44
Después del incidente en el canal de televisión, Elian no habló mucho durante la cena y, luego de un baño, se encerró en su cuarto. Naomi le dio espacio, aunque no podía estar tranquila. Quería dejarle en claro que jamás había tenido la intención de lastimarlo, además de confesarle cuáles eran sus sentimientos hacia él. Esperaba que de esa manera todo se solucionara.
El reloj iba marcando los minutos que pasaban en plena noche. Naomi seguía despierta, sin poder conciliar el sueño. Por más que había tomado la decisión de confesarse, no podía dejar de preguntarse cuál iba a ser la respuesta de Elian. ¿Sus sentimientos serían los mismos? O con tanto revuelo ¿ya no sentiría nada especial? Esperaba que no, si no, se arrepentiría de por vida por haber tardado tanto en darse cuenta que él la había amado con sinceridad desde el primer día que se lo dijo. Al principio, de manera sutil, aquella noche en el circo, al decirle que era muy importante para su vida. Luego, comportándose de manera extraña y hasta distante cada vez que Gianluca se hacía presente. Todos habían sido pequeños indicios, y el miedo, o tal vez la inseguridad con la que vivía, no se lo permitieron ver con claridad.
Admitía que se había comportado de manera egoísta y que se había olvidado que también deseaba lo mejor para Elian, y hasta le había comprado un regalo para demostrarle el cariño especial que sentía. No podía olvidarse de que aquel día había sido feliz por tener, al fin, la valentía de expresar sus sentimientos.
Era de madrugada cuando se sentó en la cama, decidida a dar el primer paso. Abrió el cajón de su mesa de noche para sacar el regalo. Lo observó con atención y se puso a pensar en todas las cosas que habían sucedido desde el día en que había decidido comprarlo. El pequeño paquete estaba intacto, pero lamentablemente se había ido alejando de su verdadero destino.
Se puso de pie y salió directo hacia el otro cuarto con la esperanza de que el presente no hubiera cambiado su destino, y esperaba que fuera bien recibido.
La puerta estaba entreabierta. Se asomó con cuidado y, para su suerte, Elian también estaba despierto en plena madrugada. Respiró hondo para calmar su corazón que latía nervioso, pero, si realmente quería ser feliz, tenía que seguir adelante.
Corrió un poco la puerta e ingresó ante la mirada de sorpresa de Elian.
—¿Molesto? —Naomi se animó a preguntar antes de seguir avanzando.
—No, pasa.
—Gracias. —Entró con la mano en el bolsillo, jugando con la cajita del regalo que llevaba escondido.
—¿Sucede algo? —quiso saber por su extraño comportamiento.
—Solo quería saber cómo te sientes.
—Estoy bien.
—Creo que me estás mintiendo. —Se acercó con cuidado—. Pero ya sé cómo arreglar mi error. —Elian la miró, sin saber si era bueno sonreír o no por su comentario. Le había parecido simpático su gesto y no podía resistirse por regalarle una sonrisa—. ¿Puedes cerrar los ojos por un momento?
—¿Por qué? —La miró más confundido.
—Porque sí, y extiende tu mano —respondió esperando que Elian no le arruinara el plan.
—Bueno. —No estaba muy seguro de lo que Naomi quería hacer—. ¿Me vas a dar un regalo? —se arriesgó a preguntar mientras extendía su mano como se lo había indicado.
—Es algo que te debo desde hace tiempo. —Con cuidado le colocó el pequeño paquete sobre la palma de la mano—. Y hoy llegó el momento para que te lo dé. Espero te guste.
Elian abrió los ojos y se encontró con el pequeño paquete sobre su mano. Lo miró con atención y luego levantó su vista hacia Naomi.
—No tienes por qué darme un regalo —respondió mientras, con cuidado, desataba el moño del envoltorio.
—Sé que tal vez esperas algo más, pero me gustó la idea para agradecerte en parte lo que hiciste por mí y... también quiero enmendar los errores que cometí contigo.
Se animó a sentarse a su lado. Elian había quedado sorprendido por lo que había dentro de la pequeña caja. Los dos colgantes estaban al descubierto y brillaban en su sencillez.
—Son muy bonitos. —Se sonrió y sacó el colgante que llevaba la clave de sol. Le había llamado mucho la atención su diseño y le encantaba.
—Qué bueno que te guste, porque quiero que lo lleves contigo para que pueda acompañarte donde quieras que estés. —Naomi pasó a explicarle cuál era la idea principal del regalo.
—¿Me parece a mí o hablas como si nos fuéramos a separar? —preguntó con miedo.
—Si tengo que ser sincera, no sé qué es lo que pasará con nosotros cuando el viaje termine —habló preocupada—. Por eso quiero que uses este colgante, por si no tomamos el mismo camino, mientras que yo usaré este para sentirme cerca tuyo —agregó tomando el otro collar para ponerlo a la par del que Elian tenía en su mano.
—¿Acaso ya tomaste una decisión? —La miró a los ojos con su angustia.
—Después de pensarlo mucho, decidí que quiero regresar al Circo para hacer una última función y despedirme de todos los que me dieron la oportunidad de cumplir mis sueños. —Al hablar, sintió que un nudo se le formaba en la garganta—. Después regresaré a Italia no solo para trabajar en los proyectos que comencé a forjar aquí, sino también para compartir tiempo con Gioia.
—Lo que decidiste me parece bien. —Le dedicó una pequeña sonrisa, pero con melancolía. Sin importar las consecuencias que traería, la apoyaría por verla feliz. Desde siempre supo que nunca sería egoísta con ella.
—Sí, no es una mala idea, pero... yo no quiero separarme de ti —se animó a decir, tomando por sorpresa a Elian—. Aunque no lo demuestre, y haya parecido que prefería a Gianluca antes que a ti, quiero que sepas que te convertiste en alguien muy importante para mí, y no podría tenerte lejos. —Mantuvo su mirada fija en él para mostrar su sinceridad.
—Pero no tenemos por qué separarnos si no quieres. Yo te acompañaré a donde vayas —Elian la interrumpió. Necesitaba saber que Naomi entendía que tampoco podía vivir lejos de ella.
—No. Tú tienes una vida y no puedes seguir sacrificándote por seguirme. Ya hiciste demasiado...—Por más que le encantaba saber que Elian la seguiría acompañando, no quería que continuara alejándose de sus proyectos solo por estar con ella.
—¿Cuándo vas a entender que para mí no es ningún sacrificio? —la interrumpió —. Lo hago de corazón y también porque te amo. Yo no tendría problema de comenzar una nueva vida en este país si me lo pidieras.
Naomi se quedó sin palabras. No se esperaba que, a pesar de todas las trabas que habían aparecido en ese tiempo, no habían cambiado los sentimientos de Elian. Se alegraba mucho de escucharlo y saber que era muy sincero con el amor que sentía por ella. Se sonrió sin poder decir nada, solo lo miró a los ojos y en un impulso se animó a darle un beso de sorpresa en los labios. Ya no lo dudaba más y mucho menos tenía miedo de demostrar lo que guardaba dentro de ella. Lo amaba y deseaba estar a su lado para siempre y compartir todo lo que la vida se encargaría de darles.
La sorpresa de Elian fue enorme. La reacción de Naomi no se la había esperado. Sin embargo, cuando sintió cómo sus cálidos labios se unían a los de ella, se relajó, su alegría fue inmensa y, con cuidado, llevó su mano a la mejilla de Naomi para hacer el beso más sentido, y así demostrarle cómo su corazón rebosaba de alegría al quitarse su peor miedo.
El pequeño beso se convirtió en uno apasionado, que dejó en claro las fuertes emociones que habían sido guardadas por tanto tiempo, sin saber exactamente qué harían con ellas cuando fueran liberadas. Ambos se amaban y ya no había más duda. Parecía mentira, pero no era un sueño ni mucho menos un deseo imposible. Finalmente, se convertían en una pareja después de tantas idas y venidas.
—Si tengo que ser sincera, desde la primera vez que te vi, me gustaste —dijo Naomi apenas se separó de los labios de Elian. Hablaba con una sonrisa, mientras mantenía sus ojos cerrados para sentir aún la calidez del beso—. Solo que no tuve el valor para decírtelo. Ni siquiera cuando me confesaste que me amabas. —Se separó un poco más y abrió sus ojos para mirarlo—. Perdón por la espera y por hacerte sentir mal por mi cobardía y mis malas decisiones. No fue mi intención...
—Descuida, lo importante es que llegó el día tan esperado, y me has dado una respuesta que me hace más que feliz. —Le robó un pequeño beso.
—Te amo, Elian —con mucha seguridad se confesó fuerte y segura.
—¡Eres muy linda! —Una sonrisa amplia se le dibujó, anonadado por lo que había escuchado—. Desde ahora usaré esta cadenita para recordar este momento tan hermoso. —Pasó a colocarse el colgante con entusiasmo.
—Yo haré lo mismo. —Naomi se colocó la suya y enseguida le dio un abrazo a Elian, muy sentido—. Gracias por acompañarme en este viaje, que todavía no termina para ninguno de los dos —agregó con gracia.
—¿Por qué esa frase me suena tan familiar? —preguntó mientras se hacía el sorprendido.
—Porque aquella vez tenías toda la razón del mundo. Recién estamos comenzando a dar los primeros pasos.
—Pensar que cuando te lo dije casi me odiaste. —Soltó una risa divertida.
—Es que no entendía nada de lo que pasaba, y no me ayudabas mucho haciéndote el misterioso.
—Pero a que eso fue lo que te enamoró de mí.
—No te creas. —Sintió vergüenza al oírlo y agachó su mirada para que no la descubriera y tuviera que darle la razón de lo que le había gustado de él, porque no solamente había sido su lado reservado y su personalidad siempre activa y dispuesta a ayudar, sino que también fue su perseverancia por alcanzar sus metas. Era una persona muy sincera y hacía lo imposible para regalarle bienestar.
Al verlo tan sonriente y feliz, Naomi entendió lo que Amelie le había dicho cuando le aseguró que Elian se sentiría muy bien al ser correspondido. Los temores y las dudas que lo invadieron iban a desaparecer por completo. Naomi se lamentaba por no haberse dado cuenta antes, pero iba a quitarle importancia para disfrutar a pleno y recuperar el tiempo perdido.
Desde hacía mucho, tanto su corazón como el de Elian morían por estar juntos y vivir una hermosa aventura. Ahora que comenzaban a descubrirlo, se sentían más vivos que nunca, y ambos corazones latían con fuerza, ansiosos por experimentar muchas más emociones.
Con sutileza, Elian volvió a besar a Naomi, encantado por su mirada, y fue guiándola hasta recostarla sobre la cama, hasta que quedó por encima de ella. Con solo una expresión, ambos supieron que querían llegar a más, para demostrar que el amor que se tenían era demasiado fuerte para seguir ocultándolo. Naomi dejó que Elian recorriera su cuerpo, así como él también se lo permitió. Era una experiencia nueva para ella, y notaba como cada extremidad de su cuerpo reaccionaba a las caricias recibidas a medida que sus cuerpos quedaban descubiertos. Una sensación extraña la invadía, pero a la vez era placentera, y fue mucho mayor cuando en el punto máximo llegó a unirse a él. Se sintió en las nubes por tanto amor recibido y su corazón latió a mil, superfeliz. Tanto que nunca creyó que sería capaz de vivir algo parecido. Se alegraba mucho por ser capaz de amar a alguien y que ese amor fuera correspondido de una manera tan sincera y especial.
Naomi se acurrucó al lado de Elian y lo abrazó para seguir disfrutando de su cercanía, mientras cerraba los ojos, y no dejaba de sonreír por lo que había sucedido. Poco antes se había decidido a ir a entregar un pequeño regalo, y de golpe se había transformado en uno más grande y único. Parecía un sueño por lo perfecto que era, pero, para su suerte, era real y ya no tenía por qué ocultar sus sentimientos ni mucho menos sentir miedo de perder la alegría. Su héroe se había transformado en su novio, y no podía pedir nada más para ser feliz. Comprobaba que el amor verdadero existía y, finalmente, a sus veinte años lograba cicatrizar las heridas de su corazón; por mucho tiempo había pensado de manera equivocada, al creer que nunca la amarían con sinceridad.
—Elian, ¿me prometes algo? —preguntó en voz baja.
—Claro. —La miró con intriga mientras acariciaba su espalda.
—Cuando volvamos al Circo, hagamos juntos una última función.
—Por supuesto que así será.
—Demos lo mejor de nosotros. —Le dio un beso en la mejilla.
—Nunca me faltes, Naomi. —Se acurrucó más a ella y se relajó.
—Tú tampoco —respondió y buscó comodidad en la cercanía de Elian—. Una vida no me alcanzará para agradecerte lo que hiciste por mí —agregó cerrando los ojos para disfrutar del momento especial que estaba viviendo.
—Pienso lo mismo. Gracias a ti soy una persona diferente y he aprendido mucho sobre lo que una musa es capaz de hacer no solo con su hermosa voz, sino también con su forma de ser tan especial.
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