|Capítulo 30|
Los días venideros no fueron del todo bueno ni para McFadden ni para Ivanov. La investigación en contra de su amigo seguía, lo que llevaba a que, cada vez se sintiera mucho más nervioso, llegando casi a la paranoia. Steven trataba de comprender lo que sentía, pero, aunque quisiera hacerlo, no lo lograría. psicológicamente, no sabía lo que era la empatía, nunca la había experimentado y tampoco la experimentaría. Solo se preocupaba de él mismo, por lo cual, solo prestaba atención a la investigación por el simple hecho de saber si podría salir perjudicado.
Steven McFadden siempre abogaba por el mismo, las cosas siempre eran para su beneficio, pero aquello no era visualizado por quienes lo estimaban. sabían que era de carácter fuerte, dominante y que le gustaba que lo siguieran en sus ideas, pero por aquellos sentimientos de afectos, no podían darse cuenta de que, la realidad era esa, protegerse a si mismo.
Ese día a pesar de ser otoñal, en el cielo podía visualizarse algunos rayos de sol. El clima era agradable, así es que a pesar de tener ya varios exámenes a la vista y de los cuales aun le faltaba por estudiar para algunas materias, Steven prefirió descansar en el jardín, sentado en una banca junto a su árbol favorito. Además, ¿Que más podría hacer?, después del accidente en el partido de rugby, su pierna ya no volvería a ser la misma; según el medico que le había dado la noticia, lo mejor para su salud, era dejar el deporte de alto impacto o en palabras simples, el rugby. Aquello lo había dejado sumido en la rabia, aquella emoción que siempre lo acompañaba pero que, desde ese momento, había aumentado su intensidad.
—Steven... —dijo Adam acercándose a su amigo. McFadden pudo percatarse que tenía una gran sonrisa, lo que lo hizo recordar que hasta ese momento no lo había felicitado.
—Adam... —dijo él tratando de ponerse de pie, pero siendo impedido por Byrne quien se sentó a su lado. —¿Qué haces aquí?
—No te ví en la primera clase. ¿Estas bien? —preguntó observándolo con preocupación.
—Sí, solo...Pensaba en todo lo que ha sucedido —respondió con desanimo —¿Qué sucede si... ¿Ya sabes... —arrugó levemente el ceño sin dejar de observar a su amigo, su mirada era de incertidumbre y algo de temor? Adam nunca lo haba visto así.
—Ivanov ya esta con ellos. —soltó Byrne —cuando salíamos de la clase, lo estaban esperando. —agregó observando el césped — Lo único que te puedo decir, Steven, Es que William nunca te perjudicaría —dijo devolviéndole una pequeña sonrisa. —De eso estoy seguro.
—Supongo... —respondió soltando un suspiro que nada ayudo a relajarlo —Entonces...Solo es cosa de esperar ¿no? —Adam asintió con pesar.
Los dos permanecieron en silencio, solo observando como algunos estudiantes transitaban por el lugar, y otros conversaban y reían entre ellos. Aquella tranquilidad la deseaba Steven, y es que el estar en total incertidumbre de lo que podría estar sucediendo con su amigo, y el flujo que podría estar tomando todo, lo inquietaba. No quería que su futuro fuera desperdiciado por algo completamente estúpido de su parte. No en ese momento
—Felicidades Byrne —comenzó a decir Steven aun mirando a su alrededor, a la vez que Adam lo observaba sorprendido —¿Quién lo iba a pensar? Ya eres padre. —agregó fijando su mirada en él con una pequeña sonrisa.
—Gracias Steven —agradeció con una sonrisa —¿Quieres ver algunas fotografías? —inquirió mientras sacaba su teléfono móvil de su bolsillo.
—Si...Claro. —respondió no muy convencido. —Espero que se parezca a la madre —acotó burlándose.
Adam solo rio moviendo su cabeza de lado a lado. Steven por su parte enarcó una ceja, mientras que su amigo le acercaba su teléfono móvil y mostraba las fotografías de un pequeño bebe de tan solo días de nacido. Era de piel rosada, con manos pequeñas y regordetas. Una nariz diminuta, al igual que sus finos labios y sus ojos, que aun no se sabía muy bien el color. Pero a pesar de la esperanza que tenía Steven, sabía que ese pequeño sería la viva imagen de su amigo.
—Es muy lindo —dijo con sinceridad Steven —¿Cómo esta Andrea?
—Bien, ya en casa —respondió —Andrea es de aquí de Oxford, así es que, puedo visitarla cuando quiera. ¡Hey! —exclamó pegándole en el brazo —deberías venir a conocer a Luke...
—¿Luke? —pregunto confundido a su amigo quien asentía —¿lo llamaste Luke?
—Si —respondió con entusiasmo —Andrea y a mi, siempre nos ha gustado ese nombre —agregó encogiéndose de hombros.
—Es lindo...—dijo volviendo a observar las fotografías.
La atmosfera entre ellos era de tranquilidad, y por un momento Steven olvidó lo que estaba sucediendo con Ivanov en ese momento. Solo oía como Adam hablaba con gran entusiasmo de su pequeño, y de cómo sería su futuro; prácticamente tenía todo planificado, lo que le causaba algo de asombro a McFadden.
—¿Le elegirás pareja también? —preguntó con burla, reprimiendo la risa a la vez que Adam rodaba los ojos—Así como le planificas el futuro a tu hijo... ¿Has planificado el tuyo?
—Algo así—sonrió guardando su teléfono móvil—como sabes, seguiré neurología y con Andrea nos iremos a vivir juntos.
—¿Qué? —preguntó sorprendido—Es decir que...
—El próximo año ya no viviré en el college, Steven...
Aquello descoloco McFadden. Nunca pensó que su amigo llegara a tomar una decisión así; Si, había formado familia de forma totalmente inesperada, pero el que viviera con ella era algo nuevo. McFadden enfocó su mirada al cielo, y desengancho del cuello de su hoodie sus lentes de sol negros, y así ocultar su mirada.
—Supongo que...No nos veremos con la misma frecuencia.
—Hey—Adam apoyó su mano en el hombro derecho de su amigo, pero Steven ni siquiera quiso girar su rostro a él—Se que piensas que te dejaré solo, pero no lo haré. Eres mi mejor amigo, te considero como un hermano; pero esto de alguna manera iba a suceder...Sucedió más temprano que tarde, pero sucedió, al fin y al cabo.
—Como sea—espetó levantándose con ayuda de la muleta—debo irme.
Pero antes de que pudiera comenzar a caminar, visualizo como Anderson caminaba hacia él con mirada furiosa, pero él solo le sostuvo la mirada de forma altanera y una pequeña sonrisa de satisfacción.
Y es que desde la pequeña discusión que habían mantenido en las afueras del hospital, Anderson comenzó a bajar su rendimiento y sí, McFadden había hondado tanto en ella, que comenzó a bajarle la autoestima a tal punto de que la joven creía que de verdad no valía la pena todo el esfuerzo que había puesto para llegar hasta ahí. Por lo que podía inferir Steven, con unas pocas malas creencias en ella misma, y de su desempeño, había bajado a tal punto de hacerla sentir inferior, lo que llevaba a que tuviera problemas con su residencia, específicamente con sus superiores.
—¿Necesitas algo Anderson? —preguntó con burla sin dejar de sonreír.
—¡Eres un maldito desgraciado! —espetó para luego levantar su mano y propinarle una cachetada, pero Steven la detuvo en el aire.
—¿Crees que me puedes golpear como si nada? —preguntó mientras comenzaba a apretar la muñeca de la joven—Ten mucho cuidado con tus actitudes Anderson—respondió en tono frío.
La mirada de Steven se volvió mucho más fría de lo habitual, era como si con aquel acto, quisiera matarla. Pero solo estaba reprimiendo sus ideas y palabras más retorcidas que le podría decir a una persona.
Por su parte Adam, se acercó a su amigo de forma cautelosa, posó una de sus manos sobre uno de sus hombros y lo apretó en forma de advertencia. Pero como McFadden seguía apretando la muñeca de la joven quien, a esas alturas, hacia muecas de dolor, y poco podía hacer para zafarse de él; se acercó al oído de su amigo para murmurarle.
—Recuerda lo sucedido con Andrés —murmuró por lo bajo —Ya te advirtieron —le recordó.
Ese acontecimiento con Andrés, en donde le había proporcionado varios golpes a tal punto que muchos pensaron que Steven podría llegar a matarlo, había recibido una advertencia del coach del equipo de rugby y también de algunos administrativos del college. Pero siendo Steven McFadden, aquello solo quedo en advertencias, ya que el rubio solo menciono que había tenido algunos problemas personales que lo tenían sobre pasado y, por ende, lo habían llevado a actuar de esa forma.
Y es que, para Steven, algunas cosas podía manejarlas a su conveniencia, y otras en las cuales necesitaba de ayuda, aunque esta última le era difícil de reconocer.
—No vuelvas a dirigirme la palabra en tu vida, Anderson —espetó soltándola de forma brusca.
—Mas bien, tu aléjate de mí, McFadden. Bastante daño has hecho. —espetó tratando de mantener una mirada fuerte, que le fue imposible de sostener. El miedo aún estaba con ella.
Anderson bajo su mirada y se alejó de él de forma rápida, mientras que Steven permaneció en su lugar sin dejar de observarla, como cuan cazador esperando en atacar a su presa en el momento preciso.
—¿Qué fue todo eso, McFadden? —inquirió su amigo posicionándose frente a él.
—Nada importante, Byrne. —respondió con una pequeña sonrisa, lo cual Adam solo lo observaba con preocupación. —Debo irme. —dijo pasando por el lado de su amigo.
—¿A dónde iras? —preguntó caminando junto a él.
—Debo seguir con mi investigación, Byrne —respondió con voz neutral —el señor Egan y Akinnon, quieren ver mis avances. —aclaró observándolo.
Adam asintió y siguió caminando a su lado, pero esta vez en completo silencio. Steven agradeció el silencio, tan solo necesitaba estar tranquilo. Cada uno permaneció concentrado en sus propios pensamientos. El clima a pesar de ser algo frío, ayudaba a que la atmósfera entre ellos se mantuviera sin sobre saltos.
Al llegar a la biblioteca, los dos se detuvieron en la entrada. Adam observó a Steven y le sonrió de forma calidad, para luego hablar.
—Solo quise asegurarme de que estuvieras bien—comenzó a decir Adam observando a Steven—si necesitas ayuda...
—Estaré bien. —lo interrumpió— sólo es mi pierna, tampoco es que sea un inútil—argumentó serio.
—Claro—musitó sonriendo débilmente.
Steven se despidió de Adam y entro a la biblioteca bodleiana. El lugar era de gran tamaño, su ambientación recordaba a las antiguas bibliotecas, su infraestructura eran todas de madera y con un acabado exquisito, lo que lo hacía ver mucho más refinado. Caminó por el corredor hasta llegar a una de las mesas que se encontraban en el centro del lugar... Se sentó y dejó su mochila sobre la mesa para luego sacar su laptop y uno de los libros que debía de entregar ese mismo día. Mientras el aparato encendía, saco su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón, momento en el cual, recibía un mensaje de Ivanov.
McFadden tragó con dificultad, a la vez que su semblante cambiaba a uno que demostraba inquietud. Arrugó el ceño y comenzó a leer lo que su amigo le había enviado.
Recién termine de hablar con ellos. Este es mi último día en Oxford
Ivanov.
McFadden permaneció inmóvil aun con su teléfono móvil entre sus manos, pero con su mente analizando las palabras que había leído. Su último día en Oxford...La sensación de abandono volvió a embargarlo y así, comenzó a cerrar sus puños, procurando no gritar de la ira que sentía. Primero Adam no volvería al college el próximo año y ahora...Ivanov enviaba un mensaje como ese. ¿Acaso la vida quería verlo completamente solo? Si eso deseaba, el no le daría en el gusto. Aun le quedaba Samantha, ella no lo dejaría y tampoco, dejaría que lo hiciera. Con aquella idea, su mente se aferró a la última posibilidad de no seguir sintiendo el abandono, el asegurarse que ella se mantuviera a su lado.
Nota de autora:
Ya nos estamos acercando al final...
Caro
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