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23

Una vez que Elian salió del canal, se dirigió al hospital. Un médico lo recibió para pasarle el nuevo parte. El estado de Naomi se mantenía estable, y podía ocurrir que en cualquier momento despertara. Su situación no era grave, solo el cansancio mental la mantenía dormida.

Elian se sentía agotado. Tomó asiento en una de las sillas del pasillo y se apoyó sobre la pared para relajarse. Cerró los ojos para alejarse por un momento de la realidad y, sin darse cuenta, entró en un sueño liviano.

Los recuerdos en el Circo vinieron a su mente y revivió los años en los que había estado sumido en la tristeza por la muerte de su novia. Hacía las cosas por inercia y no porque le interesaran. Si no trabajaba, no iba a tener dinero para vivir, aunque, a decir verdad, no tenía ganas de continuar viviendo. Su corazón estaba roto, y no había manera de repararlo. Ni siquiera la pasión que alguna vez había sentido, por el arte que expresaba, lo podía ayudar.

La voz de una chica hizo que la escena cambiara de repente. Se vio sentado al final de la tribuna, igual que cuando Naomi había aparecido suplicando para que la dejaran hacer la audición. Se acomodó mejor en su asiento y no apartó la vista de ella. Se preguntaba qué era lo que la motivaba a mantenerse firme con su deseo. Con curiosidad, le pidió a su jefe que le diera una oportunidad. No había motivos para echarla. Ella estaba ahí y, si bien había llegado al límite con el tiempo, la audición todavía no estaba cerrada.

De golpe la escena volvió a cambiar. La voz de Naomi lo cautivó y le hizo recordar que, antes de caer en una tristeza profunda, él jamás había bajado los brazos. Siempre había luchado para alcanzar sus metas; y esta vez no tenía que ser la excepción. No había motivos para rendirse, siempre iba a haber una solución, solo tenía que luchar un poco más para dar el gran salto que lo sacaría del pozo.

Naomi se lo había demostrado, pero ¿por qué ella no era capaz de ponerlo en práctica para su vida?

El sueño continuaba. Se veía sonriente, disfrutando de los aplausos del público y de la voz especial que Naomi le regalaba en cada función. Se sentía bien hasta que se hizo el silencio y el miedo junto a la tristeza regresaron para ahogarlo. El cuerpo le pesaba y su respiración era agitada. Quería despertarse de la pesadilla, pero sus ojos no querían abrirse, y la desesperación lo abarcó.

Apenas reaccionó cuando sintió que una mano se posaba sobre su hombro, insistente para que despertara. Sobresaltado abrio los ojos y miró con confusión a la mujer que estaba delante de él. Sus cabellos eran blancos y una imagen familiar se le vino a la mente.

—¿Elisa? —se animó a preguntar mientras buscaba controlar su respiración.

La mujer asintió con una leve sonrisa justo en el momento en que la voz del jefe resonaba en el pasillo. Elian dirigió su vista hacia él, y vio cómo avanzaba a paso firme para saludarlo. Los dos habían viajado apenas habían recibido la mala noticia.

Elian dejó caer sus hombros relajados y se sonrió aliviado. Ellos iban a saber cómo ayudar a Naomi para que despertara. Ella le tenía mucho aprecio a su jefe y ni hablar de su mamá. De seguro, si los percibía a su lado, despertaría ansiosa por verlos.

—¿Qué piensas hacer de tu vida? ¿Una vez más la vas a tirar a la basura?—El jefe tomó por sorpresa a Elian, que no se había esperado ese tipo de recibimiento. Pero, como el jefe tenía mirada de águila, notó de lejos el decaimiento que este tenía. Su rostro con ojeras marcaba las noches sin dormir y lo mal alimentado que estaba. Al jefe no le gustó verlo de esa manera. Conocía muy bien lo que le ocurría cuando se angustiaba, y no iba a permitir que volviera a sucederle.

—¿Qué dice? —Lo miró extrañado.

—Si no te mantienes firme, tendré que tomar medidas estrictas.

—¿Medidas estrictas? ¿No exagera? —Seguía confundido.

—Claro que no. —Elian refunfuñó—. Hablo en serio.

—Debería estar en mi lugar para saber que no es fácil hacer como que no pasa nada malo.

—No tengas miedo —intervino Elisa—. Aunque no sea fácil, tenemos que mantenernos firmes.

—Es que es muy grande la culpa que siento —confesó—. No supe entenderla y provoqué que terminara mal.

—Tranquilo. Naomi tiene que perder el miedo a los prejuicios para entender que puede confiar en las personas. De esa forma no cargará sola con las inseguridades que siente. Por eso ahora su mente habrá llegado al límite y decidió desconectarse de la realidad. —Elisa soltó un suspiro. Conocía la mente compleja que tenía su hija, y tristemente todavía no lograba entenderla muy bien—. Ella te admira mucho, desde hace tiempo..., y te aseguro que estaba muy contenta cuando supo que viajaría contigo, pero... también muy preocupada. Sentía vergüenza y miedo de que descubrieras que tipo de persona es.

—No tenía por qué estar preocupada. Ella sabe bien que la considero importante en mi vida. —Con cada palabra que oía de Elisa, el nudo en la garganta se hacía más fuerte—. Me hubiese gustado conocerla mejor para no llegar a esta situación. Cuando la encontré inconsciente, me sentí de lo peor, porque le fallé. —Se cubrió el rostro para tapar su tristeza—. No puedo permitir que otra vida se me vaya de las manos. ¡No otra vez! —estalló revelando su temor.

—Entonces no te dejes caer —el jefe contestó sin levantar la voz—. Naomi necesita que todos estemos bien y darle fuerza para que salga adelante.

_Entiendo que te sientas mal, pero, si te encierras en eso y te la pasas lamentando, llorando, maldiciendo, golpeando cosas y, sobre todo, dejándote vencer por el cansancio de tanto pensar en algo que tiene una sola solución, no vas a servir de nada

—¿Y cuál es la solución? —cuestionó inquieto.

—Esperar —respondió sencillo y Elian apretó los dientes. No era la respuesta que quería oír—. No podemos hacer otra cosa. El tiempo se encargará de mostrarnos lo que en verdad pasará. Mientras tanto, seamos positivos.

El jefe no estaba equivocado, pero ¿cómo podía hacerle caso? No ocurría nada que le diera esperanzas. Todo se mantenía igual, a tal punto de desesperarse por ver un cambio.

—Me parece que de a poco estamos llegando todos —interrumpió Elisa la discusión, y se le dibujó una sonrisa al reconocer a su viejo amigo.

La figura anciana de Gioia avanzaba a pasos lentos por el largo pasillo, directo hacia ellos.

Sin dudarlo, Elisa fue la primera en recibirlo con un cálido abrazo. Era tanto el tiempo que hacía que no se veían que la emoción de estar juntos otra vez era grande. Pero también Gioia sentía mucha culpa por su larga ausencia; en cambio, Elisa no le reprochó nada. Sabía que, a pesar de la distancia, se habían mantenido comunicados por el bienestar de Naomi. No había palabras de reproche, sino de agradecimiento por lo que él hacía para que ellas vivieran de la mejor manera posible.

Después de cruzar unas cálidas palabras, Gioia se sintió un poco más animado y tomó asiento a esperar su turno para visitar a Naomi. En cambio, Elisa no podía esperar más para ver a su hija y entró a la habitación, mientras que Elian prefirió retirarse y darle un espacio a la familia de Naomi. El sueño todavía le había dejado un sabor amargo que necesitaba olvidar con urgencia.

—El próximo lunes tiene que comenzar la segunda parte del programa —habló Gioia cuando quedó a solas con el jefe—. Por suerte, pude pedir que lo atrasen hasta que Naomi regrese.

—¿Van a esperarla?

—Al principio se rehusaron, sin embargo, no fui el único que lo pidió. Gianluca se apareció en la reunión y rogó por la espera, justificando que el programa sería un desperdicio sin Naomi. Y tiene razón. Ella no solo supo agradar al público, sino que los chicos que participan también están cómodos, ya que aprendieron mucho con los consejos que les dio. Naomi nunca iba al ataque como estamos acostumbrados a ver. —Hizo silencio para tomar aire—. Debo decir que en algunos programas piden por ella. Quieren volver a oírla, ya que su ausencia llamó la atención, además de aumentar las ganas de verla cantar. No te olvides que no pudo realizar su última presentación.

—Siendo así, ¿se dirá la verdad en algún momento?

—Si pasa mucho tiempo, tendremos que decirlo, ya conocemos como trabajan los medios. No van a parar hasta tener una primicia, sin importar cuanto ensucien la imagen del otro. Y para peor, tenemos a Antonello, que debe estar furioso luego de que Gianluca rompiera lazos con él.

—Gianluca tiene mucho talento, es una pena que lo apague con sus locuras. —El jefe conocía mucho al joven italiano.

—¿Me crees si te digo que a propósito traje a Naomi a Italia? —preguntó curioso.

—Podría... Siempre tiene una buena excusa para llevar a cabo sus planes.

—Desde hace tiempo sé que Gianluca tiene un don especial para el canto, pero no puede demostrarlo por culpa de Antonello. Sin darse cuenta, este lo presiona para que su apellido no se opaque con el pasar de los años. Por eso, se me ocurrió traer de vuelta este tipo de show. —Asintió con la cabeza a lo que decía—. Obviamente que, para disimular mi idea, tuve que acatar sus reglas, las cuales me parecían injustas, pero, como la única persona que podía despertar el verdadero don de Gianluca era Naomi, no podía oponerme. Como ella puede encantar a las personas con su voz, también podía tocar el corazón de Gianluca. Y, la verdad, no me equivoqué. —Se sonrió por el logro—. Cuando supe lo que Naomi había hecho en el primer episodio, me reía solo. Parecía loco. Sin embargo, estaba contento de que mi teoría comenzara a cumplirse. Si bien sabía las consecuencias que traería, no podía hacer nada, solo dejar que todo fluyera como tenía que ser. Al fin y al cabo, Gianluca llegó a la final de la primera parte, demostrando un cambio maravilloso. Su verdadera voz se pudo escuchar.

—¿Entonces la pausa que pidió es para que Naomi termine su trabajo?

—Así es, porque, si no regresa, él ya no cantará. De la misma manera que Elian está depresivo porque su musa se encuentra dormida, Gianluca también lo está. Puede que haya recuperado su voz, pero comenzará a extinguirse si no la vuelve a oír.

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