|Capítulo 27|
A pesar de que la conversación con Ivanov había transcurrido hace una semana, en donde le había dicho que no siguiera vendiendo para que su amigo se tranquilizara y su actitud no siguiera siendo evidente frente a los demás, Steven se sentía nervioso. Por su mente pasaban muchas ideas que no quería que se volvieran realidad. Formulaba cada hipótesis, de lo que podría llegar a suceder consigo mismo si descubrían a su amigo. Y es que Ivanov sería el primer perjudicado, pero y él también podría afectarle de alguna u otra manera por ser su amigo. Y es que ¿Quién le creería que no tuvo nada que ver con el robo? ¿Quién le creería si dijese que no sabía sobre el tráfico de anfetaminas, cuando él las consumía? Cada pregunta formulada, le provocaba malestar, incomodidad y por ello, su corazón comenzaba acelerarse junto a sus respiración. Trato de calmarse cerrando los ojos por un momento y olvidando cada teoría planteada en su mente.
—¡AHH! —gritó Samantha tapando su rostro con ambas manos, provocando que Steven se sentara en la cama y la observara preocupado. —Maldito zombi me asusto. —agregó ella sin dejar de observar la televisión.
Por un momento Steven había olvidado que se encontraba con su novia viendo una película de Zombies. El rubio la observó con el ceño fruncido y su corazón latiéndole de forma frenética por el susto. Volvió a recostarse sobre la cama, tratando de prestarle su completa atención a la película y dejar de pensar en lo sucedido con Ivanov.
—¿Siempre vas a gritar cuando aparezcan los zombis? —inquirió él molesto.
—Si, ¿Por qué? —preguntó ella aun observando la película. — de verdad me asustan...
—Entonces no sigas viendo la película, Samantha. —respondió en tono agresivo, provocando que ella lo observara confundida —Me asustaste con tu grito.
Ella lo siguió observando, pero esta vez McFadden percibió el cambio en su mirada. No lo observaba confundida sino que preocupada. Samantha muchas veces podría actuar de forma infantil y hasta no prestar atención a muchas cosas, o eso creía la mayoría de las personas, especialmente él. Pero podía darse cuenta que a pesar de todo lo dicho anteriormente, Samantha era suspicaz, aparentaba no darse cuenta de las cosas, cuando en realidad sabía o sospechaba –como en ese momento- de que algo sucedía.
—¿Seguro es solo por que te asuste? —dijo acomodándose frente a él. Steven permaneció observándola y pretendió enfocar su mirada en la televisión, pero ella tomo el control remoto y la apago. —Me encantaría que me cuentes lo que sucede...
—No me sucede nada —respondió sentándose en la cama, quedando su rostro cerca del de su novia, pero ella seguía sin creerle —No lo entenderías...
—¿Por qué crees que no? Acaso...¿Me consideras tan estúpida como para no llegar a comprender tus problemas? —dijo cruzándose de brazos.
Steven arrugó el ceño ¿estúpida ella? Claro que no la consideraba estúpida, si lo hiciera, no habría accedido a ser su novio, ni menos haberla besado abiertamente en frente de las personas. Para él aquellos actos eran importantes, tanto así que lo hizo al darse cuenta de que ella era completamente distinta a las conquistas anteriores, tan distinta que podía ser un gran complemento para su futuro.
—No lo he dicho ni menos pensado —dijo dejándole en claro su postura —Son cosas personales...
—¿Personales? —ironizó arqueando una ceja observando a su novio mientras que este, se ponía de pie y caminaba por la habitación —lo que a ti te suceda, también me afecta a mi, Steven.
—¿En que te afectaría a ti? —espetó girándose a ella —tan solo puedes alejarte de mí....,dejarme y hacer como si nunca hubiese sido parte de tu vida.
No tenía claro el por que había dicho aquello, las palabras solo habían salido de su boca sin siquiera poder detenerlas. Arrugó el ceño y bajo la mirada al suelo, no era el momento para llevar a su consciencia lo que permanecía enterrado en su inconsciente.
Sintió como las manos de ella, subían por su pecho para luego posarla en sus hombros y masajearlos, dándole a entender que estaría para él, lo cual, le agradaba a Steven.
—Confía en mi, Steven. Puedes contarme lo que sea...
—No —espetó alejándose a la vez que negaba con la cabeza —Lo que necesito es que solo estes en mi presente y futuro, solo eso.
Se observaron queriendo desterrar los secretos que aun no podían salir a la luz. Samantha fue quien le sonrió con resignación y asintió para luego acercarse a él y besarlo mientras acariciaba su mejilla izquierda.
—¿Seguimos viendo la película? —preguntó a centímetros de los labios masculinos.
—¿De verdad quieres seguir viéndola? —inquirió observándola incrédulo, a lo cual ella asintió alegremente —bien, pero solo si no gritas. —agregó volviendo acomodarse sobre la cama.
—Solo si me mantienes abrazada —respondió ella provocando que Steven riera.
—Esta bien.
Samantha se acomodo junto a Steven acurrucando su cabeza sobre el pecho de su novio. La pelinegra encendió el televisor en el momento en que el rostro de un zombi aparecía en primer plano. Steven imaginándose la reacción silenciosa de su novia, rio y la abrazo por sobre los hombros, tomando una de las manos femeninas y apretándola de forma cariñosa.
Durante gran parte de la duración de la película se mantuvieron en la misma posición. El momento era único para ellos, hacia ya bastante tiempo que no habían estado juntos sin discusiones de por medio o... libros. Y es que desde que Steven habían comenzado la residencia, el tiempo para la pareja no era suficiente. Por una parte, las clases de Samantha eran cada vez mas extenuantes y mientras que por la de él, la residencia le quitaba gran parte de su tiempo, sin contar las horas de estudio y las practicas de rugby.
Siguió observando la película y prestándole por primera vez desde que había comenzado, toda su atención. El observar sangre y cosas que otra persona le parecerían incomodas, para él no lo eran. A lo mejor podría ser por el simple hecho de que, estudiaba medicina y de alguna u otra forma, su mente se estaba acostumbrando a ello; olvidando que el «acostumbramiento» no era del todo bueno si olvidaba ser persona antes que todo.
Al observar una escena algo sangrienta, fijó su mirada en Samantha, quién a pesar de mantener su mirada en la televisión, no había reaccionado de ninguna forma ante la escena. McFadden arrugó levemente el ceño.
—¿En que piensas? —preguntó sin dejar de observarla a la vez que la atraía mas a él.
—En el futuro. ¿nunca te has preguntado qué sucederá en diez años más?
Steven arrugó aún más el ceño, para luego volver su mirada a la película de zombis que observaban. Hizo una pequeña mueca con sus labios y siguió meditando la respuesta por algunos segundos más.
—No, nunca me he preguntado por el futuro —respondió serio —pero ahora que me lo preguntas, supongo que...En diez años me visualizo siendo el mejor cardiólogo de todo Londres y Oxford; obviamente seguiremos juntos. —agregó volviendo su mirada a ella y observó un leve sonrojo en su novia.
—¿En serio quieres seguir conmigo? —respondió emocionada, separándose levemente de él
—No pretendo dejarte, Smith. Nunca.—musito acariciando los labios femeninos con su pulgar—eres lo mejor que me ha sucedido—respondió recordando cada palabra que había oído en otra película.
—Te amo Steven McFadden—dijo ella con sinceridad.
Ante aquellas palabras Steven McFadden sonrió ampliamente. Se sentía dichoso ante lo que había oído de los labios de su novia, pero de una forma más...práctica. Él nunca había sido un hombre que expresara el amor, ya que, ¿Cómo expresarlo cuando nunca lo haz sentido?,¿Cuándo la empatía no esta en tu consciencia? Para él, los sentimientos no existían. Solo eran algo de lo cual, podía sacar provecho para alcanzar sus objetivos y con Samantha, poco a poco lo estaba logrando.
McFadden acercó su rostro y comenzó a rozar los labios femeninos con los suyos. Sentía la respiración nerviosa de su novia, la cual aumento mucho mas cuando la tomó de la cintura e hizo que se sentará sobre él a horcajadas, mientras sus manos la acariciaban, para luego ascender de forma lenta y algo tortuosa por el abdomen femenino.
—¿Por qué siempre eres malvado? —inquirió ella observándolo de forma lujuriosa.
—No es ser malvado, es disfrutar del momento, Samantha —respondió con su típica sonrisa seductora que hacía que Samantha lo observara embobada, con sus manos aun acariciando el vientre femenino —Eres demasiado ansiosa.
Ella lo observo frunciendo los labios, lo cual le pareció gracioso a Steven. La atrajo aun mas a él y comenzó a besarla con la intensidad que lo caracterizaba, pero que a ella la dejaba hipnotizada e idiotizada. Poco a poco, sus manos volvieron a subir por el vientre de ella, hasta tocar sus senos, provocando un pequeño gemido en ella. Le quitó la blusa lanzándola en algún punto de la habitación, observó la lencería que traía puesta y sonrió aún más, mientras Samantha comenzaba a quitarse por sí sola el brasier.
—¿Piensas que no se quitar un brasier, Smith?—inquirió con tono mucho mas ronco de lo habitual.
—Me has demostrado de sobremanera que sabes—respondió mordiéndose el labio inferior—pero...soy ansiosa.
—Nunca vas aprender a disfrutar ¿no? —rio, para luego comenzar a besar el cuello femenino mientras que, con una de sus manos, acariciaba uno de los senos.
Samantha y Steven ya comenzaban a sentir un aumento de la excitación, sus cuerpos poco a poco pedían un mayor acercamiento entre ellos. La primera en manifestarlo fue ella, quien comenzó a moverse sobre el regazo de su novio, buscando mayor fricción, lo que provocó que McFadden gimiera de placer y con ello su entrepierna se endureciera. Sintió como ella dejaba sus labios para comenzar a besar su cuello, mientras él seguía al compás los movimientos pélvicos femeninos. Steven comenzó a besar el cuello de Smith, descendiendo y dejando algunas marcas a su paso, hasta llegar a los senos. Tomó uno con su boca, mientras que con su mano, apretaba el otro, lo que hizo que ella soltara un sonoro gemido que excito aun mas al rubio, quien a esas alturas, sentía que su jeans negro ya le molestaba de sobremanera.
La presión que sentía Steven en sus genitales era demasiada. Tomó a Samantha entre sus brazos y giró de forma rápida, esta vez él quedando sobre ella, siguió besando cada lugar del cuerpo femenino hasta llegar al ombligo y de forma apresurada, quitó los pantalones junto a la ropa interior de ella. Necesitaba de Samantha, su cuerpo a esas alturas, se lo exigía.
—¿Necesitas ayuda?—preguntó ella de forma lujuriosa y divertida.
—Para nada—respondió quitándose los jeans junto a su ropa interior.
Se posicionó sobre Samantha, quien no dejaba de observar su gran erección. Steven sonrió ampliamente para luego tomar un preservativo de su cajonera. Abrió el pequeño sobre de forma cuidadosa, pero antes de que pudiera ponerlo, ella le tomó la mano impidiéndoselo.
—Espera...—dijo sonriendo.
Se sentó sobre sus rodillas y acerco su rostro al genital de su novio. Steven solo enarco una ceja y al instante pudo sentir como su miembro era envuelto casi por completo por la boca de Samantha.
—¡Mierda!—exclamó elevando su cabeza hacia atrás, al momento en que con una de sus manos apretaba las mantas.—Sigue así...Oh...—Exclamó entre gemidos, para luego con su otra mano, tomar el cabello de Samantha y apretarlo entre sus manos. Sentía los suaves labios de ella y su lengua deslizarse por su longitud, sintiendo que, en cualquier momento, llegaría a su máxima expresión de placer. Tomo de forma brusca el cabello de su novia e hizo que dejara aquel acto. —mi turno...
Tomo el preservativo que había dejado a un costado de él y lo puso sobre su erección. Beso a Samantha de forma voraz, abriéndose paso con su lengua y encontrándose con la de ella. Y de forma inesperada para su novia, Steven entro en ella sin mayor preámbulo, provocando que Smith gimiera mucho más que antes.
El acto sexual siguió su curso, los gemidos y besos iban al compás de los movimientos de Steven. Era un momento además de candente, de máximo placer. Y es que, para el rubio, hacía ya bastante tiempo que no experimentaba aquella sensación con otra persona que no fuera el mismo. A pesar de que con Smith llevasen bastantes años de relación, no habían tenido ese nivel de placer entre ellos, o por lo menos, era lo que sentía el hasta ese momento.
Siguió moviendo su cuerpo, mientras sentía las uñas femeninas deslizarse por su espalda, provocando que aquello lo excitara un poco más de ser posible. De un momento a otro, Steven comenzó a sentir que el clímax no tardaría en llegar y así fue. Sintió un pequeño cosquilleo en los dedos de sus pies, provocando un leve adormecimiento en ellos. Se recostó a un costado de Samantha, quien lo abrazo de la cintura y beso su frente.
—Estuvo...Increíble. —dijo el
—Demasiado —acotó ella con una sonrisa.
Steven apoyó su mejilla sobre su puño y sonrió de forma seductora, provocando un leve sonrojo en Samantha. A pesar del tiempo, seguía poniéndola en ese estado y aquello era un alimento para su ego.
—Eres especial, ¿lo sabías?
Con aquellas palabras y sentimientos aprendidos, beso a la pelinegra sin dejar que respondiera a su pregunta; haciéndole sentir miles se sensaciones, dejándola aún más hipnotizada por él.
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