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12

El público entero estaba expectante por escuchar la devolución de Naomi. Había dejado a más de uno perplejo, después de que hubiera colocado una cruz roja. Elian, que se esperaba algo como eso, no sabía cómo explicar al personal que tenía cerca la falla que su compañera había cometido. Esperaba que Naomi tuviera una buena razón para justificarse y que no lo hubiera hecho para no cumplir con el contrato o su futuro se volvería oscuro.

—¿Por qué la cruz? —inquirió Isabella—. La voz de Gianluca ha estado bien, ¿no? Al igual que la letra que escogió para darle melodía. ¿Acaso no compartes la misma idea que tus compañeros?

—Lo siento, pero no. Por unos segundos noté cómo su voz perdía fuerza y se transformaba en palabras habladas y no cantadas. La letra está perfecta, no lo niego. La melodía escogida también. Hasta me gustó mucho el mensaje que trasmitió. Pero su interpretación no fue excelente —explicó mirando a Gianluca—. Me gustaría explicarte que esta cruz no significa que en la próxima presentación vayas a perder o no pases la primera ronda. Tómalo como una meta para tener un mejor resultado. No es malo, ni tampoco para que te enojes. Es una manera de crecer. —Quería que se diera cuenta de que su intención era ayudarlo y no perjudicarlo.

—Está bien. Te lo agradezco. —Gianluca habló afectado por la cruz. No se había imaginado que la noche tan ansiada iba a terminar de una manera humillante—. La próxima te haré borrar todas estas palabras que me dijiste. —Su voz era tan seria que parecía amenazarla.

—Ojalá así sea. —Naomi agachó su mirada para anotar en su planilla e intentar que las palabras de Gianluca no le afectaran, ya que ella confiaba en que había hecho bien.

Isabella lo despidió, dándole ánimos para que no estuviera afligido. Gianluca no le respondió. Sentía que su orgullo había sido aplastado.

Cuando el show terminó, Elian se llevó a Naomi hacia la oficina, donde el productor la esperaba para tener una mejor explicación por la falta que había cometido.

—Te lo advertí, Naomi —habló preocupado mientras esperaban.

—Ya pedí disculpas en vivo y di mi opinión. ¿No es suficiente?

—No —dijo un hombre mayor que había entrado. Era el dueño del canal—. Tienes que cumplir con lo que se te pide. El rating es importante. No puedes bajarlo por ir en contra de las reglas.

—No creo que ocurra. Es el primer programa y es mejor conocer los artistas desde el principio, evaluar con la verdad para que puedan mejorar y dar una excelente presentación al final. Que se vea su crecimiento. En ningún momento busqué descalificarlo. ¿Por qué hacen tanto problema? —se animó a preguntar.

—Porque es imposible que el nieto de Manna sea calificado con una cruz. Él tiene que mantener la reputación de la familia, sino se convertirá en una vergüenza delante de todos —Davide quiso explicarle.

—Entonces, no lo hagan participar en un programa de talentos. Busquen su fama de otra manera. Yo solo quiero hacer bien las cosas para que luego, si en un futuro recibe críticas, no digan que los culpables fuimos nosotros y que le dimos el pase libre para ser un cantante reconocido. —Naomi no quería aflojar con sus pensamientos—. Todos los participantes tienen que ser calificados por igual. Es una idea lógica.

—Me parece que no has entendido nada de lo que estaba en el contrato —el dueño tomó nuevamente la palabra—. Acá nos manejamos de esta manera. Te guste o no, debes aceptarlo.

—No tiene sentido. Solo engañan al público y a los otros chicos que participan del programa.

—Las reglas de la televisión son así. Acostúmbrate —dijo determinante ante la cara de sorpresa de Naomi que —. En el siguiente programa te daremos una nueva oportunidad. Aprovéchalo o no habrá ningún problema en buscar un nuevo jurado, que, por cierto, ¡nos sobran y son mucho más conocidos que tu nombre! —El dueño se levantó del asiento y se retiró sin despedirse. Debía ir a otra reunión para arreglar el error.

Naomi no le respondió. La manera despectiva con que se habían dirigido hizo que se afligiera.

—Naomi, por favor, hazlo bien la próxima —Elian le pidió amable—, y todo quedará solucionado.

—Si Gianluca cumple con su palabra, lo haré bien. —Por más que estaba al tanto de que su trabajo corría peligro, sentía que tenía que cambiar las reglas del concurso para que todos pudieran salir beneficiados y no solamente Gianluca.

—¿Por qué no lo aceptas?

—Dame la razón, Elian. —Lo miró con compasión—. Esto es muy injusto.

—¿Qué ganaría con hacerlo?

—Me ayudarías a demostrar que no estoy equivocada.

—En verdad no lo estás, pero no podemos hacer otra cosa. De ahora en más asegúrate de cumplir y estarás bien.

Naomi resopló y se puso de pie para salir. Era mejor no seguir con la conversación. No se lograba nada. Y terminaba de comprender que sus decisiones solo traían problemas.

—Estuviste a solas con Gianluca, ¿no? —inquirió de la nada Elian.

—Sí, pero no vayas a pensar que por eso le puse una cruz. —Se detuvo de golpe—. La otra vez estaba enojada y amenacé con darle una mala nota. Pero hoy me dediqué a escucharlo y de verdad lo estaba haciendo bien, y quedé sorprendida porque tiene una muy buena voz. Me gustó y percibí una conexión especial con lo que cantaba. Sin embargo, cuando llegó al segundo estribillo, en vez de cantarlo, perdió el ritmo. Fueron segundos, pero lo noté.

—¿Crees que fue un desliz?

—Sí. Y tal vez el percance que tuvo fue por lo que ocurrió minutos antes de empezar el show. —Hizo una pausa sin saber si continuar.

—¿Qué ocurrió exactamente? —la curiosidad se despertó en Elian.

—No sé si decírtelo. Tal vez pienses que exagero o que me lo tomo muy personal.

—Dímelo y veremos.

Naomi se mantuvo en silencio. No sabía exactamente qué palabras usar, pero, al ver que Elian insistía, lo dijo sin pensarlo mucho más:

—Gianluca me confesó que se enamoró de mí. —Elian abrió grande sus ojos—. Le respondí que no creía en sus palabras y lo traté de casanova. Sé que lo ofendí, pero no podía mentirle. Él no me conoce y yo no lo conozco. No puede ir liberando palabras de amor a cualquiera.

—Tiene sentido lo que dices —respondió tranquilo a pesar de la sorpresa—. Fue rechazado justo en el momento menos esperado. Es un idiota. No puede olvidarse de que está arriba de un escenario donde miles de personas lo ven actuar.

—Entonces, ¿hice bien? —preguntó con alivio al ver que Elian la entendía.

—Hiciste bien en rechazarlo —respondió sin mirarla—. Aun así, no justifico que hayas ido en contra del contrato —agregó enseguida—. Mejor vayamos a descansar, que seguramente mañana tendrás muchas entrevistas que responder.

Naomi lo siguió por detrás, perturbada. No entendía por qué nadie podía apoyarla con su decisión. ¿Tan importante era la familia Manna? Tal vez se iban de palabras y no eran tan fuertes como decían, y nada más se aprovechaban de la fama y del dinero logrado.

En el momento en que estaban por salir del canal, Naomi distinguió que Gianluca estaba junto a su abuelo para cortarles el camino de salida. Antonello Manna era alto como Gianluca, y tenía blanco el cabello, pero el mismo color celeste de los ojos. No había duda de que eran parientes.

Un grupo menor de guardaespaldas los rodeaba para dejar en claro que lo mejor era no ignorarlos, porque no se lo iban a permitir. La advertencia que Elian le había hecho era más que cierta. Había que tener cuidado para no verse envuelto en su juego peligroso.

Ante tal imagen, Naomi se sintió pequeña. El coraje que había tenido comenzó a desaparecer con cada paso que daba. Sus ojos se dilataron, y enseguida se sujetó del brazo de Elian. Pensó que no podían hacerle daño si estaba junto a él, y muchos menos en la salida del canal de televisión. Sabiendo ese importante detalle, el miedo igual se apoderó de ella cuando Antonello se sonrió con maldad y dio un paso hacia delante para enfrentarlos. Naomi tragó saliva y se preparó para recibir un regaño como si fuera una niña. Cerró los ojos por un momento. No podía ver el anciano que estaba delante. Se imaginaba que pronto iba a recibir un golpe que borraría la cruz roja que le había colocado a Gianluca.

—Buenas noches. —Elian saludó sin aminorar su paso. Por más que Naomi lo había sujetado para detenerlo, no se le ocurrió hacerlo. Para él era mejor pasar por delante y dejar en claro que su imagen de familia mafiosa no los intimidaba.

—Buenas noches —respondió cordialmente el saludo Antonello y puso su mirada sobre Naomi mientras le cortaba el camino para que no se les ocurriera escapar—. Por lo visto, Gianluca tiene razón. Es una chica muy linda. —Hizo un silencio mientras la observaba de pie a cabeza—. Lástima que sea tan bocona y no pueda guardar sus comentarios para otro momento.

Ante tal comentario, Naomi abrió los ojos e hizo el intento de mantener la mirada en alto, pero su cuerpo había comenzado a temblar, y esperaba que nadie lo notara.

—Lo sentimos mucho —Elian pidió disculpas—, Naomi ya prometió que no lo volverá hacer.

—¿En serio? Entonces que me lo diga de frente —amenazó con voz potente y se cruzó de brazos a la espera de las palabras de Naomi—. Si le gusta ir hablando tonterías delante de las cámaras, ¿por qué no lo hace conmigo?

—Naomi, por favor, díselo... —Elian le pidió con calma. Era mejor que no los ignorara o las provocaciones serían peores—. ¿Naomi? —La llamó al notar que se sujetaba más fuerte de su brazo y no apartaba la vista de Antonello.

Naomi no sabía qué hacer. Su pulso estaba acelerado, y la boca se le había secado, a tal punto que no tenía fuerza para liberar una palabra que confortara los oídos de Antonello. Apretó sus dientes para controlar la angustia. Otra vez se odiaba por tener una personalidad tan inestable y débil delante de aquellos que consideraba peligrosos.

—¿Qué sucede? ¿Mi presencia te intimida? ¿O te diste cuenta de que debes mantenerte en tu lugar? —Se sonrió Disfrutaba ver los ojos claros y brillosos de Naomi. Conocía muy bien que esa mirada era de miedo, lo que le causaba cierto placer.

—Por favor... —Elian intentó detenerlo, pero Antonello levantó una mano para que se callara la boca.

—Haces bien en no hablar —continuó—. Viniendo de tan abajo, te recomiendo que te mantengas en tu lugar y respetes las órdenes que te dan tus superiores. —La soltó para luego alejarse y continuar con su mirada despectiva—. Todavía no entiendo como Gioia te puso delante de un programa de alto nivel con un currículo tan miserable. Trabajar en un circo, ¡qué divertido debe ser juntar la limosna que te deja el público cuando terminas de cantar!

—¡No tiene que hablar así de nuestro trabajo! —Elian saltó a la defensiva.

—¿Por qué no sigues ahí? —Ignoró a Elian para seguir con su reproche—. Quédate en las sombras. Es mucho mejor para todos y no nos causarás problemas.

Naomi mantenía su mirada fija en él, y en ningún momento dejó de escucharlo. Lo hacía con mucha atención. Cada palabra eran ecos de su triste pasado y de sus peores temores, por lo que terminó alejándose de la realidad hasta el punto de sentir que aquellas palabras se transformaban en la misma voz de sus pesadillas. Una puntada en la cabeza le desbloqueó un recuerdo. Un hombre de cabello oscuro le apagaba la radio para que dejara de cantar y fuera a sentarse en la esquina de la habitación como castigo por haber hecho alboroto. Sin oponerse, se dejaba caer sobre el frío suelo porque, si no lo hacía, su padre se sacaba el cinturón y recibía unos cuantos golpes sobre sus piernas.

—Abuelo, vámonos. —La voz de Gianluca se escuchó e hizo que Naomi saliera del trance en el que se encontraba—. Para la próxima, ella sabrá qué hacer.

Quería alejarlo, ya que estaba seguro de que no se detendría hasta que no la viera llorar o escuchara cómo renunciaba al trabajo que se le había ofrecido. Notaba que no faltaba mucho para que Naomi liberara sus lágrimas.

—Por ahora te dejaré, pero espero que no tenga que volver hablar contigo, ¿me escuchaste? No permitiré que dejes en ridículo a mi familia.

—Sí. —Apenas se escuchó la respuesta.

—¿Qué dijiste? No te escuché.

—Que sí lo haré.

—Perfecto. Cuando hayas alcanzado la fama, ahí podrás dirigirte a nosotros a la misma altura. Mientras tanto, guarda silencio. —Se dio la media vuelta—. Que tengan buenas noches.

Se retiró seguido por sus guardaespaldas, satisfecho por demostrar quién era. Nadie iba arruinar su plan y mucho menos la carrera de su nieto.

Gianluca no lo siguió enseguida. Se había quedado observando a Naomi. Verla vulnerable le había causado remordimiento, un sentimiento que hacía tiempo no percibía No estaba seguro de si hacer algo por ella o dejar todo como estaba. En algún punto no podía guardarle rencor por la cruz puesta, además del rechazo que había recibido. Se notaba que era una persona buena y franca con lo que pensaba, por lo que había que respetarla, así como los demás respetaban sus decisiones.

Pensativo, optó por irse. Creía que era mejor no complicar más la situación y dejarla tranquila

—¿Estás bien? —Elian quiso saber una vez que quedaron a solas.

—Solo me tomó por sorpresa su actitud. —Rio nerviosa para ocultar su miedo. No quería que la viera frágil otra vez.

—Es mejor no provocarlos. Ya viste que no mentía.

—Perdón... Creo que de verdad soy una tonta porque no pude hacerles frente como me hubiera gustado. Tanto que hablé, ahora me tuve que comer todas las palabras. No puedo ser tan estúpida...

—No lo eres. Más bien te pusiste a la defensiva para no arruinar más las cosas. Hay veces que reaccionamos así, es normal.

Naomi esbozó una pequeña sonrisa, disconforme por lo que había pasado. Más que nadie sabía que su forma de ser era lo que le impedía encontrar la valentía que necesitaba para enfrentar a las personas como Antonello. Hasta que no lo hiciera, las situaciones de ese tipo iban ser sus peores pesadillas.

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