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El final

La bala de un fúsil es tan rápida que llega a su víctima antes que el sonido del disparo. Por instinto, Jin cerró los ojos con fuerza, por el fuerte estruendo. Lo peor que te puede pasar en un fusilamiento es que la bala falle y no te golpee en una zona vital. Morir desangrado y solo tirado en el barro, con un dolor terrible, era considerablemente peor que morir de un disparo inmediatamente letal en la cabeza. Aterrorizado, tardó en darse cuenta de que no sentía ningún dolor. ¿El fusilero había fallado? Ni siquiera le había dado. ¿O es que acaso ya estaba muerto? No, no podía ser. Incluso tan asustado aún podía escuchar el sonido de la lluvia, oler el hedor de aquel desconocido y recóndito lugar al que le habían llevado. Esos segundos, esperando el segundos disparo, fueron los peores de su vida. Hubiera querido pensar en YoonGi en su final, pero el miedo que sentía no le dejaba pensar en nada. Escuchó unos fuertes pasos que se acercaban a él con velocidad y Jin retrocedió un par instintivamente, incluso si sabía que huir no tenía sentido. De pronto, la luz del atardecer le cegó.

- Camina. Vamos. - Una voz surgió ante él antes que la figura de su rostro.

- ¿Qué? - Completamente desorientado, desconcertado y aturdido, no pudo articular nada más.

- Rápido. - El desconocido frente a él le agarró del brazo con fuerza y le obligó a caminar deprisa. Aún cargaba con el fusil con el que había disparado. Comprobó que estaban en un descampado de alguna zona industrializada poco utilizada, más bien abandonada. Seguramente a las afueras de la ciudad. Le llevó fuera del cercado, por un agujero que había en el alambre y caminaron unos pocos minutos por un terreno de zarzas, campo a través.

- ¿Qué está ocurriendo? - Se atrevió a preguntar Jin finalmente.

- Las preguntas a otro, degenerado. Yo sólo cobro por esto. Date prisa, inútil. - Era mejor guardar silencio y hacer lo que le decía. Cualquier destino era mejor que la muerte que le esperaba, asíq que sólo podía estar agradecido a pesar de lo confuso que era todo aquello.

Finalmente llegaron a una carretera.

- Ahí está el coche. - Anunció el fusilero. - Corre y lárgate antes de que me arrepienta. - Prácticamente le empujó hacia adelante haciéndole trastabillar y se marchó de nuevo atravesando el campo sin mirar atrás, sin que Jin pudiera decirle nada. Aunque tampoco hubiera sabido que decir. Obedeció y, cansado y maltrecho como estaba, corrió al coche, con la esperanza de ver algún rostro conocido. Se asomó a la ventanilla bajada del coche para descubrir que no era así.

- Esto... yo...

- Sube atrás, deprisa. - Le apremió otro hombre. Jin se dejó llevar una vez más y obedeció. - Ahí tienes ropa. Cámbiate. - Le ordenó mientras arrancaba el coche. - No puedes ir con esa ropa mugrienta de preso por ahí. - Aclaró el hombre para convencerle. Le sorprendió darse cuenta de que no era una ropa cualquiera. Era su ropa, la que estaba allí.

- Señor... ¿podría decirme...?

- Toma, agua. - El hombre de espaldas, mientras conducía, le tendió una botella antes de que pudiera acabar la frase. Más que agradecido, Jin la cogió y bebió ansiosamente. - Tienes toallitas húmedas ahí. Límpiate la cara también.

- Señor... - Quiso volver a pedir explicaciones, pero el hombre le volvió a interrumpir.

- Chico, yo no hago preguntas, así que no conozco las respuestas. - Declaró con firmeza. - Sólo puedo decirte que vamos al aeropuerto. No sé más.

- ¿Al aeropuerto? - Murmuró Jin para sí. ¿Qué podía hacer él allí?

Tras un largo recorrido en silencio, porque estaba claro de que el conductor no quería hablar y él no quería enfadarle para no poder obtener ninguna respuesta igualmente, llegaron al aeropuerto.

- Esta es la última instrucción que tengo para ti. - Dijo entregándole un sobre. Ahora bájate. Tu equipaje está en el maletero. - Anunció el hombre. - Suerte, muchacho. - No sabía quien era, ni siquiera estaba seguro de que le hubiera caído bien de poder conocerle mejor pero, no parecía una mala persona.

- Gracias. - Dijo. Y de nuevo hizo lo que se le ordenó. Cogió el sobre, se bajó del coche, cogió la pequeño maleta, esta vez sin sorprenderse de que fuera la suya, y se encontró en medio del aeropuerto completamente desorientado. Sólo tenía una opción posible en aquel rompecabezas, porque no había nadie esperándole allí esta vez. Abrió el sobre para encontrar un billete de avión a un país lejano y una pequeña nota. Quiso llorar, porque aunque no estaba firmada, reconoció al instante la hermosa caligrafía:

"SÚBETE AL AVIÓN", rezaba el mensaje.

Sin tener otra alternativa, pero sobretodo confiando en YoonGi, se embarcó en aquel avión de pasajeros común. Era la primera vez que viajaba en avión y no sabía qué le podía deparar el destino. Estaba huyendo. Finalmente se había dado cuenta. Lo estaba dejando todo atrás. Toda su vida, sus buenos y malos recuerdos. A su país, a su familia, aunque hacía tiempo que le habían dado la espalda, a sus amigos, a JiMin y YoonGi. Todo atrás, con la incertidumbre de una nueva vida con la que no sabía qué hacer.

- Caballero, ¿podría poner su maleta en el portaequipajes? - Le pidió una bonita azafata con una sonrisa amable. - Estamos a punto de despegar.

- Sí... claro.

- ¿Es su primera vez en avión? ¿Está nervioso?

- Sí. - Confesó. Aunque en realidad ese no era el motivo de sus nervios.

- No se preocupe. Si necesita cualquier cosa sólo tiene que llamarme. - Volvió a dirigirse a él con una sonrisa antes de irse a atender a más pasajeros.

- Gracias. - Jin se levantó y colocó la maleta, que hasta ahora había llevado prácticamente abrazada, en el portaequipajes sobre él. Entonces cayó de su asa una nota y Jin la recogió rápidamente, con miedo de que algún otro pasajero pudiera encontrarla. Si seguí tan nervioso alguien acabaría dándose cuenta de que estaba haciendo algo malo, a pesar de que él no creía que fuera así. Se volvió a sentar e intentó calmarse. Aunque no era tan sofisticada como la anterior, Jin también reconoció la letra:

"Espero que tu nueva vida sea mucho mejor que la que has tenido hasta ahora. Quizá algún día podamos volver a encontrarnos. Hasta entonces, te echaré mucho de menos. Con los mejores deseos, un beso, JiMin."

Intentó reprimir las lágrimas, pero sólo consiguió que fueran lo suficiente silenciosas como para que ningún pasajero se diera cuenta de ellas. Él también iba a echar muchísimo de menos a su querido amigo.

El vuelo se hizo interminable y, sin dinero ni planes, Jin no tenía ni idea de qué iba a hacer cuando aterrizara. Lo único que sabía hacer era vender su cuerpo, era lo que había hecho toda su vida. No es que hubiera sentido jamás que hiciera algo malo, al fin y al cabo era su cuerpo, ni tampoco nada deshonroso pero, ¿era eso lo que le esperaba a su nueva vida? ¿Lo mismo de siempre en un lugar en el que no conocía a nadie? No sabía como funcionaba ese lugar, a que sitios podría ir para ganar dinero. Sería tremendamente complicado empezar y tendría que robar para poder comer para no morirse. Pero por lo menos estaba vivo, tenía una segunda oportunidad, debía estar agradecido. No podía rendirse ahora. Iba a ser un reto complicado, casi imposible, pero estaba vivo.

Al bajar del avión, siguió al resto de los pasajeros como si supiera a donde tenía que ir, pero estaba completamente perdido. Y cuando todos se dispersaron, a las puertas del aeropuerto, le ocurrió exactamente lo que había imaginado, no tenía ni idea de lo que iba a hacer. Suspiró, asustado, triste y resignado y se permitió un momento de debilidad.

- Si tan solo YoonGi estuviera aquí.

- ¿Dónde crees que iba a estar? - Esa voz a su espalda le hizo dar un vuelco a su corazón. No era posible. Se giró temblando.

- YoonGi. - Lloró cayendo rendido en sus brazos.

- Tranquilo. Ya estás a salvo. - Le abrazó con fuerza. YoonGi no se sentía más fuerte que Jin al tenerle por fin en sus brazos, pero tenía que aparentarlo por él.

- Pe... pero, ¿cómo? No puede ser. - Jin rompía en llanto sin poder articular bien as palabras.

- ¿Qué no puede ser? ¿Creías que no iba a mover cielo y tierra para sacarte de ese horrible lugar? Sólo lamento haber tardado tanto.

- Te hice caso, resistí. - Pronunció mientras YoonGi le secaba las lágrimas sabiendo que dejarían paso a otras. No importaba mientras fueran de felicidad.

- Lo sé. - Pronunció emocionado. - Sabía que lo harías. Has sido muy valiente. - Le alentó con cariño. - Siento que tuvieras que recorrer solo este incierto camino, pero tenía que organizarlo todo. Conseguí planear tu escape mientras estaba recluido en el palacio por orden del rey pagando a distintas personas. Y luego me escapé yo mismo. No podía ser al mismo tiempo, lo habrían descubierto. Además, he encontrado una casa donde quedarnos. Creo que te gustará. - Parecía muy ilusionado por la idea de mostrársela.

- Pero YoonGi, eres duque en nuestro país, no puedes huir. - Expresó confundido. - Lo tienes todo allí. No te habría ocurrido nada.

- Pero no te tendría a ti. - Formuló con obviedad. - Si no te tengo a ti, no tengo nada, Jin. - Aseguró. - Te lo dije, Jin. Te dije que encontraría la manera de estar juntos de verdad. Un lugar que poder llamar nuestro. - Jin se abrazó a él. ¿Era posible? ¿Los sueños podían hacerse realidad? ¿Había historias que acababan bien? - Jin, en la fiesta, me quedé a media de decirte una cosa. - Recordó YoonGi.

- Te amo. - Pronunció Jin, como si de repente tuviera prisa, como si no quisiera volver a perder la oportunidad. YoonGi se sorprendió primero y se enfurruñó después.

- Yo iba a decirlo primero. - Se quejó.

- Pero yo lo he dicho antes. - Se burló Jin.

- Eres un infantil. - YoonGi le abrazó por la cintura y le acercó mucho. - Te vas a enterar. - Sin previo aviso, en medio de aquel inmenso aeropuerto, le besó en los labios con deliciosa fuerza.

- ¿Qué haces? - Asustado, se separó de él y miró a su alrededor. - ¿Te has vuelto loco?

- Jin, mi amor, ya no estamos en el mismo país. - Le recordó. - ¿Por qué crees que he venido aquí? Nadie nos mira. A nadie le importa. - Aseguró mientras Jin miraba alrededor comprobando que era verdad. - Siempre habrá algún idiota que intetará molestarnos pero aquí, ser nosotros no es delito. Amarnos está permitido. - Jin abrió la boca sin poder creerlo. - Ya no tenemos que guardar secretos. Podemos ser lo que queramos, quienes queramos. Al fin somos libres, Jin. - Los profundos ojos de YoonGi siempre habían sido honestos, pero nunca habían expresado una verdad como aquella. - Ahora puedo decirle a todo el mundo, que te amo, mi príncipe.

FIN

Hola!!!! Aquí acaba el micro-fandic personalizado que he tardado un siglo en escribir y cuya idea es de Bety852, con la colaboración de su inseparable Hallo_Tuan. 😊😘

Me ha resultado una historia muy interesante de escribir y espero que les guste muchísimo.

Ya sé que hubo mucho drama, pero a me conocen que me encanta hacer sufrir a mis lectores jejejejej

Un besazo enome!😘
Les quiero un montón! 💜

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