitivamente lo bueno no dura para siempre.
Estaba a punto de entrar hasta que escuché un ladrido, como lo supuse se trataba de Coco, el pequeño cachorro adorable de mis vecinos y por el cual Cassie se volvía loca.
Volví a suspirar mientras lo veía acercarse a mí, no es la primera vez que aparece de la nada en nuestro patio. Ya que la cerca que conecta su casa con la nuestra tiene un pequeño agujero por el que suele escaparse.
Absolutamente todos los días desde que nos mudamos ha hecho eso.
—¿Cómo estás? —me agaché para acariciarlo.
—¿Otra vez? —indaga mi madre, apareciendo a mis espaldas.
—Sí, no importa cómo, siempre busca la forma de salir —solté una risita.
—No dejes que Cassie lo vea —pidió.
—No te preocupes, de seguro Slenderman se dará cuenta que no está vendrá a buscarlo.
—¿Slenderman? —levantó una de sus cejas al escuchar el extraño nombre.
—El hijo de los vecinos, aún no sé su nombre —expliqué.
—Te vendría bien hablar con él, asistirán a la misma escuela.
—¿Qué? —pregunté confundida, una sonrisa pintó su rostro.
—Buenas noticias, Kie. Tus clases empiezan la otra semana —comentó con entusiasmo.
—¿Y qué hay de bueno en eso? Se me acabaron las vacaciones —lloriquee—. Y hablando de Slenderman, no es muy sociable que digamos —hice una mueca—. Cada vez que intento hablar con él busca una excusa para irse. Solo lo veo cuando viene a buscar a Coco.
—Bueno, no dejes de intentarlo —me dió ánimos—. Cuando vengan por él podés venir a comer —habló antes de irse.
Caminé hasta una de las reposeras y me acosté con el perrito a mi lado, estuve aproximadamente quince minutos hasta que escuché unos pasos acercándose.
—Hola —levanté mi vista encontrándome con el enrulado.
—Qué onda —saludó, es la primera vez en esta semana que lo hace.
—Nos vemos, Coco —agité mi mano en forma de despedida cuando el pelinegro lo tomó en sus brazos—. Chau —finalizé y entré a mi casa sabiendo que él no iba a hacer lo mismo.
𓆝 𓆟 𓆞 𓆝
—Lucas, ya te dije que no —volví a apagar la tele—. Es muy tarde para jugar Mario Kart.
—Solo son las diez —hizo un puchero jalando el borde de mi remera—. Solo será una partida ¿sí? —negué con la cabeza—. Por favor, Kie, no seas mala.
Lo miré con los ojos entrecerrados y después de escuchar un par de suplicas más de su parte accedí.
—Solo una —advertí entregandole el Joystick.
—Solo una —repitió sentándose en el sofá nuevamente.
Luego del almuerzo mis padres se habían ido con la excusa de que estarían en una reunión acerca de su trabajo. Algo en lo cual obviamente mintieron porque son las diez de la noche y aún no han regresado.
En otras circunstacias me preocuparía, pero un par de horas atrás había recibido un mensaje de mi madre en donde me avisaba que llegarían tarde.
Entonces ¿a quién le toca hacerse cargo de dos pendejos de ocho años? Exacto, a mí.
—¡Kie, tengo hambre!
Bufé enojada y caminé hasta la cocina encontrádome con Cassie.
—Comiste hace tres horas.
—No podés llamarle comida a eso... —abrí la boca ofendida.
—Oye, ya sé que no soy la mejor en la cocina, pero posta, ¿tan mal me quedaron las milanesas?
Asintió con una mueca.
—Se te pasaron un poco... es todo —se retractó, pero ya era tarde.
El daño estaba hecho.
Y odiaba admitirlo, pero hasta ella cocina mejor que yo.
—Vamos a dormir —la tomé de la mano y la llevé conmigo hasta su habitación.
—Pero tengo hambre —un puchero se formó en sus labios, ignoré sus quejas y entré a la pieza que ya estaba completamente ambueblada.
La ayudé a ponerse la pijama y la cubrí con las frazadas una vez se acostó.
—¿Y Lucas?
—Ahora le digo que venga.
—No quiero que apagues las luces hasta que él esté aquí.
Suspiré rendida y asentí dirigiéndome a la sala de estar. Tuve que esperar paciéntemente a que mi hermanito menor terminara su partida para poder llevarlo arriba.
Me quedé en la puerta esperando a que subiera hasta su cama que estaba en la otra esquina de la gran habitación y luego de desearles buenas noches apagué las luces y salí.
Recosté mi cabeza sobre la puerta una vez estuvo cerrada. Estoy muy cansada.
A veces, y solo a veces detesto ser la mayor. Pero un gran poder como este conlleva a una gran responsabilidad, al menos eso quiero creer. Porque cuidar a dos niños de ocho años que tienen el doble de tu energía no es nada fácil.
Bajé a apagar las luces de la cocina y repetí la acción en cada parte de la casa, dejando la luz del pasillo que lleva a mi habitación encendida.
Una vez estuve frente al último interruptor me preparé mentalmente para correr como nunca hasta mi cuarto. En mi mente, luego de apagar esa luz habría un monstruo que me preseguiría y el único lugar capaz de salvarme sería mi cama.
Entré a la pieza algo agitada cerrando la puerta detrás de mí y caminé hasta sentarne en frente de mi computadora.
Aunque el cansancio estaba presente no tenía nada de sueño. Tal vez era porque no podía dormirme sabiendo que mis padres aún no regresaban.
Decidí esperarlos, y mientras lo hacía me dediqué a jugar algunas cuantas partidas de skywars.
𓆝 𓆟 𓆞 𓆝
Unos ruidos extraños me despertaron.
Me había quedado dormida en la silla.
Miré la hora en la pantalla del monitor. Once y media.
Habré dormido una hora aproximadamente.
Estiré los brazos adolorida por la posición incómoda en la que me encontraba. Me quité los audífonos y estaba a punto de salir de la habitación hasta que una notificación llegó a mi celular.
Mamá
en línea
casi llegamos
ya era hora
supuse que estarías
despierta, ya podés ir a dormir
Bloqueé el teléfono y me dispuse a dormir. Pero antes de que mi cabeza estuviera sobre la almohada el ruido que me había despertado hace un par de minutos regresó.
Un poco malhumorada por la situación decidí asomarme a la ventana, con cuidado de no ser vista por el extraño hombre en mi patio.
Espera... ¿un hombre?
¡Nos van a robar!
Bajé rápidamente y tomé el primer objeto que se me cruzó para defenderme. Una escoba.
No era muy útil pero no podía detenerme.
Verifiqué que la puerta estuviera completamente cerrada. No lo estaba.
Olvidé cerrarla, la puta madre.
Dejé la escoba a un lado y utilicé toda mi fuerza para cerrar la puerta corrediza, pero no cedió.
Miré al suelo buscando el problema, uno de los autos de juguete de Lucas estaba atorado, haciendo imposible mi tarea de cerrar la puerta.
A este punto el pánico me invadió, y no estaba siendo para nada discreta.
—¡Cerrate ya, maldita sea! —grité frustrada.
—¿Qué te pasa? —la cara en primer plano de mi vecino me hizo retroceder. Por instinto agarré la escoba y con el palo le golpeé la cabeza—. ¡Auch! Hija de puta.
Mi vista se enfocó en el pelinegro en frente de mí y solté un profundo suspiro al comprender lo que sucedía.
—Casi me matas de un susto, tarado de mierda —llevé una de mis manos a mi pecho, intentando regular mi respiración—. ¿Qué chota haces en mi casa a esta hora, eh? ¿Nos querés robar?
Una expresión de molestia pintó su rostro mientras seguía acariciando la zona de su cabeza en donde había recibido el golpe.
Iba a decir algo más, pero la imagen de Coco apareció en mi campo de visión, respondiendo mis preguntas.
Solo había venido por su perrito.
—Eh... perdón —rasqué el puente de mi nariz con nerviosismo—. Yo no sabía que...
No terminé ya que él se había marchado luego de tomar a su mascota.
—¡Lo siento! —grité para que me escuchara y luego sentí una puerta cerrarse con fuerza.
Genial.
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