Epílogo II.
Mellizos Black-Weasley.
Agosto 2021.
Sortilegios Weasley ubicado en el número noventa y tres del callejón Diagon se encontraba lleno de gente y distintos fuegos artificiales recorriendo el enorme local, con los años la popularidad de la tienda mágica de broma había crecido aún más si eso era posible, causando que de tres sucursales ahora fueran seis: Una en Londres, Rumania, Hogsmeade, Paris. México y Japón por lo que entre todos los miembros se tenían que dividir para dar una buena atención.
Los clientes recorrían toda la tienda comprando diversos artículos, la mayoría eran estudiantes de Hogwarts que se encontraban de vacaciones en busca de algo de diversión o incluso algunos se preparaban con anticipación para el regreso porque si algo era bien sabido es que el surtido salta clases se acababa con una rapidez enorme.
Sortilegios Weasley era el orgullo de los gemelos pelirrojos, que empezaron de la nada para lograr tener las tiendas más famosas de bromas, sin duda habían logrado todos sus sueños y formado un gran patrimonio para sus familias y futura descendencia.
—George, a tu izquierda.
Una voz masculina inundo todo el local, el nombrado de inmediato se giró para moverse al lado contrario que le indico el otro hombre que estaba a varios metros de él, una bola de fuego luminosa paso a su lado y si no hubiera sido por la advertencia lo habría golpeado con una fuerza enorme.
Solo le hizo una seña en forma de agradecimiento y el mellizo menor asintió para seguir explicando el uso de los salvajes magifuegos Weasley a un grupo de niños.
El pelirrojo paso entre la multitud sonriéndole amablemente a las personas para bajar a la bodega por otras dos cajas de pastillas vomitivas, tendría que decirle a su padre que necesitarían resurtir todo el inventario de esa sucursal, sin duda tendrían mucho trabajo porque aún faltaba hacer los inventarios de las otras cinco, esperaba que Louis llevara una buena cuenta de la sucursal en México ya que al rubio le toco ir y hacer el inventario, en la semana irían los mellizos y Anired a Rumania para hacer el inventario allá, mientras Freddos y Zed se encargarían de París, y probablemente su padre y tío se encargarían de Hogsmeade y Japón, aunque estaba seguro que a Regulus John no le molestaría ir porque era un otaku de lo peor.
George Sirius camino por los pasillos para acomodar las pastillas, algunos niños se acercaron para pedir una gran cantidad de ellas, él asintió y dijo que se los entregaría en caja porque algunas veces los clientes trataban de irse sin pagar así que tenían que tener mucho cuidado.
—Merlín, parece que nunca va a terminar —comento el rubio cuando el más alto dejo las cosas en el mostrador —, está llegando mucha gente.
—No seas flojo, apenas va medio día, Freddos.
Le comento a su primo que era el encargado de la caja.
—No entiendo como no se cansan, Reg y tú llevan todo el día de pie y parecen como sin nada.
—Tenemos buena condición física —y no mentía, él practicaba boxeo y Regulus iba de manera frecuente al gimnasio—, deberías de hacer más ejercicio y no pasártela jugando videojuegos.
—Bu, que aburrido, me niego, prefiero ser un gordo con mala condición física, pero feliz.
—Niño rata— George puso los ojos en blanco cuando sintió como alguien lo abrazaba por el cuello —... ¿Ya terminaste de ligar, Reggie?
Cuestiono distinguiendo quien los abrazaba.
—Solo le explicaba a ese grupo de chicas el uso de las galletas canario —sonrió con ese aire de coquetería que caracterizaba a los dos mellizos Black-Weasley —, y quizás algunas me dieron su número de teléfono...
—No se te escapa una ¿verdad, Reg?
El azabache le lanzo un guiño a su primo para ver con curiosidad a su hermano que saco el celular para comenzar a teclear.
—¿A quién le escribes, comadreja?
—A JJ, me mando mensaje, quiere que salgamos hoy.
Explico leyendo el mensaje:
«George... ¿nos vemos hoy? Podemos ir por pizza:)»
—Uy, cierto, que JJ se te declaro el día que salimos de vacaciones —Freddos sonrió al recordar eso para alzar y bajar las cejas de forma coqueta —, al parecer Georgie pronto tendrá novia.
—Ay, mi hermanito se está volviendo en todo un hombre... ¿Será el momento en que pierda su "tarjeta V"?
Regulus se inclinó sobándose el estómago cuando su hermano le dio un codazo con fuerza.
—Deja de estar de imbécil —le lanzo una gélida mirada —, no tengo porque estar hablando de eso en la tienda —hizo una pausa para soltar una carcajada viendo a su mellizo quejarse —, a parte ya les conté sobre mi "tarjeta V".
Freddos le dios la razón, por lo regular siempre hablaban de su vida sexual en clave, no era que les molestara hacerlo, pero era más cómodo así porque nadie los veía raro.
George tecleo rápidamente una respuesta cuando su mejor amiga le envió un sticker de un gatito triste por dejarla en visto.
«Paso por ti a las siete ¿te parece? Me toca trabajar turno completo»
—¿Entonces tú y Alyssa?
El nombre de JJ era Alyssa, solo que ella lo odiaba desde niña.
George vio a Freddos para suspirar y negar.
—JJ es mi mejor amiga, y no me gustaría lastimarla —explico el pelirrojo viendo la pantalla del celular para escoger un sticker que mandar —, la aprecio mucho y no me gustaría ser un imbécil con ella, por eso seré sincero —soltó un suspiro recordando los consejos de su madre —, espero y ella me comprenda.
—Nuestro George tan sensible como siempre —el azabache le apretó las mejillas a su mellizo una vez que se recuperó del golpe ganando una mala mirada por parte de él —, que dulce eres, cualquiera se enamoraría de ti.
—Soy guapo, es obvio que cualquiera se enamora de mi —contesto de forma egocéntrica para alejar las manos de su hermano —, pero, en fin, creo que hay que apurarnos —vio la multitud de gente que entraba a la tienda —, aún nos queda demasiado.
Los menores soltaron un suspiro para ir cada quien a su puesto.
La tarde fue demasiado ajetreada, entre atender, cobrar y explicar el uso de los productos, Regulus John agradeció al ver que eran las cuatro de la tarde, tomo dinero de la caja para ir al negocio de enfrente: una pequeña cafetería que acaba de abrir, donde compraría algo de comer para los tres.
Al entrar al local la campanilla sonó llamando la atención de las tres meseras y la chica encargada de comprar.
—Buenas tardes.
Sonrió de manera coqueta para caminar de manera segura al mostrador, pudo observar como la chica rubia se sonrojaba al verlo y él no evito guiñarle el ojo ganando una risa tonta por parte de ella.
—Buenas tardes.
—Linda —su voz era ronca y masculina provocando el nerviosismo en la mujer frente a él —, me podrías preparar tres emparedados, dos de salami con queso y uno de jamón con champiñón recordó las preferencias de su primo, ya que él y George comían lo mismo—, y dos coca-colas y un siete, por favor, para llevar.
—Claro que sí.
La rubia tomo su orden y Reg pudo notar la manera nerviosa con la escribirá para ir a pasar la orden, él tomo asiento en un banco frente a la barra, le gustaba sentir las miradas femeninas sobre él.
George Sirius y Regulus John Black-Weasley compartían demasiadas características en común, pero había algunas cosas en las que eran diferente por ejemplo: el pelirrojo tenía una personalidad más parecida a la de su madre, pensando más antes de actuar y analizando las cosas la mayor parte del tiempo sin perder ese aire de coquetería y arrogancia heredado por su familia materna, en cambio Regulus era idéntico a su padre, solo que aun más coqueto debido a la gran influencia de Lyssandre Delacour en su vida.
Regulus se puso de pie cuando la chica puso su orden frente a él para sacar los galeones necesarios.
—Disculpa —llamo la rubia con una pequeña sonrisa —, mi nombre es Diana, te importaría —pareció pensarlo unos segundos al sentirse intimidada por la profunda mirada gris—... ¿darme tu numero?
Le extendió un papel y una pluma, Regulus sonrió tomando la pluma y el pedazo de pergamino.
—Un gusto, Diana, me llamo Regulus John —se presentó para escribir con facilidad su nombre y número —, mándame mensaje cuando quieras, guapa.
Diana no pudo evitar volverse a sonrojar para tomar el pergamino y la pluma.
—Muchas gracias, Regulus.
El asintió para pagarle y tomar las cosas.
—Muchas gracias, nos vemos.
El azabache se despido para salir de ahí mientras silbaba «Cano en re mayor», la nueva melodía que su hermana menor estaba aprendiendo a tocar en piano y se la pasaba todas las noches practicándola hasta que saliera.
Su mirada se detuvo durante alguno segundos en una chica que nunca antes había visto en el callejón Diagon, y era mucho decir ya que su casa estaba a solo unas cuadras por lo que conocía a la mayoría de personas que habitaban o frecuentaban el lugar, su cabello rubio caía suelto sobre la camisa blanca que usaba en compañía de una falda negra, no entendía porque no podía apartar la mirada hasta que ella volteo para toparse con unos orbes café, ella le sonrió y él, por primera vez en su vida se quedó congelado. La rubia entro a la tienda de madame Malkin.
Regulus agito la cabeza para entrar a sortilegios donde ya lo estaba esperando su hermano y primo, puso la comida en el mostrador para que cada quien tomara su emparedado y bebida, sin embargo, el azabache no podía sacar esos ojos cafés que vio hace unos minutos.
Los tres varones agradecieron mentalmente al ver la hora, el tiempo paso muy rápido y ya eran las cinco con cincuenta minutos, lo que indicaba que en diez minutos podrían irse.
Regulus con ayuda de magia acomodo las repisas que estaban chuecas mientras George limpio el piso igual con magia, ni locos lo harían manualmente, ya habían pasado diecisiete años haciéndolo y ahora que eran mayores usarían la magia para todo lo que quisieran.
—Ay, no...
Se quejó el único rubio al escuchar la campanilla que indicaba cuando entraba algún cliente, Regulus resoplo y George se dio la vuelta para ver a la chica que acababa de entrar, se quedó sin palabras por unos segundos para tragar saliva al reconocerla.
—Hola, grandote.
La rubia le sonrió al darse cuenta.
—¿Tú...?
Enarco la ceja pues pensó que no la volvería a ver.
—Escuché sobre Sortilegios Weasley, pero no creí que trabajarías aquí —lo recorrió con la mirada notando la túnica purpura que era parte del uniforme — ¿Ya van a cerrar? Estaba buscando un poco de surtido salta clases, he escuchado que es muy divertido...
—Si...en diez minutos cerramos, pero...si quieres pasa, el surtido salta clases se encuentra en ese estante.
Señalo el que estaba a su derecha, la rubia le agradeció con una sonrisa para ir a donde le indicaron, George Sirius sentía dos miradas sobre él por lo que camino al mostrador donde estaban sus familiares.
—¿La conoces? —inquirió Freddos de manera curiosas —...es linda...
No lo negarían, era una mujer guapa, rubia, alta y delgada vestida muy a la moda.
—¿De dónde la conoces?
Regulus se sorprendió un poco que su hermano la conociera ya que era la misma chica que vio hace un rato entrando donde madame Malkin.
—No la conozco mucho que digamos —se encogió de hombros —, el día que fuimos a Hell Bar London con Stefan, la conocí...
—¿Cuándo Regulus termino drogado con esa cosa rara muggle?
El rubio le lanzo una mirada acusadora al azabache que alzo las manos en señal de inocencia.
—Ya les dije, no vi en que momento lo pusieron en mi bebida, créeme que si por mi hubiera sido nunca lo habría tomado, me sentí mal por dos días y el tío Draco no estaba seguro si algo serviría para eso...
—En eso le doy la razón a Reg —comento George —, la pasó muy mal, dudo que por su gusto lo habría hecho...
—Buenas tardes —el Weasley saludo a la rubia que acababa de llegar para poner las cosas en el mostrador — ¿Eso sería todo?
—Buenas tardes —saludo de manera amable —...si, por favor...
Regulus y George intercambiaron una mirada y ambos se acercaron para detenerse a lado de la más baja.
—Hola, soy Regulus John —saludo el azabache y la rubia volteo a verlo —, y creo que ya conoces a mi hermano George Sirius —señalo a su mellizo —...solemos recordar a nuestros clientes frecuentes, pero, creo que nunca te hemos visto por aquí.
—Un gusto —se hizo un mechón de cabello hacia atrás y negó—, solo vine de vacaciones, vivo en Bulgaria, pero desde que llegue escuche mucho sobre Sortilegios Weasley, así que decidí venir aprovechando el viaje, por cierto, soy Hannah, un gusto.
—¿Bulgaria? —George enarco la ceja con curiosidad —... ¿Estudias en Dumstrang? —ella asintió con usa suave sonrisa —, es curioso, no tienes acento búlgaro.
—Viví parte de mi infancia en Londres Muggle, aprendí hablar búlgaro cuando me mude —explico viendo fijamente a los ojos del pelirrojo—, me alegro de no tener ese acento, no me gusta —iba a decir algo cuando su celular comenzó a sonar, lo tomo para ver la pantalla y desviar la llamada —, creo que es hora de irme —tomo los galeones que le dijo el rubio para ponerlos en el mostrador —, espero que nos veamos después.
—Sería un placer para nosotros.
Regulus le guiño el ojo ganando una risa de Hannah que resulto encantadora para los mellizos.
—Veras que si —George le sonrió con coquetería —, nos veremos...
—Hasta la próxima...
Hannah se acercó para dejar un beso en cada una de las mejillas de los Black-Weasley y despedirse del Weasley que solo sonrió.
La rubia camino a la puerta bajo la atenta mirada de los varones que murmuraban tratando de ser discretos, algo que no funcionó muy bien.
Hannah salió para toparse con una azabache, un rubio y otro pelirrojo, los ojos cafés se centraron en los más chicos parecían muy animados mientras el más alto llevaba en la espalda a la única mujer que iba con ellos, los tres entraron a la colorida tienda sin percatarse en la mirada llena de curiosidad que los trataba de analizar.
La rubia observo como se metían a la tienda para alejarse de ahí, entro al caldero chorreante donde sintió varias miradas sobre ella en su mayoría masculinas, sabía que era guapa siempre se lo habían dicho, tenía una belleza que provocaba que más de uno la viera y desde que lo entendió aprendió a usarla a su favor.
Salió de aquel lugar tan feo para caminar por las transitadas calles de Londres muggle, el frio comenzaba a hacerse presente a pesar de estar en verano, definitivamente debió de llevar un suéter con ella, se encogió de hombros para seguir su camino.
Las lindas calles de Londres fueron perdiéndose para ser remplazadas por una sin pavimentar y con casas iguales demasiado descuidadas y viejas, llenas de suciedad y moho, las fachadas eran poco agradables e incluso varias bolsas de basura adornaban ese barrio tan bajo, Hannah tuvo cuidado de no pisar basura o suciedad de perro mientras ignoraba los silbidos y las voces masculinas que trataban de llamar su atención.
Subió las escaleras del edificio que buscaba de manera rápida para llegar a una vieja puerta de madera oscura, ciertas partes estaban llena de hongos, saco la llave del bolsillo de su falda para abrir la puerta, el aroma a humedad y polvo le inundaron la fosas nasales, trato de no hacer caso, cerró la puerta y camino en el pequeño departamento conformado de dos piezas apenas tenía un viejo sillón y una cama descuidada junto con una vieja parrilla, lanzo la bolsa con los productos de Sortilegios Weasley viendo a la anciana salir del baña.
—Hannah, querida, tardaste demasiado —la rubia observo su desfigurado rostro— ¿Dónde has estado?
—Lo siento, tía Samara —se disculpó dejándose caer en la cama la cual hizo un horrible ruido por lo que frunció el ceño con molestia —...estuve en el callejón Diagon, exactamente en sortilegios Weasley...
Los ojos castaños de la anciana se iluminaron al escuchar el nombre de la tienda.
—¿Los has conocido, Hannah?
Una turbia sonrisa recorrió el rostro de Hannah para asentir.
—Ya los había visto aquella noche en el bar, aunque ese día me centre más en el pelirrojo, pero, si ellos ya saben de mi existencia —notaba la emoción de su tía y tomo los viejos recortes que estaba en el suelo —, tienes demasiada razón, son muy parecidos a Anirak Black-Weasley —veía fijamente el pedazo del diario el profeta donde salía una azabache en compañía de un pelirrojo: Fred Black-Weasley, que la abrazaba mientras ambos sonreían y a lado de ellos estaban sus cuatro hijos —, también a los hijos de la ministra francesa, el menor es idéntico a ella.
—Sí, eso me lo imagine...Hannah...
—Lo sé, tía, lo sé —hizo una pausa para verla fijamente —, será fácil, los mellizos no son más que unos hormonales como cualquier hombre, no me han quitado la mirada de encima, sin embargo, no sé qué esperas que haga con los hijos de Lyssane Weasley.
—Sobre ellos después nos encargaremos, ahora lo que me importa son los Black-Weasley —vio a la chica para acariciarle el cabello —, Hannah, ha llegado el momento de vengar a tus padres, el torneo de los tres magos será este año y es tu oportunidad.
—Lo sé, tía, por culpa de Anirak mis padres están muertos, sin ella...ellos habrían estado a mi lado—murmuro con odio lanzando el pedazo de papel lejos—, también de esa estúpida rubia que se hace llamar ministra...
—Y por eso pronto los vengaremos —soltó un suspiro de alegría —, destruiremos sus amadas familias poco a poco, lo primero que tienes que lograr es que los mellizos que son tan unidos se enamoren por completo de ti...
—¿Enamorarse ambos de mí? —Enarco la ceja escuchando todo a detalle.
—Sí, y no solo eso, tienes que volverlos completamente locos, el amor que despiertes en los dos tiene que ser tan grande que la familia Black-Weasley quede destruida —la anciana hizo una pausa para tomar un poco de aire ya que a veces le costaba respirar —, y que George Sirius y Regulus John se enfrenten a muerte por ti... ¿Crees que puedas lograrlo? De esa manera le daremos a la Black donde más le duele, después te encargaras de los otros dos.
—Gracias a todo lo que me has enseñado en estos años, tía —sonrió de manera arrogante alzando el mentón con orgullo—, yo siempre logro lo que me propongo...
Samara sonrió de la misma manera, pues eso solo era el inicio de una tempestad.
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