Capítulo X. ¿Quién es el asesino?

❛ kiara's pov ❜

¿Ivan sería capaz de asesinar a alguien?

Desde que llegué a mi casa no había dejado de preguntarme eso.

Qué ridículo. Eso es  imposible ¿verdad?

Tipo, el chabón es medio raro, pero no tiene pinta de asesino ni en pedo.

O eso creo.

Volví a levantarme de la cama y comencé a dar vueltas por mi habitación.

Tengo una idea.

Me dejé caer sobre la silla giratoria y entré a google buscando las últimas noticias.

Mis dedos se movían sobre el teclado navegando en distintos sitios de internet que pudieran ayudarme.

Bingo.

Tal y como Diego lo había dicho, cuatro personas habían muerto a manos del mismo asesino, pero no solo eso, sino que al parecer todas las víctimas estaban conectadas.

Empecé con el caso más reciente y leí el encabezado.

« Otro de los accionistas de la compañía G.E.A. ( Eduardo Gómez ) ha sido victima de asesinato en la tarde del diez de marzo... »

Publicaron la noticia hace unas horas.

¿G.E.A? ¿Qué es esta compañía? Siento que la he escuchado en algún lado.

Busqué más información que pudiera responder los interrogantes que comenzaron a formarse en mi cabeza.

« Carlos Andrés Buhajeruk, presidente de la compañía G.E.A. presenta sus declaraciones ante los misteriosos asesinatos de dos de sus principales socios... »

¿Buhajeruk?

Seguí leyendo la noticia detalladamente.

« Con profundo pesar, debo comunicar que hemos perdido a dos de nuestros más valiosos accionistas y, más que socios, amigos... declaró con voz temblorosa ante las cámaras »

« Lamento profundamente la pérdida de estos hombres y envío mis más sinceras condolencias a sus familias... Hizo una pausa, visiblemente afectado, antes de continuar »

« Además, quiero expresar mi preocupación personal. El hecho de que estos asesinatos permanezcan sin resolver y que los objetivos sean específicamente miembros de nuestra compañía me hace temer por mi vida y la de mi familia. Confío en que las autoridades realizarán su trabajo para esclarecer estos crímenes y garantizar nuestra seguridad. »

La noticia seguía detallando las circunstancias de los —en ese entonces dos— asesinatos. En los siguientes artículos que leí estaban los otros dos casos más recientes, incluyendo el de hoy con el señor Gómez.

Ahora solo tenía una pregunta en mi cabeza.

Dos, en realidad.

¿Qué mierda estaba sucediendo en la G.E.A. para que sus socios fueran el blanco de un asesino?

Y la otra pregunta:

¿Quién es ese asesino?

Por supuesto que esto es algo de lo que la policía debe encargarse, pero si puedo hacer algo para evitar que sigan muriendo personas inocentes voy a hacerlo.

Quiero decir, nunca conocí al señor Gómez personalmente, pero los vecinos a los que escuché hablar estaban convencidos de que era una buena persona y que no debía haber muerto de esa manera.

Perdí la noción de cuanto tiempo estuve sentada frente a mi computadora leyendo.

Pero sirvió de algo, porque ahora tengo una pista. Y ya sé cual es mi principal sospechoso.

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Lunes 25 marzo, 2019.

—No te ví en todo el día —escuché la voz de Ivan a mis espaldas y sentí como jaló suavemente un mechón de mi cabello—. ¿En dónde habías estado?

—Shh —le di un manotazo para apartarlo de mi—. Silencio.

—Ey, ¿qué te pasa? —se posicionó a mi lado—. ¿Y por qué tenés esas cosas?

—Estoy algo ocupada ahora, Slenderman —lo empujé.

A pesar de lo que me había dicho ayer decidí fingir demencia y seguir como si nada. Si quiero saber lo que oculta es mejor no levantar sospechas y hacerle creer que todo está bien.

—¿A quién espías? —vi de reojo como miró en la misma dirección a la que apuntaban los binoculares—. ¿No es ilegal esto?

—Claro que no... al menos eso creo —me encogí de hombros.

El silencio inundó el lugar antes de que Ivan volviera a romperlo.

—Ves muchas películas ¿no es así? —escuché su risa burlona.

—Si puede ser, pero ¿no has escuchado hablar de los asesinos seriales? —indagué sin molestarme en mirarlo—. Esos están por todas partes, no solo en las películas.

—¿Y vos no has escuchado hablar de privacidad? —retrucó—. ¿Qué pasaría si se entera de que lo estás espiando?

—Ni se te ocurra decirle, Slenderman —lo apunté con mi dedo índice—. Además, es por una buena causa.

—Necesito saber para entenderlo —insitió—. Las personas no espían a otras solo porque sí, ¿sabes eso no? —hizo una pausa—. Imagino que no, es más, ahora que lo pienso, ni siquiera debes saber lo que significa ser normal.

—La persona más rara del mundo hablandome de normalidad, que cosa —reí de forma irónica.

—No soy raro —discutió.

—Está bien, amigo —lo tranquilicé—. Para mi lo "normal" es subjetivo, igual —me recosté sobre la fría pared mientras levantaba la mirada encontrándome con sus ojos oscuros y curiosos.

—¿Entonces stalkear gente es normal para vos?

Agradezco al de arriba por hacerme una persona paciente.

—No puede hablar de acoso alguien que espía a su vecina todas las noches —sonreí con malicia observando su cara, ahora completamente roja.

—¿De qué hablas?

—¿Qué? ¿Pensaste que no me daría cuenta que siempre me observas desde tu balcón? —tragó saliva nervioso—. Maldito pervertido.

—No soy un pervertido.

—Descuida, cariño —apoyé una de mis manos sobre su hombro—. Ese será nuestro secreto —me miró sorprendido—. Ahora vos tenés que guardar el mío.

Volví a mi posición inicial.

—Esto solo es una parte de la investigación, creo que sabes como funciona esto.

—Insisto en que ves muchas películas —se burló—. ¿Qué flasheas ahora? ¿Sherlock Holmes?

—¿Querés ser mi Watson? —me crucé de brazos brindandole una sonrisa ladina.

—No gracias, prefiero ser como la gente normal —lo miré con cara de culo.

—Bueno en ese entonces dejame decirte que no estás ni cerca de serlo —rodé los ojos—. Además, ¿por qué te gustaría ser normal? La gente normal es aburrida —murmuré.

Un largo y profundo suspiro brotó de sus labios.

—No en serio, ¿qué estás haciendo? —decidió ignorar lo anterior formulando otra pregunta.

—¿No has visto las investigaciones policiales? Ellos deben localizar al objetivo y esperar cualquier movimiento, necesitan pruebas antes de acusar o condenar a los sospechosos. Y eso es lo que estoy haciendo.

—¿Y por qué nuestro profe de matemáticas es tu sospechoso? —bufé sintiendo como mi nivel de paciencia disminuía con cada segundo que pasaba—. ¿Qué crimen cometió? —llevó su mano a su barbilla y fingió pensar por unos segundos antes de volver a hablar—. Ah, ya sé. ¿No será que esta enseñando mal las tablas de multiplicar?

Obviamente no voy a estar espiando a nuestro maestro solo porque sí, lo que pasa es que nuestro querido profe es hermano de una de las victimas, y casualmente la descripción del asesino concuerda con sus características físicas. Hasta incluso tiene una marca en la muñeca derecha, como una cicatriz.

Pero claro, no puedo acusarlo de nada todavía, necesito más pruebas.

—Vete a la mierda —me rendí cuando el morocho no dejaba de molestarme y guardé los binoculares en mi mochila.

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—¿Por qué llegas tan tarde?

Lo primero que vi al abrir la puerta fue a Cassie con los brazos cruzados sobre su pecho, a su lado estaba Lucas quien tenía el ceño fruncido y ambas manos a los costados de su cintura.

—¿No es obvio? Estaba con su novio —Cassie habló con una sonrisita.

—¿Novio? —repetí incrédula.

—¿Me vas a decir que el chabón ese al que le decís Slenderman no es nada de vos?

—Pues, no —contesté obvia.

—¡Viste! Yo te dije que no eran novios —Lucas la señaló.

—¡Pero se van y vuelven juntos todos los días! —ahora Cassie me señaló.

—Primero se acaba el mundo antes de que Kie le hable a un chico —se burló.

—¡Ey! —miré por encima de ellos que no hubiera nadie—. Sos un forro.

—No soy un forro, soy realista —se encogió de hombros.

—Anda a cagar —pasé en medio de ámbos y me dirigí a la cocina.

Escuché sus pasos detrás de mí pero los ignoré.

—Hola, ma —saludé cuando la ví.

—Hija, que bueno que llegas.

—¿Y papá? —pregunté después de abrazarla.

—En su oficina —respondió—. Este nuevo trabajo lo tiene muy ocupado.

Papá había ingresado a trabajar a una importante compañía, al tener buenas recomendaciones y mucha experiéncia logró conseguir un cargo muy alto.

¿Cómo se llamaba esa compañía?

Ahora que lo pienso, no recuerdo el nombre. Me lo había dicho pero estaba algo ocupada cuando eso pasó así que no presté mucha atención.

—¡Hola! —saludé ingresando a su despacho.

—Kie, ¿dónde estabas? Pensé que llegarías más temprano.

—Me fui a dar vueltas por ahí y perdí la noción del tiempo.

Observé los papeles desparramados en su escritorio.

—¿Qué hacías? —indagué levantando una carpeta.

—Cosas del trabajo. No creo que sea tan interesante.

Asentí con una risita y le di la vuelta a la carpeta. Las letras G, E y A en mayúsculas formaban el logo de la empresa.

No puede ser.

Mierda.