27
Como la salud de Naomi mejoraba de manera paulatina, y su semblante fue cambiando por uno más positivo, el jefe decidió regresar al Circo a los pocos días, dejándola a cargo de Elisa y de Elian. El día de la partida, Naomi lo despidió con un fuerte abrazo y le prometió que pronto volverían a estar juntos. El jefe, feliz y tranquilo, le devolvió el abrazo y no dejó de pedirle que olvidara los malos recuerdos para convertirse en la persona que deseaba ser. Por eso, cada vez que quedaba a solas, Naomi se repetía el consejo que había recibido, sin poder evitar que los recuerdos que había recuperado estuvieran vagando constantemente.
Por mucho tiempo habían sido sombras que la acosaban en los sueños. Solo sabía que por culpa de un accidente había perdido gran parte de su niñez junto con el rostro de sus padres, sus nombres y el suyo. Sin embargo, ahora los recordaba, y un escalofrío recorría su cuerpo cada vez que pensaba en ellos. Pero, como no quería sentirlo, tomó la decisión de escribir sobre un cuaderno su nombre verdadero y el de sus padres, para luego tacharlos con una enorme cruz y varios rayones. De esa manera, sería capaz de olvidarse del pasado para siempre y volver mucho más fuerte para vivir una nueva vida. Aceptaba el nombre de Naomi, que era su verdadera esencia desde el día que Elisa la adoptó como su hija y le hizo ver que su existencia valía la pena.
Luego, en otra hoja, escribió su nombre actual, el de su mamá, el de Elian y el de todas las personas que se habían convertido en su verdadera familia. Cuando terminó de anotarlos, los encerró en un círculo, sonriente al descubrir que era más grande el amor que recibía, y que ya no tenía por qué darle oportunidad al desprecio. No existía.
Mientras leía uno por uno los nombres que había escrito, la imagen de un anciano pasó como un flash por su mente. El hombre de cabello blanco le sonreía, complacido de verla, y le extendía una mano amiga que ella aceptaba gustosa. Se detuvo a pensar, confundida. ¿Quién era? ¿Y de cuándo? ¿De antes o después del accidente? Quería saberlo, pero no estaba segura si sería real o un vago recuerdo de algún sueño que había tenido de pequeña.
Después de una semana, Naomi tuvo el alta médica, aunque tenía que continuar con la rehabilitación, que iba perfecta. Ya podía mantenerse de pie, y su voz cada vez era más clara, sin sentirse áspera ni cortante. Era capaz de decir frases continuas y mantener el tono. Solo le quedaba hacer la prueba de canto para saber si su don se mantenía firme o se había evaporado. Algo que la ponía bastante nerviosa.
La noche que volvió a la casa, Elian le preparó una cena de bienvenida. Naomi la pasó muy bien y contó con la agradable visita de Giuseppe. Ahora se notaba que su sonrisa era sincera y continua, lo que le daba una imagen mucho más segura de ella misma. Tanto Elisa como Elian estaban muy contentos y menos preocupados por su estado de ánimo.
Cuando la pequeña reunión terminó, Naomi ayudó a limpiar la cocina. Quería moverse y sentirse útil, además de mejorar sus reflejos a pesar de que nadie quería que se esforzara más de lo normal. Era lógico que sintiera mareos, pero no les dio importancia y continuó lavando los platos sin problemas.
Una vez que todo quedó limpio, llegó la hora de dormir. Elisa quería devolverle su cama para que descansara bien, mientras tanto, ella dormiría en el sofá de la sala, pero Elian se interpuso y le ofreció su cuarto para que ambas mujeres tuvieran un buen descanso. Él dormiría en el sofá, el cual, según decía, era bastante cómodo.
Mientras Naomi estaba acostada, se dio cuenta de que podía hacerle un lugar a Elian. Antes ya habían dormido juntos, por lo que no le veía el problema de hacerlo otra vez, además de que era el momento ideal para hablar y hacer las paces por completo. Creía que todavía no habían terminado de arreglar las diferencias que habían surgido antes del incidente.
Sin pensarlo mucho más, bajó hasta la sala de estar y se encontró con Elian mirando la televisión.
—¿Pasa algo? —Se giró a hablarle cuando la vio aparecer en plena oscuridad.
—No. —Negó con la cabeza—. Vine a buscarte para que duermas mejor.
—No te preocupes. Estoy bien. —Le sonrió para dejarla tranquila.
—Pero hay espacio en la cama y seguro estarás más cómodo.
—¿No quieres dormir sola? —inquirió preocupado.
—Quiero que descanses bien... —Se avergonzó con su pregunta.
—Si tanto insistes, acepto la invitación. —Se puso de pie y apagó la televisión—. ¡Vamos! No agarres frío, tienes que cuidarte. —La sujetó de la mano para guiarla hasta el cuarto.
—¿No estás mucho mejor? —Una vez acostada, Naomi giró su rostro para mirarlo a su lado.
—Demasiado —dijo gozoso y se dio la vuelta para rodearla con sus brazos. Naomi no se opuso, al contrario, cerró sus ojos sintiéndose afortunada por tener su compañía. Daba por hecho que Elian no estaba enojado con ella, sino seguramente lo tendría a varios metros de distancia—. Me han dicho que soy tu héroe, así que siempre te protegeré.
—¿Fue mi mamá? —preguntó apenada. No creía que Amelie se lo hubiera dicho. Elian asintió—. Entonces, ¿ella también te contó sobre mi pasado?
—No. Ella no fue ni tampoco el jefe. Y menos creí en la historia de Antonello, si es lo que piensas.
—La única opción que queda es que hayas llamado a Amelie para saberlo.
—Te equivocas otra vez.
—Pero no hay otra persona que lo sepa, ¿o sí? —Se quedó pensando y apretó fuerte los ojos para tratar de concentrarse.
Elian la miraba a través de la poca claridad que entraba por la ventana, pero prefirió no decirle nada sobre Gioia. Parecía que Naomi en verdad lo había olvidado
—Elian..., ¿qué pensaste cuando supiste la verdad? ¿Fui demasiado mala para no contártelo??
—Nunca lo pensé. Al contrario, me sentí muy mal al saber que aquella noche te grité, en vez de entender tu tristeza... —Se separó un poco—. Desde que supe la historia, la angustia me acompaña. Aún me cuesta creer lo que viviste, y eso que me contaron por arriba y no me han dado todos los detalles que tú debes saber más que nadie, ya que lo viviste en carne propia. —Se quedó en silencio por unos segundos—. Naomi..., me perdonas, ¿verdad?
—¡Claro que sí! —respondió enseguida. Por mucho tiempo había querido decirlo—. Desde un principio fui la culpable. Creo que tengo que darle la razón a mis verdaderos padres. Suelo ser un problema porque no sé hacer bien las cosas.
—Eso nunca. Es normal que cometamos errores, y a partir de ahí es cuando aprendemos a distinguir lo que está bien de lo que está mal. Lo que tus padres te hicieron no tiene perdón.
—Me pregunto qué habría sucedido conmigo si no escapaba —dijo pensativa—. Seguiría encerrada o tal vez peor...
—Mejor ni lo pienses —interrumpió.
—Es difícil. Después de que recuperé los recuerdos, no puedo dejar de pensar cómo de un día para el otro mis padres cambiaron tanto conmigo.
—¿No siempre fueron malos?
—Eran bastante esquivos, pero al principio me dejaban dar vueltas por la casa a pesar de que todo el tiempo estaba mi papá, que me gritaba para que me quedara quieta, que no hiciera esto, aquello o que guardara silencio. Lo único que yo quería era tener su atención, algo normal, supongo. Pero nunca la tuve. Mi mamá por ahí se dedicaba un poco más de mí, pero casi nada.
—Naomi, no me cuentes todo si te hace mal. Además, tienes que cuidar tu voz —dijo al notarla angustiada.
Naomi negó con la cabeza, quería contarle todo para desahogarse y para que la conociera por completo.
—En verdad estoy bien. Me siento mucho mejor ahora que recuerdo cada momento. Y me di cuenta de que estaba cometiendo un error al querer bloquearlos. —Volvió a quedarse en silencio.
—Es mejor que duermas. —Se acomodó en su lugar.
—Aún no puedo dormir bien. Hay algo que me da vueltas desde hace unos días —explicó.
—¿Qué es? Por ahí puedo ayudarte.
—Cuando escapé... me acuerdo que... buscaba algo... o a alguien —hablaba en tono muy dudoso—. Ni bien encontré la puerta sin llave, salí y miré hacia todos lados... No sabía a dónde ir o qué hacer... Por más que la alegría se debía a que podía salir de allí, estoy en duda si también lo hice porque alguien me estaba esperando... —Su pausa fue más larga, lo que inquietó a Elian al creer que no se encontraba bien—. ¡Ya lo sé! ¡Ya sé quién es! —Se sentó en la cama, eufórica, tomando por sorpresa a Elian.
—¿Quién?
—Un señor..., pero no me acordaba dónde lo había visto, ¡pero ahora sí! Él me ayudó por mucho tiempo apareciendo a través de la ventana de mi casa..., pero nunca lo volví a ver... ¿Qué habrá sido de él?
—Yo sé que pasó con él. —Se sentó también.
—¿Cómo puede ser? —Lo miró extrañada. No había manera de que él lo supiera.
—Porque fue quien me contó sobre tu pasado.
—¿También vino a Italia? —Naomi abrió grandes sus ojos, sorprendida por lo que acababa de escuchar.
—Es que siempre estuvo cerca de ti. Más de lo que te puedas imaginar.
—Elian, ¡por favor dime quién es!
—¿Por qué no se quedó? ¿Por qué justo fue a verme cuando estaba inconsciente?
—Porque estaba preocupado por ti. Y al saber que estás bien y acompañada, se retiró para seguir con su trabajo.
—¡Quiero verlo! —Levantó su voz con esfuerzo—. ¡Necesito verlo!
—No grites. Mejor duérmete.
—¿Mi mamá sabe quién es? Le preguntaré.
Deprisa se levantó de la cama, pero Elian fue rápido y se levantó para envolverla con sus brazos y detenerla justo a tiempo.
—¡Cálmate! —La atrajo hacia él hasta hacerla sentar en la cama—. Sé que tienes muchas ganas de verlo, pero tienes que entender que no es el momento. Más adelante tendrás la oportunidad, te lo aseguro. Ahora descansa, que ya te estás esforzando mucho. —La hizo acostarse y la tapó, ajustando las frazadas para que no se moviera más.
—Me estás aprisionando —protestó.
—No estoy haciendo nada malo. Descansa y mañana será un nuevo día. —Se acostó con tranquilidad.
Naomi no le volvió a contestar. Sabía que la discusión la había perdido y, a pesar de haber descubierto quién era el anciano, no podía relajarse al saber que había estado tan cerca de ella y que jamás se había enterado. Se preguntaba cómo había sido posible que se hubiera mantenido en incógnita. Por más que hubiera perdido parte de su infancia, él era el único que la conocía de pequeña y tenía que haberla acompañado en su recuperación. ¿Por qué se alejaba de ella? Recordaba que se trataba de un buen hombre, que le había dado la fuerza para soportar el maltrato de su familia, y era quien la había escuchado cantar por primera vez. Sentía que era muy importante en su vida y quería agradecerle ahora que volvía a tenerlo presente. Lástima que no recordaba su nombre.
Se durmió de tanto pensar y al día siguiente despertó con mucho dolor de cabeza. Elian solo la miró cuando la escuchó quejarse. Con eso le marcaba el escándalo que había estado haciendo durante la noche. Naomi no le hizo caso. Pasó a prepararse para regresar a la clínica junto con Elisa para un nuevo control.
Al haber hablado por mucho tiempo, su voz estaba tomada, pero nada grave. La recuperación que había tenido había sido un éxito, que sorprendió a los médicos por lo rápido que había ocurrido, más teniendo en cuenta el estado en que había llegado.
Cuando regresó junto con Elisa, un auto de color rojo estaba estacionado delante de la entrada de la casa. Ambas pensaron que tal vez era visita para Giuseppe. Sin embargo, al dirigirse hacia la cocina para encontrarse con Elian, se toparon con Gianluca, que estaba sentado con una revista en la mano, la cual la movía de manera nerviosa.
—Que sorpresa tenerte aquí —saludó amable Elisa. Sabía de quién se trataba luego de que Elian y el jefe se lo presentaran el día en que había ido al hospital a visitar a Naomi.
—Hola —respondió con una sonrisa, dirigiendo su mirada a Naomi, que no se animaba a verlo a los ojos y había tomado asiento en frente a él—. Vine a verlos porque necesitaba mostrarles esta noticia y aclarar que yo no tengo nada que ver con lo que dice. —Le pasó la revista a Naomi. Tenía que ser la primera en saber lo que estaba ocurriendo.
—Tu estado de salud fue develado —Elian le adelantó los detalles—. Y siguen con el romance entre ustedes dos.
—No puede ser cierto... —Naomi pasó a leer la nota, asombrada con cada línea que pasaba.
La ausencia repentina de la señorita Mattiussi tomó por sorpresa a todos. El primer comunicado que su mánager dio a la prensa fue que estaba pasando por un problema de salud, no muy grave. Sin embargo, no muchos quedaron convencidos con la noticia, debido a unos cuantos rumores que comenzaron a circular sobre su estado, especialmente luego de un repentino desmayo que sufrió en el estudio de televisión.
Por suerte, hemos descubierto la verdad, gracias a una enfermera de la clínica St Giovanni, que nos ha aportado información al respecto.
Según la ficha, Naomi Mattiussi ingresó al hospital la misma noche en la que pudimos apreciar el anteúltimo programa del Show de las Estrellas. Su estado era crítico y causó mucha preocupación a los médicos, que no podían reanimarla luego de haberla encontrada inconsciente en el pasillo del canal. A pesar de los intentos que realizaron, terminaron por diagnosticarle un estado de inconsciencia parcial, causada por estrés.
Cuando se comenzaba a perder las esperanzas, y se creía que jamás despertaría, ocurrió el milagro. Naomi abrió los ojos para alegría de muchos. En especial, de Gianluca, que jamás dejó de acompañarla, ni de día de noche, velando por su salud (...)
Naomi apartó enseguida la revista, sin terminar de leer la nota. Con lo que había leído era suficiente para imaginarse cómo la habían cerrado. Sin embargo, su mirada se quedó fija sobre la foto que habían puesto para publicar la noticia. Estaba junto a Gianluca y ambos se miraban a los ojos de manera romántica, sin quedarle dudas de que la imagen había sido tomada cuando había recibido la segunda confesión de amor.
De la vergüenza, apartó su vista, sin saber que decir. Estaba enojada. Se habían metido en su vida con la intención de captar la atención del público, sin importar que tan mal la había pasado. Todo estaba descubierto, tanto su pasado como su salud y su vida amorosa.
—¿Quién fue? —preguntó consternada Elisa—. No tiene ningún derecho hacer algo así.
—Angelo. El mismo reportero que publicó la primera foto de nosotros —respondió Gianluca—. Parece ser que la enfermera que entregó la captura quería dinero y terminó aportando detalles de la salud de Naomi.
—Encima te dan protagonismo, como si hubieras sido el portador de la noticia. ¿Lo hacen con intención de ayudarte o de perjudicarte? —preguntó Elian.
—No lo sé. Pero les aseguro que no lo fui ahora ni antes. Aparte, fui una noche a verte. Elian te acompañó todo este tiempo. Yo no quería molestar en un momento tan delicado —explicó tratando de que Naomi lo mirara y entendiera que no quería causarle problemas.
—Entonces, cuando el jefe nos interrumpió fue por ese motivo. Habrá visto a la enfermera en situación sospechosa. Sin embargo, no funcionó —dijo volviendo a ver la foto con un poco más de valentía.
—Sé que no podemos ponerte en una situación de estrés, pero te recomiendo que, si te llaman para una entrevista en la televisión, cuentes la verdad —aconsejó Elian—. Será la mejor manera de solucionarlo y dejar en claro que no te gusta que se metan en tu vida para ganar dinero o público extra.
—Supongo que lo tendré que hacer. —Soltó un suspiro resignada—. También para quitar cualquier otro mal pensamiento que tu abuelo pueda tener sobre mí.
—Para serte sincero, no sé si habrá leído la noticia. Y si lo hizo, qué pensará al respecto. Desde hace unos días lo estoy esquivando. No quiero saber nada de él. Ya no somos más una sociedad. Desde que descubrí que de verdad puedo ganarme el reconocimiento de las personas por mí mismo, no veo la necesidad de seguir aguantando sus caprichos.
—Puedes separarte de él, pero no alejarte del todo —Naomi le aconsejó, ya que Antonello no dejaba de ser su familia.
—No te preocupes, que jamás me arrepentiré de haberlo hecho. Ya me demostró que clase de persona es, y no quiero verme envuelto en sus negocios sucios.
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