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O19 | cómplice

Capítulo XIX. Holmes & Watson.

Jueves 11 abril, 2019.

kiara's pov

—¿Por qué te fuiste sin avisar? —golpeé a Ivan en el hombro cuando lo encontré en el pasillo—. Me preocupé, pelotudo.

Se giró para verme y mi expresión cambió al ver su rostro. Parece que no había dormido bien y su semblante era serio e inexpresivo.

—Quiero mostrarte algo, vení —me tomó de la mano y me llevó con él a quién sabe donde.

A medida que nos alejabamos el bullicio disminuía, no entendí que era eso tan importante que debía enseñarme y por qué debía ser tan privado.

—¿Qué pasa? ¿Me vas a secuestrar o algo así? —pregunté con un tono divertido que pareció molestarlo—. ¿Qué vas a mostrarme?

Abrió su mochila y sacó un sobre.

—¿Qué es eso? —lo tomé entre mis manos y lo abrí.

—Anoche, cuando me fuí, quería asegurarme de que mi mamá estuviera bien —suspiró antes de continuar—. No sé quien disparó, pero no le hizo daño a nadie. Lo que si hizo fue dejar este sobre en la entrada de mi casa.

Lo abrí y observé una foto de Milena, la madre de Ivan, y el papel al cual estaba adjunta la foto con una nota que decía:

« ya es hora de que cumplas con tu parte del trato. »

Fruncí el ceño mirando a Ivan.

—Imagino que no tienes ni idea de lo que pueda significar.

—No, lo único que sé es que va dirigida a mi papá.

—¿Él ya la vió? —negó con la cabeza.

—Yo la encontré, pero no supe como decirle. Y si va dirigida a él significa que debió hacer algo muy malo y por eso ahora lo están amenazando.

Sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal. La idea de que alguien pudiera estar amenazando a la familia de Ivan era aterradora. Además, si su padre estaba involucrado en algo tan oscuro, las cosas eran aún más complicadas.

—Hay que descubrir que clase de "trato" es éste —le devolví el sobre luego de guardar la foto y la nota adentro—. Oye, ¿estás bien?

Rocé su brazo con mis dedos.

—No quiero que le pase nada a mi mamá —musitó mirando a un punto fijo en el aire.

Una punzada invadió mi pecho, sentí el miedo en sus palabras. Con cautela me acerqué y rodeé su torso con mis brazos, descansando mis manos en su espalda para darle leves caricias.

Era la primera vez que lo abrazaba.

Mi cabeza se pegó a su pecho, pude sentir su corazón latir un poco más rápido de lo normal. Tardó en reaccionar, y cuando lo hizo correspondió el abrazo.

Cuando nos separamos observé su rostro, y a pesar de que su semblante seguía demostrando miedo y preocupación, sus ojos ahora tenían un brillo diferente.

¿Qué se supone que debo hacer ahora? Cada vez siento que estoy más lejos del objetivo.

Definitivamente no puedo hacer esto con la información que tengo, y tampoco puedo hacerlo sola.

Necesito ayuda.

𓆝 𓆟 𓆞 𓆝

Caminé al lado de Ivan de regreso a su casa. Los dos sin decir una sola palabra.

La tensión en el aire era casi que palpable, me negaba a decir una palabra porque tenía miedo de decir algo que le molestara. Y él parecía disfrutar del silencio en estos momentos. Observé su rostro concentrado en el camino preguntándome cuantas cosas estarán pasando por su mente en este momento.

La tortura del silencio finalizó cuando llegamos a casa. Me despedí del pelinegro y subí a mi habitación directamente sabiendo que no habría nadie en casa.

Ni siquiera tenía apetito. Desde la mañana tenía una sensación extraña instalada en mi pecho. Como un mal presentimiento.

Ignoré los pensamientos negativos que no hacían más que darme dolores de cabeza y abrí los archivos en mi computador para volver a revisarlos.

Me había tomado la libertad de hacer una copilación de todas las pistas, sucesos o sospechosos que pudieran llevarme al asesino. Aunque ahora que mi cerebro lo piensa, tal vez esté más cerca de lo que pienso.

El padre de Ivan es una opción que no descarto, pero sería irónico que estuviera amenazándose a sí mismo. A menos que esto se trate de alguien más que quiere confrontarlo.

Todo me indica que la única forma de saber qué tan peligroso es y si tuvo algo que ver con la muerte de los accionistas es revisando sus movimientos. Sus contratos o todo lo que tenga que ver con las actividades ilícitas que "supuestamente" realizan en la compañía.

Eso era algo que me limitaba, porque a pesar de que mi padre trabajaba ahí, revisé incontables veces su oficina y no encontré nada que me sirviera.

Suspiré revisando de reojo las fotos de las víctimas y sospechos, información valiosa que Diego había robado para darmela a mí.

Diego.

Tal vez el pueda ayudarme.

Busqué mi teléfono pero antes de apretar el botón para llamar una alerta se encendió en mi cabeza.

¿No sería peligroso que él supiera acerca de la amenaza que recibió Carlos? Él no confía en Ivan ni en su familia, sería capaz de acusarlos inmediatamente y, ahora que lo pienso,  creo que ya me había dicho todo lo relevante.

Me parece que debo hacer esto sin su ayuda esta vez.

Pero insisto en que no puedo hacerlo sola.

Estiré con frustración el mechón blanco de mi cabello. No sé que hacer.

Deslicé el mouse mientras seguía viendo la pantalla.

Necesito llegar al fondo de todo esto, ahora mísmo todos estamos en peligro.

¿Pero cómo lo haré? Necesito acercarme más.

¿Cómo hago eso? ¿Cómo puedo acercarme a él sin levantar sospechas?

—¡Kiara! —una voz masculina llamó mi atención, dejé lo que estaba haciendo y me asomé por la ventana observándolo en mi patio—. ¿Podemos hablar?

Pero claro, a través de Ivan.

A través de su hijo.

Bajé hasta el primer piso para recibirlo.

—Tengo una idea —fue lo primero que dijo al entrar.

—Te escucho —lo observé expectante.

—Mejor vamos a tu pieza —asentí volviendo a mi habitación, él siguiendome.

Dejé que él se sentara en la silla del escritorio y yo me senté en la cama. Crucé mis piernas en forma de indio, coloqué mis manos a los lados de mis mejillas y esperé atentamente a que hablara.

—Hay algo que quiero pedirte antes —miró sus manos inquietas—. Quiero que me cuentes todo lo que no sé. No quiero que mientas, Kiara.

Asentí levemente después de pensarlo y le conté acerca de todo lo que había estado investigando con ayuda de Diego. El pelinegro no pudo evitar disgustarse cada vez que lo mencionaba.

Estos dos traen algo más, no es normal que se odien porque sí, debe haber una razón.

¿Cuál es esa razón?

¡Basta Kie! Un caso a la vez, después averiguas eso.

Sacudí la cabeza desviando esos pensamientos y esta vez dejé que el pelinegro hablara.

Había una mezcla de confusión y rabia en su rostro, imagino que no debe ser fácil enterarte de que tu padre está siendo parte de crímenes o acciones ilícitas.

—Yo... —se aclaró la garganta antes de continuar—. Si querés averiguar si la compañía está involucrada en todas estas cosas, la única manera es accediendo a los archivos —dijo finalmente.

—¿Qué archivos? —pregunté.

—Los archivos internos de la compañía. Hasta donde yo sé contienen todos los detalles sobre los negocios, los movimientos de dinero y otras cosas que podrían confirmar si la empresa está involucrada en actividades ilegales —explicó.

—¿Creés que esos archivos revelarán algo sobre el trato del que hablaba la carta?

—Es muy probable —dijo mirando el monitor.

—¿Y cómo se supone que vamos a hacer eso, Ivan?

Lo miré expectante, frunció los labios mientras pensaba en qué decir.

—No será fácil. La oficina principal de la compañía está bien protegida, y los archivos más sensibles probablemente estén encriptados o bajo llave. Pero tengo una idea... —su voz bajaba a medida que hablaba.

—Deja de hacerte el misterioso, flaco —hablé ansiosa—. ¿Cuál es tu idea? —pregunté, inclinándome hacia él.

—Tal vez en la oficina de él, que es donde guarda los documentos más importantes. Podría encontrar lo que necesitamos.

—¿Y cómo pensas hacer eso? —volví a hablar—. Hasta donde sé no te llevas con tu viejo.

—Solo debo esperar a que se duerma y ya está. Nunca en mi vida he entrado a esa oficina, no le gusta que nadie lo haga. Por lo que dudo que esté en sus planes que yo entre a escondidas.

Asentí, reconociendo el riesgo. Sabía que esto no iba a ser fácil, pero era nuestra mejor oportunidad para desentrañar los secretos que nos rodeaban.

𓆝 𓆟 𓆞 𓆝

Viernes 12 abril, 2019.
(2:19 AM)

Abrí los ojos lentamente cuando escuché el sonido de mi teléfono. Contesté sin molestarme en mirar quién había llamado.

—¿Hola? ¿Quién sos y qué mierda querés? —hablé mientras refregaba mis ojos con el dorso de mi mano.

—Soy Ivan, pelotuda. Vení que tengo que mostrarte algo, te espero afuera —y sin dejarme decir algo más, cortó la llamada.

Bufé tirando el celu a la mierda y me despojé de las sábanas que me cubrían.

Até mi cabello desprolijamente y me coloqué una remera más grande que yo. Con cuidado de no despertar a nadie bajé las escaleras y deslicé la puerta que daba al patio para salir a éste.

Como había dicho, Ivan estaba ahí, esperándome.

—¿Qué es tan importante como para que me levantes a las dos de la mañana? —golpeé su brazo cuando estuve cerca—. ¿Sabes cuánto me costó dormirme? Hijo de puta.

Una risita sarcástica salió de sus labios y saltó la cerca regresando a su casa.

—¿No venís? —preguntó al darse cuenta que me había quedado en mi lugar.

—¿Yo? —me señalé, él asintió aburrido—. ¿Para qué o qué?

—Creo que se te olvidó todo lo que hablamos —bufó molesto y dio media vuelta.

Ah, ahora lo recuerdo.

—No te vayas... ¡ugh!—corrí hasta la cerca y apoyé mis manos en la parte de arriba, tomándo impulso antes de pasar al otro lado—. ¡Auch! —chillé de dolor cuando caí de culo al piso—. Oye, ¡esperame!

Lo seguí adentro y ámbos subimos a su habitación.

—¿Para qué me trajiste... —antes de alcanzara a terminar la pregunta su dedo índice se posó sobre mis labios y su ámplia mano sostuvo mi mentón.

—Shh —me calló—. No hagas mucho ruido.

Asentí apartandome de él y paseando mi vista por toda su habitación. La mayoría de ésta era monocromática, tenía una decoración simple y minimalista, justo como lo pensé.

Lo que más resaltaba de ella era el área en donde se encontraba su computadora, al lado habían unas repisas flotantes que contenían figuras de los avengers, y otros super héroes.

Parecían ser algo muy preciado para él ya que no había sacado a ninguna de la caja.

—Woah —solté viendo la cantidad de gorras absurda que habían a un lado de su cama—. Sos un enfermo —acusé cuando ví la puerta abierta de su closet, en donde habían más de ellas.

—Sí, puede ser —se encogió de hombros y caminó hasta tirarse sobre la silla gamer y dar una vuelta en ésta antes de posicionarse frente a su computadora—. Encontré algo, que capaz te interese.

Al instante mi cerebro se llenó de preguntas, que fueron respondidas al acercárme a él y ver los documentos esparcidos en el escritorio.

—¿Qué es esto? —consulté confundida por lo que mis ojos observaban.

Lo miré esperando su explicación.

Un suspiro largo brotó de sus labios antes de comenzar a hablar.

—Encontré algunas cosas no tan importantes, y otras como ésta —dijo, mostrándome un documento—. Creo que podría responder varias de tus preguntas.

Era un contrato, detallando un acuerdo entre la G.E.A. y una entidad desconocida. Lo que más me sorprendió fue el lenguaje del documento, lleno de cláusulas que parecía revelar la naturaleza real de los acuerdos comerciales de la empresa, los pagos no documentados, las operaciones encubiertas, y las prácticas de cumplimiento que están diseñadas para evadir la ley.

Es demasiada información que procesar. Pero nos confirma que la G.E.A. si estaba haciendo ilegalidades todo este tiempo.

—Mirá esto —dijo Ivan, señalando una sección del contrato—. Hay una cláusula aquí que menciona una "compensación especial" para cumplir con ciertos términos.

—¿Qué tipo de compensación? —pregunté, inclinándome para ver mejor.

—No lo dice, pero hay una referencia a otro documento. Tal vez ese otro documento tenga más información —respondió.

Sabíamos que necesitábamos encontrar ese otro documento, pero también que cada paso nos llevaba más cerca del peligro.

Ahora que no tengo sospechas de nada acerca de la compañía mi preocupación es el doble. No solo significa que los que socios de ahí sean unos criminales, sino que mi papá no sabe en la clase de lugar en la que está trabajando.

Y como él, deben haber muchos que no conozcan la verdadera G.E.A.

—Lo vamos a lograr, Holmes —sonrió dándome ánimos.

—Más vale —le devolví la sonrisa preguntándome internamente cómo es que no parecía realmente afectado por lo que acababa de descubrir.

Tal vez está tan acostumbrado a las mentiras que ya nada le sorprende.

Hay mucho de Ivan que no sé y quiero saber.

Suspiré y coloqué una de mis manos en su hombro, apretándolo levemente.

Ivan es mi cómplice en esta locura.

« Kiara Holmes y Ivan Watson tienen poco tiempo para resolver el misterio de los asesinatos que se han producido en la ciudad de Buenos Aires. Si no atrapan al asesino, las próximas víctimas serán ellos. »

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