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32

Tanto Naomi como Elian no durmieron en toda la noche. Ambos tenían grandes ojeras y el silencio que reinaba en la cocina daba a entender que era mejor no decir nada o estallarían en otra discusión. Elisa le sirvió el desayuno a cada uno y tomó asiento con sumo cuidado para comer el suyo. Durante la madrugada los había escuchado discutir, así que se imaginaba de dónde venía el enojo.

Naomi fue la primera en terminar para alistarse e irse enseguida a terapia. Les indicó que deseaba ir sola porque luego del hospital tenía pensado caminar hasta el parque de la ciudad para encontrar inspiración y continuar con el deber que Gioia le había pedido. Pero también era una excusa para ocultar la molestia que sentía por estar peleada con Elian. Era mejor perderse en la ciudad por unas cuantas horas.

En el hospital, el terapeuta le hizo hacer un ejercicio para probar su tono de voz. Interpretaba notas cada vez más altas, donde se podía percibir la mejoría en sus cuerdas vocales. Lo repitió varias veces sin tener ningún contratiempo. Su voz estaba sanada y pronto iba a poder volver a cantar. Feliz detener un cambio positivo, salió rumbo a buscar un lugar que le ayudara a pensar en la canción que estaba escribiendo para Gioia.

Por el calor, no había tanta gente que paseara, aun así, Naomi prefirió buscar un sitio fresco para pasar la mañana. Encontró fácil un asiento y se puso manos a la obra para terminar la canción. Para su suerte, ya tenía una parte hecha.

Hacía un tiempo había comenzado a trabajar en una letra parecida al sueño que durante su infancia había tenido sobre un ángel que la acompañaba cada vez que se sentía sola, pero que había desaparecido en sus recuerdos quebrados. Sin embargo, cuando Elian le contó que un señor la había ido a visitar al hospital, ya no le quedaban dudas de que de verdad había existido, sin entender por qué se ocultaba de ella.

Su celular comenzó a sonar justo en el momento en que estaba haciendo un repaso de las estrofas. Era Elian. Primero no quiso atenderlo, pero luego lo hizo al pensar que la podía llamar por algo relacionado al trabajo.

—¿Qué sucede? —respondió cortante.

—Necesito que vuelvas. Tengo novedades en cuanto a tu trabajo. —Su tono de voz fue igual al de Naomi.

—¿No puedo saberlo después?

—Si te quieres organizar mejor, ven. Si no, tómate el tiempo que gustes —le dio a elegir.

—En unos minutos estaré allí. —Cortó notando que él tampoco aflojaba con su enojo.

En media hora Naomi ya estaba de vuelta. Encontró a Elian en la habitación, escribiendo en la agenda las nuevas actividades que habían surgido en el poco tiempo. Naomi se acercó por detrás sin decirle nada y esperó a que él le hablara primero.

—Llamaron de la empresa donde trabaja Angelo. Pidieron disculpas por el atrevimiento que tuvo de meterse en tu privacidad. —La miró al hablarle—. Quieren hacerte una nota para arreglar lo sucedido. Quien te hará la entrevista será una chica.

—Me parece bien. ¿Cuándo es?

—Puedes elegir entre hoy a las 17 o dejarlo para mañana a primera hora. La nota no saldrá hasta la semana que viene.

—Podría hacerlo hoy. No tengo problema, ya que mañana sigo con mis sesiones con el fonoaudiólogo.

—Menos mal que coincidimos en algo. Ya te había anotado para hoy. —Le mostró la agenda. Naomi no sabía si sonreír o no por el cumplido, y se mantuvo firme sin expresar nada—. Ahora llamo para avisar que vengan.

—¿Qué otras cosas tengo? —quiso saber.

—Mañana, después de tu terapia, tendrás una reunión con Davide. Al verte en buenas condiciones, ya están pensando la fecha para regresar con la segunda temporada.

—¡Qué bueno que todavía me quieran en el programa! —Sintió alivio al escucharlo.

—Sí. Y lo otro que tengo para decirte es que Gioia llamó para preguntar cómo te fue anoche. Le conté lo que te sucedió. Se lamentó porque quería que disfrutaras del show para que pudieras entender mejor qué tipo de cantante es el que está buscando.

—¿Habrá otra función para que pueda ir?

—Las hay en otras ciudades. Dijo que tratará de conseguir una entrada para este fin de semana y seguramente yo tendré que ir contigo. Así que espero que aceptes.

—¿Por qué piensas que no?

—Tal vez quieras invitar a alguien más. —Se hizo el desentendido.

—¡Tonto! —Le dio un pequeño golpe en la espalda por dudar de ella.

—No lo soy. Al contrario, estoy despierto por si me vuelves a rechazar —se atajó.

—¿Rechazar? ¡Si nunca lo hice! —se exaltó.

—Si es lo que crees... —Miró hacia arriba.

—Mejor no digo nada. —Se cruzó de brazos, molesta por su actitud.

—Bien, porque tengo más para decirte. —Regresó a las anotaciones que tenía sobre el escritorio.

—¿Qué cosa? —Su tono de voz había pasado a ser más serio al pensar que la seguiría criticando.

—Gioia adelantó el encuentro que tendrá contigo. En diez días te quiere ver en su casa y aseguró que, si no terminas la canción para ese entonces, no habrá problema.

—Me falta poco. Seguro la podré terminar —contestó sintiendo como su corazón latía fuerte por querer conocer a Gioia.

—Y una última cosa —dijo al ver que se perdía en sus pensamientos—. Esta noche vuelves al restaurante para ver el show que se llevará acabo.

—¿Vendrás conmigo? —preguntó sin dudarlo. Ella no sería quien lo rechazaría para salir juntos.

—Todavía no lo decido. —Se hizo el difícil—. Puede que Elisa vaya en mi lugar. Estaría bueno que tuvieran una noche diferente, ¿no? —Naomi se mordía el labio mientras lo escuchaba hablar—. ¿Por qué me miras así? —Alzó su ceja, dudoso.

—Porque de verdad eres un tonto. —Su tono de voz marcaba la molestia que le producía la actitud de Elian.

—Claro que no. —Dio vuelta la cara para no hacerle caso—. Además, no recuerdo que fueras tan enojona.

—Que tú no lo veas no quiere decir que no lo sea. —Se alejó para retirarse sin responder la pregunta. Pero, antes de que abriera la puerta, Elian la detuvo.

—¿Cuál es la razón por la que crees que soy un tonto? —preguntó sin mirarla.

—¡Te gusta hacerme sufrir! Y te recuerdo que no hice nada malo para que te comportes indiferente conmigo. —Se giró para contestarle.

—¿Quién es realmente el tonto en todo esto? —Se puso de pie para acercarse a ella.

—¡Tu! —Lo señaló—. ¡No deberías estar celoso! —Levantó la voz y, antes de que lo tuviera enfrente, salió del cuarto con un fuerte portazo.

—¿Y cómo quiere que no lo esté? —se dijo así mismo, ya que no le parecía bien decírselo a ella. No quería incomodarla más de lo que ya lo estaba haciendo.

—¿Qué pasa? —Elisa le llamó la atención a su hija cuando entró a la cocina.

—Nada—respondió Naomi sin mirarla y se sentó.

—Creo que no deberías enojarte con Elian, ni siquiera contigo misma. —Se sentó a su lado.

—Es difícil porque no entiendo lo que pasa —se quejó mientras se dejaba caer sobre la mesa para ocultar su rostro.

—Tal vez sí lo sepas y no quieres reconocerlo.

—En este momento pienso que Elian ya no me soporta —respondió cabizbaja.

—No lo creo. ¿Por qué mejor no se sientan a conversar? Es lo mejor para evitar los malos entendidos.

—Las veces que fui sincera no salió bien.

—Estoy segura de que esta vez será diferente. —Elisa asintió con una sonrisa.

Cerca de las cinco de la tarde llegó una chica jovial a realizar la entrevista junto con a un fotógrafo. Las preguntas fueron minuciosas y bien elegidas. Naomi respondió con bastante soltura. Daba los detalles necesarios para dejar en claro que se encontraba en buen estado de salud y que estaba lista para continuar con su trabajo hasta que el contrato terminara. Luego, la periodista le pidió sacarse un par de fotos para hacer la tapa de la revista. Al principio, Naomi se rehusó. No se sentía dispuesta a hacerlo, ya que, al estar preocupada por lo de Elian, sentía que estaba horrible. Sin embargo, la maquillaron igual y le pidieron que se cambiara de ropa. Después buscaron un buen lugar para hacerlas. Querían mostrar la sencillez que poseía. Creían que de ese modo atraería mucho más al público.

Cuando la visita terminó, Naomi soltó un largo suspiro al comprobar que todo había salido bien. Sin embargo, la ausencia de Elian, que aún seguía encerrado en el cuarto, la incomodaba. No podía imaginar lo que estaba pensando para no haberse tomado la molestia de conocer a la chica de la revista. Él siempre estaba atento a las personas con las que debía relacionarse para darles consejos. Temía que de verdad sus palabras hubieran sido duras al tratarlo de tonto.

La hora de la cena estaba cerca y tenía que prepararse. Hasta el momento no sabía quién la iba a acompañar, pero igual decidió ir a cambiarse.

Al entrar al cuarto, se encontró con Elian recostado en la cama, mirando unos videos en la notebook, tranquilo como si nada pasara. Naomi lo miró de reojo mientras iba hasta el armario a buscar un vestido. El silencio reinó, lo que aumentó su malestar. Trató de encontrar rápidamente la ropa que se pondría para salir cuanto antes de la habitación. Esta vez no iba a dar tantas vueltas para no tener que sentir su frialdad. Una vez que encontró qué ponerse, se dio la vuelta para salir.

—¿Elisa va contigo? —Elian la detuvo.

—Todavía no se lo pregunté.

—Hazlo, para saber si tengo que prepararme.

—No te preocupes en venir. Te ves muy cómodo acostado —respondió y salió de la habitación con una punzada de tristeza en su pecho.

Enseguida Elian notó su malestar y pasó a dejar la notebook a un lado para alistarse y acompañarla a la cena. Se vistió de elegante sport, con un jean negro, una remera blanca y, por encima, un saco negro. En el momento en que se estaba colocando los zapatos, Naomi regresó al cuarto vestida con una falda larga color azul francia y una blusa blanca. Se había olvidado de agarrar los zapatos, por lo que tuvo que volver sin ganas. Al encontrarse con Elian cambiado, caminó hasta él y se le puso delante, cruzándose de brazos, con una mirada seria.

—¿No estás contenta de que vaya contigo? —preguntó al levantar la vista.

—¿Mi cara qué te dice? —Mantenía su seriedad.

—Que te mueres por decir que sí. —Sonrió divertido y se puso de pie para acercar su rostro al de Naomi y tratar de robarle una sonrisa.

—¡Eres complicado! —Lo empujó haciéndolo sentar sobre la cama para que no viera la pequeña mueca de alegría que había logrado sacarle cuando se sintió aliviada.

—Lo siento. —Se puso de pie y enseguida la rodeó con un fuerte abrazo—. Te espero abajo.

Naomi quedó confundida y pensó en las emociones que Elian le provocaba. Se sonrió. La tristeza que solía sentir era porque no quería estar apartada de él y menos enojada. Y esa congoja desaparecía cuando ambos reconocían sus errores y se relajaban para dejar de lado el mal momento. Se alegraba de saber que para Elian era alguien importante, mientras la frase de aquella noche volvía a sonar en su mente:

No quiero que lastimen a la persona que amo.

Entendía que sentía miedo y por ese motivo se mantenía distante. Ella no le daba una respuesta que lo sacara de la duda y, para peor, se metía más con Gianluca, lo que complicaba las cosas. Elian no era el culpable de la pelea, sino ella, que no lograba ser sincera con sus sentimientos.

A pesar de haber ocurrido un cambio en el estado de ánimo de Elian, la cena fue muy tranquila. Naomi se concentró en el cantante, que dio un estupendo show, por lo que completó la planilla con observaciones muy positivas. Estaba contenta por el buen resultado y prefirió distraerse escuchando al muchacho que todavía no bajaba del escenario, ya que el público quería seguir disfrutando de sus canciones. Sin embargo, cuando sintió la voz de Elian, la tomó por sorpresa.

De todas las cenas que habían asistido, jamás le había pedido retirarse antes de tiempo. Siempre se quedaban un rato más para disfrutar de un café con un dulce. Pero esa noche parecía ser que tenía prisa por irse. Elian se puso de pie y esperó que Naomi lo siguiera. Ella lo hizo, sin preguntarle nada.

Cuando salieron del restaurante, ambos tomaron caminos opuestos. Naomi había doblado hacia la calle que la llevaba de regreso a casa, en cambio Elian se dirigió hacia la izquierda, sin avisarle que tenía un plan para esa noche.

—¡Ey! —Naomi le llamó la atención al darse cuenta que no habían tomado la misma ruta—. ¿A dónde vas? —Lo alcanzó.

—Vamos a pasear antes de regresar —respondió sin detener la marcha. La personalidad misteriosa había regresado a él, lo que llamó la atención de Naomi. Ese rasgo lo había dado por perdido luego de que se habían ido a vivir juntos—. Tengo ganas de comprobar si es verdad la leyenda que se cuenta sobre el puente Sant'Angelo.

—¿No podías haberlo dicho antes de dejarme caminando sola?

—Es que sabía que te darías cuenta que no te seguía —respondió confiado.

—¿Y cuál es la leyenda que escuchaste? —preguntó para no darle la razón.

—Cuando lleguemos te la cuento —dijo manteniendo su paso al caminar.

Tomaron por una pequeña calle que los alejaba de la zona concurrida de bares y restaurantes. A medida que avanzaban, la vista del castillo Sant'Angelo se hacía cada vez más grande, imponiéndose con sus luces amarillentas en plena noche. Al llegar al río Tíber, lo rodearon hasta llegar al puente que unía los dos extremos de la ciudad. Había peatones que caminaban por la zona, además de vendedores que exponían sus productos sobre la calle para que alguien interesado les quisiera comprar.

Elian aumentó su paso para cruzar el puente, pero se detuvo en seco a mitad de camino y se apoyó sobre el muro de piedra. Miró hacia el cielo oscuro, donde la luna llena brillaba en su grandeza. Naomi se puso a su lado y también miró hacia arriba para tratar de entender qué era lo que hacía.

—¿Qué hay de especial en esto? —preguntó al ver que no sucedía nada extraño—. ¿De qué trata la historia? ¿Sobre la luna, el puente o qué?

—No seas ansiosa. Disfruta de la calma. —Bajó la vista para ver el reflejo sobre el agua.

—Elian..., ¿estás bien? —Lo miró confundida.

—Mira la luna sobre el agua. ¿Forma un corazón?

—¿Eh? —Llevó su vista a dónde Elian le señalaba—. Nada más veo la luna bien redonda. No hay un corazón.

—Qué pena..., yo tampoco puedo verlo —se lamentó.

—¿Y qué pasa si no lo vemos?

—La historia dice que si una pareja no ve la forma de un corazón sobre el agua no está destinada a estar juntos.

—¿De verdad crees en eso? —Lo miró con sorpresa.

—Es que, si lo hubiese visto, me habría quitado una duda. —Giró su cabeza para verla—. Nunca creí que me encontraría en una situación como esta. —Regresó su vista hacia el agua y se quedó un momento en silencio—. Cuando decidí acompañarte a Italia lo hice pensando como un amigo que quiere devolverle el favor a una amiga. Sentía una atracción especial hacia ti, pero no estaba seguro de que estuviera enamorado, solo pensaba que se debía a que te veía como mi musa. Sin embargo, al compartir más tiempo contigo, y más los momentos delicados por los que atravesamos, pude darme cuenta de que la atracción que siento es amor. Por eso ves que me comporto como un idiota, un celoso, un loco que cambia de humor de manera constante... Sinceramente, no lo puedo controlar y... —hizo una pausa— es vergonzoso decirlo, pero me molesta que con Gianluca te lleves mejor que conmigo, que hace más tiempo que nos conocemos.

—No deberías pensar así —respondió mientras buscaba que Elian la mirara.

—Es que... no lo puedo evitar. —Se apoyó contra el paredón del puente—. Desde que me dijiste que no estás segura de si es amor lo que sientes por él, no puedo quedarme tranquilo.

—Lo siento, fue un error haber hablado —se lamentó al darse cuenta de que no había sido buena idea expresar la duda que sentía.

—No —dijo pensativo—. Tal vez hiciste bien, así yo sé si...

—¡No! ¡No es lo que piensas! —lo interrumpió asustada de que le dijera algo malo.

—Entonces, ¿me podrías decir qué piensas de mí? —Se arrimó más a ella para demostrarle que necesitaba una respuesta que quitara sus temores—. Seguro tu opinión habrá cambiado en este tiempo. ¿O no es así?

Las palabras de Elian la tomaron por sorpresa. Se quedó inmóvil, sin saber qué responder. Era cierto que su pensamiento había cambiado con el pasar de los días, cuando lo había conocido mucho mejor. Siempre lo había considerado su héroe porque la había salvado en el día de la audición, pero también lo respetaba y lo admiraba como artista. Sin embargo, muy dentro de ella, reconocía que un sentimiento especial había nacido, sin estar muy segura de si era amor. Aunque seguro tenía que serlo, porque, si no sentía nada por él, lo normal sería que no se hiciera tanto problema por lo que ocurría entre él y Gianluca.

Naomi jugó con sus manos de manera inquieta e intentó articular alguna palabra sin mucha suerte. No estaba segura de qué decir. Era algo que le costaba mucho expresar a pesar de conocer los sentimientos que él tenía por ella.

—Pregúntaselo a Amelie. Ella sabe lo que realmente pienso de ti —contestó sin mirarlo. No era una buena respuesta, pero era cierto. Un día Naomi le había confesado con un tímido "sí" que Elian le gustaba, solo que lo había tratado de ocultar porque creía que nunca iba a llegar el día en que él se enamoraría de ella. Sin embargo, el sueño se estaba haciendo realidad y le costaba aceptarlo.

—No, Naomi —respondió calmado—. Quiero que tú me lo digas.

—Es que no puedo... Por más que lo intente, las palabras no salen.

—¿Por qué?

—¡No lo sé! —Agachó su mirada, avergonzada por la situación.

—Vamos, Naomi, ayúdame a encontrar una respuesta. No importa lo que me digas. Lo entenderé y sabré qué hacer exactamente. —La tomó por los brazos con delicadeza.

Naomi levantó la mirada para cruzarse con los ojos verdes de Elian y con torpeza le preguntó la inquietud que la invadía.

—¿Qué seguridad tengo de que tu amor dure para siempre? —Sus ojos brillaron sintiendo que la angustia se apoderaba de ella al expresar su mayor temor—. Perdona que dude..., pero es lo que me pregunto cada vez que alguien intenta entablar una relación conmigo—. Volvió a ocultar su mirada, para no mostrar sus lágrimas, y buscó soltarse de Elian, pero este la sujetó con un abrazo para darle seguridad y calma.

—Si confiaras en mí, sabrías que no estoy mintiendo. —Apoyó su mentón sobre la cabeza de Naomi—. Yo no soy como tus padres, mi amor es verdadero, como el de Elisa

—Lo siento, Elian. De verdad me gustaría darte una respuesta más segura, pero no puedo. —Se animó a abrazarlo—. No creas que es porque no confío en ti o porque prefiero a Gianluca. No es así. Solo estoy confundida y preocupada —explicó—. No quiero que nos llevemos mal por algo como esto. Eres importante para mí.

—Entonces, piénsalo con calma y, cuando sientas que tienes la respuesta correcta, me lo dirás. —Se separó un poco para mostrarle una pequeña sonrisa—. Perdón por ponerte en esta situación

—No hay problema, yo también debo disculparme por hacerte pasar malos momentos.

—Séque no es tu intención. Lo que pasa es que el amor es así. Te hace comportarcomo un idiota delante de la chica que te gusta —dijo avergonzado yrepentinamente arrimó su rostro al de ella, pero, antes de robarle un beso ensus delicados labios, prefirió darle uno en la mejilla—. Te amo, Naomi



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