19
Desde su lugar, Naomi miraba la escena. No estaba segura de si interrumpir o dejar que Gianluca se desahogara. Era un problema familiar y no tenía por qué meterse. Los gritos descontrolados aumentaban con cada segundo que pasaba y nadie aparecía a separarlos. La única persona cercana era ella, por lo que tenía que hacer algo. Al intentar moverse, se dio cuenta de que su cuerpo no le respondía. Había quedado paralizada por el miedo, y otro recuerdo muy nítido pasó por su mente junto con un escalofrío que recorrió su espalda cuando la voz de Antonello se transformó en la voz de su padre cuando lo dominaba la furia.
"¡Eres una inútil! No puedes hacer nada. No sé por qué tengo que hacer esto contigo. ¡No te mereces nada!".
Las palabras hirientes resonaron en su cabeza, al mismo tiempo que Antonello se las decía a Gianluca. Aturdida por el pánico, intentó mantener el equilibrio. Se apoyó sobre la pared y, sin querer, hizo un poco de ruido con sus tacones al trastabillar. Gianluca giró la vista, molesto por si alguien había estado espiando, pero, al ver que se trataba de Naomi, se olvidó de su abuelo y se acercó hasta ella.
—Naomi, ¿qué sucede? ¿Te sientes mal? —Pensó que se debía a su afonía, y le tomó la fiebre con la mano—. Ven, siéntate aquí. —La quiso guiar hasta el borde de la escalera.
—Por favor, no te acerques... —Era mejor alejarlo para que Antonello no fuera por ella.
—Si estás enojada por lo que pasó, yo te avisé..., así que deja que te ayude...
—No estoy enojada... —hablaba con dificultad. Su ritmo cardíaco había aumentado más al sentir los pasos de Antonello. El anciano le traía a la mente sus peores pesadillas y la hacía transpirar de miedo—, sino preocupada por ti...
—¿Otra vez jugando el papel de víctima? —resonó la potente voz de Antonello.
Al escuchar la temible pregunta, Naomi quiso escapar para esquivarlo, pero fue detenida por Gianluca, que la sujetó en el momento justo antes de que cayera al suelo a causa del mareo.
—No lo escuches —dijo con calma mientras la volvía apoyar con cuidado sobre la pared—. Todo estará bien. Llamaré un enfermero para que te revise.
—No la defiendas, ¡Gianluca! ¿No te das cuenta de que ella quiere perjudicarte? Lo ha dejado más que claro esta noche. Y tú mismo lo dijiste antes de empezar el show. ¿¡Por qué no reaccionas!? —Se encontraba sacado de quicio.
—¡Porque ya te lo dije! Hoy canté liberando la bronca que tengo al ver que no me sale nada bien. Deja de culpar a Naomi. Ella no tiene nada que ver.
Antonello lo empujó para ponerse en frente de Naomi y le sujetó el rostro para que mantuviera la vista en él. No creía ni en una sola palabra de su nieto.
—¡Abuelo, no hagas nada! Ella no me obligó a que cantara mal y tampoco fue actuado. ¡Entiéndeme!
Gianluca parecía hablarle a la pared, ya que Antonello se dedicaba a mirar a Naomi con odio.
—Mira tu carita de pánico... Esto ocurre cuando te haces la rebelde yendo en contra de las reglas. Sin embargo, nunca serás una estrella. En cambio, mi nieto sí tiene el talento para lograrlo y ¿sabes qué más? —Naomi negó con un movimiento de su cabeza, atemorizada—. Él tiene el apoyo de su familia..., algo que tú no llegaste a tener.
—No lo habré tenido antes, pero ahora es diferente —Trató de mantenerse firme, aunque sentía que le faltaba el aire.
—¿Estás segura? —respondió sobrante apretando con más fuerza hasta hacerle doler.
—¡Ya basta! —Gianluca lo apartó de Naomi—. ¿Qué intentas hacer?
—Nada. Solo le estoy contando cómo son las cosas. Además, hay algo más que deberías saber sobre esta farsante. Seguramente, cuando te lo diga, entenderás por qué desconfío tanto de su actitud. —Se cruzó de brazos, seguro de su última carta, que jugaría para deshacerse de Naomi.
—Lo que digas no cambiará mi forma de pensar, así que ahórrate las palabras —le advirtió.
Antonello se sonrió mientras miraba cómo Gianluca trataba de calmar a Naomi, que cada vez estaba más pálida y parecía a punto de desmayarse.
—¿Está bien que te llamemos Naomi Mattiussi? —Cruzado de brazos caminó unos pasos y alzó las cejas, como si estuviera acechando a su presa—. ¿O es mejor que te llamemos por tu otro nombre?
Naomi abrió grande sus ojos, sorprendida por lo que Antonello había descubierto. Si él de verdad conocía su pasado, sería capaz de usarlo en su contra.
—¿A qué te refieres? —Gianluca preguntó confundido al ver la reacción de Naomi.
—Es fácil. Naomi usa un nombre falso..., pero no la culpo, yo haría lo mismo si lo tuviera que hacer para que me presten atención, olvidarme de que no valgo nada... y que me tiraron a la calle.
—¡No siga! —gritó desesperada y se sujetó con ambas manos la cabeza.
El dolor que invadía su corazón hacía que las lágrimas comenzaran a desbordarse por su rostro. También su mente la golpeaba con fuertes recuerdos. Podía ver su niñez a través de constantes puntadas. Las escenas de sus padres golpeándola por el solo hecho de haber hablado o encerrándola en su cuarto como castigo por no respetar las órdenes impuestas; querían liberarse de la celda en la que los había bloqueado para tratar de tener una vida normal.
—¿Te descubrí? —la provocó levantando su rostro para que lo mirara, con su risa burlona, lleno de satisfacción.
—No... Usted no sabe nada... —Lloraba de dolor. Parecía que su cabeza iba a estallarle en miles de pedazos.
—Claro que lo sé. Te estuve investigando todo este tiempo... y ahora entiendo por qué eres la favorita de Gioia e intentas hundir a Gianluca con tus acciones. Eres tan pobre de cariño que buscas tener toda la atención para ti misma, sin importar a quién quites del camino. Pero no dejaré que te salgas con la tuya, porque, como bien sabes, ¡no vales nada! Si tu familia no quiso hacerse cargo de ti y te tiró a la calle, menos lo harán los demás, ni siquiera conociendo tus malas intenciones.
—¡Se equivoca! ¡Yo no conozco a Gioia! ¡Tampoco quiero hacerle daño a Gianluca! —Gritaba de manera descontrolada, mientras que su cuerpo temblaba culpa del medio.
El desprecio con el que estaba siendo tratada hacía que su alma comenzara a resquebrajarse. Era un dolor intenso que le hacían perder la razón.
—Naomi, tranquila. —Gianluca estaba muy preocupado. Quería tranquilizarla mientras se preguntaba qué tan cierto era lo que su abuelo decía.
—Nunca me equivoco. —Alzó su mano y le dio una fuerte cachetada—. ¡Deja de gritar como una demente porque la locura no te hará escapar de tu castigo por farsante!
Luego de sentir la mano pesada de Antonello sobre su cara, Naomi se quedó con la mirada perdida. El golpe seco provocó que todos los recuerdos de su niñez se desbordaran en un fuerte torrente de agua, donde pudo ver como dos personas la humillaban y la golpeaban culpándola por la miseria en la que vivían, además de tratarla como una persona deficiente por su poca capacidad de interactuar con el mundo. Ella no era la culpable si nadie se había tomado la molestia de enseñarle lo básico de la vida. Sin embargo, sus padres nunca lo entendieron y creyeron que su hija había nacido para complicarles la vida.
Sin poder resistir tanta carga emocional, su mente se oscureció y bloqueó todas sus funciones con un fuerte zumbido que la aturdió. Y a los pocos segundos sintió el colapso, cuando su cuerpo se desplomó en una caída libre.
—Vaya, esto no me lo esperaba. —Antonello no se inmutó. Parecía gozar lo que veía—. Gianluca, cuando termines de hacerte el héroe, hablaremos más tranquilos.
Con pasos firmes, se retiró del lugar, satisfecho por desenmascarar a Naomi, que ya no molestaría nunca más con sus decisiones.
—Naomi, ¿me escuchas? —Sacudió con suavidad su rostro para despertarla—. ¿Naomi? —volvió a insistir—. ¡Rápido! ¡Llama a un médico! —le ordenó a un asistente que se había acercado al escuchar el alboroto—. ¿Qué te sucede? ¿Por qué no despiertas? —Ya poco le importaba la discusión que había tenido con Antonello, nada más quería verla despertar.
Un médico del canal se acercó a ellos y, mientras socorría a Naomi, Gianluca corrió deprisa para buscar a Elian y darle la terrible noticia. Esperaba que no lo culpara por lo ocurrido. Era inocente, pero no estaba seguro de que le creyera. Elian ya desconfiaba de él y no importaba qué palabras usara para explicarle. No lo entendería.
Llegó al cuarto piso sin aliento y abrió la puerta de golpe, sin importarle la interrupción brusca. Los que estaban allí llevaron la mirada hacia él, sorprendidos por su reacción.
—Elian, ¡rápido! —habló en voz muy alta pero temblorosa—. ¡Naomi se desvaneció y no despierta!
Elian no fue el único en ponerse de pie y salir apurado, también Isabella junto con Marco y Lisa fueron detrás. El médico todavía se encontraba dándole atención primaria para despertarla. Sin embargo, nada funcionaba. Naomi parecía encontrarse en un sueño profundo, alejada de lo que ocurría a su alrededor.
Elian se acercó y se arrodilló para verla.
—Hay que llevarla urgente al hospital —habló el médico—. Debemos hacerle un chequeo y descubrir el motivo por el cual no despierta.
—No puede ser... —Angustiado, Elian le acarició con suavidad la mano mientras el doctor la levantaba con cuidado para ponerla sobre una camilla—. ¿Otra vez, Gianluca? ¡¿Por qué?! —Se giró molesto para encarar a Gianluca.
—Te juro que no hice nada —se atajó enseguida—. Mi abuelo es el culpable.
—¿Qué le hizo? —inquirió con lágrimas a punto de estallar.
—Lo de siempre. Menospreciarla y, además, también descubrió algún tipo de secreto que guardaba.
—¡Explícate mejor!
—Aparentemente, el nombre que lleva no es el verdadero... Lo hace para encubrir los planes de Gioia. Cuando se lo dijo, Naomi se descontroló y le agarró un fuerte dolor de cabeza. No había manera de tranquilizarla... y todo empeoró cuando mi abuelo le pegó una cachetada.
—¿Dejaste que le pegara? ¡Eres un inútil! —reprochó.
—¿Yo un inútil? Tú lo eres por dejarla sola sabiendo que no se sentía bien y mi abuelo estaba cerca —criticó.
—Ella se siente mal por tu culpa. No la dejas en paz ni un segundo. —Le remarcó—. Al igual que tu abuelo, la viven atacando.
—¡Dejen de pelear! —Isabella intervino—. Mejor uno de los dos vaya con Naomi al hospital. No la dejen sola.
—Yo iré, pero esta charla no termina aquí. —Frenó a Gianluca cuando este amagó para salir.
—Entonces nos veremos otra vez.
Pormás que Elian lo hubiera detenido, no iba a dejar de ir a la clínica.Necesitaba asegurarse de que Naomi estuviera bien; ya bastante oscuras estabanlas cosas en su vida para empeorarlas todavía más.
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