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|Capítulo 24|



Poco a poco oscurecía y con ello las estrellas comenzaban aparecer en el oscuro cielo. La brisa helada acariciaba sus mejillas, dejándole una sensación de leve ardor por lo cual, puso la capucha de su hoodie y siguió como si nada le importara más que beber. Llevó la botella a sus labios y bebió un gran sorbo de ella acabándola. La dejo a un lado y abrió una nueva, permitiendo que el alcohol inundara un poco más sus sentidos junto a las anfetaminas que había consumido con antelación.

Steven observó su reloj de pulsera, pero no podía enfocar de buena manera su mirada. Bufó y buscó su teléfono móvil entre los bolsillos de su pantalón, presiono una tecla y la pantalla se iluminó permitiéndole observar la hora. Eran cerca de las nueve de la noche, pero no se preocupaba si llegaba tarde o no. Además, los alumnos de quinto año ya no tenían horario de toque de queda, lo que le agradaba.

Siguió bebiendo hasta terminar aquella ultima botella, las agrupó con las otras seis y volvió a observar la cancha de rugby. El estar entre las gradas, solo en medio de la oscuridad le agradaba, era de esos momentos en los cuales se permitía reflexionar sobre todo y con ello tomar decisiones, que luego podría olvidar y volver actuar de forma impulsiva.

Steven rió al recordar las palabras de Samantha: Si tan solo pensaras antes de actuar...Como si ello fuera tan simple y fácil. Para él la premeditación no era lo suyo, si así fuera, dejaría que las cosas siguieran su curso y con ello sintiera que pasaban sobre él. No, McFadden era muy –demasiado- orgulloso y de una autoestima tan alta, que no permitía que lo pisotearan.

Colgó su mochila en uno de sus hombros y tomó las botellas para comenzar a bajar de las gradas de forma lenta, procurando no caer. Con cada paso que daba, su frente se arrugaba, procurando máxima concentración para no dar un paso en falso, y es que si no estuviera en el equipo de rugby, no le habría importado lastimarse algún tobillo o muñeca.

Al bajar, se acercó a un contenedor basura y arrojó las botellas, las que produjeron un gran sonido al caer, provocando que Steven arrugara por completo su frente.

Sintió la necesidad de correr por la cancha, de correr hasta que su cuerpo le dijera basta. Arrojó su mochila al césped y comenzó a correr, sentía sus piernas mucho más veloces que antes y también la sensación de incontrolable energía, tanto así que podría mantenerse despierto durante toda la noche y no sentir la necesidad de dormir.

Sintió como el viento golpeaba su rostro aun llevando la capucha de su hoodie, mientras comenzaba a sudar y su respiración agitarse. Tan sólo quería olvidar todo lo sucedido ese día... Y los anteriores; si fuera posible olvidar su vida por completo.

Siguió corriendo alrededor de la cancha con su mirada en un punto fijo del lugar, comenzó a sentir la sudoración de su cuerpo, principalmente la de su frente. Se quitó el hoodie lanzando en algún lugar de la cancha sin detenerse a descansar, aún tenía demasiada energía como para desperdiciarla de esa forma. Pero Steven al estar tan sumido en sus propios pensamientos, no se percató que alguien lo observaba de pie, en el mismo lugar donde había dejado su mochila y al ver que el rubio seguiría corriendo por un buen rato, decidió quedarse en ese lugar observándolo.

El rubio siguió trotando hasta que comenzó a sentir su cuerpo cansado, poco a poco bajó la velocidad hasta detenerse. Apoyó sus manos sobre sus rodillas a la vez que trataba de tranquilizar su respiración. Cerró los ojos por un momento y los volvió abrir, enfocándolos en el césped y luego, comenzar a caminar hasta donde se encontraba su hoodie tirado, lo tomó y fue en ese momento en que visualizo a la persona, la observó y comenzó a caminar sin quitarle la mirada. Al llegar, tomó su mochila a la vez que ella se ponía de pie.

—Steven debemos hablar—dijo siguiéndolo.

—No estoy de ánimo, Samantha. —respondió sin siquiera detenerse.

Steven sintió como lo tomaban del brazo, deteniéndolo a medio camino. El cerró los ojos impidiendo que las lágrimas salieran. Tenía un cúmulo de sentimientos revueltos, que lo estaban volviendo loco.

—Suéltame Samantha, en serio—Dijo sin voltearse y con su mirada perdida en el suelo.

—No, hasta que hablemos con todas las cartas sobre la mesa.—respondió mientras le acariciaba la mano.

—¡Te dije que me soltaras, Smith! —exclamó girándose de forma violenta.

Steven observó los azules femeninos que le devolvían una mirada de miedo y sorpresa. Pero, aun así, no pudo suavizar su rostro ni menos controlar su respiración que volvía agitarse, pero esta vez, por la rabia.

—Son las anfetaminas, ¿Cierto? —preguntó ella aun sin salir de su asombro—estas consumiendo mucho más que antes...

—¿Qué te importa Smith?, debería tenerte sin cuidado lo que yo haga con mi vida.

—¡Eres mi novio! ¿Cómo no me va a importar?

—¿Tu novio? —rio con ironía—¡Hasta hace un rato atrás, querías terminar conmigo! ¿De qué mierda estás hablando? —espetó con tono duro.

Steven observó como ella lo seguía observando con incredulidad. Sintió como todos aquellos pensamientos se arremolinaban cada vez más en su cabeza, produciendo que su vista se nublara ligeramente y su cuerpo diera un traspié hacia el costado. Samantha avanzó a él tomándolo de la cintura y obligándolo a sentarse en el césped junto a ella. Él permaneció observando la punta de sus pies, su vista poco a poco volvía a la normalidad. Permanecieron en silencio, solo oyendo algunas aves a lo lejos, el silencio de la noche los ayudaba a reflexionar.

—Mi vida es una mierda...—comenzó a decir Steven— Lo único por lo que me mantengo, es para demostrarles a los demás, lo excelente jugador y alumno que soy.

—¿Por qué demostrar algo que ya todos saben? —Steven giró su cabeza hacia ella y arrugó la frente. —No tienes que demostrarle nada a nadie, Steven. —dijo observándolo para luego acariciarle el rostro. —Todos ya saben que eres el mejor...

—No lo creo. —Espetó con su mirada fija en ella para luego agregar. —Hay personas que aún no se dan cuenta... —Murmuró cabizbajo entrecerrando los ojos.

Lo que Steven quería y más que nada anhelaba, era que su padre se diera cuenta de sus logros, que lo felicitara por una única vez en su vida, y aun siendo su única familia consanguínea, no le daba la importancia que él se merecía. Cerró los ojos ante las caricias de Samantha a la vez que dejaba escapar las lágrimas que habían estado reprimiendo. Ella al darse cuenta de su semblante, lo abrazó y dejo que él escondiera su rostro en su cuello.

—No sigas asiéndote daño, por favor. —decía mientras le acariciaba la nuca —Eres alguien demasiado importante y valioso, como para que sigas en este estado.

Aquellas palabras habían sido como un tranquilizante para Steven.

—¿De verdad piensas? —preguntó alejando su rostro del de ella, ante lo cual Smith asintió. Pero el rostro de Andrés inundo la mente de Steven. Se apartó de ella y la observó de forma seria. —No mientas. Para ti no soy ni importante ni especial —agregó levantándose de forma brusca.

—Si lo eres... —se levantó también.

—¡No mientas Smith! —exclamó furioso dando un paso más hacia ella —No te importó en lo absoluto —la tomó de ambos brazos presionándolos —Solo te importa tu nuevo amiguito —ironizó con una sonrisa fría.

—¿Qué pretendes Steven? ¡Lo estabas golpeando como un desquiciado! —dijo tratando de zafarse de él pero mientras más lo hacía, más sentía la presión de las manos masculinas en sus brazos. —Suéltame.

—¿Para qué?, ¿Para qué te vayas corriendo donde ese hijo de puta? No soy un imbécil, he visto como lo miras.

—¿Qué? —lo observó con incredulidad —Acaso...Acaso ¿estas insinuando que yo...?

—No lo insinuó, lo he visto —dijo soltándola de forma brusca, provocando que ella se fuera levemente hacia atrás, sin dejar de observarlo con asombro —¡por esto el amor vale una mierda! ¡Los sentimientos son una puta mierda!

McFadden la observó con su característica mirada fría y distante, aquella mirada que Smith no había visto desde que lo había conocido en su primer año y, cuatro años después volvía con mucha más fuerza que antes. Samantha comenzó a llorar en silencio, sin dejar de mirarlo. Por el contrario, Steven no se inmutaba ante lo que su novia estaba sintiendo; la empatía no era parte de su psicología. Para él ver a alguien en el estado de ella, era como estar viendo una película sin emoción alguna.

—¿En serio quieres seguir así? —preguntó Samantha limpiándose las lágrimas con su manga —¿Quieres desperdiciar cuatro años de relación?

—¿Desperdiciar? —rió sin gracia observando a un lado y volviendo rápidamente su mirada a ella —Ya te dije, no pretendo terminar esto. Las cosas seguirán entre nosotros, Samantha.

—No comprendo...

—La cosa es... —dijo observándola y apartando un cabello del rostro femenino. Samantha arrugó levemente el ceño con algo de miedo —que no soy el hazmerreír de nadie y no pretendo serlo nunca. Si la relación llegase a terminar alguna vez, será porque yo lo quise así.¿entendido?

Ella asintió y él sonrió con suficiencia. Samantha seguiría con él a pesar de todo lo sucedido y eso era lo que Steven más deseaba. A él siempre le agradó tener el control de todo, incluyendo la vida y decisiones de las personas. No pretendía dejar que los demás actuasen de una forma en que le podría afectar a él. Steven solo se protegía para alejar el sufrimiento y el dolor.

Se acercó a ella aun con su sonrisa en el rostro, mientras que Samantha lo observaba nerviosa. Steven podía ser muchas cosas que las demostraba poco a poco, pero también sabía cómo volverá vulnerable, nerviosa y adicta a él. McFadden la tomó de forma posesiva de la cintura y con la otra su cuello. Con su pulgar comenzó acariciar el labio inferior, acercó un poco más el rostro acariciando la mejilla femenina con la punta de su nariz, para luego aspirar profundamente el aroma de su cuello, a la vez que sentía las manos de ella dándose paso entre la sudadera y acariciar su abdomen trabajado.

—¿Quieres seguir, aquí en medio de un campo de rugby? —preguntó besando el cuello de ella, acariciando su espalda y bajando hasta los muslos femeninos.

—Si... —dijo entre suspiros, sin pensar mucho en su respuesta. Las caricias y besos no dejaban ordenar sus pensamientos.

Steven la acorraló entre una pequeña pared que había en la parte baja de las gradas, posiciono sus manos a ambos costados sin dejar de besarla. La intensidad aumentaba cada vez más entre la pareja, llegando a que Samantha comenzará a buscar fricción entre ambos; lo cual causó que McFadden soltará una pequeña risa altanera sobre el cuello de su novia, provocando un pequeño escalofrío en ella. Las manos de él, volvieron acariciar los muslos femeninos para luego, alzarla y a la vez que ella enrollaba las piernas alrededor de la cintura masculina. Los labios de la pareja volvieron a encontrarse entre sí; Steven mordió levemente el labio inferior de Samantha, provocando un leve gemido, mientras que ella acariciaba el cabello de él y permitía que su lengua se encontrará con la de ella.

La fogosidad de la situación siguió su curso, y Steven en todo momento llevó el control de cada movimiento, de cada gemido, de cada caricia...Él se apartó lentamente de ella, la observó y dijo.

Nada será igual...

Steven sonrió mientras que Samantha le devolvió una mirada de confusión. Él mantuvo su sonrisa altanera a la vez que varios pensamientos pasaban por su mente. Porque McFadden no dejaría pasar las cosas, así como así, a él le encantaba dejar las cosas en claro, remarcarlas si fuese necesario. 














Nota de autora.

Último capítulo del acto III, y también el mas...¿extraño?, siento que quedó de esa forma..En fin, ya me dirán que les pareció.

Con esto, damos comienzo al ultimo acto de la historia y comenzamos con la recta final. Son ocho capítulos los que quedan mas el epílogo. ¿Como creen que terminará?, me encantaría saber sus teorías...

Cuidense mucho, los quiero.

Caro.

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