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O18 | preocupación

Capítulo XVIII. Nadie está a salvo.

kiara's pov ❜

La tarde estaba cayendo lentamente cuando llegamos al cine, el cielo teñido de naranjas y rosados creaba un ambiente tranquilo.

Al entrar al cine, el bullicio típico del lugar nos recibió. Parejas y grupos de amigos conversaban animadamente, el rico olor de los pochoclos recién hechos llenaba el aire. Diego y yo elegimos una película de acción que había salido recientemente, algo lo suficientemente emocionante como para mantenernos despiertos y al mismo tiempo entretenidos.

—Voy a comprar los pochoclos, ¿vos querés algo más? —preguntó Diego mientras nos acercábamos a la fila.

—No, eso está bien —respondí, observando a la gente alrededor.

Aproveché ese pequeño momento para ir al baño antes de entrar a la sala.

Caminé entre la masa de gente y me detuve algunos metros antes de llegar al baño, vi a Martina discutiendo con un chico, aunque no pude observar su rostro debido a que se encontraba de espaldas podía asegurar que se trataba de Ivan.

Mi ceño se frunció levemente y decidí acercarme.

—Hola —saludé, la chica dejo de hablar al verme y sonrió.

—¡Kie! —me abrazó—. ¿Qué haces por acá?

—Vine a ver una película —le devolví el abrazo—. Creo que debe estar por comenzar.

—¿Viniste sola? —preguntó Ivan.

—No, Diego me está esperando —hablé sin mirarlo ya que justo había recibido un mensaje de mi amigo. Le respondí rápido y guardé el celu de vuelta—. ¿Y ustedes?

—Estabamos comprando el regalo de mi hermana —me enseñó la bolsa de compra en su mano—. Pero ya nos íbamos...

—No —Ivan la interrumpió—. Ahora vamos a ver una película, ¿te acordás?

Martina lo miró a él y luego a mi, algo confundida.

—Eh... sí... justo estabamos discutiéndo porque no sabemos cuál ver —dijo mientras veía a Ivan de reojo.

—Pueden ver la mísma que nosotros si quieren —propuse.

—No es mala, eh —asintió Ivan y ella pareció estar de acuerdo.

Afuera de la entrada estaba Diego esperándome con una bandeja que tenía los pochoclos y las bebidas.

Cuando nuestras miradas conectaron sonrió, pero cuando vió a las personas que venían detrás de mi su cara cambió.

—Regresé —hablé cuando estuve cerca.

—Y acompañada, por lo que veo —levantó las cejas.

—Martina y Ivan nos van a acompañar, ellos también venían al cine.

—Que casualidad —mordió su labio inferior mientras veía a Ivan.

—Vamos a comprar para nosotros —Martina tomó a Ivan del brazo y fueron a comprar los pochoclos.

—Oye... ¿te molesta? —pregunté bajito cuando nos quedamos solos.

—No me molesta que alguien nos acompañe. Me molesta que justo sea él quien lo haga —fruncí el ceño.

—No te cae bien Ivan, ¿por qué? —indagué.

—No es importante —negó con la cabeza.

—Bueno —asentí no tan convencida y le quité la bandeja de las manos—. ¿Vamos?

—Sí.

Entramos a la oscura sala en donde ya se estaba reproduciendo la película. Buscamos nuestros asientos y cada uno tomó su bebida.

Poco después llegaron Ivan y Martina.

Ivan se sentó a mi derecha y martina en el puesto siguiente, yo quedé en medio de él y Diego.

—¿Todo bien? —pregunté para que solo él escuchara.

—Sí, todo bien —observé cómo acomodaba nerviosamente su cabello.

—¿Seguro? —antes de que preguntara algo más la mano de Diego me separó de Ivan—. ¿Qué? —pregunté mientras lo miraba.

—Presta atención a la película —ordenó.

Rodé los ojos y agarré un puñado de pochoclos para comerlos mientras mis ojos se concentraban en la pantalla gigante.

—¿Me das? —la voz de Ivan volvió a robarse mi atención. Yo tomé el bote de pochoclos que tenía y le extendí—. Gracias —musitó.

—De nada —respondí de la misma manera—. ¿Qué pasó con tus pochoclos?

—Martina pidió dulces, y esos no me gustan —explicó.

—Podemos compartir —dejé los pochoclos en medio de ambos y él me dedicó una sonrisa antes de regresar su vista al frente.

De vez en cuando escuchaba comentarios de mis amigos, mientras que yo no hablaba. Estaba tan sumergida en la trama que no tenía nada para decir.

Sentí algo caer en mi cabello, llevé mi mano hasta la zona y lo tomé, observé en mi mano el pochoclo bañado en caramelo, miré a Diego y sonreí divertida repitiendo su acción.

—Pará flaca —dijo cuando le lancé varios a la vez—. Vamos a hacer un desastre —reí levemente.

Me preparé para tirarle algunos más, pero al final me retracté y volví a mi posición inicial.

𓆝 𓆟 𓆞 𓆝

La película pasó rápidamente, una sucesión de escenas de acción y explosiones que lograron distraerme momentáneamente. Sin embargo, al salir del cine, la tensión se instaló en el aire.

Fue Martina la primera en romper el incómodo silencio.

—Bueeeno, yo me voy a mi casa —habló mirando su teléfono—. Nos vemos después —sonrió y se despidió con la mano antes de salir.

—¿Nos vamos? —miré a Diego y asentí pero luego recordé que Ivan seguía con nosotros, mantenía un semblante serio.

—¿Te quedas o te vas con nosotros? —le dije al pelinegro.

—Voy con ustedes —sonrió mirándo a Diego al responder para luego comenzar a caminar, el antes mencionado se detuvo y me miró con seriedad. Sentí que tenía algo importante por decirme.

—¿Qué pasa?

—Kie, no confío en él —dijo finalmente, su voz cargada de preocupación.

—¿Por qué decís eso? —pregunté.

—Es un chabón raro, y parece obsesionado con vos. No me gusta cómo te sigue a todos lados, como si estuviera vigilándote —levanté las cejas al escucharlo.

—A ver, no exageres. Solo se preocupa por mí porque somos amigos —intenté razonar, aunque algo en mí sabía que había más—. ¿Es por eso que no te cae bien?

—No encuentro otra razón para que actúe así —insistió Diego—. No es normal.

Suspiré, sin saber qué más decir y me concentré en caminar, pero la duda ya se había instalado en mi mente.

Nos despedimos de Diego y continué con Ivan. El aire nocturno era fresco, y el sonido de nuestros pasos resonaba en las calles casi desiertas. Mientras caminaba, mi mente no dejaba de repasar la situación.

—¿En qué pensas? —escuché su voz.

—En nada... en nada importante —me corregí.

—No estoy seguro de eso —suspiré centrando mi atención en él.

—¿Por qué estás actuando así conmigo? —solté, sin poder contenerme más—. Si hay algo que te preocupe, podés hablar conmigo.

—Vos dijiste que no confiabas en mi.

—Eso no es cierto —fruncí el ceño—. Solo no te respondí cuando lo preguntaste.

—¿Y por qué no respondiste? —insistió.

—Porque no estoy segura de nada que tenga que ver con vos —agachó la cabeza levemente—. No estoy diciendo que crea que eres una mala persona, es solo que ocultas demasiado y esa es mi preocupación —expliqué—. Podés hablarme cada que lo necesites, somos amigos, ¿no?

Ivan pareció dudar por un momento.

—Perdón —susurró—. Por actuar así, es que sentía que debía protegerte —dijo finalmente, su voz teñida de algo que no pude identificar.

—¿Protegerme de qué?

Antes de que Ivan pudiera responder, algo llamó mi atención. A lo lejos, vi a un hombre encapuchado parado en la esquina, mirándonos fijamente. No podía ver su rostro, primero por la oscuridad, y segundo porque había una máscara cubriendo parte de él.

Lentamente comenzó a caminar hacia nosotros. Un escalofrío recorrió mi espalda.

—Vámonos de aquí —le dije al pelinegro, tomando su mano y llevándolo a una calle opuesta.

Nos adentramos en un laberinto de callejones, mi corazón latiendo con fuerza. Llegamos a mi casa, y solo entonces me atreví a soltar a Ivan.

—Había alguien observándonos —dije, mi voz temblando ligeramente.

—No pasa nada, Kie —intentó calmarme.

—Sí, si pasa. Tenía una máscara.

Antes de que pudiéramos hablar más, el sonido de disparos rompió el silencio de la noche. Nos quedamos congelados por unos segundos antes de entrar.

—¿Qué fue eso? —pregunté, mi voz apenas un susurro.

—No lo sé —respondió Ivan obligándome a alejarme de la puerta.

Los disparos continuaron, cinco en total.

Dentro de la casa, nos sentamos en el sofá, ambos tratando de procesar lo que había ocurrido.

—¡Kie! —Cassie bajó por las escaleras. Lucas corriendo detrás de ella y ambos se lanzaron a mi—. ¿Qué fue ese ruido?

—¿Por qué llegas tan tarde? Tenía mucho miedo —habló Lucas abrazándome por el brazo.

—¿Mamá y Papá? —pregunté.

—Dijeron que saldrían a cenar —respondió la ojiazul mirando de reojo a mi acompañante.

—¿Estaban solos? —esta vez Ivan habló.

—No, pero Kira está durmiendo ahora —dijo Lucas.

Suspiré y los llevé arriba. Intentando convencerlos de que no había pasado nada para que así regresaran a la cama.

Una vez me aseguré de que mis hermanos estuvieran dormidos, regresé   solo para darme cuenta de que Ivan ya no estaba.

¿Se fue sin avisar?

Me quedé en silencio y me rendí tirandome sobre el sillón. Mi mente no podía dejar de pensar en la creciente serie de eventos extraños que nos rodeaban.

La noche avanzaba, y con ella, el peso de las incógnitas se hacía cada vez más insoportable. Sabía que debía actuar, que necesitaba descubrir la verdad detrás de todo esto antes de que fuera demasiado tarde.

¿Cómo se supone que voy a hacer eso?

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