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18

Había mucho movimiento dentro del canal de televisión. Todo el equipo quería realizar una cuarta transmisión que superara las anteriores, ya que, gracias a los talentosos jóvenes, tenían el mayor rating de la semana.

Lo primero que hizo Naomi fue ir junto con Elian a la oficina del director para hablar del problema que tenía con sus cuerdas vocales. Fue algo inesperado y preocupante para Davide, pero trató de encontrar una solución con la participación de Lisa.

Un poco más tranquila, Naomi se fue a preparar mientras que Elian había decidido no invadirla y la dejó ir sola hacia el camerino.

Una vez que Naomi estuvo lista, tomó el camino que la llevaba hasta el escenario, pero antes de ocupar su lugar quería encontrarse con Gianluca para saber cómo estaba luego de la incómoda situación que habían vivido la noche anterior. Sabía que era peligroso acercarse por el rumor que corría sobre ellos, pero por una extraña razón necesitaba hacerlo.

Cuando creyó que ya no lo encontraría, lo vio salir de una sala con unos papeles en la mano. Se lo veía preocupado, por lo que aumentó sus pasos para quedar a su lado.

—Hola —lo saludó para tener su atención—, ¿cómo estás? —Le sonrió para demostrarle que todo estaba bien con él.

—Hola, Naomi. —Le devolvió la sonrisa, aunque era bastante forzada—. Estoy bien..., nada de otro mundo. ¿Tú cómo estás? ¿Te sientes mejor? Quise comunicarme contigo estos días, pero... se me pasó el tiempo volando.

—Estoy mejor..., creo.

—Ya no estuviste llorando, ¿verdad? —preguntó al oír su voz, y Naomi agachó la mirada—. Ya veo..., pero no te preocupes, hablé con mi abuelo para que te dejara tranquila. Todavía no entiendo porque no le caes bien y te trata con desprecio.

—Porque arruiné su plan, y supuestamente te estoy arrastrando al mal camino.

—Eso último no es cierto. Tú también estás creciendo como artista y no tiene por qué ponerte trabas. Además, eres muy buena. Tienes talento y me alegro de que seas parte del jurado.

—Gracias, pero lo que pasa es que eres importante para él, por eso no debe querer que interfiera con mis decisiones.

—Créeme que, si fuera importante, por lo menos me escucharía —respondió dolido—. A veces me pregunto si sabe que las personas tenemos sentimientos o nuestros propios proyectos... Él nada más piensa en su fama y mantener el apellido Manna en las listas más altas —continuó Gianluca.

—Entonces ¿no estás de acuerdo con la idea que tiene tu abuelo? —Se animó a preguntar para terminar de afirmar si de verdad Gianluca estaba siendo oprimido por su abuelo.

—Como sabrás, al principio estaba de acuerdo..., lo defendía..., y por eso me comportaba como un idiota. Lástima que mi abuelo no me entiende. Piensa que me hechizaste o algo por el estilo. —Soltó una risa para liberar la tensión que le producía saber la triste realidad.

—Muchos dicen que suelo hechizar a las personas, pero estoy segura de que, si lo hago, es para bien. No buscaría hacer daño. Ya te lo dije la primera vez que te puse la cruz.

—Naomi... ¿Puedo pedirte un favor? —la interrumpió de golpe.

—Si puedo hacerlo, claro. —Se encogió de hombros.

—Esta noche, colócame otra cruz —Gianluca se acercó a su oído para susurrarle el plan.

—¡No! —se opuso y Gianluca le tapó la boca para que no hablara fuerte.

—Hazlo. Además, siento que hoy no daré un buen show. Tengo tantas cosas en la cabeza que no puedo pensar con claridad y menos concentrarme en la canción.

—Gianluca, lo estás haciendo bien. En serio. La última nota que te puse es porque te las ganaste, no porque alguien me obligó a hacerlo. No voy a ponerte una cruz a menos que te lo merezcas.

—Entonces, lo haré mal a propósito.

—¿Y qué ganarías?

—Mostrarle a mi abuelo hasta dónde llega mi límite. —Se sonrió confiado.

—Es una locura... —Hizo una pausa para tratar de buscar algún consejo que lo ayudara a cambiar de opinión. Miró su pulsera y con un poco de esfuerzo quitó una pequeña estrella que colgaba de ella—. Gianluca, canta con el corazón. No pienses en tu abuelo o en los problemas que tengas. Cree en la música y en quienes te escuchan..., por favor. —Lo tomó de la mano para entregársela—. Esta estrella te dará fuerza, confía en mí. Después de todo, las estrellas siempre brillan en la oscuridad.

—Qué raro es verte preocupada por mí. —Se sonrió de lado mirando la delicada estrella de plata—. Pero me alegra, porque quiere decir que ya te caigo bien. —Se sintió en las nubes por el gesto de Naomi y se dio la vuelta para irse.

—¡Pórtate bien! —Alzó la voz con esfuerzo. Ni ella creía lo que estaba pasando. Pero se daba cuenta de que de verdad Gianluca tenía una forma especial de ser que ocultaba por algún motivo, lo que la llevaba a arrepentirse por haber pensado mal sobre él.

Gianluca la ignoró y guardó la estrella en el bolsillo de su pantalón. Confiaba en que esa noche mostraría al mundo lo que ocultaba dentro de su ser. Para bien o para mal, no importaba. Se dejaría llevar por la música para liberarse y encontrar el camino que lo haría feliz.

—¿Qué pasa, Naomi? —preguntó Elian al oírla gritar.

—Nada de qué preocuparse. —Prefirió no decirle sobre la idea de Gianluca. Era mejor no armar escándalo con algo que no era seguro que fuera a pasar.

—¿En serio? ¿No te estuvo molestando?

—De verdad. Yo me acerqué a él. —Agarró a Elian de la mano—. Quédate tranquilo que todo está bien. Nos vemos luego, ¿sí?

—Claro. Mucha suerte para esta noche. —Le dio un beso en la mejilla y se retiró a su lugar a observarla, como siempre lo hacía.

El programa inició con un minirecital de Lisa, que había decidido repasar sus temas más conocidos, que habían llegado al primer puesto del ranking varios años atrás. El público escuchaba muy atento, disfrutaba del show y cantaba en voz alta en los estribillos. Solo un pequeño grupo estaba desilusionado por no ver la presentación de Naomi. Muchos se habían apurado por conseguir un lugar para oírla cantar y sentir mejor la energía que transmitía en cada una de sus canciones. Como Naomi estaba al tanto de ese detalle, pidió permiso para dar sus disculpas por el inconveniente que había ocurrido. El público alzó la voz y le dedicó palabras de ánimo para que se recuperara pronto.

Una vez que el aplauso disminuyó, Isabella pasó a presentar a los primeros participantes. Naomi esperaba expectante la aparición de Gianluca. Quería que se olvidara del plan e hiciera su número como debía ser. Por eso, apenas lo vio aparecer, se puso atenta y una pequeña molestia se hizo presente en su estómago.

—Si es posible me gustaría decir unas palabras antes de comenzar —Gianluca se dirigió al jurado.

—Por supuesto, Gian. Di lo que necesites, y más si la canción está dedicada a alguien en especial. —Isabella aprovechó a meter su opinión sobre la relación de último momento, ya que parecía que nadie más quería comentar algo al respecto.

—Esta noche seguiré el consejo que me dio mi musa. —Echó una mirada rápida a Naomi—. Ella me dijo que hoy cante con el corazón, que de esa manera haré una presentación que satisfaga las exigencias del jurado y del público que desea escucharme y conocerme mejor. Lo pondré a prueba... y, si logro hacerlo bien, por favor apláudanme. Y si no llego a cumplir con las expectativas, estoy más que preparado para aceptar una cruz, la cual no me afectará. Al contrario, me ayudará a que me esfuerce mucho más.

—Suena muy interesante. —Lisa tomó la palabra.

—¿Podemos saber quién es tu musa? —Marco le sonrió curioso por descubrir la respuesta.

—No diré su nombre. Pero ella lo sabe muy bien.

—Entonces no nos dejas muchas opciones. —Lisa miró a su compañera de al lado y la cámara también apuntó hacia Naomi, que trató de aparentar tranquilidad.

—Piensen lo que quieran —respondió Gianluca mientras se colocaba en medio del escenario.

—Si no hay más nada para decir, estamos dispuestos a escucharte, Gian. —Isabella dio la señal para que la melodía comenzara.

Naomi se acomodó y trató de relajarse. Lo que Gianluca había dicho le daba seguridad de que había decidido no cometer ninguna locura.

Atenta a lo que haría, cerró sus ojos para alcanzar una vez más las nubes de emociones que Gianluca parecía transmitir con su canto. Estaba segura de que se olvidaría de los problemas para concentrarse en su sueño, y así llegaría a un nivel mucho más alto que lo que venía presentando.

Sin embargo, para sorpresa de los tres jurados, la voz que se escuchó no fue lo que habían esperado. Gianluca había comenzado a cantar con una voz áspera, cortante y sin ritmo. Parecía una mala broma de su parte, ya que alguien que no supiera cantar tampoco sería capaz de hacer semejante desastre. Pero lo que Gianluca estaba expresando era la verdad que ocultaba dentro de su corazón.

Cuando la melodía había iniciado, la imagen de Antonello había aparecido en la mente de Gianluca y, en vez de escuchar la letra de la canción, oía con claridad las frases que su abuelo le decía para resaltarle que debía relajarse, que el dinero lo iba a ayudar a escalar la fama y que, de esa forma, su talento valdría oro.

Apenas su voz ronca se apagó, una pregunta lo atravesó: ¿de verdad su abuelo quería ayudarlo? ¿O lo hacía para mantener su nombre siempre presente? Si lo pensaba mejor, Antonello jamás había creído en la magia de la música, y por eso no entendía que él se desesperaba por recuperarla.

La angustia lo invadió y agachó la mirada para ocultar su malestar. Se sentía una marioneta que su abuelo estaba usando para su propia diversión, y no para tenderle la mano amiga que necesitaba para recuperar su don.

La música se interrumpió de golpe y el silencio invadió el lugar. Nadie se animaba a decir algo y, peor, ni siquiera a respirar para no dañar más el momento.

Naomi estaba perpleja. Su consejo no había surtido efecto, lo que complicaba más la situación.

—Pero ¿qué pasó? ¿Es una broma de mal gusto? —Isabella fue la primera en preguntar. Estaba desconcertada.

—No. ¿Por qué lo sería? —Gianluca se mantenía quieto en su lugar.

—Porque tiene que ser a propósito lo que acabas de hacer...

—Solo canté siendo sincero, como me aconsejaron. —Respiró hondo y llevó su mirada a Naomi, pero rápidamente miró al resto—. Jurado, por favor, evalúen mi presentación —pidió enseguida al notar que ya no podía estar allí parado. Había llegado al límite y sus emociones comenzaban a desbordarse.

—Sentimos decirlo, pero tienes una cruz. —A pesar de ir en contra del contrato, no había manera de solucionarlo o sería obvio que en el programa había un arreglo. Marco fue el primero en colocarla a pesar de imaginarse el rostro furioso de Antonello.

—Así es, Gian. ¿Por qué tu talento se apagó de golpe? Es muy triste lo que hiciste. —Lisa marcó la segunda cruz mientras esperaba una respuesta.

—Es fácil. Esto sucede si canto con el corazón. —Hizo una reverencia y se retiró a paso lento sin esperar la acotación de Naomi. Había visto su expresión y era más que suficiente para saber en lo que estaba pensando. Desilusión, enojo, desconcierto era todo lo que el rostro de Naomi expresaba. Pero, a pesar de sonar altanero, no le importaba saber lo que ella estaba sintiendo, lo más importante era que su abuelo supiera cómo el plan, que habían trazado juntos, había comenzado a arruinar su carrera.

Naomi ya no escuchaba a Isabella, que presentaba al nuevo concursante. Miles de pensamientos giraban en su mente, lo que aumentaba su preocupación al darse cuenta de que, ante las cámaras, había quedado como una mala consejera, una musa inservible. Su corazón latía a mil, y los temblores recorrían su cuerpo. Esta vez no tenía escapatoria para defenderse de las garras de Antonello.

Elian se levantó de su asiento para hablar con Gianluca. No tenía perdón lo que había hecho. Naomi no merecía ser tratada de esa manera delante de las cámaras. No podía dejarlo pasar y fue a interceptarlo antes de que entrara al camerino, pero tuvo que quedarse con las ganas. Antonello le había ganado de mano y se metió de prisa para tratar de entender lo ocurrido. Elian regresó a su lugar, sin deshacerse de la idea. Fuera como fuera, hablaría con él.

El show terminó con cuatro cruces más. Fue una jornada complicada para todos. Tal vez el miedo de estar casi al final de la primera etapa los hacía dudar de sus capacidades en el canto. Los tres jurados esperaban tener una mejor devolución para hacerles a los concursantes en la próxima entrega, ya que sería el último programa y se decidirían los cuatro finalistas que intentarían alcanzar el título de Estrella.

Ni bien salieron del aire primero necesitaba reponerse para encontrar un buen discurso que la ayudara a enfrentar la situación. Tal vez el dueño del canal iba a pensar que había sido otro de sus planes para entorpecer el contrato. Su miedo aumentaba, y mucho más al saber que no solo a él se tenía que enfrentar, sino que Antonello también la estaría esperando. Ya no tenía escapatoria. Ella había hablado con Gianluca poco antes de que el programa comenzara. Se había encerrado en un camino sin salida.

Sin importarle que su ausencia atrasara la reunión, se dirigió al baño a refrescarse. Al mirarse al espejo, estaba pálida y sentía que le faltaba el aire. Sus ojos se aguaron, y cayeron las lágrimas que venía conteniendo desde el desastre de Gianluca. Volvía a maldecirse por ser débil y se culpaba una y otra vez por el error que había cometido. Deseaba ser más fuerte para poder enfrentar el problema de otra manera, ya que no estaba sola y contaba con el apoyo de Elian, y seguramente de Gianluca también. Sin embargo, su carácter no había sido bien forjado de pequeña, y ahora sufría las consecuencias.

Se lavó la cara para despejarse, mientras tomaba la decisión de hablar primero con Gianluca, antes que con los demás. De esa manera, podía encontrar una mejor explicación. Cuando salió a buscarlo, deseó con toda su fuerza que no estuviera en la reunión, así podían hablar con tranquilidad.

A medida que se acercaba a los camerinos, prestaba atención a cada rincón que pasaba. Para su suerte, lo encontró cerca de las escaleras, pero acompañado por su abuelo. Se detuvo de golpe, sorprendida por la violencia con la que Antonello le gritaba, acompañado por los movimientos bruscos de sus manos. En cambio, Gianluca parecía no prestarle atención. Miraba hacia otro lado, mientras dejaba que hablara todo lo que quisiera.

—¡Detente ya! —Alzó la voz y lo soltó con un empujón—. ¡Estoy harto de escucharte!

—¿Qué haces? ¡Debes respetarme! —Antonello se puso más furioso—. ¿No te das cuenta de que quiero asegurar tu futuro?

—¡Lo único que haces es arruinarlo! —explotó de furia.

—¡Mientes!

—¡Si me escucharas una buena vez, te darías cuenta de que tengo razón! Ya no puedo hacer nada de lo que quiero por capricho tuyo.

—¿Capricho mío? Tú eres el caprichoso que no se esmera por triunfar.

—¡Lo intento! ¡Todos estos malditos años lo vengo intentando! Y al final tampoco tu ayuda sirvió de algo —reprochó con bronca.

—¡No me hables así!

—¡Ya deja de decirme lo que tengo que hacer! ¡Esto se salió de control por tu culpa!

—¿Mía? ¡Jamás! Tú venías bien hasta que esa porquería de Mattiussi se apareció en tu camino y te llenó la cabeza de tonterías para que te opusieras a mis ideas. ¿Acaso me lo vas a negar? —preguntó al ver que Gianluca se moría por responder.

—¡Por supuesto! No metas a Naomi en esto. —Estaba rojo de furia.

—¡La verdad es que eres un idiota al dejarte dominar por esa mujer!

—Yo no me dejo dominar. Naomi me hizo ver lo enfermizo que es estar cerca de ti y, a partir de este momento, ¡te quiero lejos! —le señaló el camino para que se fuera.

—¡No puedes librarte tan fácilmente de mí! —amenazó dolido por el desprecio de su nieto.

—Esoya lo veremos.



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