Después de que todos los entrevistadores, gente importante, ministros se fueron de nuestra casa, yo sabia lo que me esperaba.

-¿Que te he dicho sobre  poner las manos enfrente?¿sabes lo terrible que se ve tu traje?-mi padre comenzó a regañarme con una voz tan fría y sombría, que solo los polos se le comparan-

-Lo siento mucho padre-dije con voz nerviosa, solo tengo cinco años, pero desde que tengo memoria mi padre a sido una persona extremadamente estricto, exigente, y mi madre...

-No le reclames al niño, solo debes...-aquí viene lo que me temía, mi madre saco su varita, una varita delgada negra con un mango plateado y un botón blanco con bordes dorados-tomar su brazo con delicadeza y decir con cariño  minor marcam- sentí como mi brazo comenzaba a sentir un dolor insoportable, era como si mi sangre estuviera hirviendo debajo de mi piel 

-Madre, por favor, prometo hacerlo mejor -el dolor era insoportable, comencé a llorar, mi voz se quebraba conforme yo hablaba, la mirada de mi madre era fría y sádica una sonrisa se dibujo en su rostro.

-Eres tan patético, no mereces llevar el apellido Cortes, eres una vergüenza, espero que seas un squib y así podre matarte de una vez por todas - me soltó el brazo, al instante me tire al suelo adolorido, pero no tuve oportunidad ni de recuperar el aire, porque al instante mi padre hablo.

-Levántate de una buena vez, agradece que fue esa mujer la que castigo, de lo contrario yo habría usado el crucio en ti -asentí con la cabeza y salí corriendo a mi habitación , era un complicado lidiar  mis padres, siempre que cometo un error, sufro demasiado con sus castigos, por lo que debo hacer un esfuerzo mas grande si quiero que se sientan orgullosos de mi.