Freya.

Había podido esconder mi embarazo en el trabajo, mientras ahorro lo suficiente para conseguir otro, aunque ninguno es tan bien pagado como es trabajar de mesera aquí, pero debes de lucir apetecible, y una embarazada no entra en los requisitos, Nana trabaja como bailarina y ella gana el doble que yo, por lo que me invito a vivir con ella y ahorrarme el alquiler de mi departamento.

Pero es cuestión de nada de que se den cuenta aquí, el uniforme ya no lo puedo hacer más holgado.

—Me duelen los pies —me siento en los vestidores, viendo como Nana se prepara para salir —un tipo intento tocarme el culo hoy.

—¿Lo saco Jerry?

—Si, y de paso me invito a salir, pero no creo que quiera salir con una embarazada de cuatro meses.

—Más bien, dudo que tu quieras salir con Jerry, ese tipo me da miedo.

Me río, es verdad que Jerry intimida porque es su trabajo hacerlo, pero en realidad es un buen tipo, solo que no me atrae mas que como amigo.

—Mañana iré a una cafetería a una entrevista de trabajo, el sueldo es menor que aquí, pero el horario es menor agotador y creo que no tendrán problemas si soy madre soltera.

—¿Soltera? —se acerca y me toca el vientre — ¿y todos nuestros años juntas? Este ya es nuestro bebé, seré un padre fabuloso —sonrió y la empujó —igual no estas sola, lo sabes.

—Gracias Nana.

—¿Embarazada?

Ambas volteamos a ver a nuestro jefe en la puerta, el color se me fue, se me acerco y me tomó del brazo para alzarme.

—¿Y cuando ibas a decirlo? —me arrastro fuera de los vestidores —el puto lío en que me hubieras metido si te pasa algo.

—¡Sasha, suéltala! —Nana venía corriendo detrás de nosotros —le haces daño.

Me saco por la puerta de servicio y me arrojo contra la pared.

—Es mejor que no vuelva a ver tu culo por aquí o si no…

Un disparo me sobresalto, la sangre de Sasha lleno mi uniforme, Nana miro como caía con lentitud nuestro jefe,  mire el humo del cigarrillo que provenía del asesino de Sasha, guardo su pistola con tranquilidad, en lo que se acercaba a mi, me alzó en brazos y miro a unos tipos que venían con él.

—Limpien todo, nadie amenaza y mucho menos toca lo que es mío —trague saliva al reconocerlo —tenemos mucho que hablar tu y yo.

Todo esto es culpa de los malditos libros que he estado leyendo TwT.