El Pomar
Búscame en el pomar a las 18:40.
Bajo la sombra del singular
árbol de ramas torcidas,
en el que tú y yo nos solíamos encontrar
cada semana.
Más allá de las cortinas
de pétalos, hojas y espinas
que cubrían las pérgolas.
Allá, donde nos reuníamos
a ver el cielo magenta del atardecer.
A reírnos, sumergidos en placer.
A aprendernos nuestros gustos piel a piel.
A besarnos mientras la brisa nos tocaba.
A tocarnos mientras las nubes pasaban.
A querernos entre los pájaros que volaban,
y a desear pasar juntos la madrugada.
Encuéntrame allá, entre las plantas,
entre las flores rojas y moradas.
Encuentra a tu musa, a tu diosa, a tu hada,
a tu ninfa, a tu demonia, a tu santa;
a como quieras llamarme,
solo ven luego a abrazarme,
a decirme que me amas más una vez,
a confesar que no importa donde estés,
siempre piensas en mí,
sea acostada, alzada, o a tus pies.
Ves, yo no puedo vivir sin ti.
Y esta distancia me está matando.
Así que ven amado mío, ven luego.
¡Te lo suplico, te lo pido, te lo ruego!
Ven a admitir tus fantasías,
sea con palabras sucias, o con dulces poesías.
Ven a volverme loca, como solo tú lo haces.
Ven a ser mi paraíso en la tierra;
en mi desierto un oasis.
Y apúrate, porque después de meses separada de ti,
alejada de lo único que me hace feliz,
quiero devorarte y alabarte al fin,
saciando mi hambre con tu suntuoso festín.
Y quiero ver tanto tu lado amable como el lujurioso,
no me ocultes nada; no me prives de tu cuerpo,
ni de tu mente, ni de tu alma; lo quiero todo.
Solo ven aquí a amarme.
Ven aquí a mi encuentro.
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Nota de la autora: Me gusta escribir sobre amantes prohibidos o separados jeje.
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