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38

Naomi dejó la hoja sobre la mesa y tomó una posición como si nada hubiera pasado, aunque su cabeza no podía olvidar lo que había leído. Gianluca no quería darse por vencido con sus sentimientos, pero ¿qué podía hacer al respecto? ¿Decirle la verdad? ¿O seguir evitándolo para no causarle dolor? Ya no quería darle falsas esperanzas, y menos perder su amistad. La situación era difícil. Comenzaba a entender por qué había cambiado su ánimo de repente.

Ni bien Gianluca asomó en la sala, se puso de pie y trató de alejarse del lugar para no dejar ninguna evidencia de que había estado mirando de más, y pasó a preparar la mesa para la cena.

—Parece que has estado muy ocupado componiendo —comentó mientras apartaba las anotaciones que estaban esparcidas sobre la mesa.

—Por supuesto. Tengo que ganar el concurso como sea.

—Lamento haberte puesto un siete, pero...

—Ya sé por dónde viene tu excusa, así que no necesito que me lo digas.

—No lo hice con la intención de castigarte si es lo que piensas —intentó disculparse.

—Tengo más que claro que no era tu intención. —Se giró de golpe para mirarla desafiante.

—¿Sabes una cosa? —Desvió su mirada y el tema para aflojar la tensión.

—Dime. —Regresó a lo suyo quitando importancia a lo que quería decirle.

—Estuve pensando en lo que me dijiste sobre trabajar juntos y no estaría mal. —Se acercó a hablarle—. Si no cambiaste de opinión, regresaré a Italia en poco tiempo.

—¿Qué te hizo cambiar de idea? —Volvió a girarse, sorprendido por lo que había escuchado.

—Alguien me hizo dar cuenta de que somos muy parecidos y que buscamos lo mismo con la música. —Gianluca comenzó a prestarle atención—. Hasta hace poco no estaba segura por de qué no podía dejar de preocuparme por ti y por qué sentía tantas ganas de ayudarte a alcanzar tus metas. —Hizo una pausa—. Hubo muchas personas que no creyeron en nosotros y nos hundieron en la incertidumbre. Sin embargo, hubo una persona que nunca dejó de creer en nuestro talento. Y ahora que ambos estamos saliendo a la luz quiere unirnos, solo que... cada vez nos distanciamos más porque tenemos ciertas diferencias. —Su voz se apagó de golpe al darse cuenta de la triste verdad.

—¿Lo conozco? —preguntó con curiosidad.

—Sí, lo trataste hace un par de años.

—Entonces, ¿tomaste la decisión por él o por mí?

—Por los dos. —Fue sincera—. Como te dije, necesitaba aclarar las ideas en mi cabeza y él me ayudó a dar el último empujón para decidirme con lo que quería hacer.

—Ya sé quién es. —Sacó la comida del fuego y la llevó hasta la mesa—. Es Gioia, ¿no? Tú trabajas para él, así que no puede ser otro.

—Acertaste. —Lo siguió para luego tomar asiento—. Yo sabía que había venido a Italia a pedido de él, pero hasta hace poco no lo conocía personalmente, o eso creía.

—¿A qué te refieres?

—Cuando fui a visitarlo descubrí que era el hombre que me ayudó a alejarme de mis verdaderos padres y fue quien me mostró la conexión especial que tengo con la música.

—A ti te ayudó, pero a mí me rechazó. —Se sonrió de costado—. Así que no puedo creer lo que dices. A menos que se esté muriendo y necesite limpiar sus errores. —Bebió a fondo la copa de vino tinto que se había servido. Otra vez comenzaba a sentirse molesto.

—¡No dejaré que hables así de Gioia! —le llamó la atención—. ¿Por qué hoy tienes un carácter horrible?

—No lo sé. Tal vez sea cansancio. —Se sirvió más vino para hacerse el desentendido.

—Será mejor que no tomes tanto. —Fue a quitarle la copa, pero Gianluca fue más rápido y la alejó—. Entonces, escúchame —le advirtió—, Gioia reconoce que hizo mal en rechazarte, pero lo hizo por un motivo en especial y tiene que ver con tu abuelo.

—¡Qué raro mi abuelo arruinando mi vida! —comentó con sarcasmo.

—Como quiso evitarte problemas con él, tomó la difícil decisión de no aceptarte en su obra —continuó sin hacerle caso al comentario.

—¿Y por qué ahora cambia de opinión? Seguro es por lo que digo.

—Es cierto que está muy mal de salud, y su último deseo es que trabajemos juntos para su proyecto..., pero no creas que es para limpiar su error. Él en verdad quiere que encontremos nuestro camino en la música a pesar de todas las trabas que aparecen. Reconoce que tienes talento y que aquel día no supo valorarte.

—Lo siento, Naomi. Pero no voy a trabajar contigo solo porque él me lo pida. Si lo hago, es porque yo tomé la decisión de hacerlo. —Volvió a tomar la copa para beber a fondo—. Así que voy a repensar qué es lo que quiero hacer realmente

al darse cuenta de que no sería fácil hablar con él y llegar a un acuerdo sobre los planes que Gioia tenía para ambos. No era capaz de ver que, si Gianluca aceptaba, continuaría atado a los deseos de otras personas y no a lo que realmente él quería.

Trató de terminar la cena, a pesar de que el hambre se le había ido. Quería irse rápido de allí, hundirse entre las frazadas y olvidarse de la mala noche que estaba pasando. Era culpable, pero ya no podía esconderse más. Tenía que ser transparente si quería perder el miedo de lo que las personas dirían sobre ella y sus decisiones.

El silencio era tan incómodo que no se le ocurría qué tema buscar para darle charla. Gianluca tampoco ayudaba, parecía perdido en sus pensamientos y preocupado por beber la mayor cantidad de vino posible. La botella ya había sido vaciada y había abierto una nueva. ¿Cuál había sido el verdadero motivo para invitarla a cenar? ¿Era pasar un buen momento juntos después de tanto tiempo? Seguro que sí, y ella lo había arruinado con su puntuación.

Después de ayudar a limpiar, Naomi se dirigió a mirar por la ventana mientras Gianluca preparaba café. Todavía seguía lloviendo con intensidad, pero con menos relámpagos. Su mirada se había quedado fija en las luces de las casas que resaltaban a esa altura. Pensaba en lo que estaría haciendo Elian. Si ya estaría dormido o la estaría esperando como la vez anterior. Se sonrió al pensar en él. Lo extrañaba demasiado.

De la nada recordó el regalo que todavía estaba guardado dentro del bolso y se giró para ir a buscarlo y asegurarse de que todo estuviera bien. Sin embargo, no pudo avanzar. Gianluca se había acercado a ella sin hacerse notar y la arrinconó contra el ventanal, encerrándola con sus brazos.

—¿Te encuentras bien? —preguntó con temor. Algo andaba mal en él.

—Por supuesto. —Se arrimó más a ella y acercó el rostro hasta su cuello.

—Creo que has bebido mucho y ya no piensas con claridad. —Se pegó más al vidrio para alejarse. Su cercanía le producía un cosquilleo incómodo.

—No, claro que tengo más que claro lo que quiero hacer. —Llevó una de sus manos hasta la mejilla de Naomi para acariciarla con suavidad—. Lo intentaré una vez más. —Deslizó con delicadeza su mano hasta llegar a su cuello mientras apoyaba sus labios del otro lado.

—Por favor, no lo hagas. —Se quedó inmóvil. Sentir los labios de Gianluca sobre su piel le había producido escalofríos que cortaron su respiración.

—¿Por qué no? —susurró sin dejar de deslizar su mano hacia su vientre, y cada vez acercaba más sus labios a los de ella.

—Porque no quiero lastimarte. —No le gustaba lo que Gianluca estaba haciendo, menos la sensación que su cuerpo comenzaba a percibir.

—Entonces, quiere decir que ya decidiste, ¿no? —No se detenía con sus caricias. Sentía mucha debilidad por ella y, al tenerla tan cerca, sus deseos se despertaban. Sin embargo, Naomi tenía ganas de llorar al sentirse invadida y no sabía cómo escapar de la situación—. Supongo que no estará mal que pruebe tus labios antes de que ese tonto se adueñe por completo de tu cuerpo, ¿verdad? —Se sonrió. Estaba al límite para besarla, pero no pudo continuar.

Una fuerte cachetada lo detuvo.

—¿Qué te sucede? —Naomi preguntó con lágrimas en los ojos. No era partidaria de los golpes, pero era la única solución que había encontrado para quitárselo de encima cuando sintió hasta dónde había llegado su mano—. ¿Por qué estás cayendo otra vez en la soberbia? —Lo sujetó de la mano para calmarlo, pero Gianluca la apartó bruscamente—. ¡Contéstame! —insistió, desesperada por ayudarlo. No quería verlo en esa situación tan humillante. Él no se lo merecía.

—Es la única manera que tengo para defenderme. No importa a dónde vaya o qué haga, siempre habrá alguien que me lastime —respondió sin mirarla mientras apoyaba una de sus manos sobre la mejilla golpeada.

—¿Sientes que te hago daño? —Su voz apenas se escuchó.

—No puedes preguntar eso después de criticarme en el escenario. Encima me apartas con una cachetada y, para peor, me afirmas que ya elegiste con quién quedarte. —Su mirada expresaba mucha bronca y dolor.

—Gian, en verdad lo siento. Yo no quería llegar a esto, pero tenía que decírtelo para evitar malos entendidos. —Se sentía muy mal por él, más al saber que no había palabras que le dieran ánimos.

—Las disculpas no sirven. Soy un tonto. Tendría que haberme dado cuenta de que jamás te interesé. —La desilusión que tenía era muy grande, y el pecho le dolía—. Ahora entiendo por qué aquella vez en el hospital me hiciste prometer que no nos separaríamos pasara lo que pasara. —Se miró la mano—. Me temo que no lo cumpliré.

—¡No puedes romper la promesa! —Se desesperó—. ¡No lo hagas, por favor!

—Naomi, piensa. ¿Cómo hago para estar a tu lado sabiendo que estás con Elian? La persona que por años me trató como si fuera un delincuente, un asesino.

—Se supone que hicieron las paces. —No sabía si era buena la explicación, pero se arriesgó a decirla.

—Eres demasiado ingenua...

—¿Por qué? —lo interrumpió sintiendo que se ahogaba en la tristeza.

—Porque creíste que en verdad aceptaba el perdón de Elian. —Prefirió mentir. Era la mejor manera de alejarla para siempre de su lado, así ninguno de los dos sufriría.

—¡Mientes! —Las lágrimas estallaron al oírlo—. ¡Lo sé! Era lo que más querías, Gianluca.

—No, no sabes nada, Naomi. Ahora será mejor que te vayas.

—¡No! ¡No me iré! No hasta que me digas que me estás mintiendo. —Buscó su mirada—. Acaso cuando en el hospital me acompañaste y me ofreciste tu apoyo, ¿me mentiste? O cuando me prometiste cuidarme... Y lo de trabajar juntos en un proyecto ¿también era una farsa?

—Tampoco es algo que te mueres por hacer, así que no sé por qué te preocupa saberlo.

—¡Te equivocas! Sí quiero hacerlo..., si no, no te hubiera dicho nada.

—¡Lo haces por ese maldito viejo! —Le gritó con odio.

—¡No es cierto!

—Entonces, ¿por qué vienes con su triste historia?

—Tengo un motivo..., pero yo decidí por mi cuenta..., es en serio...

—Naomi, por favor, vete. —No quería escucharla más. Necesitaba estar solo.

—No te comportes como un caprichoso y ¡escúchame! —Lo sujetó del brazo para llamarle la atención.

—¡Dije que te vayas! —Alzó de nuevo su voz y con una mirada furiosa apartó el brazo de manera brusca—. ¡No te quiero volver a ver y menos escuchar tus estúpidas excusas! ¡Ya me cansé!

Al darse cuenta de que no había manera de hacerlo cambiar de idea, Naomi se apartó sin decirle nada más. Agarró sus cosas y se retiró del departamento. Su frustración era inmensa y no sabía cómo calmar el dolor que sentía. La angustia oprimía su pecho hasta tal punto de dejarla sin aire. Que Gianluca hubiera jugado con ella para quedar bien y enamorarla, y no porque de verdad lo deseara, era lo peor que le hubiera hecho. Había confiado en él y había buscado la manera de ayudarlo a ser él mismo para alcanzar sus metas y que se sintiera feliz, tranquilo consigo mismo. Le había ofrecido su amistad, algo que no hacía con nadie. Sin embargo, parecía que no había servido de nada. Todo había sido una ilusión que se desvaneció en pocos segundos.

Se quedó parada en la entrada del edificio. La lluvia había cesado un poco, pero aun así mojaba lo suficiente. Pensaba que no era conveniente regresar a la casa en la situación en la que se encontraba, pero tampoco podía quedarse dando vueltas por la ciudad. Era de noche, y el clima, horrible.

Miró hacia dentro del edificio un par de veces. Esperaba que Gianluca apareciera por las escaleras. Tal vez se arrepentía y venía a disculparse. Sin embargo, nunca sucedió. Estaba más que claro que de verdad la quería lejos de su vida.

Decepcionada, decidió llamar a un taxi. El coche no tardó en llegar. Enseguida subió y le indicó la dirección. En pocos minutos se encontraba delante de la casa. Pagó y se bajó. La ventana de la sala no mostraba ninguna luz encendida, por lo que entró de prisa, y sin pensarlo mucho se dirigió hacia arriba a encerrarse en el cuarto de baño. Necesitaba ducharse para sacarse el frío de la lluvia y de un corazón herido, lleno de culpa.

Del otro lado de la ciudad, Gianluca se había quedado inmóvil, tratando de contener la tristeza que sus lágrimas buscaban expresar. Cuando escuchó que la puerta del departamento se cerraba, alejando a Naomi de su lado, descargó su bronca contra el vidrio y lo golpeó sucesivamente sin miedo a romperlo. Se odiaba así mismo por haberse enamorado de la persona equivocada, y por haber confundido la amabilidad de Naomi por un interés especial. Lisa se lo había advertido. Las musas eran peligrosas, pero él no quiso creer en sus palabras. Solo hizo caso al amor y creyó que podía ser correspondido. Había creído que insistiendo podría haberla conquistado. Sin embargo, no se había dado cuenta de que la respuesta había sido negativa desde un principio.

Sinimportarle nada más, se tiró sobre el sillón a continuar bebiendo. De algunamanera tenía que ahogar el dolor y castigar al corazón por la mala elección



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