|Capítulo 29|
Comenzaba anochecer, pero, aun así, se mantuvo sentado en una de las bancas del Balliol. Era su lugar favorito, al lado de uno de los árboles más antiguos del lugar, además, la vista era favorable podía observar gran parte de la extensión del jardín. Pero, aunque el lugar fuera maravilloso y el clima creara un cuadro perfecto, él solo le preocupaba una cosa, los análisis que le habían sido informados.
No habían sido del todo bueno, lo que más temía había ocurrido. Su pierna ya no volvería hacer la misma y con ello, podría suponer que su capitanía corría peligro. Ese pensamiento no podía quitarlo de su mente, su mayor pasión comenzaba a peligrar y con ello, el sentimiento de perdida y abandono. Odia sentirlo, odiaba recordar cada sensación que experimento cuando tan solo tenía diez años. El adulto en quien más confiaba y con quien sentía seguridad y protección, lo había abandonado.
Así es que, creció con la coraza y convicción de que el amor y promesas eran cosas invalidadas que no merecían ser tomadas en serio. Lo más fácil siempre era jugar y nunca caer ante los sentimientos que podían ser autodestructivos; la mejor y única opción era no tenerlos por nada ni nadie, así todo era mucho más fácil. Sabía que con la única que podía confiar en un cien por ciento, era con el mismo.
Luego se encontraba Adam, su mejor amigo con quien sí, confiaba para guardar secretos, pero no podía llegar a confiar de forma plena en él. Aunque Byrne siempre había estado en todo momento junto a él, no lo estaba en ese. Justo ese día, el primogénito de Adam junto a Andrea había nacido. Fue por ese motivo que su mejor amigo y casi hermano, no había podido estar mucho tiempo en el partido, ni menos acompañarlo mientras se encontraba en el hospital esperando los resultados. Las únicas dos personas que aún no lo dejaban, era su novia e Ivanov. Solo esperaba que con este ultimo, no sucediera nada tan grave.
Esa era la forma en que Steven McFadden analizaba las cosas. Su mente era su mayor enemiga, haciéndole creer que todos lo abandonaban solo por ser como era: alguien que no destacaba y que no aprobaban para ningún área.
Mantuvo su mirada en algún punto del lugar, analizando cada acontecimiento que había vivido ese día. Su semblante era serio, pero en sus ojos se podía visualizar la preocupación, pero el sonido de su teléfono móvil, provoco que se sobresaltara y por un momento, olvidara aquella preocupación. Saco el aparato de su bolsillo y visualizo el nombre de quien llamaba, soltó un suspiro y contesto.
—Una llamada tuya...Creo que el mundo se va acabar —ironizó Steven en cuanto contesto la llamada.
—Cuidado con el tono Steven...
—¡¿Sino que?! —lo interrumpió —¿Vendrás hasta Oxford para castigarme? —rio de forma irónica.
—Solo llamaba para saber cómo estabas después del accidente que tuviste en el partido—Steven bufó—pero por como hablas y reaccionas, asumo que estas bien.
—Excelente, padre—respondió con ironía.
—Bien. Te deposite dinero por si tienes que comprar medicamentos o realizarte algún análisis.
—No lo necesito...
—Ya está hecho —habló de forma abrupta —Debo seguir con mi trabajo...
—Siempre hay excusa cuando la situación se está volviendo en tu contra ¿no? —sonrió con pesar mientras mantenía el teléfono móvil en su oído y oía la respiración de su padre. —siempre huyendo...
—No estoy huyendo, Steven. Ya te lo dije, debo seguir con mi trabajo.
—Me encantaría saber qué es lo que tanto te tiene inmerso, a tal punto de solo cumplir con tu hijo —dijo con resentimiento acumulado de muchos años.
—Estoy en una investigación, de la cual no puedo hablar mucho más. Pero te aseguro que cuando termine, te contaré todo ¿sí?
Steven mantuvo su ceño fruncido, mientras que los minutos de la llamada seguían transcurriendo. Ninguno de los dos hombres rompía el silencio, y es que eran tan parecidos en algunas cosas, que cualquier mención que se hiciera, temían que el otro reaccionara de forma violenta, sobre todo el menor de los McFadden.
—¿Cómo supiste? —inquirió rompiendo el silencio, con voz ronca.
—Adam me lo comentó —respondió de forma tajante —Solo lo hace porque se preocupa por ti. —aclaró antes de que Steven pudiera emitir algún juicio.
—No debió hacerlo.
—Ya está hecho —dijo para luego soltar el aire que mantenía retenido —Por favor, cuídate hijo.
—Si, claro —respondió colgando la llamada sin despedirse de su padre.
Lo único que le faltaba, su mejor amigo metiéndose en los asuntos que no debía de meterse. Lo que menos deseaba, era la compasión o fingida preocupación de Louis McFadden; y es que su relación nunca fue tan cercana, y por un tiempo cuando aún contaba con su inocencia infantil, creyó que lo sucedido con su madre, afianzaría la relación de padre e hijo, pero se había equivocado. Cada vez se alejaron más, a tal punto que podían pasar días sin siquiera hablarse o verse y que solo se comunicaban cuando necesitaban del otro o asegurarse de que se encontraban bien (sólo Louis se comunicaba por esta última razón) Así es que, Steven creció prácticamente solo, y con el transcurso de los años, aprendió que por más que necesitara apoyo, con eso no bastaba para llamar la atención. La única salida que encontró, fue demostrando lo fuerte, inteligente y astuto que era, como también, dejar en claro que nadie podía pasar sobre él.
—Aquí estabas...Pensé que estarías con Adam o Ivanov —dijo Samantha acercándose a Steven quien solo mantuvo su mirada para luego desviarla con desprecio —¿Qué sucede? —inquirió sentándose a su lado.
—Nada, Samantha —respondió con tono cortante. Guardó su teléfono móvil que aun mantenía en su mano y tomó la muleta con su mano izquierda, procurando ponerse de pie de forma cuidadosa, sin apoyar demasiado su pie izquierdo. —Necesito estar solo.
—Lo mejor sería que estes con quienes nos preocupamos por ti...Entiendo que...
—¡Nadie entiende Samantha!—espetó girando a la vez que ella daba un paso atrás—nadie lo hará. ¡Mírame!, soy un maldito bueno para nada que depende de esta puta muleta—agregó con su respiración acelerada, mientras que su mano izquierda se aferraba a la muleta.
—Sabes que es solo por un tiempo, ¿No?—dijo acariciando el rostro de él, pero siendo apartada al instante—¿No te das cuenta que con esa actitud estas alejando a las personas?
Steven la observó con su mandíbula apretada, su respiración seguía acelerada y su ritmo cardíaco acelerado; lo que hacía suponer que explotaría en cualquier momento.
—En eso te equivocas. Las mantengo a mi lado, así como te mantengo y mantendré a ti. —espetó acercándose a paso débil. Tomó a Samantha con su mano derecha, y apretó fuertemente el brazo femenino—¿oíste?, nunca más, ninguna persona volverá a dejarme; mucho menos tú, Smith—agrego con tono frío, a la vez que ella asentía rápidamente.
—Sólo quiero lo mejor para ti, Steven—el rió de forma fría, mientras la soltaba del brazo de forma brusca—así como tus amigos lo hacen. —agregó ignorando la risa de su novio y sobando el lugar donde él la había dañado. A esas alturas, ya casi normalizaba algunos tratos de su novio con ella.
—Amigos que no están cuando los necesito—respondió a la defensiva, comenzando a caminar en dirección a su habitación.
—Puede que algo este sucediendo con ellos—se encogió de hombros—son muchas las posibilidades.
Sabía perfectamente lo que estaba sucediendo con Adam, el que desde ese día, fuera padre llevaba a que tendría nuevas responsabilidades y preocupaciones. Se sentía aislado de todo aquello, pero de alguna u otra forma trataba de comprenderlo. Por otro lado, Ivanov no tenía ninguno de esos problemas ¿Qué podría estarle sucediendo?
Siguió su trayecto junto a Samantha, al llegar a uno de los corredores que llevaban a su habitación, ella se detuvo y con su mirada gacha mientras que una de sus manos, apartaba un mechón de su cabello y lo posicionaba detrás de su oreja. Steven la observó con una ceja alzada esperando que dijese algo.
—Quedé con Rose para estudiar—dijo observándolo de forma tímida.
—¿Estudiar?—inquirió de forma inquisitiva dando un paso hacia ella, quien asintió—¿Cuándo es tu examen?
—La otra semana pero...
—¿Por qué no me lo dijiste antes?—preguntó serio y observó el nerviosismo de ella—no me estas mintiendo, ¿Cierto?
—No, no lo hago.
Steven la observó como si la estuviera analizando, buscando algún indicio de lo contrario a lo que había dicho, pero ella solo lo observaba asustada mientras que una de sus manos temblaba ligeramente. El nerviosismo se había apoderado de ella.
—Bien—sonrió con ironía por algunos segundos—demás esta decir que, si lo haces, lo sabre. —dijo desapareciendo la sonrisa de su rostro.
—Si... —musitó dando media vuelta, pero Steven la volvió a tomar del brazo de forma brusca.
—Se te olvida algo —dijo él acercándola a su cuerpo y besándola de forma obsesiva. Al separarse la observó. Samantha no reaccionaba y solo pudo observarlo con semblante sumiso. —te veo mañana al desayuno.
Samantha asintió y se dirigió a su cuarto bajo la mirada de Steven, quien siguió su recorrido hasta perderla de vista. Luego siguió su propio camino hasta los dormitorios, a pesar de que el andar le provocaba dolor en la pierna izquierda, no se inmutaba ante ello. Steven hacia bastante tiempo que habría aprendido a ocultar el dolor.
El camino se había vuelto algo más largo de lo normal y es que con su pierna en ese estado, debía andar a paso lento, y por ello, el tiempo que le tomaba en llegar hasta su cuarto, había aumentado un poco más. Al llegar, visualizó a sus amigos quienes lo esperaban en la entrada de su habitación. Tanto Adam como Ivanov tenían un semblante de preocupación, como si temieran ser descubiertos por algún delito cometido.
—¿Recordaron que existo? —inquirió él acercándose a la entrada sin siquiera observarlos.
Adam fue el primero en acercarse a Steven y solo pudo hacer una pequeña mueca. McFadden abrió la puerta de su habitación y entro a ella, dejando la puerta abierta para que sus amigos también lo hicieran.
—No nos hemos olvidado de ti —respondió Adam dejando caer su mochila al suelo y sentándose en la silla que se encontraba junto al escritorio de su amigo.
—Pareciera que sí.. —dio tajantemente Steven mientras se recostaba de forma cuidadosa en su cama, no sin antes dejar su muleta a un lado de su cama. —No los vi en todo el día...
—¡Hey!, estuve contigo en el hospital —respondió Ivanov mientras se sentaba en el suelo. —¿acaso lo olvidaste?
—¿Cinco minutos? —enarcó una ceja —vaya preocupación por tu amigo. En eso te pareces a mi padre.
Ivanov iba a replicarle, pero Adam lo observó en forma de advertencia, lo que hizo que obedeciera. Por su parte, Steven los observaba de forma consecutiva, algo sucedía eso lo tenía claro; y como la paciencia no era su virtud, habló sin mayor preámbulo.
—¿Que sucede? —aquella simple pregunta hizo que sus amigos volvieran a observarlo con preocupación. Ivanov ocultó su mirada de Steven y la posó en sus manos que movía de forma ansiosa, mientras que Adam mantenía su mirada en él, pero su mente se encontraba buscando las palabras precisas. —¡Hablen de una vez!
—Tenemos problemas Steven...
—¿Tenemos? —preguntó Ivanov aun con su mirada perdida —más bien, tengo. —aclaró.
—Explíquense... —dijo McFadden cruzándose de brazos.
—Sucede que me están investigando, McFadden. —dijo Ivanov levantando su mirada —Me están investigando por las ventas de anfetaminas.
Las palabras de Ivanov provocaron que Steven los observara con asombro. Su cuerpo se había tensado, y su mente comenzaba a entrelazar miles de ideas confusas. ¿Qué sucedería ahora? Si la investigación sigue su curso ¿lo afectaría de igual manera que Ivanov?
Nota de autora:
Holaa, primero disculparme por la demora en actualización, pero estoy aportas de terminar mi semestre en la universidad y sinceramente, no me da el tiempo que quisiera para escribir :(. Pero ya saliendo de vacaciones prometo estar mas activa.
Caro.
PD. Solo quedan 3 capítulos para terminar esta precuela.
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