|Capítulo 19|
La llegada a Oxford fue tranquila, aunque a Steven le hubiese gustado que Adam no estuviera tan callado. Trataba de comprenderlo, pero no podía, le era difícil ser empático en ese ámbito. Observó a Samantha quién caminaba a su lado, e imaginó si hubiera sido ella la que estuviera embarazada y sintió como un escalofrío recorría su cuerpo, sinceramente no quería ser padre en esa etapa de su vida.
Salieron de la estación y tomaron un taxi hasta el Balliol College. Observó por la ventana del automóvil y sintió una sensación agradable. Oxford era su verdadero hogar, lugar en donde podía expresarse libremente y olvidar los problemas de Londres.
Al llegar al Balliol, pagaron y bajaron sus maletas, caminaron hasta la entrada y aquel silencio que se había mantenido entre ellos, fue roto de improviso.
—¡McFadden!—exclamaron.
Steven giró y no tuvo tiempo de reaccionar cuando William Ivanov ya se había lanzado a sus brazos con sus piernas enrolladas en la cintura del rubio, por lo cual, perdió el equilibrio cayendo de espaldas aun con Ivanov sobre él. Tanto Samantha como Adam, solo observaron anonadados la escena, para luego reír.
—¡Quítate Ivanov!—Dijo quitando a su amigo de encima quién mantenía una sonrisa—Odio cuando haces eso.
—Lo siento, pero es que ¡No adivinas lo que me sucedió! —Dijo levantándose de forma rápida y tenderle la mano a Steven.
McFadden lo observó expectante, no estaba de ánimo para oír otra noticia como la de Adam. Lo observó de forma prolongada enarcando ambas cejas indicándole que prosiguiera.
—¿Recuerdas que antes que llegaran las vacaciones, me ayudaste a estudiar porque estaba peligrando en una asignatura? —Steven asintió—A que no adivinas.
—Ya suéltalo Ivanov—habló Adam.
—¡Pasé la asignatura y todo gracias a ti!-exclamó con tono alegré.
—Soy el mejor explicando. Serías un tonto si no lo hubieras logrado. —respondió Steven con una sonrisa de suficiencia a la vez que tomaba su equipaje y comenzaba a caminar rumbo a su habitación. -Este año se pone más difícil, Ivanov.
—Lo sé—asintió caminando a su lado— este año tendré mejores calificaciones-—dijo en tono seguro golpeando una de sus manos sobre la palma de la otra. —lo prometo.
—El tiempo lo dirá—respondió McFadden.
Siguieron caminando hasta que llegaron al pasillo que conectaba hacia los dormitorios. Steven besó a Samantha con un corto beso y acarició su mejilla.
—¡Samantha!
Aquel gritó que resonó por el pasillo, hizo que todos voltearan a observar en dirección de la voz. Steven al ver de quién se trataba, apretó la mandíbula y enarco una ceja tomando a Smith de la cintura de forma fuerte acercándola a él, mientras que Zac Winter se acercaba a ellos con una sonrisa.
—¡Por fin llegas, linda! —Steven se aclaró la garganta y Winter lo observó con una pequeña sonrisa —También estoy feliz de verte, guapo —le guiño un ojo y el rubio solo lo observo sin expresión en su rostro. —¡Tengo muchas cosas que contarte, Sami! —exclamó para luego abrazarla, provocando que Steven lo observará de mala manera y apartar a Samantha del chico a grandes zancadas.
—¿Qué sucede? —preguntó sin poder comprender la reacción de su novio, caminando a su lado —Steven... —musitó para luego voltear a ver unos segundos a su amigo y volver la mirada a su novio quien tenía el ceño fruncido y la mandíbula apretada.
—¿Es necesario todo ese afecto? —dijo acorralándola entre la pared y su cuerpo.
—No entiendo... —su voz era de confusión. —¿Qué te sucede?
—A mí, nada. ¿Y a ti? —la ironía cada vez se hacía notar mucho más en voz. Samantha le devolvía la mirada confusa. —Sabes que odio esas muestras de afecto con él.
—Steven, bien sabes que es gay. Aquí la que puede salir perdiendo soy yo. —respondió con tono decidido a la vez que él reía de forma fría—No entiendo tus celos repentinos...
—Solo cuido lo que es mío—habló tajantemente interrumpiéndola.
—No hay nada que cuidar después de cuatro años de relación...
—A veces los años no quieren decir nada, menos asegurar. —espetó.
Samantha lo observó para luego bajar su mirada y suspirar, mientras que Steven en todo ese tiempo mantuvo una mirada fuerte, que daban a entender que él tenía la razón. El silencio llegó rápidamente a ellos pero, aun así, ninguno de los dos se movía de su lugar y menos hablaba.
Toda la situación había sido observada por sus amigos, quienes al ver que la pareja seguía inmersa en sus pensamientos, decidieron seguir sus recorridos por sí solos.
Steven dejó de observar a Samantha y fijo su mirada a un punto de la pared con el ceño fruncido. Una de sus manos se mantuvo sobre la pared, mientras que la otra, seguía en el bolsillo de su pantalón. Por otro lado, ella seguía inmersa en sus pensamientos a la vez que el silencio entre ellos seguía prolongándose y solo escuchando sus respiraciones en aquél vacío pasillo.
—¿No dirás nada? —la voz de él sonó mucho más ronca después de haber permanecido en silencio y su mirada permaneció observando un punto inexistente de la pared.
—Yo...—sus dedos comenzaron a moverse de arriba abajo en la fría pared—Creo que no hay mucho que decir—respondió observando al rubio.
Steven volvió su mirada a Samantha y arrugó el ceño.
—¿Ha no? —enarcó una ceja. Ella sólo lo siguió observando—bien—dijo dando unos pasos hacia atrás.
Giró y tomó su maleta y la de Samantha, quién lo observaba expectante y algo confundida. Comenzó a caminar a paso rápido en dirección al dormitorio de su novia. Se sentía frustrado, pero no diría más nada.
Caminaron en completo silencio, Steven mantenía su semblante endurecido a la vez que en su mente comenzaba analizar muchas cosas. ¿Cómo era posible que Samantha no se percatará de su incomodidad? A McFadden le incomodaba todo acto de cariño que viniera de parte de otro hombre que no fuera él, odiaba los cumplidos hacia ella por parte de otros hombros. Steven no soportaba el sentimiento de pérdida.
Los dos siguieron caminando hasta llegar al cuarto de Samantha. Ella busco las llaves de su dormitorio para luego abrir y ser la primera en entrar, seguida de Steven. El rubio dejó el equipaje de Samantha a un costado de la entrada junto al de él, se acercó a ella y tendió su mano.
—La llave de tu habitación—dijo observándola de forma seria.
—¿Qué? —preguntó incrédula.
—Ya lo oíste, la llave Smith.
—¿Por qué debería de entregártela?—se cruzó de brazos.
Steven acortó la distancia entre ellos sin despegar su mirada de ella. Su semblante era duro y su mirada era fría pero esta vez transmitía un destello de furia, y es que él estaba reprimiendo el sentimiento de ira, lo cual Samantha se percató de aquello y dio un paso atrás encontrándose con la pared de su habitación.
—Solo quiero tu seguridad, Samantha. Eres mi novia y me preocupo por ti.
—¿Qué pretendes, Steven?
—Ya te lo dije, me preocupo por ti. —rectificó.
Se observaron por varios minutos tratado de descifrar sus miradas, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a que eso suceda. Samantha fue la primera en observar al suelo soltando un largo suspiro, mientras que Steven no dejaba de observarla, ella era especial para él.
—Yo también me preocupo por ti, es más te amo. —dijo ella observándolo —pero creo que no es necesario invadir la privacidad.
—¿Invadir? —soltó una risa fría incrédulo —Esto lo hago porque he visto cómo te observan, lo he visto por cuatros malditos años, Samantha. Y no sabes cuánto he reprimido todo, pero ya no lo soporto. —dio un paso atrás a la vez que llevaba una de sus manos a su nuca y jalaba de su cabello.
—Steven... —musitó ella acercándose a él.
Samantha tomo entre sus manos el rostro de él viendo aquellos ojos azules que siempre tenían una expresión dura y fría pero que en ese momento la observaban reprimiendo las lágrimas con la mandíbula tensa. Steven cerró los ojos a la vez que ella besaba sus labios. Él la tomo de a cintura aferrando sus brazos alrededor de ella para no dejarla ir.
—Me incomoda cuando te observan de una no muy buena forma —comenzó hablar él a la vez que una de sus manos recorría la espalda de ella —Ho cuando te hablan de una forma que me hace sentir querer golpearlos por las cosas que dicen... —agregó a la vez que su otra mano trazaba un camino desde la mandíbula de ella hasta su cuello.
—No pienses en ello —respondió con una pequeña sonrisa a la vez que cerraba los ojos ante las caricias de él. —Sabes que eres el único.
Él sonrió y comenzó a besarla de forma fogosa, como si aquel momento lo hubiera estado esperando por mucho tiempo. Sus manos comenzaron a bajar hasta llegar a los muslos femeninos y presionarlos de tal forma que ella soltó un leve jadeo, acercándose cada vez más a Steven buscando fricción. McFadden se percató de aquello y entre los besos sonrió, alejándose unos centímetros de ella.
—No esta noche. —murmuró en los labios femeninos.
—¿Es en serio?
—Mañana debo levantarme temprano... —se encogió de hombros —Pero piénsalo de esta forma, tendrás muchas más ganas de estar conmigo.
Steven sonrió y paso por el lado de Samantha para tomar su equipaje, pero antes de salir, Samantha lo detuvo.
—¿Por qué haces esto? —inquirió ella tomándolo del brazo de forma desesperada —Porque...
—No te desesperes, cariño -dijo interrumpiéndola —. Te prometo que tal vez mañana... —se acercó a su oído —provoque que tus labios digan mi nombre.
Ante aquello, Steven McFadden salió de la habitación llevando su equipaje. A medida que caminaba hacia su habitación, sintió como su orgullo comenzaba a aumentar y aquel sentimiento de admiración creció de forma desmesurada, que hacía que su estado anímico mejorara, lo que provocó que una sonrisa apareciera en su rostro.
Al llegar, dejo su equipaje a un costado de la entrada y se dirigió a su cama dejándose caer sobre ella. Cerró los ojos aun con una sonrisa en sus labios, mientras que en su mente el rostro de Samantha lo invadía, provocando que se sintiera aún más especial. Y es que Steven en el momento en que conoció a la pelinegra, sabía que ella no sería como todas y a la vez, era la mujer que debía estar con él.
Siguió por un momento más con los ojos cerrados, hasta que el sonido de su teléfono móvil avisando que tenía un mensaje, provocó que abriera los ojos. Hurgó en el bolsillo de su pantalón y visualizó el mensaje, era de Ivanov.
«McFadden, me acaba de llegar lo mejor. Si las necesitas, envíame un mensaje indicándome a qué hora puedo ir a tu habitación.
Pd. Cuando nos veamos, no menciones nada de esto.
William I. »
Steven al leerlo arrugó el ceño, Ivanov nunca le había pedido que no fuera mencionado nada de sus actividades, era obvio que aquello era un secreto a voces, pero que se lo dijera, era como si se estuviera asegurando de que sus "ventas" no lo involucraran directamente a él o en palabras simples, se estaba escondiendo.
—¿Qué mierda hiciste mal, Ivanov? —murmuró sin apartar su mirada del mensaje.
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