XLVI: Cocina
George miraba la sortija y luego a Lys, sortija, Lys y así repetidas veces tratando de procesar lo que acababa de decir la rubia a lado de él que lo veía expectante esperando la respuesta.
—¿Hab....hablas enserio? —Delacour estaba completamente sonrojada así solo logro asentir —...Lys —llamo con voz seria —, mírame.
—¿No quieres?
Alzo la mirada para verlo con un poco de temor por su respuesta.
—¿Estás segura? Yo...claro que quiero casarme contigo, es algo que deseo demasiado —sostuvo su mano —, pero, quiero que estés haciendo esto porque tú también lo deseas, no solo por mí
—En terapia...me di cuenta, quiero formar una vida a tu lado, quiero casarme, George —ella le sonrió dulcemente para acariciarle la mano —...ya estoy lista.
George sonrió y asintió.
—Quiero casarme contigo, Lyssane.
Ella lo abrazo para besar su rostro repetidas veces.
—Te amo...te amo...te amo mucho, Georgie.
—Y yo a ti.
Llevo la mano hasta la nuca de su, ahora, prometida para unirse en un cariñoso beso, sus labios se movían de forma lenta y acompasada demostrando lo mucho que se amaban, sin duda, siempre había estado destinados para estar juntos, quiso nada inicio de una forma convencional, pero ahora estaban más seguros que nunca sobre sus sentimientos y sobre todas las promesas que se cumplirían pues iniciarían una vida juntos.
[...]
Lys llevaba el saco de su prometido sobre los hombros cuando sus pies se detuvieron en el callejón Diagon.
—¿Vamos a Sortilegios Weasley o a la casa de Zib?
Pregunto con curiosidad sintiendo como George la tomaba de la mano para hacerla caminar.
—Te enseñare porque llegue tarde a nuestra cita.
La rubia seguía los pasos del más alto, pasaron frente a todas las tiendas que se encontraban en ese callejón, el pelirrojo no borraba la sonrisa e incluso ya llevaba puesta la sortija en el dedo anular izquierdo, no podía creer que por fin Lys fuera su prometida después de tanto tiempo, ahora solo tendría que comprarle un lindo anillo de compromiso para dar la noticia que pronto se casarían.
—¿A dónde vamos?
Pregunto Lys, al ver que llegaban al pequeño barrio de casas que estaba en el mismo callejón, pasaron por la única residencia de fachada completamente negra, que era la del matrimonio Black-Weasley y se detuvieron a lado de ella.
Era de tres pisos en un color marfil con grandes ventanales y unas escaleras que guiaban hasta la entrada principal, idéntica a la de junto, pero al mismo tiempo muy distinta.
—¿Te gusta?
Pregunto George con curiosidad.
— Es demasiado hermosa — y no mentía, era demasiado elegante, el pelirrojo mostro un par de llaves frente a los ojos jade — ¿Qué?
—También te tenía una sorpresa —ambos se sonrieron —...quería, proponerte que nos mudáramos juntos...la casa estaba en venta y bueno, queda cerca de casi todo, tenemos a Zib y Fred a lado, por lo que puedes ver con facilidad a tus hermanos, aunque...bueno, entiendo si quieres que busquemos algo en Francia por tu trabajo y todo eso.
Lys no podía borrar la sonrisa, no le molestaba tener que usar la red flu todos los días para llegar a su trabajo, y le gustaba la idea de tener a su mejor amiga y hermanos, aparte que tampoco quería alejar a los gemelos Weasley, sabía muy bien lo unidos que eran George y Fred.
—Me encanta —se acercó para abrazarlo —...es simplemente hermosa, George, enserio que me encanta.
—¿Quieres verla por dentro?
Ella asintió y él la beso cortamente para guiarla dentro de la vivienda, tomo las llaves para abrir la puerta y darle el paso entrando tras ella.
Los ojos de Lys recorrieron todo el lugar, era lindo, paredes color blanco y pequeños detalles en color café y champagne, aunque estaba segura que se verían aún mejor con algunos cuadros o fotografías.
—Tenemos que comprar muebles, pero de ahí en fuera todo está en orden —explico George cerrando bien la puerta —, tiene varias habitaciones, solo la principal tiene cama, también un jardín muy grande...y bueno, podemos decorar con algo que nos guste a ambos.
—Me gusta el color de las paredes, podríamos comprar un juego de sala de un color que combine —agrego yendo a la cocina —, también tenemos que comprar un refrigerador y muebles de cocina al igual que utensilios —tanto Lys como George estaban demasiado emocionados —...y podríamos plantar demasiados árboles, uno muy grande para poner una casa del árbol por si tenemos hijos.
—Me agrada la idea —murmuro abrazándola por detrás para besarla la piel debajo de su oreja —...te amo, Lyssie.
—Y yo a ti, amor —Lys recargo la espalda contra el tonificado pecho del pelirrojo—, lo hago demasiado —soltó un suave suspiro al sentir los húmedos besos que bajaban peligrosamente hacia su cuello —...George...
Murmuro y de un momento a otro toda la cocina comenzó a sentirse extremadamente caliente al igual que las pieles de la pareja.
—Podríamos...estrenar la cocina...
Propuso acariciando su abdomen y subiendo las manos peligrosamente a sus pechos.
—Me gusta la idea...
La rubia giro entre sus brazos para quedar frente a frente, él sonrió para inclinarse y atrapar sus labios en un caliente beso, metió la lengua profundizándolo para iniciar una batalla llena de lujuria por ver quién era más dominante, la guio hacia atrás hasta llevarla a la encimera y en un movimiento la dejo encima, llevo sus manos hasta los finos hombros de la veela para bajar el saco con delicadeza y acariciarle la piel desnuda.
Rompió el beso para verla a los ojos fijamente, deslizando los delgados tirantes por los cremosos hombros y su sonrisa creció al ver que no llevaba sostén, cuando logro bajar por completo el vestido, pudo distinguir los pequeños pezones erectos invitándolo a probarlos y envolver la lengua en ellos.
—Tan preciosa y deliciosa como siempre.
Murmuro, los ojos de ambos estaban completamente oscuros, empañados en placer y ansiando por más.
George bajo la cabeza hasta estar frente a esos pechos que tan loco lo volvían y sin detenerse a pensar atrapo uno de esos pequeños dardos de carne para pasar la lengua lentamente y meterlo por completo en su boca, succionado y mordiendo con lentitud. Los suspiros y jadeos de Lys llegaban hasta los oídos de George, resultando en un encantador sonido que lo invitaba a seguir estimulándola.
Los finos dedos de Delacour pasaban entre el centelleante cabello pelirrojo jalando con suavidad, pero al mismo tiempo acariciándolo, se sentía en el paraíso, la varonil mano de su prometido se detuvo sobre su muslo desnudo para ir subiendo lentamente, le gustaba como se sentía, a pesar de ser áspera y maltratada por el trabajo que realizaba en Sortilegios Weasley resultaba demasiado caliente su toque, tanto que la hacía sentir a punto de deshacerse.
El núcleo de la chica comenzaba a palpitar y la erección del Weasley era más notable, él se acercó más para rozar su erección disfrutando del calor que emanaba, se moría por estar dentro de ella, quería, quería follar a esa mujer que ahora era su prometida, sentirla apretando su pene, sentir como temblaba por cada embestida, disfrutar de su calidez hasta no poder más.
Dejo sus pequeños pezones para volver a los labios y darle un beso demasiado húmedo y brusco, su mano atrapó el fino encaje de la ropa interior para deslizarlo por las tonificado piernas disfrutando de sentir la suave piel contra su mano.
—Mira lo pequeñas que son —musito rompiendo el beso y mostrando la pequeña prenda de encaje —...apenas te cubre el trasero, Lyssie...
—Como si no te gustarán —respondió con una sonrisa coqueta al ver como George las lanzaba lejos de ellos—...pensaba no usar...
—¿Te gusta provocarme no es cierto? ¿Te gusta comportarte como una sucia puta?
La voz del más alto estaba completamente ronca y cargada de deseo, mientras le acariciaba la barbilla para que lo viera a los ojos, parecía demasiado hambrienta y él se encargaría de saciarla.
—Soy una puta —respondió, su rostro reflejaba tanta lujuria y deseo—...soy tu puta, George, cógeme como a una.
Él apretó la mandíbula por esas palabras y sin previo aviso llevo la gran mano hasta la garganta de Lys para apretarla sin llegar a hacerle daño, un pequeño jadeo escapó de la rubia momento que el aprovecho para besarla metiendo la lengua profundizando todo.
George rozó sus dedos libres contra los húmedos pliegues de su prometida, sentía lo mojada y deseosa que estaba, amaba saber que el provocaba todo eso, nunca se cansaría de Lys Delacour, su pene se sentía demasiado duro, estaba muriendo de ganas por follarla hasta lo más profundo una y otra vez, volviendo la completamente suya.
Se separaron con los labios rojos e hinchados, las respiraciones estaban irregulares mientras sus pechos subían y bajaban con vehemencia.
George se alejó unos centímetros para desabrocharse el pantalón y bajarlo con todo y bóxer liberando su gran miembro, las venas se marcaban y el líquido pre-seminal brotaba dejando la punta roja completamente brillante.
El pelirrojo tomo su erección y viendo fijamente los ojos de la veela se masturba de forma lenta y pausada disfrutando de cada toque.
Lys recorría con la mirada a George, tenía el cabello despeinado, los labios entre abiertos y las mejillas rojizas mientras su mano derecha se encarga de acariciar su deliciosa erección y la izquierda se aferraba a la encimera de la cocina, sentía como su humedad vagina de mojaba más si eso era posible, como en un intento de implorarle que fuera atendida, sentía su clítoris palpitar rogando por la atención del pelirrojo, lo necesitaba, necesitaba sentirlo dentro que la embistiera como si no hubiera mañana hasta que su cuerpo no pudiera más.
Al parecer, George entendió lo que trataba de decirle con esas miradas indecentes por lo que guío la punta de su pene al clítoris inflamado para rozarlo con suavidad, moviéndolo de forma circular y era mucho más fácil gracias al líquido pre-seminal, Lys echo la cabeza hacia atrás al sentirlo, era demasiado abrumante como la llevaba al punto del éxtasis con tan poco.
Las fosas nasales del Weasley se inundaron con el aroma de Lys, una mezcla de excitación, jabón y el clásico olor a mandarinas que tanto amaba, ella abrió las piernas lo más que pudo mientras se lamía los labios color durazno, ahora ella parecía un depredador a punto de comerlo, pero no era de esa manera cómo funcionaban las cosas.
—¿Quieres que te folle, pequeño sol?
Murmuró contra sus labios, apretándose contra ella, los pliegues de la rubia acorrucaron su gran erección robándole un jadeo.
—...Georgie...hazlo.
El acento francés de Lys se hizo demasiado notable con esa frase, estaba seguro que no aguantaría mucho para correrse con tan solo sentirla.
George apretó la punta de su pene contra el clítoris de la rubia para recorrer su entrada sin llegar a introducirse, podía ver cómo Lys bajaba la mirada expectante, quería ver como entraba en ella.
Él apoyo su frente contra la de la rubia, ambos miraban hacia bajo para ver cómo la punta se apretaba contra ella y lentamente se deslizó dentro. George se detuvo durante unos segundos para soltar un gruñido disfrutando de lo húmeda que estaba.
—¿Cómo se siente?
Susurró Lys entre suaves suspiros, él sonrió para dejar un casto beso sobre sus labios.
—Se siente —su voz era más que un suspiro, estaba ronca y bajan resultado endemoniadamente sensual—...como si estuviera en el maldito cielo.
Lys se encontraba demasiado apretada, su pequeña vagina envolvía su pene perfectamente, George no encontraba las palabras para describir lo que la piel húmeda y resbaladiza le hacía. Era una sensación tan vil y primitiva, tan deliciosa, que si haría lo que fuera con tal de tener su pene dentro de esa rubia todas las veces que quisiera.
Se movió suavemente adentrándose un poco, en lo único que podía pensar era en los suaves gemidos y en las uñas de Lys apretando contra su espalda que seguramente mañana estaría marcada.
—Quiero sentirte venir alrededor de mí.
Musito, ambos veían como la gran y maltratada mano de George presionaba ese pequeño botón de carne rosa, los ojos del pelirrojo se perdían viendo como temblaba alrededor de la punta de su erección.
—Me encanta, George.
Los ojos de Lys no se apartaban de los movimientos de su prometido, le resultaba demasiado erótico viéndolo entrar y salir de ella mientras acariciaba su clítoris inflamado, pequeños espasmos la recorrían por completo, estaba segura que no tardaría mucho para liberarse sobre el gran miembro dentro de ella.
El más alto se inclinó para chupar uno de los pezones de Lys sin dejar de acariciar su clítoris y embestirla con fuerza, las manos de Lys se aferraban a la gran espalda de George moviendo la cadera contra él para que sus embestidas fueran más profundas.
George sonrió sobre su pezón, al sentir como la apretada vagina se cerraba contra la cabeza de su miembro, apretándolo palpitante y los pequeños espasmos de Lys, aumento la fuerza c y sus caricias se volvieron más rápidas.
La rubia fue la primera en alcanzar el orgasmo para dejarse caer sobre los brazos de George que aun la embestía, con voz cansada Lys agrego
—: No te contengas —rogó, apretando las piernas contra la cadera del hombre —. Dámelo, dame hasta la última gota.
George gruño, amaba que Lys fuera a veces una mujer tan indecente, tan perfecta. Agarro las caderas para moverla de forma dura y rápida contra él, la mente del pelirrojo se nublo solo estaba la imagen de Lys con los labios entre abiertos gimiendo su nombre una y otra vez.
Lys dejo brotar un gemido al sentir el líquido caliente recorrerla, él sonrió para recargarse sobre su hombro desnudo.
—Me tienes a tus pies, Lyssane —murmuro contra su oído—, soy completamente tuyo, haz conmigo lo que quieras.
—Te amo tanto, George...eres simplemente perfecto.
Ambos se murmuraban frases dulces y románticas recordándose lo mucho que se amaban, pues solo era el inicio de toda una vida juntos.
✹✹✹
Fred escucho la puerta del baño abrirse por lo que se apoyó de la cabecera de la cama para sentarse y ver a su esposa que salía aun en pijama.
—¿Paso algo? —pregunto enarcando la ceja mientras ella se hacia el cabello hacia atrás —¿Te sientes bien?
—Creo que me cayó pesado lo que cene...
Se sentó en la cama sonriéndole débilmente.
—Anir—musito mientras salía de las frazadas para acercarse a ella —...por favor, ya para...deja de tomar el tratamiento, te está haciendo daño.
—¿Qué? No fue por eso...lo deje de tom...
—No mientas —fue a la pequeña mesa de noche para sacar un pequeño frasco de cristal que contenía varias capsulas de colores brillantes —, la última vez que hablamos sobre esto había treinta y cinco, ahora hay treinta tres, y tienes que tomar una diaria, las has seguido tomando.
—Fred...
Murmuro para ponerse pie e ir a donde él tratando de quitarle el frasco.
—No, Anir...ya basta, por favor —pidió dejando el frasco a un lado para acercarse y tomarla de la mandíbula —, te estás haciendo daño, desde que tomas eso estas más enfermiza...por favor, deja de hacerlo, ya es suficiente.
—Pero...escuchaste lo que dijo Draco, hay una mínima oportunidad de quedar embarazada si seguía tomándola...
—Y también escuchaste los efectos secundarios, son demasiadas hormonas— la vio fijamente a los ojos reflejando toda la preocupación —...puede hacerte daño de otra manera, e incluso te la pasas vomitando.
—Fred...podríamos tener otro bebé.
Fred negó con la cabeza acariciándole la mejilla con cariño.
—Anirak...no, ya basta, me niego a ver que arriesgues tu salud o a verte llorar de nuevo porque el resultado es negativo —los ojos de la azabache se llenaron de lágrimas ante sus palabras —, por favor, cielo, sé que ambos queríamos otro hijo más, pero ya es hora de que te detengas, Draco te ha cambiado varias veces el medicamento y el resultado es el mismo, debemos de parar con todo esto
—Pero...pero...Fred...por favor.
—Muñeca —Fred la abrazo para que escondiera la cara en su pecho en el momento que comenzó a llorar —...tenemos tres hermosos hijos, no es necesario que tengamos más...solo quiero que estés bien ¿sí?
Ella no respondió mientras sollozaba contra su pecho, el Weasley odiaba ver a su esposa de esa manera, parecía tan deshecha, no había rastro de la mujer feliz que siempre mostraba ser ante los demás.
—Sé que queríamos un bebé más —musito acariciando su cabello—...pero, no estoy dispuesto a ver que tú te enfermes o que sigas sufriendo...si quieres adoptaremos, pero, deja de tomar esas capsulas...
—Quiero volver a estar embarazada, Freddie...
Los ojos del pelirrojo se llenaron de lágrimas al escuchar el deseo de su esposa, se sentía demasiado culpable ya que hace unos meses antes de saber que ella no podría tener más hijos a él se le ocurrió decirle que quería tener un bebé más
—Mi amor —murmuro alzándola con facilidad para llevarla a la cama —...por favor, no llores...
—Es que —la azabache apenas podía hablar entre sollozos—, nunca quisiste tener hijos, y ahora que por fin quieres yo no puedo darte otro más —el pecho de Zibelth dolía se sentía demasiado culpable —, en serio lo siento, Fred, no sirvo ni para darte otro hijo.
El corazón del más alto se estrujo al escucharla decir eso, la dejo sobre la cama para tomarla de la barbilla.
—Ya tenemos tres hijos, y te tengo a ti, mírame, Anir — pidió haciendo que lo viera a los ojos —, no importa si ya no tenemos más, yo soy feliz y siempre lo estaré estando a tu lado, deja de decir que no sirves para darme hijos ni nada de eso. Tú eres la mejor mujer, la mejor madre, la mejor esposa, la mujer con la que siempre soñé, y pase lo que pase te amare por el resto de mi vida ¿entendido?
—Te amo...
Murmuro la azabache con un hilo de voz, él dejo un beso sobre su frente para acostarse a su lado y abrazarla con fuerza, Zibelth se acomodó sobre su pecho, aun temblaba suavemente por el llanto, Fred le acariciaba el cabello tarareando una canción muggle que sabía que su esposa amaba.
Estuvieron un gran rato de esa forma, hasta que la Black termino completamente dormida.
Vio el reloj sobre el pequeño mueble, ya eran las seis de la mañana, se alegraba de que fuera domingo, pero estaba seguro que los impostores ya estarían despiertos para desayunar, así que sin despertar a su esposa se levantó con demasiado cuidado.
Arropo a la azabache y con cariño limpio los rastros de lágrimas, odiaba verla llorar de esa manera y, sin duda, si pudiera hacer algo más por ella lo haría, aunque fuera casi imposible.
Sabía muy bien lo mucho que le pesaba el no poder tener más hijos, no lo iba a negar, a él también le dolía un poco, pero nunca culparía a Zibelth por eso y mucho menos buscaría a alguien más como había dicho ese estúpido acosador en una de sus notas, la única mujer con la que estaría era su preciosa azabache.
Abrió el cajón donde colocaba los pantalones de chándal porque solo estaba en bóxer, saco el primero que vio para ponérselo, pero algo que no noto fue que faltaba una pequeña caja de madera que él guardaba recelosamente.
Esa caja, contenía fotos demasiado comprometedoras de su esposa.
Salió de la habitación para ir por sus hijos sin imaginarse lo que estaba por venir.
(N/t: ¡Hola! ¿Cómo están?
Ya va haber bodaaa.
¿Ya saben quién es A?
¿Cuál será su próximo movimiento?
Bueno, nos leemos.🥰
No se olviden de comentar y votar, las amo✨)
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