Ángel
Nunca sentí a mi cuerpo vibrar,
ni a mi espíritu bailar,
tanto como lo hicieron
al verte a ti,
volando sobre mis cielos.
Descendiendo hacia mí,
desde ese azul velo,
tan profundo, tan místico,
tan etéreo.
Mi consciencia se llegó a apagar
cuando observé tu rostro
y admiré tu pose heroica
sujetando mi razón en una mano,
y en la otra, mi corazón pagano,
que nada más desea
que estar bajo tu comando.
Mi postura estoica se perdió,
mi austeridad me abandonó,
tu cariño me meció,
tu calor me revivió.
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