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¿Alguna vez te has Enamorado? II

    Bueno, es justo que ella me hiciera la misma pregunta que yo le hice:

    -Yo era...

    -¿Un mujeriego?- termina la oración de una manera mucho más gráfica de la que yo iba a decir.

    -Bueno, en mi juventud lo fui, pero eso fue hace mucho tiempo.

    Nueva York, 1938

    -¡No puedo creer que le coquetearas a mi mejor amiga!- me reclama la chica furiosa.

    -Cindy, yo no lo hice, ella me lo hizo a mí- miento como siempre lo he hecho.

    -¿Por qué ella lo haría?

    -Ella siempre ha estado celosa de ti, sólo eso.

    -¡No te creo nada, Bucky, terminamos!- sigue caminando y me deja con la palabra en la boca.

    Actualidad

    -¡Pobre chica!- lo golpeó en el brazo.

    -Lo siento ahora, ya sé que no debí hacerlo.

    -¿Qué pasó con las chicas?

    -Traté de disculparme con Cindy, pero no me dejó así que oficialmente estuve en la soltería y ella y su amiga no me volvieron ha dar la palabra nunca más.

    -¿Cindy fue tu primera novia?

    -La primera oficial...

    -¿Qué las demás no lo habían sido?- se burla un poco de mí.

    -No todas lo eran. Algunas veces sólo eran citas casuales o coqueteos.

    Nueva York, 1941

    -¿Cómo te fue en tu cita con Betty?- me pregunta el pasado y flacucho Steve.

    -Bien, creo...- digo no muy convencido -No volveré a salir con ella, aunque sé que está ansiosa por otra cita. Ya tengo una salida con Polly el sábado.

    -¿Polly la rubia? ¿Con la que te besaste en el festival pasado? ¿Con la que salías con su prima?

    -Sí, esa, ¿por qué?

    -No lo sé amigo... No creo que sea una buena idea.

    Y no lo fue, terminé solo y con una bebida tirada en mi cabeza y en mi antiguo uniforme militar.

    Actualidad

    Ella niega con la cabeza reprobatoriamente mientras se cruza de brazos.

    -¿Y te sorprende cuando te cuento sobre las pocas personas con las que yo he salido?

    -Sí pero en comparación los hombres estamos acostumbrados a...

    -Eso es machismo, ¿te tengo que explicar lo de la revolución sexual de nuevo?

    -No, pero sólo digo.

    -Ajam... ¿Dime con cuántas?

    -¿Con cuántas qué?- me rasco la nuca.

    -Con cuántas te has acostado.

    -Eso ya no importa.

    -¡¿Qué?! Yo te lo dije, ahora dímelo tú.

    -¡Okay! ¡Fueron cuatro!- se sorprende.

    -Sólo tres, es decir, no es que sea malo ni nada pero pensé que tú, el gran mujeriego de la década de los cuarenta tendrías más historias de cama.

    -Bueno, las chicas de mí época no eran tan accesibles, casi todas ellas querían llegar de blanco al altar.

    -Eso es una tontería- me reprueba con la cabeza -. Te prometo que yo llegaré al altar de blanco sin importar qué... Bueno, si es que algún día algún tonto se quiere echar la soga al cuello por mí.

    -Eres hermosa y fuerte, todos buscamos eso- me da una de sus medias sonrisas como agradecimiento -, cualquiera se echaría la soga al cuello por ti.

    -¡Ja! No lo creo, no creo que me valla a casar, ni siquiera la yo de quince años esperanzada y virgen lo creía.

    -¿Quince? ¿A qué edad dejaste de serlo?- le pregunto con mucha duda.

    -Dieciséis, ¿y tú?- pregunta con una ceja arriba.

    -Ah... Veinte- me vuelvo a rascar la nuca, espero que no note que hago esto siempre que estoy nervioso.

    -¿Cindy fue la primera?

    -Sí, ¿y el tuyo?

    -Mmm... ¿Recuerdas a ese ex que te dije que me motivó a adoptar a Baby?- asiento -Fue él...

    -¿Cómo se llama?

    -Mmm... Marco.

    Aún así creo que no le respondí la pregunta, quizá alguna vez lo hice, hace mucho tiempo. Prometí que jamás la olvidaría, después del tratamiento de Shuri no estuve seguro si aún la recordarla porque nuestra historia no es exactamente un gran romance, más bien se podría relacionar con una mala historia que necesite olvidar...

    Massachusetts, 1968

    Desperté entre las blancas sábanas de una nueva cama y por instinto estiré mi brazo para tocar a la persona la cual había estado acogiéndome estas ultimas semanas, pero ella no estaba. Asustado me senté en la cama muy rápido, pero volví a respirar cuando la vi entrar por la puerta de nuestra habitación.

    -Hola, James, te traje el desayuno.

    -Hola, Natalia- pone la bandeja con la comida sobre mis piernas.

    -Disfrútalo- me basa castamente al rosar mis labios.

    -Gracias.

    Todo parecía normal si lo veías desde un ángulo externo, pero un enorme miedo siempre inundaba mi mente, no podría haber vivido si a ella le hubieran hecho daño por mi culpa, pero no fue así, en cierto punto de la historia yo fui quien más había sufrido. Cuando me enteré de su traición sentí que mi mundo, o al menos lo que quedaba de él, se desmoronaba por completo.

    Jamás me hubiera imaginado algo como esto, pero pasó y nunca lo esperé, no de ella. Al final logró su cometido, todos lo lograron, me lograron llenar de odio para que yo mismo lo sembrara por todo el mundo, para que yo lo usara con todo aquel que deseara Hydra.

    Nueva York, 1988

    Y como ya dije, el odio ya estaba impregnado en mí, eso me llevó a hacer cosas sumamente malas, pero una de las que más me arrepiento es de haberle hecho daño a ella cuando tube la oportunidad, de haberle roto el corazón a Natalia como ella me lo había roto a mí hace mucho tiempo. Pero por más que pasaba el tiempo y los años yo no olvidaba ese nombre.

    Esa noche me encontraba entre unos arbustos, escondido como una rata, viendo por la ventana de esa hermosa casa de los suburbios y la vi a ella, la misma mujer que había inundado mi mente por tanto tiempo, solo que esa vez los años sí habían pasado para ella y para su cuerpo, pero valla que aún me seguía atrayendo.

    Bajé la mirada por ¿tristeza?, sí, tristeza, cuando un hombre contraje de ejecutivo pasó el umbral de la puerta y la tomó con tanta pasión hasta que sus labios se despegaron de ella, después pude observar como él se iba hacia otra dirección y ella desaparecía esa falsa sonrisa que tenía en su bello rostro. Sé que no era feliz con él, estaba a su lado por la misma razón por la que estaba conmigo. Una ira incontrolable me recorrió el cuerpo con ese pensamiento y fue lo que impulsó mi venganza.

    Al día siguiente la esperé en la sala de su casa hasta que ella volvió de hacer las compras, su cara expresaba toda esa sorpresa que yo esperaba. Me acerque lentamente a ella mientras esta contenía la respiración y le susurré su nombre muy cerca de su rostro:

    -Natalia.

    -No creí que aparecerías por aquí, no al menos después de saber que estoy casada.- no le contesté, solo la vi profundamente a los ojos -¿Qué quieres, James?

    Me gustaría decir que el besarla en ese momento sólo fue el paso inicial de mi plan, pero en realidad fue un impulso, una necesidad que surgió de mi ser.

    Pasé mi mano metálica por su nuca y la atraje a mi cuerpo bruscamente, ella dio un respingón, pero siguió el beso. Sonrió al separarnos, su gran error fue creer que yo estaba ahí para hacerle el amor tan dulcemente como antes, no, esa noche la hice mi mujer pero no de un modo del que me sienta orgulloso. Lo peor fue que ella se dejó de mí, ¿por qué?, probablemente por desesperación, quería volver a sentir el cariño que no había sentido desde que era muy joven y no lo consiguió de mí, no esa noche.

    Rusia, 2000

    Esa tarde, después de haberla visitado por última vez probablemente en mi vida, le hice una promesa; volverme a enamorar de otra muchacha algún día. Natalia deseaba con todo su corazón que yo lo hiciera, que al fin en mi vida yo fuera feliz, de verdad feliz, sin chicas caprichosas de los años cuarenta, sin coqueteos baratos que nuca llegaran a nada, sin mentiras, sin miedos, sin venganzas que en vez de curar mi corazón lo hieren más, sin nada de esas porquerías, sólo mi nuevo y yo amándonos como nunca en nuestras vidas.

    Jamás imaginé que estaría tan cerca de esa realidad... Hasta ahora.

    Actualidad

    -También; sólo una vez me he enamorado.

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