Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6: Festival





El sol brillaba con intensidad, casi de manera violenta en ese maravilloso día. La tarima ya estaba instalada, y Hannes se encontraba allí ajustando el micrófono mientras el murmullo de la expectación llenaba el aire. Estaban en el parque central de Shinganshina, el lugar habitual para el festival deportivo, un evento que congregaba a estudiantes de todas las edades en una competencia feroz, con actividades y premiaciones distribuidas por cursos y días. La atención estaba centrada en los estudiantes del último grado, ya que el ganador sería coronado rey o reina y escogería a su pareja real para el baile de fin de verano, además de nominar a los reyes para el baile de graduación.

– ¡Buenos días, queridos estudiantes! –exclamó Hannes, su voz resonando en todo el parque–. ¡Hoy es un día especial! ¡Estamos aquí para nuestro festival deportivo anual y las emociones están en su punto más alto!

Los aplausos y vítores estallaron entre la multitud. Hannes continuó durante un buen rato, emocionado explicando los detalles de los eventos por venir. Aunque los participantes del último grado sonreían al público, la atención estaba fija en dos figuras que se observaban mutuamente con odio.

Mikasa era la indiscutible reina de los festivales deportivos, dominando las competencias en su grado durante los últimos diez años. Su destreza atlética y determinación la convertían en la atleta imposible de vencer. Año tras año recordaba a todos por qué era la mejor. Sin embargo, este año una sombra desafiante se cernía sobre ella: Eren Jaeger, trasladado a Sina hace diez años, milagrosamente había regresado. Su transformación era asombrosa; el joven ahora era una delgada masa de músculos, atlético y parecía ser la única competencia para la pelinegra.

Las apuestas eran altas, todos esperaban ansiosos para saber si Mikasa mantendría su victoria invicta o perdería la corona ese año.

Hannes presentó a todos los participantes, pero la multitud aplaudió especialmente cuando pronunció esos dos nombres. Mikasa y Eren intercambiaron miradas hostiles cargadas de rivalidad. Mikasa estaba lista para mantener su reinado; por otro lado, Eren, con una mirada desafiante y los músculos tensos, estaba decidido a arrebatarle el título.

El primer duelo competitivo fue el juego de las varas, en el que debían empujarse hasta que uno cayera al barro. Los participantes anteriores habían caído uno tras otro en la feroz competición; las risas y los gritos de ánimo llenaban el aire del parque mientras la competencia se intensificaba con cada ronda. Finalmente, solo quedaban dos competidores en el círculo embarrado: Mikasa y Eren. La multitud expectante guardó silencio, consciente de la ardiente rivalidad entre esos dos jóvenes.

Mikasa, con su mirada fría y postura imponente, estaba acostumbrada a la victoria. Había perfeccionado la técnica del juego a lo largo de los años y nunca había conocido la derrota en los festivales deportivos. Frente a ella, Eren, principiante pero no menos decidido, estaba dispuesto a cambiar esa narrativa.

Ambos se encontraron en el centro del círculo, varas en mano, mirándose desafiante. La tensión era palpable. Cuando comenzó la última ronda, el público se sumergió en un silencio absoluto antes de estallar en vítores mientras Mikasa y Eren chocaban con fuerza. Los dos luchaban con tenacidad, empujándose hacia los límites del círculo embarrado. Eren, con su determinación recién descubierta, demostró ser un oponente formidable. Mikasa, por otro lado, no estaba dispuesta a ceder su reinado sin pelear. La lucha alcanzó su punto álgido cuando ambos se encontraron al borde del círculo, forcejeando en una lucha desesperada.

Finalmente, con un último esfuerzo, Mikasa logró desequilibrar a Eren con un fuerte golpe en las piernas. Para sorpresa de todos, Eren se sumergió en el barro. La multitud estalló en aplausos y gritos mientras Mikasa se mantenía en pie antes de hacer una reverencia elegante. Hannes se acercó a la chica para declararla la undécima ganadora invicta.

Eren, levantándose con irritación del barro, miró a Mikasa con una mezcla de incredulidad y resentimiento, prometiéndose que la guerra entre ellos dos aún continuaba y que no se daría por vencido tan fácilmente.

–Vamos, puede que Eren sea un hombre, pero tú no solo eres una chica fuerte, eres LA chica, ¿entendido? – Animó Sasha, tendiéndole a Mikasa los guantes para evitar que se raspara las manos.

Mikasa asintió, poniéndose los guantes, y tomó una bocanada de aire. Siempre había sido más fuerte que Eren cuando tenían ocho años, pero indiscutiblemente las cosas estaban bastante desequilibradas. A pesar de que ella le había ganado minutos antes a Connie y Jean, Eren parecía considerablemente más fuerte que ellos.

–No te asustes, vas a ganar –aseguró Sasha con confianza hacia su mejor amiga.

La pelinegra asintió, irradiando una mezcla de nerviosismo y determinación. Había llegado el momento de mostrar si la fuerza recién descubierta de Eren podía desafiar la dominación de Mikasa. Ambos tomaron posiciones a cada lado de la cuerda, y la multitud contuvo la respiración. Hannes levantó la mano para dar señal de inicio. La cuerda vibró con la intensidad de la lucha que se desató. Eren, con una fuerza impulsada por la urgencia de probarse a sí mismo, tiró con todo su ser, mientras Mikasa plantó los pies lo más fuerte que pudo, pues no estaba dispuesta a ceder terreno. El campo de batalla se convirtió en un escenario de fuerza bruta, con cada competidor canalizando su energía y voluntad en la cuerda. La multitud rugía con entusiasmo, animando a sus favoritos.

Sin embargo, a medida que la cuerda se inclinaba gradualmente hacia el lado de Mikasa, los murmullos se intensificaron en un coro de sorpresa. Eren se sentía desesperado y, en su acto más impulsivo, las facciones de su rostro se relajaron. En lugar de mirar a la pelinegra con rabia y frustración, le guiñó un ojo y le lanzó un beso. Mikasa, visiblemente sorprendida por aquel gesto, dejó de hacer fuerza mientras sus mejillas ardían. Fueron tan solo unos segundos, pero el castaño fue lo suficientemente rápido como para tirar de la cuerda con toda su fuerza. Finalmente, con un estruendo, Mikasa cayó de bruces sobre el barro sintiendo su rostro caliente.

El silencio cayó momentáneamente sobre el campo. Nadie había visto aquel gesto de Eren y Mikasa estaba totalmente ofendida. Se había dejado distraer por ese idiota.

– ¡Eso fue trampa! – Gritó Mikasa, tomando un puñado de barro y arrojándoselo a Eren. Nadie sabía a qué se refería la pelinegra, la cual estaba totalmente afrentada por lo ocurrido.

Eren, jadeando y empapado de sudor, observó a la muchacha con una sonrisa mientras se inclinaba.

– ¿Te distraje, cariño? –Preguntó en tono socarrón–. Ya sabía yo que estabas secretamente enamorada de mí –soltó lleno de burla y Mikasa nuevamente intentó arrojarle otra bola de lodo, que Eren esquivó ágilmente.

Hannes se acercó para declarar a Eren como el ganador, marcando un momento histórico en los festivales deportivos de la escuela, pues era la primera vez en diez años que Mikasa Ackerman perdía una competencia de su grado en el festival.















El sudor empapaba por completo a Mikasa, quien, para ese momento, ya se encontraba completamente agitada. La competencia avanzaba rápidamente, con participantes siendo eliminados uno tras otro en un torbellino de lanzamientos precisos y esquivas rápidas. La intensidad aumentaba con cada ronda, y la multitud rugía con anticipación. Finalmente, solo quedaban dos en el campo: Mikasa y Eren, nuevamente. La tensión era palpable mientras se enfrentaban el uno al otro, y los ojos grises de Mikasa observaban con hostilidad a Eren, quien sentía una sed de venganza llenándolo por completo. El aire vibraba con la rivalidad que emanaba de ambos lados.

La competición de quemados comenzó con un intercambio rápido de lanzamientos y esquivas, ambos mostraban una agilidad extraordinaria. Para sorpresa de Mikasa, Eren demostraba una destreza impresionante; sus movimientos no solo eran elegantes, sino también fluidos. Sus lanzamientos eran precisos, y su energía ardiente prendía en cada paso. Mikasa intentaba esquivar lo mejor que podía, pero Eren era tan rápido y agresivo que no le daba tiempo para contraatacar. La multitud observaba en silencio, atónita ante la posibilidad de que la reina pudiera ser derrotada por segunda vez aquel día.

En un movimiento audaz, Eren evitó un lanzamiento certero de Mikasa y contraatacó con una precisión milimétrica. La pelota golpeó a Mikasa de lleno en el estómago, y la multitud estalló en exclamaciones sorprendidas. Eren lanzó un grito con el corazón latiendo de emoción y triunfo, luego miró a Mikasa, quien intentaba recuperar el aire con Sasha y Armin tratando de ventilarla con sus manos.

Por segunda vez ese día, Hannes levantó la mano de Eren para declararlo como ganador, y la multitud estalló en ovaciones. Con la ayuda de sus amigos, Mikasa logró erguirse, observando con odio a Eren. No permitiría que se saliera con la suya.















–Vamos, Eren. Lo hiciste maravillosamente en los entrenamientos. No pierdas la concentración; tú puedes hacerlo, tú puedes –animó Armin, palmeando la espalda de su mejor amigo. El castaño tragó grueso y le dedicó una mirada tensa de agradecimiento.

Una vez que su amigo se hubo alejado, Eren se concentró y se preparó de la forma correcta justo en la línea de salida. Hannes hizo sonar el silbato, marcando el inicio de aquella carrera. El sonido de las zapatillas golpeando la pista resonó en el aire; cuando los competidores se lanzaron hacia atrás, Mikasa y Eren destacaban por su velocidad excepcional. Cada zancada parecía ser impulsada por la intensidad de su rivalidad. La multitud seguía la carrera con una mezcla de anticipación y ansiedad. A medida que la carrera avanzaba, la experiencia de Mikasa y su velocidad imponente de su cuerpo delgado y atlético la mantenían a la cabeza. Eren, sin embargo, demostraba una destreza sorprendente, pisándole los talones y desafiándola a cada paso. La línea de la meta se acercaba rápidamente, y el corazón de la multitud latía al ritmo de los pasos finalistas.

Eren estuvo a punto de alcanzar a Mikasa, pero en un final que dejó sin aliento a los espectadores, la pelinegra lanzó una larga zancada, cruzando la línea de meta apenas un paso por delante de Eren. Todos los estudiantes gritaron y lanzaron aplausos mientras la pelinegra caía de rodillas intentando recuperar el aliento. Una vez lo hizo, se puso en pie y se giró hacia Eren para lanzarle una mirada que estaba compuesta por una mezcla de satisfacción y superioridad. El castaño le dirigió una mirada de odio antes de levantar su dedo medio hacia la chica, que nuevamente hizo una reverencia cuando Hannes la declaró oficialmente como ganadora de aquella competencia.











–Bueno, preciosa, esta es la prueba final. Tú puedes hacerlo, tú puedes –señaló Sasha, besándole la mejilla a su mejor amiga–. Vamos por ello, vas a ser la reina del baile, ¿entendido? No vas a dejar que ese idiota te quite tu corona.

Mikasa asintió y, tras darle un fuerte abrazo a Sasha, se dirigió hacia el punto de partida. Estaban empatados, y aquella era la competencia final. Quien ganara la carrera de obstáculos sería el vencedor definitivo. A su lado, Eren se preparaba nervioso, sintiendo la presión de la competencia.

El fuerte estallido del cañón de humo resonó en el parque, dando inicio a la carrera. Ambos atletas salieron disparados, sus cuerpos ágiles superaban cada obstáculo con gracia. Mikasa demostraba una vez más por qué era la campeona reinante. Su destreza en la gimnasia y velocidad era incomparable; el hecho de ser porrista la ayudaba a evitar los obstáculos con elegancia impresionante. Eren, por otro lado, sorprendía a todos con su habilidad innata.

La atención del público era palpable cuando llegaron al pasamanos de cuerda. Mikasa trastabilló un poco por el sudor en sus manos; sin embargo, se recuperó rápidamente. Aunque Eren ya había tomado una ventaja considerable, la pelinegra la recuperó con facilidad cuando llegaron a la primera sección de escalada. Los dos rivales subieron por la cuerda con velocidad y agilidad única; cada agarre, cada movimiento era una lucha feroz. Los espectadores contenían la respiración mientras observaban la intensidad de la competencia.

Una vez en lo alto de la cuerda, Mikasa se balanceó para caer ágilmente sobre un colchón de aire que estaba a unos cuantos metros de distancia. Eren cayó detrás de ella. La chica se movió lo más rápido posible y, una vez llegaron a la pared de escalar, como si se tratara de un gato, la pelinegra subió rápidamente. Eren ya estaba bastante atrás. Ella ganaría, ya lo había practicado antes con Sasha; podía saltar aquellos tres metros y caer delicadamente sobre el colchón de protección, siempre y cuando se agarrara a la malla de seguridad. No era trampa, y le daría varios segundos de ventaja.

Antes de brincar, escuchó un grito fuerte en la multitud. Sus ojos se encontraron primero con su hermano y su madre, quienes la vitoreaban emocionados. A su lado estaban Grisha, Carla y Zeke. Mikasa se fijó en ellos e hizo una mueca antes de apretar los puños.

–¡Oh mierda! –Rezongó furiosa consigo misma antes de arrojarse. Sus manos tomaron la malla de seguridad, y la chica lanzó un aullido adolorido al caer, mientras se sujetaba el tobillo. Eren, con enorme agilidad, saltó de aquella misma forma y corrió hacia la meta.

El público quedó en silencio incrédulo al ver a Mikasa tirada en el colchón, herida, mientras Eren cruzaba la línea de meta. Los espectadores estallaron en ovaciones mientras Mikasa caía hacia atrás y cerraba los ojos, completamente frustrada. Armin corrió a su lado y la tomó en brazos, llevándola a una banca lejana de las miradas curiosas, antes de revisarle el tobillo. El rubio frunció el ceño, y sus ojos se encontraron con los de Mikasa mientras arqueaba una ceja.

–¿Qué demonios pasó? Tu tobillo está perfectamente bien –obvió el chico, pero la pelinegra solo pudo posar su dedo índice en los labios del rubio mientras negaba y se encogía de hombros.

A lo lejos se escuchaba la multitud celebrando que, por primera vez, tras diez años, alguien le había ganado a la abeja reina de la escuela.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro