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Capítulo 22: Regresar.

Nix se aferró a las mangas de su abultada chaqueta durante el trayecto, sus nervios cosquilleaban los dedos de sus pies y mantenía sus ojos claros sobre la ventana, examinando cada detalle. Aquel país se asemejaba demasiado a Optilium, la pobreza seguía cubriendo las calles y la diferencia de clases se acentuaba aún más que en su anterior dictadura. Apretó los labios con fuerza al fijarse en los habitantes que ignoraban su mirada, absueltos en la miseria de sus vidas.

—¿Pensabas que aquí estabamos mejor?—La voz de Theo llenó sus oídos, sacándola de sus pensamientos y provocando que prestase atención hacia su marcado perfil, el hombre no era muy mayor, es más, conforme lo analizaba, parecía un muchacho recién graduado de la universidad. Su corta barba lo hacía verse más maduro y sus ojos castaños tenían una profundidad única.

La joven notó como un matiz triste se instalaba en la expresión del mayor y se sintió culpable por odiarlo tanto. Tal vez tenía un motivo comprensible para dedicarse a la trata de jóvenes, no obstante, todo aquel mundo le resultaba asqueroso a Nix. ¿Por qué no podían ser libres? ¿Qué habían hecho para no merecer las riendas de su vida?

—No se cuál es peor...—Murmuró entre dientes y se abrazó a sí misma. Estaba ansiosa por volver a ver a los Lakes, pero el miedo la recorría. ¿Y si estaban en problemas?

—Creeme, Galakai es como el hermano pequeño de Optilium. Aquí los matrimonios son libres, pero la delincuencia y la pobreza son la mismas. No hay recursos para comer, la educación lava los cerebros de los estudiantes y no existen las oportunidades.—Explicó con los ojos clavados sobre la rocosa carretera, estacionó el coche en un oscuro barrio, donde varios militares custodiaban la puerta de un alto y estrecho edificio. Theo salió el primero, no sin antes posar su vista sobre la angustiada adolescente. Nix abandonó el vehículo, siguiendolo en completo silencio.

Los militares analizaron a ambos, reconocieron a Theo y se hicieron a un lado para dejarles pasar. Subieron por unas largas escaleras de madera y, una vez en la planta más alta, el mayor golpeó la puerta suavemente, esperando que alguien saliera. Los segundos se tornaron horas para Nix y la ansiedad provocó un continuo temblor en su cuerpo.

Tom fue el primero en salir, su rostro paliducho estaba herido con pequeños cortes y sus pupilas se ahogaban en numerosas lágrimas. La adolescente notó como su estómago se revolvía, el mayor nunca había llorado ante ella y verlo tan triste la afectó. Se lanzó contra él, abrazándole con todas sus fuerzas y desahogando el miedo que sentía dentro de su pecho.

—Dios mío, Nix...—Jadeó, sin llegar a creer que estuviera ahí, pasó la yema de los dedos sobre su lacio cabello y cerró los ojos para sentirla mejor. Su corazón se reparó un poco y notó como Jonan iba hacia la puerta rápidamente.

La joven se alejó un poco de su hermano y conectó sus ojos con su incrédulo padre, estaba tan herido como Tom y sus características ojeras, se encontraban más pronunciadas que nunca. Sus musculosos brazos la rodearon, estrechándola, y sollozó en los esqueléticos hombros de la adolescente.

—Papá... No llores, estoy bien.—Le pidió con preocupación, aquella era la primera vez que experimentaba el amor fraternal que siempre había anhelado.

Jonan asintió, recomponiendose y le analizó el rostro, en busca de algún rasguño. Se calmó al verla a salvo y regresó su mirada al joven que observaba la escena en completo silencio.

—Él... Él es uno de los hombres que se ha llevado a Bella.—Dijo con rabia, apunto de tirarse sobre él y golpearlo, Nix lo detuvo.

—La han llevado a un hogar rico, no está en peligro.—Theo habló con tranquilidad, sin importarle la rabia que consumía a la familia.

—Pero Bella apenas puede moverse—Nix contestó, agobiada por no saber como estaba su hermana pequeña—, estará aterrorizada...

Jonan tocó el hombro de Nix, queriendo calmar el pánico de su hija adoptiva. Por otro lado, el mafioso suspiró y entró dentro de la pequeña casa, para que no los escuchasen.

—Yo no puedo hacer nada, Nix.

La nombrada notó como la impotencia cubría sus músculos y experimentó como se quedaba sin fuerzas. Tom la ayudó a andar hasta una silla, acomodándola ahí.

—No es justo...—Se llevó las manos al rostro, apunto de estallar de rabia.

—La vida nunca lo es.—Jonan enloqueció con la respuesta de Theo, quien parecía no reaccionar ante el dolor de los tres presentes. Lo tomó de la camisa con asco y lo acorraló contra la pared, dispuesto a romperle la fría sonrisa.

—Devuélveme a mi hija, estúpido.—Amenazó, conteniéndose.

Kat salió de la cocina tranquilamente, recorrió la sala sin decirle nada a Nix y posicionó una mano sobre el hombro de su esposo.

—Suéltalo, Jonan... Trabaja para el gobierno.—La mujer lo alejó y, mirándose directamente a los ojos, le ofreció algo que destruyó la imagen que Nix tenía de ella:— Tal vez, si dejamos que se lleve otra vez a Nix, pueda traerla de vuelta.

Theo volvió a sonreír, sorprendido por las palabras de la mujer. Jonan se zafó de su agarre, sin comprender su actitud impasible.

—¿Cómo voy a abandonarla? Ella también es mi hija.—La defendió.

Nix agachó la cabeza, incapaz de ofenderse por sus palabras, al fin y al cabo, la comprendía. Originalmente, ella no pertenecía a su familia y no valía lo mismo que Bella o Tom. Aguantó la tristeza y asintió.

—Sólo lleva un año con nosotros, Bella es más importante.—Argumentó su postura y soportó las miradas incrédulas de su familia. Tom mantuvo la vista sobre sus botas y apretó los puños con tanta fuerza que su piel se volvió roja.

—Kat, cállate.—Le pidió el mayor de los Lakes, intentando no perder los estribos.

—¡No voy a callarme y menos permitir que nuestra pequeña sufra por su culpa!—Exclamó y Nix sintió como algunas lágrimas recorrieron sus mejillas.

El silencio inundó la habitación y la tensión los ahogó. La adolescente se incorporó e, incapaz de seguir allí, se marchó tras Theo. Jonan la tomó de la muñeca, impidiéndole que cruzase el umbral de la puerta.

—No te vayas, Nix... Tom y yo no pensamos así.—Le suplicó desesperadamente, pero la joven ya había tomado una decisión.

—Lo sé, sin embargo, Kat tiene toda la razón.—Sonrió, tenía el corazón totalmente destrozado, no obstante, sabía que Theo podría hacer algo para salvar a Bella. Además... ¿Qué importaba su bienestar? Ella ya había experimentado lo que era el dolor y le parecía estúpido ser egoísta.

Tocó la mano de Jonan, la cual se aferraba a su extremidad, y deshizo su agarre con delicadeza. Theo le indicó que siguiera andando.

—Adiós, Jonan.—Nix le dio una última y dulce sonrisa.

El hombre se quedó paralizado en el pasillo del edificio, escuchándola abandonar su vida para siempre.

La joven no dudó en romperse a llorar una vez que su cuerpo entró en el coche de Theo. La soledad había golpeado su vida una vez más para devastarla y dolía tanto como si la hubieran disparado. Se llevó las manos a los ojos, sollozando e inclinandose hacia delante para respirar mejor. Su mente no dejaba de recorrer todos los agradables momentos que había vivido junto a los Lakes; las confesiones con Bella en las noches, la complicidad que Tom y ella tenían y, sobre todo, el amor paternal que Jonan le brindó durante todo aquel tiempo... Su vida con ellos fue la única vez que se sintió realmente querida, y, ahora, volvía a estar sola.

Justo como cuando regresaba al orfanato.

Theo se sentó en el asiento del conductor y bajó las ventanillas para que pudiera tomar aire.

—No te preocupes, sacaré a Bella de allí. —Le prometió, haciendo una excepción por ella. Encendió el motor y se marcharon del lugar rápidamente.

Nix pensó que regresarían a la casa de Theo, no obstante, la peligrosidad de la noche, los obligó a detenerse en un destartalado motel. La menor se quedó dentro del coche, aún consumida en lágrimas, y esperó a que Theo regresase con las llaves de las habitaciones.

Su ausencia fue necesaria para que el sonido de algo golpeando la ventanilla la alarmarse, levantó la mirada de sus manos y su respiración se detuvo al ver los ojos oscuros de Teddy. Abrió la puerta con el corazón a mil por hora y lo abrazó con fuerza, rezando por que aquello no fuera producto de su imaginación.

—No hagas ruido...—Susurró al escuchar como Theo salía de recepción. La menor buscó su mirada sin saber que hacer o como actuar. El rubio le acarició la mejilla. — Nos vemos frente a la piscina cuando se duerma.—Con aquellas palabras corrió en dirección contraria, dejándola paralizada en el mismo lugar.

Theo no se percató de nada y la acompañó hasta la habitación que iban a compartir. La adolescente quería calmarse, no obstante, saber que Teddy se encontraba tan cerca, le impedía hacerlo.

No cenaron absolutamente nada y se acostaron de inmediato en la única cama que había. El mafioso se recostó a su lado, dándole la espalda y permitiéndole un espacio seguro, le agradeció aquel gesto y esperó a que su respiración se tornase pesada. No tardó en quedarse profundamente dormido por el agotamiento. Nix aprovechó aquel momento para salir de puntillas, evitando cualquier sonido que pudiera alarmarlo.

Una vez que estuvo fuera, corrió bajo la lluvia hacia el lugar que Teddy le había indicado. Este se encontraba tras el edificio, por lo que era muy difícil que los vieran. Sonrió ampliamente al verlo en una esquina, esperándola. El rubio caminó hacia ella con urgencia y una vez que estuvieron cara a cara, la tomó de las mejillas.

—Te hemos estado buscando...—Susurró lo suficientemente bajo para que nadie los escuchase. Sus pulgares le limpiaron el rastro de lágrimas secas con aquella ternura que siempre le regalaba.—Tenía miedo de que estuvieras herida, Nix.

La nombrada negó y cerró los ojos, dejándose llevar por los suaves caricias. Posicionó el rostro en su hombro y buscó el calor de su cuerpo, queriendo tranquilizarse.

—¿Cómo sabías dónde estaba?—Cuestionó. Teddy se deshizo de su chaqueta para calentarla, la ropa de la menor era demasiado fina para aquel temporal, y le frotó la espalda.

—Nos dijeron que ya te habías marchado con tu familia, no llegué a creerlos, pero Robert si lo hizo. Cuando visitamos a Jonan, ya se habían llevado a Bella. Nos asustamos mucho, pero Kassiel lo confesó todo y lo obligué a decirme tu paradero. —Le explicó y se fundió en su iris azul.—Escapemos... Robert, tú y yo, hay más países que están dispuestos a acogernos. —Le pidió, casi suplicando, no obstante, la tristeza en el rostro de la muchacha lo asustó.

—Yo... No puedo irme.

—Claro que sí, yo te protegeré en todo momento, no tienes que tener miedo...—Insistió, asustado por sus palabras. Le era imposible dejarla allí, necesitaba que estuviera bien... Junto a él.

—¿Y quién protegerá a Bella?—La pregunta hizo que Teddy comprendiera lo que ocurría. Entrelazó sus dedos con los de ella, en un intento de que cambiase de opinión.

—Nix...—Su nombre escapó de los labios del rubio, quien estaba apunto de llorar.

—No puedo abandonarla.—Se apartó para que su amigo no siguiera insistiendo, no estaba segura de poder soportarlo si lo hacía. En el fondo de su corazón, la propuesta era como un rayo de esperanza. Aunque no debía mentirse a si misma, dejar a Bella sería el motivo suficiente para no disfrutar de la libertad.

El cabello de ambos jóvenes se pegó a sus rostros, húmedos y congelados por la lluvia torrencial. Teddy clavaba sus ojos castaños sobre los suyos, en ellos brillaban un pequeño matiz de duda, las palabras se habían quedado atrancadas en su garganta y esta vez, más allá del miedo por el rechazo, deseó poder confesarle cuanto la amaba.

—Ni siquiera me has ganado en una carrera.—Masculló, incapaz de irse y sosteniendo lo que realmente quería decirle entre sus manos, aferrado a ella.

—Tal vez tenías razón, no soy capaz de ganarte.—Le contestó y terminó de separarse, dispuesta a marcharse totalmente de su vida. Sus caminos se separaban justo allí, en medio de la piscina de un motel triste y desordenado, como ellos.

Y entonces, Teddy se armó de valor.

Ocurrió como si un relámpago hubiera caído en medio de ambos.

El más alto se apegó a ella, atrapó su nuca y presionó los labios contra los suyos, besándola con toda la pasión y el amor del mundo. Nix aceptó aquella acción, disfrutando del tierno beso, pasó los brazos por sus hombros en un gesto desesperado de estar más cerca de él y sintió como el fuerte agarre de Teddy se suavizaba, descendiendo la mano por su espalda hasta llegar a la fina cintura de la castaña.

—Siempre te voy a querer, Nix. No me importa cuántos años pasen, vendré a salvarte.—Prometió, abandonando los rojizos labios de la menor. Las puntas de sus narices se quedaron pegadas durante unos segundos y escucharon el sonido de la lluvia junto a sus agitadas respiraciones, incapaces de despedirse.

—Te esperaré...—Fue lo último que le dijo antes de volver a fundirse en sus dulces besos.

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