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O4O | enfrentamiento

Capítulo XL. Una parte de la verdad.

Jueves 13 junio, 2019.

Narrador omnisciente.

El aire en la casa de los Müller estaba cargado de tensión. Todos sabían lo que estaba en juego, y aunque cada uno tenía sus propios temores había un objetivo común: terminar con todo y capturar a Víctor. La policía ya estaba al tanto de todo y después de días de planear un operativo, finalmente estaban listos para actuar.

Todo comenzó cuando finalmente Kiara contó la verdad, sobre lo que había estado haciendo estos últimos meses, todas las cosas que había visto y escuchado. Ahora todos estaban al tanto de lo que sucedía, pero lo que no sabían, era que esa solo era la punta del iceberg.

Solo era una parte de la verdad.

El padre de Diego, al ser jefe del departamento de investigación de la policía, rápidamente tomó las riendas del caso.

Usarían a Milena para atraerlo, y las fuerzas de seguridad se movilizarían discretamente para rodear la casa de Alyssa, la mujer que había criado a Víctor después del accidente.

Iván estaba más preocupado que nunca. Mientras caminaba por la sala, sus pensamientos estaban con su madre. Milena había sido fuerte, pero este reencuentro iba a ser más duro de lo que cualquiera podía imaginar.

—¿Segura de que podés hacer esto? —preguntó el pelinegro, con un nudo en la garganta.

Milena lo miró con los ojos llenos de tristeza.

Un fuerte suspiro reemplazó el silencio momentáneo del lugar.

—Es mi hijo, al igual que vos, Iván. Y no puedo creer que esté vivo. Pasé tantos años pensando en él, buscándolo... —se le quebró la voz al decirlo.

—No quiero que él te lastime... —Iván también suspiró, su preocupación palpable—. Ya lo hizo con Kiara y conmigo.

—Sí, y eso solo lo hace más difícil.

—Vos sabés como ocurrió, me escuchaste, escuchaste a Kie. Mamá, él ha matado a más gente de la que creés, ¿qué nos asegura que no intentará hacernos daño?

—¡Necesito verlo! —exclamó en un grito cargado de preocupación.

Iván mantuvo la calma, comprendiendo que la situación no era fácil. Pero el temor de perder a su madre por culpa de su propio hermano, quien sin lugar a dudas era un asesino, lo llevó a insistir.

—Vos... sabés que no lo recuerdo —murmuró limpiando disimuladamente una lágrima que cayó por su mejilla—. Pero no creo que quede algo del Víctor que conocías.

—Tiene que estar ahí... —susurró, su voz siendo opacada por el llanto.

Iván, sin saber qué más hacer se limitó a abrazarla, el miedo seguía dentro de él pero su madre estaba decidida a participar en el operativo, esta era ma última esperanza, y una oportunidad para reencontrarse con el hijo al que tanto había buscado, y la persona que siempre había ocupado un lugar importante en su corazón.

Aunque tal vez Iván tuviera la razón, y quizás ya no quedaba nada del Víctor que conocían, estaba decidia a correr el riesgo.

—Vamos a estar bien —habló luego de varios minutos.

Por otro lado, Kiara, sus padres y Diego se dirigieron a la estación de policía. Luego de una serie de interrogatorios extenuantes, los agentes comenzaron a movilizarse. Sabían la ubicación de Alyssa gracias a lo que Diego había confesado y, con eso, tenían la ventaja. Pero el riesgo seguía latente. Kie sabía que este era el momento para acabar con todo, pero también sentía el miedo constante de que algo pudiera salir mal.

Antes de irse, Kiara tuvo una larga conversación con su madre. Le contó toda la verdad, desde cómo había estado ayudando a Iván en secreto, hasta las veces que estuvo en peligro por causa de Víctor.

—¿Por qué no me contaste nada antes, Kiara? —preguntó su madre con los ojos llenos de preocupación.

—No quería que te preocuparas, mamá. Pensé que podía manejarlo —respondió Kie, sintiendo el peso de sus decisiones.

—Esto es muy peligroso, Kie. Y vos... sos una niña, sos mí niña —acarició la mejilla de la menor—. Tené mucho cuidado. Víctor ya te lastimó una vez, y no quiero que te vuelva a pasar algo —dijo su madre, con lágrimas asomando en sus ojos.

—Estaré bien, mamá. La policía estará con nosotros, nada va a pasar —dijo Kie, tratando de calmarla.

—No me culpes, pero no puedo confiar en la policía —confesó—. Esto es más de lo que puedo manejar, Kiara. Y no voy a estar tranquila sabiendo que podrían herir a mi hija.

—Iván y Milena están corriendo el mismo riesgo que yo, no es justo dejarlos hacer esto solos cuando yo también estoy involucrada.

—¿Por qué...? —preguntó Claudia mientras abrazaba a la pelinegra.

Ese "por qué" era una pregunta que por el momento no tenía una respuesta clara, ella no sabía por qué su familia estaba involucrada en todo esto. Pero quería que terminara de una vez por todas, y que sus hijos finalmente lograran estar a salvo.

—No lo sé... —respondió en voz baja, casi inaudible.

Después de la conversación, Kiara habló con su padre, Héctor, quien tenía una postura mucho más firme.

—No quiero que te metas en esto, Kie. Ya te lastimó una vez, no puedo permitir que te pase algo peor —le dijo su padre, visiblemente tenso.

—Papá, la policía nos va a proteger. No va a pasar nada. Necesito estar ahí, tengo que estar ahí —insistió Kie.

—No permitiré que vuelvan a hacerle algo a mi hija.

—Papá... —insistió Kiara. Héctor, luego de darle a Kiara un extenso sermón del porqué ella no debió mentirles sobre algo tan grande, aceptó.

Kie también habló con sus hermanos, Cassie y Lucas. Les explicó de manera sencilla lo que estaba ocurriendo, sin entrar en detalles demasiado aterradores.

—No se preocupen, todo va a estar bien —les aseguró.

Los pequeños la atacaron con preguntas, no entendían por qué sus padres y hermana se veían tan preocupados y tenían mucho miedo de que lastimaran a su hermana nuevamente. Apenas se había recuperado y de inmediato comenzó a correr hacia otro peligro inminente.

—Deben prometer que llegarán a casa antes de las siete, todos ustedes deben hacerlo —dijo Cassie, señalándo a sus padres, quienes estaban detrás de la adolescente—. Además, no me gusta quedarme con la niñera... —finalizó en un tono divertido, causando una leve risa en cada uno de los presentes.

—La única niñera que me agrada es Kie —añadió Lucas sonriéndo.

La familia se reunió para un último abrazo, la patrulla estaba afuera y escoltaría a Kiara y a sus padres hacia el lugar.

Los pequeños entendían muy poco de lo que sucedía, pero sabían que era una situación de peligro. Luego de que sus padres y hermana partieran se mantuvieron encerrados en su habitación, en silencio, contando los minutos para que su familia regresara, aunque acabaran de marcharse.

𓆝 𓆟 𓆞 𓆝

Cuando llegó el momento del operativo, Kiara, Iván y Milena estaban listos. Sabían que iba a ser peligroso, pero no podían permitir que Víctor siguiera suelto. Mientras se dirigían a la casa de Alyssa, el ambiente en el auto era tenso.

—Insisto en que tenés que quedarte —dijo Iván, rompiendo el silencio.

—Y yo insisto en que necesito estar con vos en esto. Es necesario —respondió Kiara tomando la mano del pelinegro, sabiendo que no podía dar marcha atrás.

Iván la miró de reojo, sabiendo que no había forma de convencerla de lo contrario. Finalmente, asintió.

Las patrullas se ubicaron estratégicamente alrededor de la casa de Alyssa. Los oficiales estaban listos, pero la operación dependía de Milena, Kiara e Iván, quienes llevarían micrófonos ocultos para que la policía pudiera monitorear todo.

Cuando llegaron a la puerta, Milena tomó una respiración profunda antes de tocar. La puerta se abrió lentamente, y Alyssa apareció ante ellos. La mujer los miró visiblemente sorprendida, tenía en claro quienes eran.

Kiara miró confundida a la mujer, había algo en ella que la inquietaba.

—¿Víctor? —preguntó Milena con la voz tensa.

Alyssa y Milena intercambiaron una mirada intensa. Había algo en sus ojos que Kiara no podía descifrar, pero lo que más la sorprendió fue la forma en que Alyssa la miraba. Sus ojos se abrieron de golpe, como si reconociera algo en Kie, pero no dijo nada. Simplemente los dejó pasar.

Una vez dentro de la casa, Kiara no podía apartar los ojos de Alyssa. Iván, que también había notado la tensión, murmuró:

—Mirá su cabello Kie, es como el tuyo...

Kiara no respondió, pero no pudo evitar fijarse en el mechón blanco en el cabello de Alyssa, un detalle que, como Iván había mencionado, compartían.

Cuando llegaron a la sala de estar, sorprendentemente se encontraron con Víctor, quien había vuelto a su casa sin éxito de poder hablar con Milena.

Estaba sentado tranquilamente con Molly sobre su regazo. Milena dio un paso adelante, pero en ese momento, Alyssa tomó a Kiara por sorpresa. La agarró por detrás y le tapó la boca, llevándosela a otra habitación.

Dentro del cuarto, Kiara se liberó del agarre de Alyssa.

—¿Quién sos? —preguntó Kie, su corazón latiendo a mil por hora.

Alyssa no dijo nada al principio. Se acercó lentamente a Kiara y la tomó por la mejilla, un gesto que la dejó desconcertada.

—Kiara... —dijo finalmente, con la voz temblorosa—. Vos...

—¡Alejate de mí! —la empujó, la angustia se apoderó de ella y comenzó a buscar desesperadamente una salida—. ¡Iván!

—Tenés los ojos de tu padre —la mujer sonrió—. Siempre lo dije...

—¿Quién sos vos? —preguntó la chica con temor.

—Mírame, Kiara, ¿a quién ves?

Kiara retrocedió, hasta chocar con la pared de la habitación, sus ojos llenos de miedo miraron detenidamente a Alyssa, su piel blanca y los lunares casi invisibles que se plasmaban en ella, el mechón blanco de su cabello, la forma de su nariz... era como ver hacia el futuro.

Era como verse en un espejo, solo que en este caso, su reflejo tendría unos cuantos años más de diferencia.

Kiara abrió los ojos de par en par, sacudiendo la cabeza en negación.

—No, no es posible...

Mientras tanto, en la sala, Milena se enfrentaba a Víctor por primera vez en años. Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro con solo verlo.

—Te buscamos por meses, hijo mío —dijo, con la voz rota.

Víctor también tenía los ojos llenos de lágrimas, pero su postura era rígida, llena de resentimiento.

—No. Me abandonaron. Me dejaron solo... —respondió con frialdad.

—No es verdad. Los bomberos solo pudieron rescatar a Iván. Cuando lograron apagar las llamas, vos ya no estabas... Te buscamos por todas partes, movimos cielo y tierra, pero nunca te encontramos —explicó Milena, su voz temblando.

—No, no. Me dejaron... —dijo Víctor en negación, retrocediendo un paso.

Iván se interpuso entre su madre y Víctor, su instinto protector tomando el control. Víctor lo miró con resentimiento, pero también con algo de dolor.

—Viví años de soledad... años siendo criado por una familia que no era la mía —continuó Víctor—. Y ustedes... ustedes no hicieron nada.

—No digas eso... somos tu familia.

—¡Ustedes ya no son mi familia! —dijo intercalando su vista entre su madre y su hermano.

Milena intentó dar un paso más hacia él, pero antes de que pudiera acercarse, Kiara apareció por la puerta.

—No, es imposible... —dijo, sacudiendo la cabeza en negación.

Alyssa caminaba detrás de ella, sin decir una palabra.

Iván corrió a abrazar a Kie, tratando de calmarla.

—No, no, es imposible. Ni siquiera te conozco... —seguía murmurando Kie, sin poder aceptar lo que estaba ocurriendo.

—Kiara... —dijo Alyssa, con voz suave, como si las palabras tuvieran peso.

—¡No, vos no sos mi mamá! —la señaló—. Mi madre se llama Claudia.

—¿Y qué tan segura estás de eso? —a paso lento se acercó—. ¿No te parece buena idea preguntarles? Estoy segura de que ellos te lo explicaran todo.

—Vos... ¿qué haces acá? —Víctor centró toda su atención en la pelinegra.

Kiara enfocó su vista en él, mirándolo con resentimiento y tocando de manera inconsciente la cicatriz en su brazo.

—¿Qué le dijiste? —se acercó a Alyssa, quien mantuvo su vista en Kiara.

—Solo le dije la verdad...

En ese momento, la policía irrumpió en la casa, rompiendo el tenso silencio. Todo ocurrió en un instante. Víctor, en un movimiento rápido, tomó a Kiara del brazo y colocó un cuchillo en su garganta.

—¡No se acerquen! —gritó, su mano firme en el cuello de Kie, quien comenzó a llorar en silencio, con el corazón latiendo desbocado. Alyssa estaba detrás de él.

Iván dio un paso adelante, pero Víctor apretó el cuchillo contra la piel de Kie, haciendo que Iván se detuviera.

—¡Por favor, soltala! —rogó Iván, desesperado.

—¿Y él por qué no está aquí? —preguntó Víctor, con la mirada perdida.

El oficial encargado del operativo lo miró, confundido.

—¿Él quién? —preguntó el oficial.

Pero Víctor no respondió. Solo se quedó ahí, inmóvil, mirando a su madre, a su hermano y a Alyssa, sin saber cuál era la solución correcta.

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