40
El entusiasmo, que durante la semana la mantuvo alejada de los problemas con Gianluca, fue desapareciendo lentamente a medida que se acercaba el nuevo programa del Show de las Estrellas. Por más que hubiera querido que el tiempo se detuviera para no llegar al momento del encuentro, sabía que no se cumpliría. ¿Cómo reaccionaría cuando se cruzaran? ¿Reinaría el silencio? ¿O los gritos serían parte del momento? No importaba si no recibía disculpas de su parte. Solo quería hablarle, saber cómo se encontraba y, sobre todo, demostrarle que realmente le importaba.
Ya estaba por llegar al pasillo que la llevaba al escenario cuando de golpe se detuvo al ver a Gianluca sentado con una mirada cabizbaja. Observaba un punto fijo como si nada le importara. Naomi sintió una punzada en el estómago. No sabía si era de nervios o de tristeza, pero, sin importarle la sensación, avanzó a pasos firmes y se arriesgó a saludarlo. Tenía la esperanza de que todo estuviera tranquilo.
—Hola, Gian —habló con suavidad—, ¿cómo estás?
Cuando Gianluca escuchó su voz, la miró de reojo sin contestarle. No iba a gastar palabras en ella. Se puso de pie enseguida. Iría a buscar otro lugar donde pudiera concentrarse para la presentación que se acercaba.
Con esa respuesta, Naomi se sintió terrible. Al parecer era cierto que ya no quería tener ninguna relación con ella. La amistad que se había formado con el transcurso del tiempo se había evaporado, o peor, jamás había existido.
Dolida por lo sucedido, se dirigió a cumplir con su trabajo.
A medida que el show avanzaba, los participantes lograban alcanzar las expectativas de los jueces, que ofrecían una devolución muy positiva a cada uno, además de colocar notas altas que no salían del ocho ni del nueve. El público presente también los felicitaba con fuertes aplausos y gritos de alegría. Los fans comenzaban a tomar más forma e invadían el estudio con carteles de aliento y saludos, lo que aumentaba la motivación de los chicos, que se sentían bien acompañados.
Esa noche Gianluca había decidido que lo pusieran al final, por lo que la ansiedad de Naomi crecía con cada segundo que pasaba. Necesitaba saber qué era lo que haría y cómo. Si sus ánimos estaban de nuevo pisoteados, la presentación sería un desastre como la vez anterior. Tenía que evitar que la vergüenza y la humillación se hicieran presente.
La voz de Isabella la hizo volver a la realidad. Presentaba a Gianluca con sus halagos de siempre, que cada vez parecían más exagerados. En cambio, él apenas le sonrió cuando entró y miró hacia el jurado, esquivando a Naomi.
Para sorpresas de todos, Gianluca no había querido esperar el saludo del jurado y mucho menos el permiso para comenzar a cantar, de esa manera evitaba cruzar palabras con Naomi. Todavía no se sentía fuerte para enfrentarla luego de la pelea que habían tenido en el departamento. Creía que lo mejor era ignorarla para sufrir menos. Sin embargo, se equivocaba. Su corazón se encargaba de demostrarle el dolor que le causaba tener lejos a su querida musa; y más claro lo dejó cuando dio a conocer su nueva producción junto con los sentimientos que ocultaba muy dentro de sí.
No te importan las dulces poesías que escribí.
No te interesa saber cuánto es lo que sufro por ti.
¿Sabes lo que haré?
De mi vida te alejaré.
¡Vete de aquí!
Era una melodía suave, pero con un ritmo animado, en especial en el estribillo, en el que se marcaba con fuerza la emoción que quería transmitir en cada frase que dejaba al descubierto. La letra expresaba con mucha claridad su estado de ánimo. Estaba abatido luego de la pelea y confesaba que no había manera de olvidar a su amada. Optaba como única solución enviarla lejos de su vida.
Gianluca no solo se expresaba con la canción, sino que también las expresiones de su rostro, al igual que las de sus manos, marcaban las ganas que tenía de dejar libre cada pensamiento suyo, ya sea para calmar su corazón o resaltar su dolor.
Es difícil decirte adiós,
pero lo mejor es verte ir.
No llores, tú lo quisiste así.
Naomi sintió cómo la energía que transmitía la canción la golpeaba y comprendía el mal momento que Gianluca estaba viviendo. Se sentía aturdida a medida que la música se acercaba al final; y cuando escuchó la última frase su corazón se agitó desesperado. La hora de saber la verdad había llegado.
No voy a preguntarte cómo estás
Tampoco voy a contarte sobre mí.
Sé que no te importa saberlo
Ahora, vete de mi vida y
déjame ser feliz.
(canción para animar la escena:
Naomi apretó los dientes para no armar un escándalo en pleno show. Sin embargo, sentía que se ahogaba si no le gritaba que jamás se iría de su vida. Porque era la verdad, nunca lo haría y mucho menos hacer todas las cosas que la canción había nombrado. Su mirada era de desesperación cuando el público aplaudió la presentación, satisfecho por lo logrado. El trabajo les había gustado y la puesta en escena también.
Marco tomó enseguida la palabra y pasó a evaluarlo, junto con Lisa, que aportaba su punto de vista. Ambos estaban contentos por el logro alcanzado. Naomi lo escuchaba mientras jugaba inquieta con los papeles que tenía sobre la mesa. Su tristeza no le daba el coraje para hablar sin que su voz se quebrara.
—Naomi, ¿cuál es tu devolución? —Marco le preguntó al ver que estaba aturdida, sin quitarle la vista a Gianluca.
Naomi no lo escuchaba, estaba comenzando a sentir cómo su tristeza se transformaba en enojo al notar que Gianluca no quería mirarla, ya que en ningún momento lo había hecho. Sabía muy bien que siempre había buscado una excusa para verla y regalarle una de sus sonrisas, pero ahora era todo muy diferente.
—¿Naomi? —Marco la volvió a llamar para que volviera en sí.
—Gian acumuló dos nueves en su puntuación —Isabella le explicó por las dudas—. Naomi, ¿le darás el tercero? —preguntó sonriente.
—Si me disculpas, Isa —Gianluca habló antes de que Naomi pudiera decir algo—, y, si todos están de acuerdo, prefiero que su nota sea sorpresa. —Miró hacia donde se encontraban los productores—. Solo para darle más emoción al programa —justificó.
—¡Creo que alguien está muy seguro de su nota! —Isabella soltó una risa divertida, y también buscaba la atención del staff para saber qué decidirían—. ¿El director está de acuerdo? ¿Dice que sí? A ver... ¡Muy bien! Has tenido suerte, Gian. ¡La nota será sorpresa!
—¡Yo no estoy de acuerdo! —Naomi no se aguantó más y saltó a defenderse—. Quiero hacerle la devolución.
No quería que Gianluca se saliera con la suya. Ya estaban en claro cuáles eran sus intenciones y no lo dejaría ganar.
—Tranquila...—dijo Lisa al notarla alterada.
—Si son órdenes del director, no podemos hacer otra cosa —Marco agregó entre risas para disimular el descontento.
—No es justo —balbuceó mientras se sentaba.
—Naomi, anota en tu planilla qué puntaje se merece y en el próximo encuentro sabremos cómo se encuentra su promedio —indicó Isabella.
—Esperemos que no le baje la puntuación por la decisión tomada —Marco continuaba con sus bromas. Sin embargo, Naomi no podía tranquilizarse.
Hasta que Gianluca no se retiró del escenario, no le quitó la mirada de encima. No iba a permitir que las cosas quedaran de esa manera. Buscaría la forma de hacerlo cambiar de opinión y dejarle en claro lo equivocado que estaba con sus decisiones.
—¿Fue divertido ignorarla? —Elian, que había visto todo desde su lugar, lo interceptó en el camino para que le diera una buena respuesta por su actitud tan despreciable.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no te hagas el héroe? —No se tomó las molestias de detenerse.
—Solo quiero que seas más sensato con lo que haces. —Volvió a cerrarle el paso.
—¿Por qué debería?
—Porque estoy seguro de que tampoco te gusta lo que le estás haciendo.
—¡Apártate de mi camino!
Lo empujó al pasar, molesto por la contestación. Elian no estaba equivocado, pero no podía hacer otra cosa que ignorarla. Era lo mejor para él y para ella. Tenían que convertirse en dos desconocidos para que ninguno sufriera.
El programa había finalizado. Todo el equipo estaba satisfecho y contento por lo vivido, menos Naomi, que se retiró apurada del escenario ante la mirada de asombro de Marco y de Lisa. Entre ellos murmuraron sobre la actitud extraña tanto de Gianluca como de Naomi en pleno show. Pero no solamente ellos notaron el apuro que llevaba, los demás también se quedaron viendo como corría. Naomi ni se percató. Estaba desesperada por encontrar a Gianluca antes de que se fuera.
—Se encerró en su camerino —Elian le indicó al verla correr de prisa en dirección a la salida. Se daba cuenta cuál era el apuro que llevaba.
—¡Gracias! —respondió cambiando su rumbo.
Elian optó por seguirla. Esperaba que el encuentro no terminara mal, ya que parecía que Naomi no tenía intenciones de detenerse si no conseguía la respuesta que quería. Y ahí estaría él para consolarla como siempre, sin saber si Naomi se daba cuenta de ese gesto y de que él también sufría por verla preocupada la mayor parte del día.
Naomi no fue para nada educada cuando abrió la puerta con fuerza. Descargó su molestia y la cerró con la mirada puesta en su objetivo.
—¡Esta vez no vas a ignorarme! —Avanzó hasta Gianluca para enfrentarlo.
—Te dejé muy en claro que no quería verte más. —Se puso de pie de golpe mientras mantenía su mirada seria.
—No querrás verme, ¡pero bien que haces una canción para atacarme! —Lo señaló.
—No es cierto. Si te sientes ofendida, es problema tuyo. —Volvió a sentarse para quitarle importancia al tema.
—¡Di la verdad! —Lo rodeó para que la mirara—. ¡Lo hiciste con una intención!
—Solo escribí lo que sentía. No lo hice pensando en ti. Ya no. Ahora vete. Ya tienes la respuesta que querías. —No alzaba su voz, se mantenía en su lugar a pesar de lo incómodo que estaba.
—¡No me iré porque sigo sin creerte! —Insistió.
—Entonces, quédate a pasar toda la noche en este lugar. No te daré otra respuesta diferente —la desafió.
—Estás cometiendo un error...
—¡El único error es haberte conocido! —No la dejaría dar explicaciones porque sabía que serían en vano—. Me engañaste, envolviéndome con tu dulzura y la pasión por la música solo para decirme que no me quieres en tu vida.
—¡Ya basta! ¡Estás mezclando todo! —No podía creer lo que oía.
—No. Lo que pasa es que tú no quieres ser realista. Así que deja que yo lo sea para que veas lo que lograste con tus decisiones.
—Esto no tiene sentido. —Negaba con la cabeza lo que escuchaba.
—La vida de por sí ya no tiene sentido. Ahora "vete de aquí". —La echó resaltando la frase de la canción que había cantado minutos antes.
—Te arrepentirás de esto, lo sé.
Abrió la puerta para salir de ahí lo más pronto posible. Ya no aguantaba la manera en que Gianluca la trataba. No tenía por qué ser así. Se sentía humillada y dolida. La discusión se había vuelto una maraña de idas y vueltas que no tenían sentido. Comenzaba a creer que las palabras de Gianluca sonaban a simples excusas.
Salió del camerino y descubrió que Antonello estaba hablando con Elian a los gritos, como siempre. Naomi pensó en esquivarlo. Lo menos que quería era tener más problemas en los que pensar. Sin embargo, cuando Antonello escuchó que la puerta se había abierto, se giró para avanzar y entrar, sin importarle que Naomi estuviera en el medio.
—¡Apártate! No dejaré que Gioia se lleve a mi nieto para su empresa. —La empujó con fuerza para pasar al camerino. Estaba furioso.
—¡Genial! ¿Qué más puede pasar? —se quejó al sentir el fuerte portazo por detrás.
—¿Quieres saberlo? —Elian le preguntó con ironía. Naomi lo miró preocupada—. Además de remarcarle que eres un as bajo la manga para lograr ese cometido porque llegaste a Italia para "atraparlo".
—¡No puede ser! —Se giró para volver a entrar. No era conveniente que Antonello hablara, podía inventar su propia versión y dejarla mal parada, al igual que a Gioia. Pero, antes de que Naomi pudiera avanzar, Elian la sujetó de la mano.
—Deja todo como está. Si entras, lo único que harás es darle la razón a Antonello.
—Pero no quiero que siga pensando que yo lo engaño. Todo lo que hice fue por él, por nadie más.
—Seguro tendremos la suerte de que Gianluca no quiera escucharlo. ¿Cuántas veces lo hizo?
—No estoy segura... Si pasa lo contrario, las cosas van a empeorar.
—Entonces cruza los dedos para que no se enoje más contigo —respondió sin pensar mucho en su respuesta.
Naomi se lo quedó mirando. A veces no entendía cómo podía ser tan directo con sus comentarios. Lo que había dicho no era el mejor consejo que le había dado.
Elian se encogió de hombros para devolverle el gesto que le había hecho. Estaba seguro que el comentario no le había gustado, pero, a pesar de sonar cruel, era la verdad. Si ella no quería sufrir y mucho menos preocuparse por Gianluca, era mejor tratar que las cosas no empeoraran.
—Iré a cambiarme —le dijo y se retiró mientras notaba con más fuerza el nudo que se había formado en su estómago. Si Gianluca creía que en verdad ella había decidido cantar con él solo por pedido de Gioia, todo se vendría en picada sin tener retorno.
Aquella noche, Naomi se durmió después de mirar el regalo que posaba sobre la mesa de luz. Había transcurrido una semana desde que lo había comprado y allí seguía, guardado en la pequeña caja junto a sus sentimientos especiales por Elian.
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