Freya.

—Freya abre la puerta.

No podía dejar de llorar, me había metido a la bañera abrazando mis piernas.

—No puedo  Nana, ¿Qué voy hacer? Es que no puede pasarme esto, necesito mucho el trabajo.

—Abre.

Me levante arrastrando los pies para abrir la puerta, pasa de largo y mira con atención la prueba de embarazo en el lavabo.

—Diablos ¿Alguna idea del padre?

—No se ni su nombre—lloro con más fuerza — fue la vez que fuimos a Moscú.

—¿LA FIESTA DE SERGEI?

—No me grites tonta, estoy segura que usamos preservativo —el hipido  me empezó — al menos la mayoría de las veces.

—¿La mayoría? ¿desde que horas te desapareciste?

—No se, solo se que un tipo guapo  asiático y de una sonrisa devastadora me comenzó a sacar conversación, yo tenía más de un año sin nada, el sujeto era mi tipo totalmente y pues…

—¿Asiático? Espera —se empezó a morder las uñas — ¿Tenia de causalidad una cicatriz en la barbilla?

—Si.

—Olvídate del padre de ese bebé, ya veremos como lo resolvemos.

—¿Por qué? ¿Quién es el? —Solo negó —mierda Nana ¿A dónde demonios me llevaste?