Día de votación
Los matorrales se sacuden con un viento suave.
En el cielo azul vuelan gaviotas blancas
—entre las nubes, sobre los cedrales—;
esos animales que aman estos tibios aires
de esta época veraniega.
A mi frente yace una eterna carretera.
Y por ella tengo que seguir caminando, aunque ya no quiera.
Me detengo para descansar y admirar mis alrededores,
y a intentar convencerme de que me encantan las votaciones.
¿Dónde carajos estará mi local? ¿Me habré perdido en el mapa?
Porque mirando a los campos vacíos, y a las lejanas casas,
siento que estoy atascada en el medio de la puta nada.
Es un lugar hermoso, esto no lo niego.
Y mi espíritu hasta estaría sereno al caminar por aquí,
si ya no fueran las cinco y cincuenta,
y el local cerrara a las seis; ¡por la mierda!
¡Voy muy tarde! ¡Tengo que correr si no quiero quedarme
del lado de fuera del local, prohibida de entrar!
¡Corre Julia, corre!
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Nota de la autora: Ayer en Chile fue día de votaciones para alcalde y me tocó ir a un local ubicado en el medio de la nada (puro pasto y árboles) y escribí esto después de que logré entrar a votar, a último minuto, para desestresarme porque iba tarde y casi no entré xd.
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