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|Capítulo 28|



Cerró los ojos por un momento y sintió su respiración agitada, junto al sudor recorriendo su frente, y cien. A pesar de sentirse exhausto, aún tenía energía suficiente para seguir. El viento soplo de forma delicada, acariciando su nuca y mejilla derecha, provocando una leve satisfacción en él. Abrió los ojos y observó a su alrededor; sus compañeros de equipo se mantenían en su posición, esperando el pitido del árbitro para reanudar el juego, el cual no se hizo esperar más.

—¡Por tu derecha Young! —exclamó Steven indicándole hacia dónde dirigirse y volvió a ponerse su protector bucal.

—¿¡Qué diablos estás haciendo McFadden!? —exclamó el entrenador desde su lugar, que si no fuera por uno de los árbitros que le indicaba que no podía traspasar la línea, hubiera corrido hasta donde se encontraba Steven.

McFadden solo observó como el entrenador le devolvía una mirada de reproche, pero él no estaba dispuesto a dejar la táctica que tenía entre manos. Y a pesar de que lo habían discutido en los entrenamientos y en los camarines hasta antes del partido, el entrenador no quiso cambiar de opinión, dejando a Steven con un gran sentimiento de rechazo que solo trato de disipar lanzándose contra sus oponentes con una fuerza brutal, lo que provocó que uno de ellos, tuviera que abandonar el juego por una lesión.

El juego siguió y Young, reacciono apoyando la decisión de Steven. McFadden sonrió para sus adentros. El chico siempre lo apoyaba, y muy pocas veces le discutía las decisiones, pero cuando lo hacía, eran con argumentos tan bien fundados que debía aceptarlos.

Steven observó como el balón era lanzado en dirección a uno de sus compañeros, quien corrió hasta haber sumado el punto que les dio la ventaja que buscaban. El solo sonrió y corrió abrazarlo para felicitarlo, pero antes de que pudiera llegar, uno de los oponentes comenzó a encararlo y empujarlo de forma agresiva; lo que poco a poco ayudo a que los ánimos comenzaran a calentarse entre ambos jugadores.

McFadden solo tomó del pecho a su compañero haciéndolo retroceder, observándolo de forma seria, pero Anderson ni siquiera lo observaba.

—Cálmate Anderson —murmuró entre dientes el capitán, mientras aferraba ambas manos al cuello de la camiseta —Si caes en su juego, nos perjudicaras.

—¡Vamos McFadden!, sé que también quieres golpearlo —dijo observándolo por primera vez —no te compro el que no seas una persona impulsiva... —se zafó del agarre del rubio —porque lo eres —agregó.

—Haz lo que quieras, Anderson. Yo solo te estoy advirtiendo —respondió apuntándolo con su dedo y volviendo al campo de juego.

El partido se reanudo de forma rápida, solo quedaban algunos minutos más y finalizarían. Steven esperaba que fuera con el mismo o mejor marcador del que llevaban hasta este momento. Quería y necesitaba ganar, la temporada de ese año no había partido del todo bien, por lo cual, pretendía que los partidos que quedaban, fueran ganados.

McFadden corrió sin dejar de observar el balón, y tomarlo entre sus manos, para luego correr con todas sus fuerzas. Ya casi llegaba hasta la marca en donde debía anotar el tanto, pero de un momento a otro, sintió como un gran peso caía sobre su espalda, mientras que la rodilla de quien sea que fuera, estaba sobre una de sus piernas, haciendo presión y provocándole dolor.

Sentía que, con cada presión en su pierna, su musculo se comenzaba a desgarrar. Apretó fuertemente la mandíbula, que, de no ser por su protección bucal, habría hecho rechinar sus dientes. De un momento a otro, el peso de su espalda desaparecía, dándole paso a un pisotón en el lugar en donde hasta un instante atrás había sentido presión. McFadden quedó tendido en el campo de juego, a la vez que aferraba sus manos al césped y lo arrancaba con todas sus fuerzas. El dolor era insoportable. Rápidamente llegaron los paramédicos hasta donde èl se encontraba. Lo tendieron en la camilla, mientras el seguía con los parpados fuertemente cerrados, reprimiendo el dolor, lo que provocaba que su respiración fuera agitada, de forma irregular.

Los paramédicos junto a Steven, salieron de forma ardua del campo, bajo la atenta mirada de los espectadores y toda persona que se encontraba en el lugar. Steven abrió los ojos, busco a Samantha entre la multitud, encontrándola junto a Ivanov quienes lo observaban con preocupación.

—Estarás bien, tranquilo —dijo uno de los paramédicos en el preciso momento en que el juego se reanudaba con el jugador suplente.

McFadden asintió, mientras se quitaba la protección bucal. Lo ayudaron a sentarse en las bancas, mientras que otro de los paramédicos le administraba medicamentos inyectables para el dolor. Con ello, Steven presentía que ese accidente lo había dejado vulnerable; lo que llevaba a que su pierna ya no tendría la misma fuerza.

—¿Cómo te sientes? —preguntó el entrenador acercándose a él

—Como si el musculo de la pierna fuera inexistente, sin fuerza... —aclaró con mirada resignada —¿pudo visualizar quien fue?

—Si, Wood. —respondió el mayor —Supongo que no sigues teniendo problemas con él.

Steven suspiro y negó a la vez que uno de los paramédicos posicionaba algunas compresas en su pierna. Wood era un muchacho que estudiaba arquitectura, pero que desde Steven había tenido una relación con quien había sido su pareja, Wood no dejaba de hostigarlo. En su momento, los dos no podían estar en un mismo lugar sin llegar a los golpes, pero luya de eso, habían transcurrido cinco años. Steven comenzó a olvidar todo, aunque claramente, Wood no lo había hecho.

Levantó su mirada y observó a los hombres quienes le devolvieron una mirada de preocupación.

—Tendremos que llevarte al hospital y realizar una evaluación más exhaustiva. —dijo uno de ellos —no estas respondiendo bien a la medicación. La hinchazón no quiere bajar —aclaró.

En efecto, Steven observó su pierna izquierda y la comparo con la derecha, su pierna estaba muy hinchada, hasta podría decir que seguía aumentando. McFadden apretó la mandíbula y cerro fuertemente los puños.

—Vamos, te ayudaremos. —habló uno de los paramédicos a la vez que lo ayudaba a ponerse de pie.

—Si, pero antes... —observó al entrenador le hizo una seña para que se acercara. El mayor arrugo levemente el ceño mientras se acercaba a él —Quiero que Young quede a cargo de la capitanía en lo que queda de partido —dijo observándolo a la vez que el entrenador lo observaba preocupado —deben hacerme más pruebas. —aclaró.

—Claro... —musitó a la vez que Steven se quitaba el brazalete de su brazo izquierdo y se lo entregaba —cuenta con ello. —le sonrió de forma tranquilizadora.

—Gracias.

(...)

La espera por los resultados de los análisis lo estaban inquietando. No le gustaba estar tendido en una camilla, ni mucho menos esperar. Soltó un suspiro resignado fijando su mirada en las vendas de su pierna; lo que lo llevo a reflexionar sobre muchas cosas, entre ellas, la posibilidad de que no pudiera seguir en el equipo. Con tan solo pensarlo, un escalofrío recorrió su espina dorsal, mientras apretaba los puños y con ello la sensación que más odiaba en su vida: la pérdida.

—Steven...—Samantha entró a la habitación cerrando la puerta de forma cuidadosa para luego acercarse hasta donde se encontraba su novio. Lo besó de forma cariñosa mientras acariciaba su cabello. Se apartó de él y le sonrió—¿Cómo te sientes?—preguntó acariciándole el rostro.

—Bien..—respondió sin convicción—¿Qué haces aquí? —inquirió arrugando el ceño.

—Vine a saber de ti, es obvio ¿No?—dijo con ironía, pero aun manteniendo una sonrisa cálida.

—Lo sé, pero me refería a...¿Cómo entraste?—enarcó una ceja y se cruzó de brazos esperando una respuesta de su novia. Observó como ella se ruborizaba y escondía su mirada cuan niña pequeña que había sido atrapada en una de sus travesuras.—¿Y...?—preguntó de forma impaciente.

—Ivanov me prestó esto—respondió a la vez que del bolsillo de su pantalón sacaba la credencial de residencia de William y se la entregaba a Steven—¿Sabías que ni siquiera observan la fotografía y nombre?, tan solo leen «estudiante residente» y voila—agregó moviendo sus manos.

—Sí también lo había notado—respondió sin ánimo.

Samantha le tomó la mano y la acarició para luego darle un pequeño beso. Steven no quería observarla, esa sensación de perdida seguía en él y no le agradaba; lo llevaba a sentirse vulnerable al igual que aquella vez, en donde su vida dio un giro inesperado lo que llevo a que su personalidad y trastorno se acentuara aún más.

—Estarás bien cariño...

—¿Y si no lo estoy?—dijo observándola con dolor—¿Y si cabe la posibilidad de que no pudiera seguir en el equipo? Samantha, ¡El rugby es mi vida, mi pasión!—exclamó reprimiendo las lágrimas, mientras ella lo observaba con comprensión y acariciaba su mano.

Siempre estaré para ti Steven. Pase lo que pase, estaré junto a ti.

—¿Siempre?

Siempre y para siempre—aclaró sonriéndole para luego besar su frente.

—Me alegra oír eso— acercó su rostro a ella y comenzó acariciar los labios femeninos con los suyos. Un besó lento y suave que buscaba asegurar las palabras de Samantha. Se separó de ella y la abrazó a la vez una sonrisa altanera surcaba en sus labios. La sensación de poder comenzaba a embargarlo, desplazando por un momento, la de pérdida.—No sabes cuanto me alegra.

En ese momento la puerta se abrió de improviso, provocando que Samantha se sobresaltara y se separara de Steven de forma rápida. Por su lado, McFadden mantuvo un semblante serio, apretando la mandíbula, aun sin observar a la persona que había entrado tan abruptamente a la sala.

—Wow, eso estuvo cerca.

Steven al oír la voz de Ivanov arrugó el ceño. Observó a su amigo de forma amenazante, mientras que William le devolvía una sonrisa divertida.

—No me dejaban pasar y bueno—se encogió de hombros— me escabullí—aclaró restándole importancia.

—¿Sucedió algo? —preguntó Samantha con preocupación, mientras Ivanov se acercaba a Steven.

—Es Adam —dijo William observando a Steven —No deja de llamarme y pedirme que te contacte con él.

Steven lo observó con atención, buscando algún indicio de que su amigo fuera algo más específico con lo que quería decir, pero nada sucedió, Ivanov seguía sin comprender aquel comportamiento de Byrne

—Mira, ahí está —dijo entregándole su móvil a Steven. El rubio observo la pantalla y pudo ver que se trataba de Adam.

McFadden contestó la llamada y escuchó como la voz de su amigo se tranquilizaba al oírlo. Steven pudo notar el nerviosismo y la exaltación de felicidad en la voz de Adam, algo había sucedido, algo importante como para que no haya podido estar hasta el final del partido, ya que Byrne, nunca se los perdía. 

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