Conociendo a todos
Esa misma noche a la hora de cenar, tanto la monja anciana como el Arcediano se pusieron de pie en la mesa central del comedor, alzando un poco la voz para llamar la atención de todos los demás, eran unos seis monjes, uno más joven pero con unos cuantos años encima, y los otros cinco eran más mayores, y tres monjas, todas de una edad avanzada, aunque un poco menos que la superiora.
- Queridos hermanos, antes de dar la bendición a los alimentos, la Madre Superiora y yo hemos de anunciarles que otra sierva del señor ha venido a vivir aquí con nosotros al monasterio.
- Cabe resaltar que apenas hoy nos hemos enterado, ya que el aviso de su venida debió de haberse extraviado entre la correspondencia, pero no dejemos que eso nos perturbe y mejor demos gracias a Dios de que hay otra servidora en su casa, pasa por favor.
Silenciosamente la joven entró, saludando con una sonrisa- Soy Genoveva Vandelieri, novicia del convento Mártires en Vida en el pueblo de Granfeler, un gusto conocerlos.
- Dejaremos que se presenten después de la comida ya que seguramente todos tendrán hambre, Genoveva, ve a sentarte con las demás hermanas, ya te hemos dejado un plato.
- Gracias Madre -Y con un asentimiento de su cabeza, ella se dirigió hasta su silla bajo la atenta mirada de los presentes para saludar cortésmente a las demás religiosas, quienes a diferencia de ella, usaban velo, algo que ella no hacía.
Guardando silencio e inclinando la cabeza, escucharon en silencio las oraciones del sacerdote, antes de finalizar todos con un unísono "amén" antes de sentarse a comer en silencio.
Pasada la hora de la comida, los encargados retiraron los platos, y apenas terminaron aquello, se tomaron un momento para presentarse, los monjes primero, y las monjas después, después de todo, le tocaría convivir más con ellas, afortunadamente se guiaban más por apodos, lo que le hacía más fácil identificarlos.
Federico, Fray Dolores, siempre se quejaba de sus rodillas.
Azbel, Fray Memoria, siempre se le olvidaba algo.
Enrique, Fray Bodega, salvaba la situación llevándole a Fray Memoria lo que había olvidado.
Giuseppe, Fray Libro, le encanta estudiar.
Luis, Fray Ancisco de Asís, le encantan los animales.
Y por último, Jean Marc, Fray Niño, era el más joven de todos.
Luego estaban las monjas.
Anelisse, Sor Jardín, le encantanban las flores.
Almirna, Sor Amiga, tenía la cualidad de que cualquiera, joven o viejo se sintiera bienvenido en la iglesia.
Leonetta, Sor Cocina, hacía la comida más deliciosa.
Y sin más que añadir, las demás religiosas la acompañaron al ala de dormitorios femeninos, ya que como era de esperarse, estaban estrictamente separados, cosa bastante obvia, después de todo, era un monasterio.
- Dinos algo sobre tí Genoveva -Dijo Sor Amiga con amabilidad- ¿Y tu velo? Normalmente las novicias usan solo el velo blanco.
- Ah, eso, es que en mi anterior convento existe la opción de no usarlo para el diario, pero es obligatorio para las misas y ocasiones especiales, solo espero que no sea un problema seguir así aquí, pero si las reglas son otras entonces no me molestaría acostumbrarme.
- Bueno, ya veremos si te lo permite la Madre Superiora, no te sientas presionada, aunque sea estricta con los deberes, es un poco más permisiva con nuestros temas personales.
- Me alegra saberlo...
- Y ya que sabemos tu nombre ¿Sabes qué tipo de Sor serías?
Esto la hizo reír un poco- Bueno, en mi anterior convento me decían "Sor Voz" porque era yo quien cantaba en las misas y oraciones.
Las demás rieron también, si hacía eso entonces debía tener una buena voz- En ese caso, deberíamos ver qué tal te desempeñas mañana en los rezos.
- Será un honor -Y después de acompañarla a la puerta de su dormitorio, se dieron las buenas noches para finalmente irse a dormir.
Y tras varias horas de sueño reparador, pasó la noche y llegó la mañana, levantándose temprano, con el canto del gallo, antes de salir el sol, fueron a lavarse, vestirse y en fila se dirigieron a la capilla, mientras que uno de los frailes hacía sonar la campana.
Una vez estuvieron todos presentes y listos, el sacerdote dió comienzo a la oración, siguiendo el protocolo, hasta que finalmente dió el momento a su nueva integrante de dar su voz para el cántico.
Y en pocas palabras, fué celestial, casi como escuchar la voz de la mismísima virgen entonando la melodía, claramente, los presentes no podían creer que aquella joven tuviera una voz tan hermosa; y tras el primer cántico, todos sonreían maravillados, siguiendo el transcurso de los rezos de la mañana.
Después del desayuno, cada quien empezó su respectiva labor, hacer limpieza, cosechar del jardín, alimentar a los animales y lavar los trastes, más que a tiempo para preparar la misa de las diez, aprovechando de darle a su novicia sus respectivas reglas y deberes, y para su fortuna, obligatoriamente se encontrarían con el Archidiácono para esclarecer el asunto de Genoveva.
Aprovecharon unos momentos de descanso en donde se reunieron en la sala administrativa del Archidiácono, el sacerdote, la Madre Superiora y Genoveva, el Arcediano se notaba algo frustrado, frotándose los ojos con los dedos mientras resoplaba.
La carta estaba justo ahí, junto al resto de la correspondencia, con nombre, firma y sello de la Madre Superiora del convento Mártires en Vida.
- Así que era esto... No puede ser que se me haya escapado estando justo aquí -Se pasó la mano por la cara algo cansado- Se mezcló con el resto de la correspondencia.
- Bueno, al menos está comprobado que la transferencia al monasterio no era un error de papeleo -Trató de alivianar un poco la situación la Madre Superiora, únicamente para llevarse una mirada algo fastidiada del Arcediano, bajando la mirada- Disculpe señor.
El hombre suspiró de nuevo- Ejem... Bueno, tenemos que revisar la carta -Abrió el sobre rápidamente, sacando la carta de su interior, leyendo detenidamente su contenido- Ah... Así que quieren que se quede hasta la toma de votos definitivos, y fué aprobado por el Obispo... Bueno, si su señoría así lo dicta, no puedo hacer nada más que aceptar lo que se ordena.
Los demás asintieron con la cabeza, y el sacerdote habló por todos- Y sabemos que la hermana Genoveva tendrá un desempeño apropiado ¿Cierto hermana?
- Soy esclava del señor, y le serviré según su palabra, honrando su casa -Sus palabras hicieron a los demás sonreír con complacencia.
- Bien dicho -Dijo el Archidiácono- Ahora, será mejor que vayamos a celebrar la Eucaristía, ya casi es mediodía y debemos estar a tiempo.
Pero... Por una extraña razón, su mirada estaba demasiado fija en la joven novicia.
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Bueno, es distinto pero me resulta más consistente que simplemente tirarle todo encima a un solo personaje, además de darle alguna cualidad que la haga especial.
Eventualmente pondré dibujos para dar imágenes más claras, pero no serán sobre todos los personajes, solo algunos, todo dependerá de la inspiración.
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