One-shot: Mi musa
Confronté sus ojos, desgarré mi alma y abrí la boca, en desespero por conseguir lo que más deseaba, y escapar de aquel cegador dolor detrás de tanta desesperación.
— No hay nada más que odie en este mundo que tú, Hajime, y no me detendrás de hacer lo que haga
Esperé, tres. Dos. Uno. Finamente como un lápiz cruzó la extensa zona con delicadeza, sin esperar ni titubear, de una manera atenta a lo que buscaba, el sentimiento rosa del dolor en su fino rostro y sus ojos olivosos cegados por la emoción de la escena, dispuesta a mantenerse en su alma tras lo cometido, y las gotas que no dudaron en aparecer.
— ¿Por qué?
No respondí, me mantuve tajante al sentimiento de un querer inoportuno en la ocasión, sellé mis labios con el beso a mi bello dibujo rojo en su pecho, y dibujé nuevamente, esta obra maestra era lo más inspirador que he hecho en mi vida.
— ¡Dame una razón!
La histeria, apoderada de sus labios, se contrastaba con su voz quebrantada y sus juguetonas manos, de un lado a otro por su escondite, sin poder escapar y seguir mi paso atento, sin disposición para convidarle de mi vino carmesí.
— Te lo mereces, mi musa.
Aseguré mi pluma y otro trazo pasó por su lado izquierdo, encharcando mi zona de trabajo en el luego final con amor, para librarme de él y de todos aquí.
— ¡Enloqueciste!
— Sabes que te adoro, musa mía
Otro trazo, y le siguió otro después, con agilidad mi carboncillo se movía de un lado a otro en su pellejo, sin dejar un rastro de la blanquedad de su torso, y enseñándome dulcemente su pútrido interior de hombre a medio morir, sin esperanza que seguir o futuro que encontrar más allá de su rostro y el mío sobre él, sonriente, ensuciado por el horror que esperaba al parpadear de sus ojos verdes y hermosos.
— Musa mía, le falta algo a tu arte
— ¡Los otros de van a descubrir!
Otra vez silencio, me acerqué a su rostro y le sonreí de la manera más agradable que pude al sentir de su corazón latir, indisponiendo mi arte, e indisponiendo su milagro de inspiración. Mi lapicera fue directamente a su cabello, molesto, y de avellana procedencia.
Un fino trazo bajó desde su coronilla hasta el tabique, horror en su mirar al ver el artefacto causante de su belleza atentar contra su atributo más hermoso, y destruirlo lentamente, el temblor en sus pupilas y su boca bien abierta le dieron otro matiz a mi trabajo, y sin perder mi esfuerzo en embellecer a este hombre continué con el trazo, nariz, boca, mejillas y barbilla. Había terminado con él.
— Hasta mañana, mi amada musa.
Planté un beso en sus labios líquidos, me relamí con lujuria, le guiñé el ojo derecho, me levanté y me fui cerrando la puerta tras de mí, no volví a revivir su voz tras aquello, porque ahora estaba muerto.
A/N
Esto hace parte del especial por mi cumpleaños ♥
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