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36

Naomi no dejaba de pensar en lo extraño que era ser parte de la familia de Gianluca, porque legalmente ella era una prima para él, lo que le causaba gracia al imaginarse la cara que pondría ni bien le diera la noticia. ¿Estaría contento? ¿Se enojaría? ¿O no le importaría en lo absoluto? Se inclinaba más por la última opción, ya que sabía muy bien que él estaba dispuesto a conquistarla sin importar qué pasara entre ellos.

Pero no solamente pensaba en él, sino que en Elian también. Si no rechazaba la idea de Gioia, iba a tener que tomar la difícil decisión de alejarse de él, lo que no la contentaba mucho. Sin embargo, no quería que Elian la siguiera y perdiera su trabajo. Ya demasiado se había sacrificado por ella. En el poco tiempo que quedaba para concluir con el contrato, iba a tener que tomar una decisión: quedarse en Italia a vivir su sueño o regresar al Circo para continuar al lado de Elian.

Se encontraba perdida en esos pensamientos cuando el teléfono la hizo volver a tierra.

—Sí, soy yo. Y usted es... —Elian atendió con curiosidad luego de que preguntaran por él.

—Mi nombre es Filippo Sabatini y soy el director de una compañía de teatro —explicó con voz rasposa—. Desde hace unos días que observo a Naomi en el parque y debo decirte que la necesito para mi próxima obra. ¿Habrá alguna posibilidad de que suceda?

—Antes de darle una respuesta, me gustaría saber más sobre usted o qué es lo que ofrece. —Elian quería asegurarse que no fuera un fraude. Naomi se acercó para escuchar mejor.

—¡Perfecto! Pongamos un día y un horario para que vengan a mi oficina y puedan conocer más sobre mi propuesta. Estoy seguro de que a la señorita Mattiussi le gustará —respondió entusiasmado.

—Por más que le guste, primero tenemos que pedir la opinión de Gioia. Ella pertenece a su compañía.

—¡No hay problema! Gioia no dudará en hacer una sociedad conmigo. —Estaba muy seguro de lo que pensaba.

—Bien. Dígame cuándo quiere que vayamos —contestó resignado.

—Si están disponibles, los necesito ahora mismo.

—Si así lo desea, esta tarde nos conoceremos en persona. —Se encogió de hombros y le echó una mirada a Naomi para indicarle que del otro lado tenía a alguien muy insistente.

—¡Perfecto! Por mensaje les enviaré la dirección. Vengan tranquilos, soy de confianza. Adiós, Elian. —Cortó la llamada, contento por lograr una cita tan veloz.

—¿Quién era? —preguntó Naomi, sonriendo por los gestos de Elian.

—Un tal Filippo Sabatini. —Enseguida agarró la notebook para buscar su perfil. Apenas puso su nombre, salió una larga lista de links con información y proyectos—. Parece ser que llamaste la atención de un productor muy importante.

—¿En serio? —Naomi abrió grandes sus ojos y se acercó a la notebook para comprobarlo.

—Así es. ¡Mira! —Giró la pantalla para que lo viera ella misma.

Filippo era dueño de una compañía teatral fundada por él mismo después de adquirir experiencia como actor al trabajar por muchos años en los escenarios nacionales e internacionales. Varias de sus obras habían recibido menciones especiales en los festivales, y se destacaba el buen trabajo de sus guiones, junto a premios para felicitarlo. Su currículum era amplio, y su pasión era ir de cacería en busca de nuevos artistas. Pero era muy exigente, ya que no elegía a cualquiera.

—¿Qué quiere exactamente?

—Que formes parte de su próxima obra —respondió alegre Elian.

—¡Ah! ¿En serio? ¡Qué alegría me da! —Aplaudió contenta por la buena noticia. Si todo salía bien, volvería a subirse a un escenario para disfrutar de lo que más amaba. Su trabajo comenzaba a dar frutos, y era muy emocionante.

Después de almorzar, se dirigieron al encuentro. Tuvieron que esperar unos minutos antes de poder ver a Filippo. Por más que no fuera una entrevista definitiva de trabajo, Naomi estaba nerviosa y trató de concentrarse en mirar todo el estudio donde estaban sentados. Había fotografías de cada actor que había formado parte de la productora, además de los que aún continuaban trabajando para él. También estaban los premios obtenidos y las menciones especiales. No había duda de que la empresa era grande e importante.

—¡Buenos días! —La voz de Filippo se escuchó por detrás luego de que la puerta de la oficina se abriera. Enseguida Naomi y Elian se pusieron de pie para recibirlo—. Un gusto conocerlos. —Extendió la mano a cada uno y los invitó a tomar asiento mientras él hacía lo mismo, acomodando su elegante traje de color azul. Por su apariencia, parecía ser un hombre de cincuenta años con una vida llena de lujo y relax—. Señorita Mattiussi, ¿qué puedo decirle? —preguntó sin dejar de mirarla—. Es hermosa, con un talento único y muy afortunada de caer en mis manos. —Se arrimó apoyando el mentón sobre las manos para verla mejor—. Estoy seguro de que lo que digo es verdad, ¿no, Elian? —Posó su vista sobre él para luego regresar hacia Naomi, sin esperar su respuesta—. Aunque debo confesar que, cuando apareciste por primera vez en la televisión, no me llamaste mucho la atención. Creí que eras una extranjera más que venía a probar suerte a nuestro país. Pero, cuando destrozaste la imagen de Gianluca Manna, comencé a darme cuenta de que estaba equivocado.

—Yo no quise destrozar...—intentó corregirlo, pero Filippo le alzó la mano para que no hablara.

—Déjame terminar, por favor. Fuiste el único jurado que se mostró sincero en todo el programa. Hablabas desde tu propia experiencia, y me mostraste lo mal que me había comportado al juzgarte de esa manera tan cruel. —Su voz se había tornado dramática—. Y ni hablar de cuando quisiste limpiar tu imagen al querer terminar con las versiones que se habían creado sobre tu vida personal. Cualquier otra chica se hubiera aferrado a esa oportunidad para escalar a la fama. En cambio, te mantuviste en tu lugar y demostraste que lo único que te importa es cantar. —Se dejó caer sobre su asiento convencido de lo que decía—. Un día salí con la idea de encontrar un nuevo integrante para mi futura obra y, oh, casualidad, ¡apareciste! —Abrió grandes sus ojos—. Estabas dando un show a capela maravilloso en el parque, por lo que quise observarte un poco más, hasta que me terminaste de convencer de que te necesito para mi compañía.

—Gracias por tenerme en cuenta y por los halagos recibidos. —No sabía exactamente qué responder. Con tantos cumplidos, se sentía en las nubes.

—Eres tímida, ¿verdad? —Filippo se puso de pie y caminó hasta ella—. Es mejor que comiences a acostumbrarte a recibir todo tipo de críticas y de ofertas laborales. —Le entregó un libreto para ir directo a lo que deseaba hacer con ella—. Esta es mi próxima obra por estrenar y en la cual quiero que participes. —Naomi agarró la copia con curiosidad luego de leer el título—. Se llama La hechicera. Cuenta la historia de una mujer que pierde la voz por la angustia que siente al esperar tantos años a su amado que no regresa de la guerra. Como no puede expresarse, se encierra en su mundo y se aleja de todos. Pero un día una bruja se aparece para ofrecerle ayuda a cambio de algo muy cruel. Solamente podrá cantarle a ella para entretenerla en sus momentos de ocio. Nadie más podrá escucharla, o la persona que lo haga morirá. La única manera de romper el hechizo es que acepte su destino. Sin embargo, al final algo sorprendente pasará —le resumió la historia como si fuera un cuento—. Dejaré que lo leas tranquila en casa para ver cuánto dramatismo pondré en la obra.

—Suena interesante... —dijo sincera—. En caso de que acepte, ¿qué papel tendría? —preguntó al ver que en el libreto no le marcaba sus diálogos.

—El principal. La joven que pierde la voz —respondió tranquilo, como si fuera algo habitual.

—¿¡Un papel principal tan rápido!?

—Debes saber una cosa. Si te elegí es porque siento que vales la pena, y no te daría ningún papel secundario porque sería un desperdicio. Quiero que brilles en el escenario, que todos te vean para que dejes de esconderte. —Se cruzó de brazos—. No suelo hacerlo con cualquiera. Todo lo que dije es la verdad y te puedo asegurar que puedes confiar en mí.

—¡De verdad se lo agradezco! —Su emoción era muy grande y sentía que las lágrimas de felicidad querían brotar.

—No tienes que agradecer. Lo único que te pido es que hables con Gioia y me traigas pronto una respuesta positiva para pasar al siguiente paso, que será el cierre del contrato, y, por supuesto, conocer al resto del elenco que participará de esta obra.

—¡Lo haré en cuanto pueda!

Naomi estaba más que feliz. Al final creyó lo cierto que era cuando le habían asegurado que, si las cosas fluían bien, ya nada podría detenerla, en especial en obtener muchas sorpresas y regalos que el destino se estaba encargando de darle.

Ni bien Gioia les cedió el permiso para aceptar el trabajo, Elian concretó otra cita con Filippo para cerrar el contrato y poner fecha al comienzo de los ensayos. La alegría era tan grande que Naomi le pidió a Elian que salieran a festejar juntos en una cena especial y diferente.

—Estás feliz, ¿verdad?

—Sí. Aunque todavía me parece mentira que tendré la oportunidad de trabajar en una obra.

—Es genial que ya se hayan fijado en ti. —Se sonrió, pensando si era bueno preguntarle la duda que lo carcomía—. Naomi —la llamó sin mirarla.

—¿Qué sucede?

—Nunca dejes que vuelvan a apagar tu talento. Brilla como siempre lo has hecho. —Puso su mirada sobre ella y le dedicó una sonrisa.

—Sé que las palabras no son suficientes para agradecerte todo el apoyo que me das, pero quiero que sepas que realmente me hace feliz saber que puedo contar contigo. Para mí eres único.

—No importa cómo me lo agradezcas. Es suficiente con verte feliz. —Sintió cómo su alma se confortaba al escucharla.

Naomi sintió una punzada en su pecho y atinó a sujetar su mano mientras lo miraba con una sonrisa. Quería sentir su calidez y asegurarse cuál sería la respuesta que un día le daría.

A pesar de las incertidumbres que los dos tenían y no se animaban a expresar, pasaron una noche tranquila y agradable, lo que aumentaba el deseo de estar juntos para siempre. Naomi no dejaba de mirarlo y pensar que él tenía su corazón, y él, el de ella. Todo era perfecto para confesar su amor. Ya no podía ocultarlo. Su corazón latía nervioso por expresar su secreto. Sin embargo, tenía un poco de miedo de saber cuál sería la respuesta de Elian cuando le pidiera quedarse en Italia junto a ella. ¿La rechazaría o la acompañaría?

A la mañana siguiente se levantó con ganas de conseguir un regalo especial que demostrara lo que pensaba sobre él. En el tiempo libre, aprovechó para perderse entre las tiendas del centro romano. Había mucho para elegir, pero, como quería que fuera un regalo único, sabía que tenía que pensarlo con mucha más calma, y lo que fuera que encontrara tenía que tener un gran valor sentimental. De tanto pensar, se le ocurrió que un fino colgante sería una buena idea, especialmente si tenía un dije que representara la relación que había entre ellos. Si era un colgante de parejas, sería mucho mejor, ya que los dos iban a estar unidos en caso de que se tuvieran que separar para continuar cada uno con su camino.

Entró a una joyería y pasó a mirar con mucha atención los dijes que se exponían en el local. El lugar era conocido por vender las mejores marcas y seguramente tendrían diseños exclusivos y especiales como los que buscaba. Una joven vendedora salió a su encuentro y enseguida la reconoció como la joven que salía por televisión. Naomi se había olvidado de ese detalle. Si alguien la veía comprando un collar de parejas, seguramente volvería a crear rumores sobre su vida amorosa. Sin embargo, trató de aparentar ser lo más normal posible para no generar sospechas y con sutileza explicó lo que estaba buscando. La joven la acompañó hasta un mostrador donde se apreciaban diferentes diseños, uno más fino que otro, de diversos colores y forma. Todos estaban preciosos, pero, llegando al final, encontró lo que quería.

Sobre un pequeño almohadón rojo de terciopelo, descansaban dos cadenas plateadas, una con un dije de una nota musical y el otro en forma de corazón, con la frase "ti voglio bene" grabada. El diseño representaba lo importante que era la música para los dos. Ella les había dado la oportunidad de conocerse y con el tiempo formar una amistad más que especial.

Con entusiasmo pidió que se lo mostraran y, cuando lo tuvo en sus manos, observó con cuidado cada detalle, en especial los strass que brillaban intensamente con el reflejo de la luz. Quedó fascinada por el diseño. Convencida de que era perfecto, lo compró y en pocos minutos salió del negocio con bolsa en mano, en dirección a su próximo destino. A mitad de camino, sacó la pequeña caja donde posaban los colgantes y lo metió dentro de su cartera para luego tirar la bolsa de cartón y disimular lo que había comprado. Así, Elian no se percataría de la sorpresa.

Ni bien llegó al canal de televisión, fue directo al camerino a guardar la cartera y pasar a alistarse junto a su estilista. Su mente seguía perdida. Pensaba qué palabras usaría, cómo sería la reacción de Elian y cómo seguiría su vida después de la confesión.

Tenía tantas preguntas en su cabeza que no se percató de que ya estaba preparada hasta que la estilista le indicó que podía levantarse de la silla. Con torpeza se retiró del camerino y, de manera repentina, se encontró con Gianluca, que justo pasaba por el pasillo con rumbo al escenario a probar el sonido.

—¡Naomi! —Se alegró de verla, moviendo sus ojos de arriba abajo para admirar lo bonita que se encontraba con su vestido rosa pastel, largo, de gasa y con unos hermosos pliegues que le daban mucho movimiento a la caída de la tela—. ¡Qué bueno verte! —La saludó con un beso en la mejilla.

—¿Cómo estás? —Le sonrió.

—Algo triste porque siento que estamos distanciados —dijo con sinceridad—, así que estaba pensando si después del programa podíamos salir a cenar.

—¿Esta misma noche? —La tomó por sorpresa.

—¿Ya tienes planes? —La miró desilusionado.

—No exactamente. —Sabía que no era el momento para decirle sus verdaderos planes.

—¿Entonces? —inquirió expectante.

—Deja que lo consulte con...

—Elian —la interrumpió de nuevo—. ¿Acaso te controla? ¿No te deja salir conmigo?

—Gian, no empieces —le advirtió—. ¿No sirvió de nada hacer las paces?

—Parece que no, ya que aún le tienes que pedir permiso para salir conmigo —reprochó.

—Nunca lo dije. Si me dejaras terminar...

—Bien, dime cuál es el problema. —Se cruzó de brazos.

—Aceptaría ir contigo si me prometes que nadie comenzará a esparcir rumores sobre nosotros. —Tenía que evitar cualquier situación que le complicara el plan que tenía armado para sincerarse con Elian.

—Ya sabes que, si vienes a mi casa, eso no ocurrirá.

—Pero no puedo quedarme hasta tarde. Mañana temprano tengo que estar en el ensayo de una obra de teatro...

—Naomi, sé sincera. ¿Te gustaría pasar un momento conmigo? ¿O no? Porque, si tienes tantas excusas, es mejor saberlo desde un principio.

—Claro que quiero, pero sabes bien qué sucede siempre que estamos juntos. —Se sintió incómoda al notar que Gianluca dejaba a la vista su lado caprichoso, algo que creía que había cambiado con el tiempo.

—La última vez no ocurrió nada y estoy seguro que lo pasamos bien.

—Está bien, tienes razón. Cuando terminemos, me voy contigo. —Le sonrió para que se quedara tranquilo.

—¡Genial! —Su semblante cambió, dejando en claro que lo que más deseaba era pasar tiempo con ella.

—Nos vemos luego. —Le devolvió la sonrisa y se retiró a pasos apurados. Esperaba no complicar nada.

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