Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3

Durante la noche, Naomi leyó de forma minuciosa el contrato que iba a convertirla en el jurado del Show de las Estrellas. Analizaba cada una de sus partes con mucho cuidado. Al principio, las cláusulas parecían fáciles de cumplir, y no había nada fuera de lo común, por lo que se sentía segura de poder seguirlo al pie de la letra. Sin embargo, a medida que avanzaba en su lectura, notó cómo el apellido de una persona se repetía varias veces. Además, en un párrafo puntual, se indicaba que debía hacer caso a los términos que el señor Manna había establecido para ser parte del programa.

A Naomi le llamó bastante la atención. Estaba segura de que ese apellido lo había escuchado en algún lado. Pero no lo recordaba con certeza. Hizo memoria hasta que le llegó el recuerdo de cuando su mamá cantaba a viva voz una canción romántica que le fascinaba. Con el ceño fruncido se preguntó si la persona que aparecía en su contrato tenía relación con el cantante que Elisa solía escuchar en su tiempo libre. Supuso que sí, ya que se notaba que era alguien importante en el mundo de la música, y por eso había que tener en cuenta su opinión antes de tomar una decisión propia.

Sin sentir mucho agrado, continuó leyendo y casi al final del contrato decidió buscar un lápiz para marcar una línea en la cual se aseguraba que no importaba qué error cometiera un tal Gianluca, debía ignorarse y aprobarlo para que pasara a la segunda etapa del concurso.

Con esa regla se sintió mucho peor. Le parecía una idea fea e injusta por parte de los organizadores, por lo que esperaba que el jefe supiera a qué se debía esa tonta regla. Si no le aclaraba la situación, iba a animarse a rechazar uno de los dos trabajos que le habían asignado.

Al día siguiente, se dirigió temprano hacia la oficina del jefe para hablar con él. Al entrar, lo encontró como todas las mañanas, tomando un café bien cargado para mantenerse despierto.

—Buenos días, Naomi. ¿Qué novedades me traes? —preguntó curioso una vez que la joven tomó asiento.

—Todavía no tengo una respuesta segura. Antes me gustaría que me explicara algo. —Buscó entre las hojas el punto que había marcado.

—¿No estás de acuerdo con alguna cláusula? —Se acercó.

—Más o menos. Es este punto de aquí. —Le pasó la copia para que lo pudiera ver tranquilo.

—Entiendo... —dijo una vez que terminó de leerlo—. Tu duda sería ¿quién es Gianluca Manna?

—No mucho, porque supongo que es uno de los participantes, ¿verdad? —El jefe asintió—. Entonces, mi duda es por qué debo aceptar todo lo relacionado a él y a ese famoso señor Manna. Si no responde con sinceridad, no lo puedo aprobar. Además, ¿qué relación tiene su familia con el programa para imponer una regla de este tipo?

—Cuando llegues a Italia encontrarás todas las respuestas que ahora te incomodan —respondió relajado, pero, al verle la expresión seria, agregó enseguida—: No tiene nada de malo, hasta suena interesante.

—¿En serio no le parece injusto lo que dice? —Hizo a un lado el contrato—. Por más que usted lo acepte, yo no lo haré.

—Naomi, las cláusulas no se pueden cambiar, y no puedo dejar que rechaces el trabajo. —Se puso firme.

—Usted dijo que se podía...

—Siempre y cuando sea algo realmente importante —la interrumpió—. Gioia quiere que cumplas tu trabajo al pie de la letra y, si él acepta las cláusulas que impuso Antonello Manna, debe tener sus razones.

—No son honestos. Lo que digo tiene mucha importancia. Si voy a ser jurado, tengo que evaluar a todos por igual. No tiene que haber diferencia por más que la familia Manna me obligue a aceptar sus condiciones. Sino ¿qué gracia tiene saber ya el ganador?

—Ningún espectador lo sabrá. No tienes de qué preocuparte.

—No me diga que nadie se dará cuenta que aprobamos un error.

—Capaz que ni pasa, Naomi. Gianluca Manna de seguro debe ser bueno en lo que hace.

—Entonces que no pongan esa tonta regla —protestó.

—Un día estando en Italia me vas a llamar para decirme: "Jefe, usted tenía razón y casi cometo un error por no aceptar el contrato". —Le guiñó el ojo para animarla.

—No sé qué tanto pueda llegar a pasar —dijo poco segura—. No me gustan las injusticias.

—Toma —le pasó una lapicera sin escucharla—, firma los contratos y ve a preparar tus valijas, ¡que el mejor viaje de tu vida está por comenzar!

—Primero, dígame qué tipo de persona es el señor Manna. —No iba a firmar tan fácil.

—Si vas a conocerlo, no hace falta que te cuente —se justificó, encogiéndose de hombros.

—Aunque sea deme un detalle, mínimo.

—Es un cantante de Italia, y su apellido suena dentro de los artistas más importantes. Nada de otro mundo. —Con su respuesta Naomi terminaba de afirmar que se trataba del mismo cantante que Elisa seguía con pasión—. Por eso no te preocupes, Gianluca no hará nada que debas corregir. —Volvió a acercarle la lapicera.

—Eso no justifica nada.

—Firma —insistió para que dejara las preguntas de lado y se concentrara en su trabajo.

—¿Por qué no me escucha? Tengo razón.

Naomi agarró la lapicera con desgano mientras esperaba que el jefe le pusiera la última hoja para firmar. Era un detalle importante para tener en cuenta para sacar coraje y firmar.

Cuando terminó de escribir su nombre, deseó no tener que arrepentirse por la decisión tomada.

—¡Excelente Naomi! —El jefe aplaudió—. Vas a vivir una experiencia única y crecerás en tu carrera musical. Tienes talento y, además de demostrarlo y enseñarle a los participantes del show, podrás ayudarme a encontrar al compañero que estará contigo en las próximas obras del Circo Clown. Así que ya sabes, tienes que regresar porque, así como te aprecio, debo dejarte volar para que avances hacia tus sueños.

—Si no vuelvo es porque usted me obligó a ir y la familia Manna me secuestró. —Lo miró seria, aunque bromeaba para hacerlo sentir culpable por no darle más detalles de lo que quería saber.

—Naomi, eso no sucederá. —Se cruzó de brazos tratando de demostrar que la amenaza no había surtido efecto.

—Si tiene razón, entonces volveré. Este es mi segundo hogar, nunca lo cambiaría. —Le sonrió para darle calma.

—Mejor así. —Le devolvió el gesto—. Ahora ve a prepararte, que Elian se está encargando de los papeles. Tal vez te llame para pedirte unos datos, pero ya casi está todo listo.

—Entendido. —Se puso de pie.

—Antes de que te vayas, Naomi, ¿te hiciste la pregunta que te dije ayer? —Naomi asintió—. ¿Entonces?

—Realmente me hace feliz saber que tengo personas cercanas que me aprecian y me dan una mano para forjar mis sueños de convertirme en una cantante famosa. Además de agradecerles, les demostraré que no se equivocan al confiar en mí.

—Recuerda que no estás sola y, a medida que avances, conocerás personas de todo tipo, tanto aquellos que desean tu bien como los que quieren hacerte daño. Pero, aun así, no tienes que dejarte pisotear. Siempre levanta la frente y continúa, ¿me entiendes? Elian estará para apoyarte... Confía en él. Abre tu corazón y exprésate con libertad, y, si no te animas, siempre puedes llamarme, al igual que a Amelie o a tu mamá —le aconsejó al conocer su debilidad.

—Gracias por sus palabras. Las tendré presente. —Se animó a abrazarlo. El jefe era un amigo que la había acobijado para darle esperanzas—. Lo voy a extrañar.

El jefe le devolvió el abrazo haciéndola sentir protegida, pero poco después se separó para dejarla ir y esconder el verdadero motivo. No quería que Naomi lo viera afligido. Él tenía un carácter bastante sensible y las despedidas lo angustiaban demasiado, pero, como debía mostrar una imagen seria y respetable a sus empleados, no podía dejar que lo viera con los ojos llorosos.

Una vez que Naomi se retiró de la oficina, se dirigió hasta su departamento para comenzar a preparar lo que llevaría al viaje. Cuando empezó a hacer la lista, se dio cuenta de que tenía que comprar una valija más grande para llevar la mayor cantidad de cosas posibles. Eran seis meses los que se iba, y era muy difícil decidir qué guardar. La valija que tenía era pequeña y la había traído desde su ciudad natal con lo justo y necesario.

Agarró su cartera, un abrigo y se dirigió hacia el centro. La mejor idea habría sido ir con Amelie, pero se encontraba en sus prácticas, preparando las nuevas técnicas que debía presentar en la próxima función, y no terminaba hasta bien entrado el día.

Al estar soleado, Naomi prefirió ir caminando. Cuando llegó al centro comercial, comenzó a recorrerlo, buscando un negocio de carteras. Cuando encontró uno, se detuvo a mirar si algo le interesaba. Observaba cada modelo en exposición, mientras hacía el esfuerzo para concentrarse en lo que deseaba comprar. Su propio reflejo en el vidrio la distraía. Se miró y se sonrió al pensar lo emocionante que era saber que dentro de muy poco se iba a encontrar en la otra parte del mundo, con un nuevo trabajo y casi una nueva vida. Si alguna vez se hubiera preguntado cómo sería su futuro, nunca se le hubiera ocurrido algo así.

No tenía quejas de cómo avanzaba su vida, pero, por más que se alegraba al saber que desde que había entrado a trabajar en el Circo Clown había mejorado bastante su personalidad insegura, no podía dejar de luchar día tras día para vencer los síntomas negativos de la ansiedad. Era raro que se tomara algo con calma y lo aceptara con naturalidad. Casi siempre estaba alerta y se preparaba para recibir los malos comentarios que podían hacerle las personas, aunque muchas veces ni siquiera existían. A decir verdad, no era su culpa ser tan insegura. En su memoria solo había personas sin rostros que le gritaban todo el tiempo y manos pesadas que la golpeaban sin sentido, y, por más que pasaran los años, no entendía por qué había tenido que vivir ese tormento.

Cuando sintió que se estaba yendo de su objetivo, sacudió la cabeza para volver a la realidad. Tenía que olvidarse del pasado y pensar en el futuro, el cual parecía ser tan bueno que el entusiasmo se volvió a apoderar de ella y se sonrió feliz. La idea de viajar a un nuevo país

Antes de entrar al negocio, decidió llamar a Elisa y darle la gran noticia. Quería expresar su alegría, además de recibir alguna palabra que calmara su ansiedad.

—¡Hola, hija! ¿Cómo estás? —La voz de una señora mayor se escuchó del otro lado del celular.

—Estoy bien, aunque me gustaría verte en este momento.

—A mí también me gustaría, pero ya sabes que no puedo dejar el trabajo.

—¿Y si pides permiso aclarando que tu hija se va del país?

—¿Cómo que te vas del país? ¿Lo dices en serio? —Se la sintió sorprendida.

—Siento darte la noticia de manera tan brusca..., pero acabo de firmar un contrato para viajar a Italia. Hasta ayer a la tarde no sabía nada —intentó explicarle al pensar que su mamá podía ofenderse.

—¡Ay, hija mía! ¡No sabes cuánto me alegro! —La mujer soltó una carcajada de felicidad—. ¡Qué buena noticia me das! Vas a conocer mi tierra. Cumplirás otro de tus sueños. ¿No es hermoso?

—Lo es. Tanto que tengo miedo de despertar. —Su voz se quebró al oír las palabras de Elisa.

—¿Por qué lloras? ¿Naomi?

—¡Es de felicidad! —respondió cuando logró estabilizarse—. Nunca me imaginé que llegaría tan rápido una oportunidad así de importante.

—Eso es porque te esfuerzas todos los días por mejorar y, como el jefe lo habrá notado, quiere compensarte. Así que cuéntame más. ¿Cuánto tiempo vas? ¿Con quién? ¿Qué trabajo tendrás? —La llenó de preguntas para distraerla, aunque estaba tranquila porque conocía muy bien para quien trabajaría en aquel país.

Naomi le contó lo que estaba planeado y que contaba con la compañía de Elian. Elisa conocía muy bien la admiración que su hija tenía por él, por lo que la entendió cuando le aclaró que estaba bastante preocupada por la convivencia, ya que su forma de ser era lo que muchas veces le traía problemas.

Naomi reconocía que no siempre era sincera con lo que pensaba o sentía, pero no podía hacer nada para cambiarlo. La mente la dominaba a tal punto de levantar un muro o ponerse una máscara para ocultarse. Por eso mismo no quería arruinar la oportunidad que tenía por culpa de sus temores.

Elisa la calmó y le aseguró que no había nada de qué temer. Solo debía ser ella misma y todo fluiría con normalidad. No tenía que esconderse, y menos hacerlo con sus sentimientos.

—Verás que no te arrepentirás. Será una experiencia hermosa, hija mía. Cuando regreses te estaré esperando lista para escuchar tus historias.

—Gracias, mamá... ¡Gracias por haberme dado la oportunidad de conocer la felicidad!

—Siempre estaré ahí para cuidarte y apoyarte en todo. No lo olvides y disfruta del viaje. Te amo, hija.

—Yo también, mamá.

Naomi cortó la llamada con una gran sonrisa. Se sentía decidida por dar el primer paso que la llevaría al viaje que cambiaría su vida.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro