2
Los días pasaban uno tras otro y Naomi no dejaba de pensar en las palabras de Elian, y menos en el beso que había recibido. La confesión le había dejado una cálida sensación en el alma, que le hizo olvidar la incertidumbre que había percibido en la última función.
El mes de descanso pasó en un abrir y cerrar de ojos. Los artistas, junto con el equipo técnico y los entrenadores, fueron llamados al salón principal para comenzar a planear el próximo show que iban a desarrollar durante la temporada invernal.
Al entrar al salón, Naomi buscó con la mirada a Elian.
—¿Qué sucede? —preguntó Amelie al ver su expresión.
—Parece que Elian no estará en la reunión.
—¿Lo extrañas? —mentó entre risas. No creía que Naomi tuviera ese sentimiento por alguien.
—Nada más pienso que es raro que falte —se defendió, mirando hacia otro lado.
—Tal vez llegue más tarde... o siga de vacaciones —explicó, aunque luego agregó con picardía—: O mejor confiesa que quieres otro beso de él —la desafió al recordar lo que Naomi le había contado.
—¡Claro que no! Y baja la voz —le pidió. No quería que alguien más se enterara.
—Entonces quédate tranquila. Él vendrá, no importa si tarde o temprano. Elian es capaz de hacer un trabajo impecable —resaltó la última frase.
—Sí, tienes razón —respondió para convencerse y guardó silencio para comenzar la reunión.
El jefe había subido al escenario y, lleno de entusiasmo, pasó a explicar la nueva temática con la que iban a trabajar, así también los personajes que interpretarían y el papel que debían cumplir los ayudantes de escena.
El momento del reparto se hizo con calma. El jefe llamaba uno por uno para entregarles las copias del guion y les explicaba que cualquier objeción que tuvieran se la hicieran saber. Iba a hacer lo posible para acomodarlo acorde con la solicitud y que no afectara la escenografía que tenían planeado armar.
La amabilidad y la comprensión eran dos cualidades que el jefe tenía hacia sus artistas. Le gustaba hacerlos sentir cómodos en la obra, ya que sabía que ellos eran quienes mantenían vivo al Circo Clown.
A medida que pasaban los minutos, Naomi movía su pierna de manera inquieta, sin apartar la vista de los compañeros que pasaban a buscar la copia del guion. Aunque sabía que el cancionero era lo último que repartían, la ansiedad era su peor enemiga y le hacía dar dolor de estómago. Ella era la única que no recibía un entrenamiento como los demás, pero le gustaba conocer las canciones que tenía que cantar para prepararse cuanto antes y hacer bien su trabajo.
Estaba concentrada en lo suyo cuando de repente dejo de mover su pierna, al descubrir que un nuevo trapecista había sido seleccionado para ocupar la escena que Elian solía tener en la obra. Se trataba de un joven muchacho que supo encantar con su destreza, por lo que no dudaron en asignarle el acto principal del espectáculo. El muchacho quedó tan sorprendido como todos los que estaban allí, pero nadie dudó en felicitarlo. Ni siquiera Naomi, a pesar de la intriga que sintió cuando la frase de Elian resonó en su cabeza: "La función no termina para ninguno de los dos".
¿Se había referido a que él ya no sería parte del Circo y por eso le había confesado que ella se había convertido en su musa? ¿Era una manera de decirle que seguirían trabajando, pero separados? Si era así, le habría gustado tener otra oportunidad para despedirse mejor y agradecerle el halago que le había regalado. Sin embargo, antes de que pudiera sacar una conclusión, su respiración se volvió a entrecortar.
Entre los artistas presentes en el salón, una mujer de cabellos oscuros se puso de pie cuando llegó el momento del cancionero y avanzó con una sonrisa de felicidad que Naomi reconoció al instante.
Cuando era una niña e iba con su mamá a los shows como espectadora, por mucho tiempo aquella chica que sujetaba las canciones del nuevo show la había inspirado con su carisma para querer formar parte del Circo Clown. Por un momento creyó que tendría la oportunidad de cantar a su lado, como lo había soñado más de una vez, pero lamentablemente su asombro fue mayor cuando, poco después, se dio por terminado el reparto de los guiones con un fuerte aplauso del staff, sin que hubiera tenido la oportunidad de subir a buscar su copia.
De manera brusca se puso de pie antes de que el jefe se retirara del salón. Necesitaba una explicación. Estaba segura de que habían cometido un error y sin querer se habían olvidado de ella. Pero, antes de que pudiera decir algo, el jefe la miró entre la multitud y se acercó.
—Naomi, luego quiero hablar contigo, así que espera a que te llame.
—¿Pasó algo? —preguntó con miedo.
—Nada de qué preocuparse.
—Entiendo —respondió dudosa mientras lo veía alejarse tranquilo como siempre.
—Seguro el jefe tiene una sorpresa para ti. —Amelie apoyó la mano en su hombro para animarla.
—¿Buena o mala? —preguntó mientras tomaba asiento para mantenerse estable.
—¡Por supuesto que buena! El jefe nunca haría algo malo.
—¿Y si mi presagio se hizo realidad? No te olvides que sentí que no volvería a estar sobre el escenario.
—Antes de sacar conclusiones espera a tener la reunión. Además, ¿por qué no estarías? No hiciste nada malo para que te quiten.
—Tal vez la otra chica quiso regresar al circo y por eso ya no me necesitan.
—Naomi, ¡estás exagerando! No te tortures con ideas que ni siquiera sabes si son reales —la retó.
—¡Por favor! Cada uno vaya preparándose en sus respectivos centros de entrenamiento. —Un asistente alzó la voz e interrumpió la conversación. Necesitaba que pronto estuvieran fuera del salón.
—Luego hablamos, ¿sí? Y recuerda, no pienses de más. Controla tus pensamientos antes de que te hagan daño —aconsejó antes de irse con su entrenador.
Por más que Amelie le había pedido que mantuviera la calma, el sentimiento de tristeza era mucho más fuerte. Naomi se sentía desplazada y odiaba la sensación, lo que provocó que unas lágrimas rodaran por sus mejillas a los pocos segundos de quedar sola. Saber que alguien la dejaba de lado la hacía cuestionarse si realmente era buena persona y artista. Era un sentimiento que la torturaba desde niña, y por eso muchas veces optaba por ser cohibida y cerrarse en su mundo sin expresar lo que realmente sentía delante de los demás. Era cierto que quería cambiar y ser otra persona más fuerte, pero estaba al tanto de que tal vez nunca lo iba a lograr si no aprendía a fortalecer su autoestima para entender que un rechazo no siempre era malo.
Respiró hondo para quitar sus temores y, aunque sabía que la mejor idea era poner en práctica los ejercicios que su terapeuta le había enseñado para sobrellevar las situaciones de ansiedad, se quedó quieta, esperando que la incertidumbre desapareciera por arte de magia.
Nada pasaba, por lo que prefirió ir a tomar un poco de aire. Estaba segura de que iba a ser la mejor medicina.
En el momento en que se puso de pie descubrió que Elian se encontraba apoyado sobre el marco de la puerta, observándola en silencio. Naomi se paralizó. Se lo veía tranquilo como si nada extraño hubiera ocurrido en la reunión. A pesar de la sorpresa, sabía que lo mejor era aparentar que estaba bien, y se limitó a salir de allí sin decirle nada. Tampoco estaba segura de lo que él pensaba, y era mejor no hacer algo vergonzoso antes de que se pudiera arrepentir.
—Estas preocupada, ¿verdad? —Elian la detuvo al ver que lo ignoraba— ¿No recuerdas lo que te dije hace un mes? —Naomi se mantuvo en silencio. No confiaba en él, menos ahora que parecía que ninguno de los dos tenía un papel en la nueva obra—. Aunque no lo parezca, la función todavía no termina para ninguno de los dos —intentó hacerla sonreír al repetir lo que él creía una buena noticia.
—¿Tienes algo que ver con esto? —Apenas se escuchó.
—Depende de a lo que te refieras.
—Como no vas a participar de la obra, ¿decidiste que yo no esté? —A pesar de que era una teoría bastante egoísta, fue lo único que se le ocurrió.
—Es cierto que tomé una decisión, pero no es lo que piensas. —Se mantuvo calmado.
—Por favor, no estés con misterios. No quiero quedar fuera de la obra sin ninguna razón —suplicó—. Estar sobre el escenario es lo que me hace feliz.
—Lo sé bien, y por eso seguirás arriba de uno. Nada más que tu camino se desvía hacia uno mucho mejor.
—¿Qué es lo que sabes y yo no? —insistió para que fuera más directo.
—Que eres muy susceptible a los cambios y los percibes antes de tiempo. —Otra vez hablaba divertido al referirse a ella. Quería animarla porque estaba más que seguro de que, cuando supiera la verdad, iba a ponerse muy contenta.
—Elian... —rogó para que dijera lo que escondía.
—Es verdad lo que te digo. No hay nada de qué preocuparse. —Prefirió no hacerse más el misterioso—. En la reunión con el jefe vas a ver que te esperan nuevas oportunidades. —Se sonrió para luego despedirse con un movimiento de manos.
¿Qué es lo que te divierte? ¿Te burlas de mí o me hablas en serio? No te entiendo."
Naomi se quedó sumida en la duda. Al final, ¿Elian buscaba ayudarla o perjudicarla? No parecía ser una persona que arruinara los sueños de alguien. Sin embargo, con el comportamiento que tenía, daba la impresión de lo contrario.
Sin pensarlo más, Naomi salió corriendo a buscar aire. Necesitaba calmarse o iba a explotar. En cambio, Elian no se había alejado mucho de la sala de reuniones. Se había quedado en una esquina del pasillo para ver qué era lo que Naomi hacía. Por un momento había creído que había estado bien hacerse el misterioso, pero, al pensarlo mejor, sintió que lo había hecho mal y tuvo miedo de que se hubiera molestado.
Casi finalizaba la jornada cuando Naomi recibió la llamada del jefe para que se presentara en la oficina. Cuando quedó delante de la puerta, golpeó. Ni bien obtuvo el permiso, pasó a la oficina con una mezcla de ansiedad y miedo.
Era el momento de saber la verdad.
El joven dueño estaba sentado delante de un ventanal, con unos cuantos papeles sobre su escritorio y, en una de las sillas, Elian también la estaba esperando, lo que provocó que su corazón diera un vuelco. Parecía ser que de verdad tenía algo que ver con el cambio en la obra.
—Toma asiento, por favor —indicó el jefe con un ademán.
Naomi caminó hasta la silla que estaba al lado de su compañero, se sentó y esperó a que le dirigieran la palabra. Necesitaba saber la verdad antes de que su cabeza estallara de tanto pensar.
—Como bien sabes, no se te dio ningún papel para representar en la obra al igual que Elian, pero todo tiene una explicación y estoy seguro de que comprenderás los motivos y los aceptarás sin problemas. —Tomó los papeles que estaban sobre el escritorio y se los pasó—. Puedes leer los detalles mientras te explico mejor de qué trata el nuevo plan que tengo para ti.
Naomi agarró las hojas y, al leer el título, sus dudas comenzaron a aclararse, pero sin gustarle mucho. Se avecinaba un cambio muy grande en su vida y no estaba segura de si estaría preparada para recibirlo.
—Existe la posibilidad de un nuevo trabajo para que crezcas en tu carrera como cantante. Me gustaría que tus dones en el canto los pueda apreciar un grupo más grande de personas y que no te limites solo al Circo. Por eso, en este tiempo estuve haciendo contactos con nuestro patrocinador que vive en Italia, para que viajes y cumplas con dos contratos.
—¿Italia? —Se sorprendió tanto que dejó de leer las cláusulas y lo miró. Solo de su mamá había escuchado hablar con emoción de aquellas tierras europeas, lugar de donde había llegado ya hacía unos cuantos años a rehacer su vida. Por eso le parecía extraño que el jefe se lo nombrara. ¿Qué tenía que hacer allí?
—Así es. Tomé la decisión luego de evaluar que, a pesar de tus cortos 21 años, tienes la suficiente experiencia y estrategias para manipular la voz. Te adaptas a cualquier trabajo que se te indica, lo que te habilita para que ayudes a nuevos artistas a que se conviertan en estrellas —el jefe hablaba sonriente, resaltando las cualidades de Naomi. Ella solo lo escuchaba atenta, esperando saber cuál era el trabajo que haría en un país tan lejano—. En Italia no solamente te conocerán como cantante, sino que también te convertirás en el nuevo jurado de un programa televisivo y en una cazatalentos. Recorrerás varios puntos claves del país ya que en tus manos tendrás la responsabilidad de escoger la voz masculina que representará al Circo Clown el próximo año.
Naomi abrió grandes los ojos y sintió un nudo en el estómago. Estaba asombrada por la confianza que el jefe le tenía al darle un encargo tan importante.
—Hay que saber que también está la posibilidad de rechazarlo —opinó Elian al recordar la conversación que había mantenido con ella minutos antes, cuando le había confesado que trabajar en el Circo la hacía feliz.
—Pero no estaría bien, Elian. En este tiempo te esforzaste mucho al ser el intermediario entre el Circo Clown y la empresa Gioia para que el contrato sea rechazado así de fácil —habló serio el jefe.
Naomi llevó la vista a su compañero sin poder creer lo que acababa de escuchar. ¿Elian había sacrificado sus vacaciones por ella? ¿Por qué seguía comportándose de manera tan amable? Era algo que no podía entender, y se sintió una tonta por haber dudado de sus intenciones.
—Naomi —el jefe le llamó la atención al ver que se había quedado tildada—, primero deberías leer los contratos para luego responder con seguridad qué es lo que deseas hacer. Si no estás de acuerdo en cumplir el trabajo, deberás darme buenas justificaciones, si no, no las aceptaré.
—Entiendo a la perfección —respondió y regresó su vista al jefe para agregar—: Pero es muy repentino. Creo que primero tendría que haberme consultado si estaba de acuerdo o no en cambiar mi trabajo.
—Si lo hice sin consultarte es porque confío mucho en ti y sé que lo harás muy bien. Tienes la experiencia suficiente para desenvolverte —insistió— y, si quieres crecer para convertirte en una cantante famosa, no tienes que dudarlo. Tienes que ir más allá y aprovechar todas las oportunidades que se te presenten.
—Le agradezco la confianza. Sin embargo, quiero que sepa que dejar el Circo Clown no será fácil. Es como mi hogar, y ustedes son como mi familia. Siento miedo al cambio y al estar sola en un país que no conozco. No creo que pueda sentirme bien con todo esto —se sinceró. Sabía que el jefe conocía parte de su historia.
—Admito que el trabajo será de mucha carga y que el estar en un país diferente puede que lo haga difícil —se puso de pie y se dirigió hasta Elian para señalarlo mientras Naomi lo seguía con la mirada—, pero debes saber que no estarás sola. Él te acompañará, ya que decidió retirarse un tiempo del escenario para convertirse en tu representante.
—¡¿En serio?! —La noticia fue impactante. ¿Elian estaba haciendo un cambio tan grande por ella? Ya era demasiado y no estaba segura de cómo podía pagarle semejante favor—. ¿Estás seguro? —preguntó mientras por dentro se volvía a arrepentir por haber pensado mal sobre él.
—¡Claro que sí! Si no, desde un principio me hubiera negado.
Sin darse cuenta, Naomi hizo una sonrisa que iluminó su rostro al sentir la buena noticia que aliviaba sus temores. El gesto que Elian había tenido hacía aumentar su admiración por él. Estaba segura de que debía ofrecerle una disculpa, además de tener que encontrar la manera de agradecerle por tanta ayuda recibida.
—Tienes hasta mañana temprano para pensar tu respuesta, Naomi —continuó el jefe mientras se acomodaba en su asiento. —Tu contrato inicia el próximo lunes, así que no podemos perder mucho tiempo.
—Haré todo lo posible para que sea afirmativa.
—Cuando termines de leerlo, pregúntate si te hace feliz, porque si no lo sientes, estarás complicada.
Naomi asintió. Sabía muy bien lo ciertas que eran esas palabras.
La reunión duró unos cuantos minutos más para dar los detalles considerados importantes para el viaje y la estadía en Italia: cuánto tiempo sería, dónde vivirían y qué personalidad tenía el nuevo jefe con el cual Naomi debía trabajar. Parecía que Gioia era un hombre tranquilo pero muy exigente. Solo había que buscarle la vuelta para poder llevarse bien con él. Elian fue amable y le dio unos cuantos consejos, ya que había aprendido a tratarlo en otros encuentros que había tenido en el pasado. Naomi prometió hacerle caso al pie de la letra y no defraudar a nadie.
Una vez que salieron de la oficina, Naomi miraba de reojo a Elian. Quería comentarle lo que había sentido minutos antes, pero las palabras no le salían con facilidad. Se quedaba a medio camino antes de poder expresarlas, haciendo muecas extrañas. La salida estaba a pocos pasos y, si no tomaba el coraje para decirle lo que sentía, se iba a arrepentir. Era el momento de mostrar su gratitud y de dejar de lado la vergüenza.
Al llegar al final del pasillo, se detuvo y tomó sorpresivamente la mano de Elian para que no avanzara.
—Elian, espera...
—¿Qué pasa? —La miró con curiosidad.
—Quería agradecerte lo que has hecho por mí y... —Hizo una pausa mientras le soltaba la mano para no incomodarlo— tengo que pedirte disculpas.
—¿Por qué?
—Porque en un momento pensé que estabas jugando conmigo.
—¿En serio? —preguntó apenado y Naomi asintió nerviosa por ser esto cierto—. Lo siento, no debí hacerme el misterioso.
—También yo exageré, así que mejor olvida lo que dije. —No quería hacerlo sentir mal con sus locas ideas.
—No pasa nada, es mejor que me lo digas. —Le sonrió para darle tranquilidad y agregó—: Mañana nos vemos para saber tu respuesta.
—Hasta mañana y ¡muchas gracias por todo!
Elian le guiñó el ojo y se retiró del edificio muy animado, llamando la atención de quienes se cruzaban con él y lo veían tan sonriente. Muchos creían que era algo inusual lo que se estaba viviendo aquel día, y se preguntaban qué había ocurrido para que no fuera parte de la obra, pero a su vez se sintiera tan feliz
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