Lo correcto
Eran las 03:30 de la mañana, estaba oscuro y no había nadie despierto, solo una pareja de perritos que se abrazaban como despedida.
Mike.exe: No te tardes.
Mikellino: Tranquilo, estaré bien, tú no te separes de Dálmata.
Mike.exe: Pero está dormida.
Se quejó mirando a la nombrada recostada en el sillón, se había desvelado jugando con el exe y esas eran las consecuencias.
Mikellino: No cuenta como excusa, además, tú fuiste el que la mantuvo despierta, está cansada y tú también deberías dormir.
Mike.exe: No me siento cansado.
Mikellino: Creí que estabas enfermo.
Mike.exe: Tu presencia me mantiene de pie, la poca energía que tienes es suficiente por ahora.
Mikellino: Entonces... Si me voy...
Mike.exe: No me pasará nada, puedo aguantar una o dos horas sin una fuente de poder.
Mikellino: Está bien, seré rápido, no hagas mucho esfuerzo, iré a esperar a Trollino.
Mike.exe: Está por llegar, lleva la estrella con él, siento su esencia.
Mikellino: ¿Por eso estás tan energético?
Mike.exe: En parte.
Mikellino: Bueno, igual descansa, vuelvo en unos minutos.
Le dio un corto beso en los labios para salir, no sabían cuando pasó, pero ahora se trataban como una pareja, aunque eso no quitaba que el menor tuviera sus dudas.
Tocó sus labios pensando en la agradable sensación que sus besos le brindaban últimamente, sonrió levemente y se recostó en el otro sofá, dormir un poco no le traería consecuencias.
El más alto iba corriendo a su punto de encuentro, cerca del único portal de ahí, un espejo a mitad del pueblo.
Antes de llegar se frenó de repente, podía distinguir el aroma reciente de más personas ¿Quién estaría despierto a esas horas? Sacudió su cabeza para seguir con su camino.
Distinguió la silueta del de corona a lo lejos, le sorprendía su puntualidad, pues aún faltaban unos minutos, luego recordó que de cierta manera amenazó la vida del exe en la carta, eso explicaría todo.
Mikellino: ¡Trollino!
Llamó su atención y este lo vio sorprendido, aunque no entendía la razón.
Trolli: Mikellino ¿Cómo has estado? Siento lo que pasó la última vez, no debimos ponernos en tu contra.
Mikellino: No te preocupes, hacías lo correcto.
Trolli: Supongo...
Mikellino: ¿Trajiste lo que te pedí?
Trolli: ¿Eh? Oh ¿La estrella?
La sacó de su bolsillo viendo como la fusión se acercaba para tomarla, o eso intentaba cuando el de chaleco lo detuvo.
Trolli: No tan rápido, primero quiero saber para qué la quieres.
Mikellino: Esto no es un juego Trollino.
Habló serio y sacó su espada de diamante.
Mikellino: Dámela o tendré que arrebatartela.
Trolli: Sea lo que sea no puede ser tan grave, y recuerda que esta cosa es peligrosa, no te la puedo dar tan fácil.
Mikellino: Entonces sígueme.
Lo tomó del brazo siendo empujado de inmediato, el comportamiento del humano le parecía extraño y comenzaba a frustrarlo.
Trolli: Estás actuando muy extraño, no quisiste seguirme la plática y solo quieres irte, no creo que siquiera te interese mi presencia.
Mikellino: De interesarme no te habría hecho venir hasta acá, tienes razón, mi única prioridad es llevarme la estrella lo antes posible, no tengo todo el día.
Trolli: Entonces responderás todas mis preguntas.
Un gruñido salió de los labios de la fusión.
Mikellino: No tengo tiempo.
Trolli: ¿Qué puede ser tan importante que no puedas esperar ni un minuto más?
La pregunta y el tono que uso fue todo lo que necesitaba para acabar con la poca paciencia del más alto.
Mikellino: ¡Dámela! ¡Si no se la doy morirá!
El humano lo vio incrédulo.
Trolli: ¿A-a qué te refieres?
Mikellino: ... Mike.exe está muy grave, podría morir en cualquier momento si no le llevo la estrella.
Trolli: No te creo.
Mikellino: No me interesa, si quieres ven a verlo por ti mismo, no miento.
Trolli: ¿Cómo sabré que no es una trampa?
Mikellino: Está bien, tú ganas, hice algo de lo que me arrepiento y a la vez no, te lo diré todo si vienes conmigo, no tenemos mucho tiempo.
Trolli: No le pasará nada si espera unos minutos.
Eso era una mentira, pero no podía ni quería gastar tiempo en explicaciones.
Mikellino: Te lo repetiré una vez más, si no vamos ahora él morirá.
Trolli: Demuestralo.
Mikellino: ¡Ya me harté!
Se lanzó a atacarlo, se agarraron a golpes en el suelo despertando a algunos habitantes, aunque eso no les importó.
Apenas pasaron unos minutos cuando la fusión pateó el estómago de su contrincante empujandole a un muro cercano, tomó la estrella y se alejó de ahí, estaba muy ansioso por ver el rostro de felicidad de su amado.
Trolli: ¡Espera, Mikellino!
De alguna manera había obtenido las fuerzas suficientes para detenerlo a unos metros de la casa.
Mikellino: Perdón por golpearte, pero esto es más importante.
Estuvo a punto de suspirar aliviado al ver su hogar enfrente, esa tranquilidad se fue al ver destellos de adentro y escuchar gruñidos.
No lo pensó y corrió a ver qué pasaba dentro, rogando porque solo fuera una falsa alarma.
La puerta estaba cerrada y no le abrían por más que tocara, por lo que la empujó tirándola de un golpe, miró a todos lados poniéndose a la defensiva al ver la escena.
Habían varios sujetos encapuchados rodeando y sujetando a su exe, otros lo amenazaban a él, en la esquina de la habitación vio a Dálmata inconsciente, se podía ver que había dado pelea.
Mikellino: ¿¡Quiénes son!? ¡Váyanse de aquí!
Mike.exe: ¡Mikellino!
Su ira aumentó al ver cómo sujetaban al menor, agarrándolo de las patas para amarrarlo y amordazarlo.
Mikellino: ¡Sueltenlo!
Antes de avanzar fue detenido por detrás, volteó viendo la mirada azulada de Trollino.
Trolli: Son más que tú, no tiene caso pelear.
No tardó en atar cabos.
Mikellino: Tú... Eres... ¡Eres un traidor! ¿¡Quienes son ellos!? ¡Creí que me apoyarias!
Lo empujó, las personas detuvieron su caída y lo ayudaron a ponerse de pie.
Trolli: Es por el bien de Mike.exe.
Mikellino: ¡Lo van a matar!
Trolli: Lo estamos salvando.
Mike.exe: ¡Mmm! Mgh...
El trapo en su boca le impedía hablar, aún así no dejaba de moverse.
Mikellino: ¡Dejenlo en paz!
Forcejeaba inútilmente mientras era atado a una silla.
Mikellino: ¡Son unos cobardes! ¡Ni siquiera se atreven a mostrar sus caras!
Todos se miraron asintiendo y quitándose las capuchas, entre ellos distinguió a varios exes, incluyendo al de la última vez.
Mikellino: ¡Voy a matarlos!
Mike: Mikellino, no entiendes, si dejamos a Mike.exe contigo vas a lastimarlo.
Mikellino: ¡Él no quiere irse!
Se removía angustiado viendo los ojos suplicantes del pequeño cachorro.
Mikellino: ¡No le hagan nada! ¡Debo salvarlo! Yo... Se lo prometí...
Sollozó.
¿Por qué no le creían?
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